EL Rincón de Yanka: ALELUYA

inicio














Mostrando entradas con la etiqueta ALELUYA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ALELUYA. Mostrar todas las entradas

domingo, 17 de abril de 2022

¡SOMOS LOS MÁS MISERABLES DE TODOS LOS HOMBRES!: NO CREEMOS NI VIVIMOS EL REINO ETERNO QUE SOMOS EN Y POR CRISTO 🕂


¡Si sólo en esta vida tenemos esperanza en Cristo, 
somos los más miserables de todos los hombres! 
1 Corintios 15,19

"No soy lo que debo ser.
No soy lo que deseo ser.
Ni siquiera soy lo que espero ser,
pero una cosa sé,
por la cruz de Cristo,
no soy lo que antes fui"
John Newton
+

"Hay algunos que tendrían a un Cristo barato.
Le tendrán sin la cruz.
Pero el precio no va a bajar".
Samuel Rutherford - Siglo XVII
+
Sabemos que la la cruz no es de Dios ni salva
y lo que representa:
el mal del mundo que ya fue vencido.
Y para el cristiano no es la última palabra:
hemos muerto y resucitado en y por Él, salvados.
+
"No hay nada más liberador
y salvador y redentor
que El Amor de Dios".

***************************************************************
La resurrección de Cristo

El cristianismo consiste en algo tan aparentemente extravagante como la fe en un hombre que dijo ser Dios y resucitó. El Reino de Dios es inmortal. El hombre que pertenece a este Reino, también.
Hoy celebramos la mayor fiesta de la Cristiandad: la resurrección de Cristo. En esto consiste ser cristiano: en creer que Cristo resucitó después de morir en la cruz. Es un acto de fe y, por ello, de amor, pero eso no significa que sea opuesto a la razón, sino, si acaso, ajeno a ella. El cristianismo no es una doctrina ni una teoría, sino un camino de salvación. Un libro, por lo demás notable, exponía y criticaba algunas teorías relevantes sobre la naturaleza humana, e incluía entre ellas el cristianismo. Esto es erróneo. Otra cosa hubiera sido incluir, por ejemplo, a san Agustín. Tratar el cristianismo como un conjunto de tesis filosóficas es malentenderlo y, en definitiva, devaluarlo. Por supuesto que es posible no tener fe en él, pero es absurdo criticarlo como si de una teoría se tratase. Ser cristiano, pues, consiste en la vivencia del Reino de Dios. Y el Reino de Dios es eterno.

Kierkegaard enseña que el pecado consiste en la ausencia de la fe. En realidad, se limita a seguir a san Pablo: «Todo lo que no procede de la fe es pecado». Esto es lo que la razón no puede comprender ni censurar. En cierto sentido, el cristianismo tampoco es una moral. Es equívoco afirmar que hay una moral cristiana más allá del seguimiento e imitación de Cristo. Reducir el cristianismo a una moral, por sublime que se la considere, es privarlo de su esencia. Entre otras razones, por esto negó Scheler que el cristianismo tuviera algo que ver con la filantropía moderna. También por eso no existe una política cristiana, aunque sí muchas, anticristianas. 

«Mi Reino, ahora, no es de este mundo». 

Se confunden quienes consideran que la fuente de la filantropía moderna sea el amor cristiano. Éste es, por el contrario, radicalmente diferente del amor antiguo y del moderno. En la concepción antigua del amor se lo entiende como un sentimiento que va del inferior al superior. Se ama lo bello, lo sabio, lo noble y a quien tiene estas virtudes. Lo feo, lo ignorante y lo vulgar, por el contrario, se desprecia. Por eso, no es posible hallar en el mundo antiguo ningún dios que ame a los hombres, pues ¿cómo lo superior podría rebajarse a amar a lo inferior? El amor moderno nace más bien del resentimiento, de la búsqueda del placer y del rechazo del dolor.

El amor cristiano es otra cosa. Para empezar, el precepto cristiano manda amar al prójimo, al cercano, a aquel cuyo rostro podemos ver y, en él, el rostro de Cristo. No prescribe el amor a la humanidad. Y, sobre todo, el amor no es un sentimiento, sino un acto del espíritu que se dirige, al contrario que el amor antiguo, del superior al inferior, de lo elevado a lo deprimido, de lo noble a lo vulgar. Por eso no solo Dios ama, sino que es amor. Y la creación entonces se entiende como un acto divino de amor. Las diferencias no pueden ser más profundas. Como lo son también las diferencias en torno a la justicia. Alguien dijo que la parábola del hijo pródigo era una bofetada a la concepción antigua de la justicia. También se tergiversa el pretendido comunismo de los primeros cristianos. No consistía en una imposición por parte de la autoridad religiosa, sino de actos libres de las personas, que entregaban voluntariamente sus bienes a la comunidad. El amor cristiano es un acto del espíritu dirigido a la salvación del otro. Por eso busca ante todo al pecador, al pobre, al miserable.

El cristianismo consiste en algo tan aparentemente extravagante como la fe en un hombre que dijo ser Dios y resucitó. Es aceptar un testimonio, no comprobar ninguna verdad. Es creer que una persona es el camino, la verdad y la vida. El Reino de Dios es inmortal. El hombre que pertenece a este Reino, también. Lo dijo san Pablo: «Si solo en esta vida esperamos en Cristo, somos los más miserables de los hombres».

Mi Esperanza Esta En Jesus (Living Hope) - Bethany Wohrle | Bethel Music En Espanol 

 VER+:


martes, 4 de mayo de 2021

LAS ABEJAS , LA CERA Y EL CIRIO PASCUAL 🌸🐝🕂🔥


Las abejas, el cirio pascual 
(y hasta Pío XII)

Las abejas, ¿qué hacen en el Pregón pascual?

Nuestro cuerpo es representado por la colmena donde se reúne la miel y la cera; el amor de Dios guardado en nuestro interior. Después de cumplir con su cometido, las abejas vuelan, pero la cera y la miel permanecen.
La cera tipifica de manera sumamente apropiada la carne de Nuestro Señor, nacido de una Madre Virgen. De aquí se originó el concepto de que la mecha significa el alma de Jesucristo y la llama la Divinidad, que absorbe y domina a ambas. Por eso el gran Cirio Pascual representa a Cristo: la luz verdadera, y las velas pequeñas a cada uno de los cristianos que tratan de ser imágenes vivientes de Cristo.

“Aurora de la alborada 
Agradable oro subido 
Arco de paz escojido 
Azuzena argenteada 
Arca de septín zerrada 
Aroma de olor subtil 
Almendro de flores mil 
Abeja de miel suave 
Ave, porque soys el Ave 
Ambrosía del abril” 

En honor de la piadosa María 
llevo esta candela en la mano mía: 
Representa esta cera 
la carne virginal verdadera de Cristo; 
y la llama, que ilumina 
significa su persona divina; 
y la mecha en el cirio escondida 
el alma que a su cuerpo da vida.
VORÁGINE, Santiago de la, O.P., 
La leyenda dorada

Sí, es que están las abejas laboriosas mencionadas en el canto del pregón pascual, aunque algunas versiones cantadas omiten dicho párrafo.

Himnos pascuales Laus Cerei

En esta noche de gracia,
acepta, Padre Santo,
el sacrificio vespertino de esta llama,
que la santa Iglesia te ofrece
en la solemne ofrenda de este cirio,
obra de las abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria  de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
para destruir la oscuridad de esta noche,
arda sin apagarse
y, aceptado como perfume,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
Jesucristo, tu Hijo,
que, volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

En este pasaje del Exultet (o Pregón Pascual) se hace referencia dos veces a las abejas que producen cera con la que se confecciona el cirio y se alimenta la simbólica llama.
Es simpático el párrafo, y es antiguo. La cera pura la ha elaborado la abeja laboriosa, símbolo de la virginidad, y son recordadas en el pregón pascual.

Así lo canta el Praeconium paschale o Laus cerei (: Alabaza del cirio).

Se inspira su mención en las Geórgicas del poeta latino Virgilio y a san Jerónimo jamás le hizo gracia tanta poesía y además cantada por un diácono (Carta al diácono Praesidius, año 378; PL 30, 188). San Jerónimo piensa que es una frivolidad hablar de “prados, abejas y flores” y es una frivolidad el uso de un canto pascual ejecutado por un diácono.
En esa carta lamenta que los textos que corren y se difunden se parecen más a la literatura pagana, “virgiliana", que a la bíblica; protesta ya que en la Biblia no hay alabanzas a los cirios ni a las abejas y burlándose, le dice al diácono que no está dispuesto a componer un pregón pascual por sus ruegos, que sea el mismo diácono el que lo haga, como las abejas, seleccionando los mejores textos… Le repugna a san Jerónimo tanta composición literaria y poética que se aparta del lenguaje bíblico, aunque más que apartarse tendría que haber visto que modulaba con nuevos tonos y formas lo ya contenido. A él le parecía demasiada euforia.

Nuestro pregón pascual, con sus alusiones a la abeja y la belleza de la cera ofrecida en forma de cirio, tiene precedentes o al menos textos paralelos.
En la oración “Deus mundi conditor” del Gelasiano, por tanto con influencias carolingias, hallamos este elogio bellísimo:
"Al comenzar admirados la fiesta de la luz, es necesario que alabemos el origen de las abejas. Las abejas, en efecto, se abastecen de hierbas, aunque para procrear se comportan de manera castísima; construyen sus celdas fundiendo el licor de la cera, a cuyo arte no iguala maestría humana alguna. Liban las flores con los pies, pero no causan ningún daño a las flores. No provocan el parto, sino que, libando con la boca, convierten los fetos concebidos en enjambre, siguiendo el ejemplo admirable de Cristo que procede de la boca del Padre".
Otro ejemplo más, en los sacramentarios galicanos:

"¡Oh abeja verdaderamente admirable y dichosa!
Cuyo sexo no lo violan los machos,
ni golpean éstos al feto,
ni los hijos mancillan la castidad;
del mismo modo que santa María concibió siendo virgen,
parió sin dejar de ser virgen,
y permaneció siempre virgen".

O una “Laus cerei” beneventana, del siglo VI:

"Las abejas conciben por la boca y paren por la boca;
copulan a través de un casto cuerpo
y no movidas por un repugnante deseo;
finalmente, guardando la virginidad,
paren muchos hijos y disfrutan de la prole;
se llaman madres,
permanecen inmaculadas;
paren hijos pero no conocen a los varones.
Usan a la flor como pareja,
hacen de la flor su linaje,
con la flor construyen las casas,
con la flor acumulan riquezas,
gracias a la flor producen la cera.

¡Oh qué admirable el ardor de las abejas!
Para realizar una obra común
contribuye una muchedumbre pacífica;
para una pluralidad de trabajadores
se obtiene un producto único.
¡Oh qué capacidad tan invisible…!
¡Oh destellos de la virginidad…!
Despojan a las flores de la piel
y la mordedura no deja cicatriz alguna.
Pero entre todo lo que creemos, 
proclamamos la gracia de este cirio".

La abeja, su laboriosidad, y el modo de su fecundidad, se adapta bien para entender la virginidad de María y la pureza santísima de Jesucristo. El cirio pascual es el gran signo que concentra esos significados.

Volvamos a nuestro actual Pregón pascual y recordemos su texto:
“en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas. Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida, que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa”.
Benedicto XVI ha aludido a esta mención de las abejas en su homilía pascual. ¡Qué no diría san Jerónimo viendo a Pedro alabar algo así! En la homilía del Papa, era la laboriosidad de las abejas, imagen eclesial de un trabajo constante y constructor:
"El gran himno del Exsultet, que el diácono canta al comienzo de la liturgia de Pascua, nos hace notar, muy calladamente, otro detalle más. Nos recuerda que este objeto, el cirio, se debe principalmente a la labor de las abejas. Así, toda la creación entra en juego. En el cirio, la creación se convierte en portadora de luz. Pero, según los Padres, también hay una referencia implícita a la Iglesia. La cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas. Construye la comunidad de la luz. Podemos ver así también en el cirio una referencia a nosotros y a nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia, que existe para que la luz de Cristo pueda iluminar al mundo” (Hom. en la Vigilia pascual, 2012).
Son las riquezas del Pregón pascual: lirismo puesto al servicio y en honor del Señor resucitado.
Recordé de casualidad que el papa Pío XII, hombre cultísimo donde los hubiera, dedicó discursos a las materias más variadas, incluso científicas, con competencia y nivel, escribiéndolos él mismo después de estudiar exhaustivamente el tema.
Sobre las abejas tiene un discurso pronunciado a un Congreso Nacional de apicultores y, sus palabras, nos pueden servir de glosa para entender mejor el valor y simbolismo de las abejas, que ya captó el autor del Pregón pascual, mal que le pese a san Jerónimo que veía un exceso de alegorismo y un lenguaje en la liturgia que era poético, pero no estrictamente bíblico.

¿Qué hacen y cómo son las abejas?

¿Por qué el autor de nuestro pregón pascual las ensalza y menciona con estima?
¿Por qué incluso otros pregones pascuales, de otras fuentes litúrgicas y de otras áreas, hacen alusión a las abejas laboriosas y castas, tal como ya vimos?
¿Qué tienen de especial, de particular?

El discurso del papa Pío XII ofrece una enseñanza sobre las abejas y termina, destacadamente, mencionando su presencia en el Pregón pascual:

"Vuestra presencia en tan gran número, vuestro deseo de encontraros reunidos delante de Nos, queridos hijos, Nos procura un verdadero consuelo, por lo que os expresamos de corazón Nuestra gratitud por vuestros homenajes y por vuestros dones, unos y otros particularmente gratos. Más allá del valor material o técnico, el trabajo que representan, ofrece por su naturaleza y por su significado, un interés psicológico, moral, social, incluso también religioso, de no poco valor. Las abejas, ¿no han sido quizás unánimemente cantadas por la poesía tanto sacra como profana, de todos los tiempos?
Estas abejas, movidas y dirigidas por el instinto, vestigio y testimonio visible de la sabiduría invisible del Creador, ¡qué lecciones dan a los hombres, que son –o deberían ser- guiados por la razón, vivo reflejo del intelecto divino!
Ejemplo de vida y de actividad social, en cada una de sus categorías tiene su oficio que realizar, y lo cumple exactamente –se estaría casi tentado de decir: conscientemente-, sin envidia, sin rivalidad, con orden, en el puesto asignado a cada una, con cuidado y amor. También el observador más inexperto en materia de apicultura admira la delicadeza y la perfección de este trabajo. Muy diferente de la mariposa que revolotea de flor en flor por pura distracción, de la avispa o del avispón, agresores brutales, que parecen no querer otra cosa que el mal, sin beneficio para nadie: la abeja penetra hasta el fondo del cáliz, diligente, activa y tan delicada que, una vez recogido su precioso botín, deja dulcemente las flores, sin haber lesionado mínimamente siquiera el ligero tejido de su vestido, sin haber hecho perder a uno sólo de sus pétalos su inmaculada frescura.

Después, cargada del néctar perfumado, del polen, de los propóleos, sin rodeos caprichosos, sin retrasos indolentes, rápida como una flecha, con un vuelo de una precisión impecable y segura, vuelve a entrar en la colmena, donde el trabajo animoso prosigue intenso, para la elaboración de las riquezas cuidadosamente recogidas y la producción de la cera y de la miel. Fervet opus, redolentque thymo fragrantia mella [bullen de actividad; la fragante miel exhala vivos aromas de tomillo] (Virgilio, Georg., 4, 169).
¡Ah! Si los hombres quisieran y supieran escuchar la lección de las abejas; si cada uno supiese hacer con orden y con amor, en el puesto señalado por la Providencia, su deber cotidiano; si cada uno supiera gustar, amar, valorizar, en la colaboración íntima del hogar doméstico, los pequeños tesoros acumulados durante su jornada de trabajo fuera de casa; si los hombres supieran sacar provecho con delicadeza, con elegancia (hablando a la manera humana), con caridad (hablando cristianamente), en las relaciones con sus semejantes, de todo lo que éstos han conseguido en su espíritu de verdadero y hermoso, de todo lo bueno y honesto que ellos llevan en el fondo de sus corazones, sin ofenderlos, y discreta y honestamente, sin alterarse, sin celos y sin orgullo, las riquezas adquiridas en el contacto con sus hermanos y elaborarlas luego por su cuenta; si, en una palabra, aprendiesen a hacer mediante su inteligencia y su entendimiento lo que las abejas hacen instintivamente, ¡cuánto mejor estaría el mundo!

Trabajando como las abejas, con orden y con paz, los hombres aprenderán a gustar, a hacer gustar a los demás, el fruto de sus fatigas, la miel y la cera, la dulzura y la luz de esta vida mortal. En cambio, cuántas veces, por desgracia, estropean lo mejor y lo más hermoso con su aspereza, su violencia y malicia. ¡Cuántas veces no saben buscar y hallar en todo sino la imperfección y el mal, desnaturalizando hasta las intenciones más rectas; convertir en amargura hasta el bien!
Aprended, pues, a penetrar con respeto, con confianza y con caridad discreta, pero profundamente, en la inteligencia y en el corazón de sus .semejantes, y entonces sabrán descubrir, como las abejas, en las almas más humildes, el perfume de nobles cualidades, de eminentes virtudes, ignoradas a veces hasta por los mismos que las poseen. Sabrán discernir en el fondo de las inteligencias más obtusas, de los espíritus más incultos, en el fondo mismo de los pensamientos de sus adversarios, alguna traza, por lo menos, de sano juicio, algún vislumbre de verdad y bondad.
En cuanto a vosotros, queridos hijos, que, inclinados sobre vuestras colmenas, realizáis con todo cuidado las más variadas y delicadas operaciones de la apicultura, dejad que vuestro espíritu se eleve a un místico vuelo, para gustar la suavidad de Dios, la dulzura de su palabra y de su ley (Ps. 18,2; 118, 103), para contemplar la luz divina, de la que es símbolo la llama encendida del cirio, producto de la madre abeja, como cnata en su maravillosa del Sábado Santo: Alitar enim liquantibus ceris, quas in substantiam pretiosae huius lampadis apis mater eduxit. (Pío XII, Discurso a los participantes en el Congreso Nacional de apicultura, 27-noviembre-1947; la única referencia es: , ya que no se incluye este discurso en las AAS).

Ya señalamos que el mismo san Jerónimo despreciaba la mención a las abejas porque reproducía más la poesía pagana que el lenguaje de las Escrituras; ahora Pío XII presenta dos citas: la de Virgilio y la del Pregón pascual.
Pero, ¿qué decía Virgilio de las abejas? Cualquiera que haya estudiado a fondo Liturgia y haya acudido a libros o artículos sobre el Lucernario de la Vigilia pascual o sobre el pregón pascual habrá visto siempre la cita a pie de página sobre las Geórgicas de Virgilio. Leamos lo que dice, al menos como curiosidad, y reconoceremos cómo se inspiran en este texto las versiones de los distintos pregones pascuales cuando hablan de las abejas.

“Sólo ellas tienen hijos en común, comparten viviendas de ciudad y pasan la vida bajo leyes grandiosas. Sólo ellas conocen una patria y un lugar fijo, y, acordándose del invierno que ha de venir, realizan su trabajo en el verano y almacenan lo afanado para uso común. Pues unas velan por la alimentación y, según el pacto establecido, se emplean en los campos; otras, dentro de los confines de sus casas, echan los primeros cimientos de los panales con la lágrima del narciso y la goma viscosa del corcho; luego van pegando la cera tenaz. Otras echan fuera las crías crecidas, esperanza de la raza. Otras amontonan miel purísima y atiborran las celdillas con néctar transparente. Hay algunas a las que ha caído en suerte la guardia de las puertas, y vigilan por turno las aguas y nubes del cielo, o relevan de la carga a las que llegan, o, formadas en pelotón, rechazan de la colmena a los zánganos, animalillos improductivos. Bullen de actividad, y la miel huele con la fragancia del tomillo…

A las de más edad corresponde el cuidado de la colmena, fortalecer los panales y fabricar las celdillas con artificio digno de Dédalo, tornan cansadas las más jóvenes, ya muy entrada la noche, cargados de tomillo los pies; las plantas de que indistintamente se apacientan son las flores del madroño y las de los verdes sauces, la casia, el amarillo azafrán, la untuosa tila y el morado jacinto. Uno es para todas el descanso, uno para todas el trabajo. A la mañana salen en tropel por la piquera y no paran ni un punto, y cuando a la tarde el véspero las inclina a dejar las florestas y sus pastos, vuelven a su colmena y atienden al reparo de sus cuerpos. Primero zumban y revolotean alrededor de la piquera; luego, recogidas en sus celdillas, están calladas toda la noche, y el necesario sueño se apodera de sus cansados miembros. Nunca se apartan mucho de la colmena cuando llueve ni fían en la serenidad del cielo cuando soplan los aires; antes, guarecidas por las paredes de su reducida ciudad, van a beber por allí cerca y solo se aventuran a breves correrías; a veces cogen chinitas, y a la manera que se lastran las barcas batidas por las olas, se sostienen con ellas en equilibrio sobre las vanas nieblas. Es cosa que maravilla en las abejas, que ni son dadas al amoroso ayuntamiento, ni con él debilitan sus cuerpos, ni paren con esfuerzo; antes con la boca ellas mismas sacan de las hojas y de las suaves hierbas sus hijuelos, y de esta suerte, sin ajeno auxilio, se proveen de su rey y de sus diminutos ciudadanos y reconstruyen sus celdillas y su imperio de cera. Muchas veces les acontece en sus excursiones romperse las alas contra las duras peñas y sucumbir de grado bajo el peso de su carga; ¡a tanto las mueve el cariño a las flores y la gloria de producir miel! Así, aunque es breve el término de su vida (pues no pasa de siete años), su especie es inmortal y la fortuna de la colmena persevera muchos años, contándose en ella abuelos de abuelos…” (Georg. 4).

De este modo, el cirio pascual, con la cera pura elaborada por la abeja, es ofrenda en honor del Señor y permite expresar el simbolismo de lo que ocurre misteriosa pero realmente en la noche santa: la Vida venció a la muerte, la Luz –que es Cristo- venció las tinieblas.
Con esto –las abejas…- se apunta a un tema teológico precioso: la nueva creación a partir de la santa Pascua y cómo toda la creación se transforma y se somete al nuevo orden de la redención como instrumento y mediación.


EL CIRIO ES CRISTO
Letra y música: Christopher Gibson 

Estribillo 

Cristo eres el Cirio de la Nueva Luz, 
brillas, ardes en el corazón. 

Somos todos como abejas, 
Que arriman su cera formando un solo Cirio. ¡Aleluya! 

Iluminas nuestra mente, nos indicas la senda, 
guías nuestro destino. ¡Aleluya! 

Ardes dentro de nosotros, eres nuestra alegría, 
Nos das calor y vida. ¡Aleluya! 

Te entregamos nuestra cera para ser en tu llama, 
Luz que Ilumine al mundo. ¡Aleluya!

sábado, 10 de abril de 2021

¿POR QUÉ JESUS AL RESUCITAR DOBLÓ EL LIENZO QUE CUBRÍA SU FAZ EN EL SEPULCRO?


Una tradición judía de ese tiempo nos revelaría el importante mensaje representado por ese gesto aparentemente insignificante
El Evangelio según san Juan, en el capítulo 20, nos habla de un lienzo que había sido colocado sobre la Faz de Jesús cuando Él fue sepultado, al final de la tarde del Viernes Santo.
Ocurre que, después de la Resurrección, cuando el sepulcro fue encontrado vacío, ese lienzo no estaba caído a un lado, como la sábana que había envuelto el Cuerpo de Jesús. El Evangelio reserva un versículo entero para contarnos que el lienzo fue doblado cuidadosamente y colocado a la cabeza del túmulo de piedra.

Pero ¿por qué Jesús dobló el lienzo que cubría Su cabeza en el sepulcro después de resucitar?

Bien pronto por la mañana de domingo, María Magdalena fue hasta el lugar y descubrió que la pesadísima piedra que bloqueaba la entrada del sepulcro había sido quitada. Ella corrió y encontró a Simón Pedro y a otro discípulo, aquel a quien Jesús tanto amaba – san Juan Evangelista – y les dijo:
“¡Retiraron el Cuerpo del Señor y no sé a dónde Le llevaron!”

Doblado y a un lado

Pedro y el otro discípulo corrieron hasta la tumba. Juan pasó delante de Pedro y llegó primero. Se detuvo y observó los lienzos, pero no entró. Entonces Simón Pedro llegó, entró en el sepulcro y vio los lienzos allí dejados, mientras que el lienzo que había cubierto la Divina Faz estaba doblado y colocado a un lado.

¿Esto es importante? Definitivamente.
¿Esto es significativo? Sí.

¿Por qué?

Para poder entender el significado del lienzo doblado, tenemos que entender un poco la tradición judía de la época.
El lienzo doblado tiene que ver con una dinámica diaria entre el amo y el siervo – y todo niño judío conocía bien esa dinámica. El siervo, cuando preparaba la mesa de comer para el amo, procuraba tener la certeza de hacerlo exactamente de la manera deseada por su señor.
Después que la mesa era preparada, el siervo quedaba esperando fuera de la visión del amo hasta que él terminase de comer. El siervo no se atrevería nunca a tocar la mesa antes de que el amo hubiese acabado. Al terminar, el amo se levantaría, se limpiaría los dedos, la boca y la barba, haría una bola con el lienzo y lo dejaría en la mesa. El lienzo arrugado quería decir: “He terminado“.

Ahora bien, si el amo se levantara y dejara el lienzo doblado al lado del plato, el siervo no osaría tocar aún la mesa, porque ese lienzo doblado quería decir: 
“¡VOLVERÉ!”.

Jesús al doblar el sudario quería decir, que Él regresaba con un mensaje de resurrección, con un mensaje de vida. Para decirnos que regresaba al altar para bendecir el Pan de Vida Eterna y la Bebida de Salvación (Jn 6:50-57).
Por eso en cada celebración de la misa, el sacerdote dobla el corporal, porque Cristo volverá a hacerse presente en otra celebración.

“El que da testimonio de todo esto dice: ‘Sí, voy a venir pronto’ ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22:20).
MANTEN TU LÁMPARA ENCENDIDA, TEN ACEITE DE RESERVA, PORQUE EL AMO A DICHO: "VENGO PRONTO".

Adaptado del livro Histórias e parábolas para a família“, del pe. Chrystian Shankar, y traducido al español por Aleteia


El año 2010 la Conferencia Episcopal Española presentó una nueva traducción al español de la Biblia, la cual se utiliza ya como texto de la Sagrada Escritura que se proclama en la liturgia. Ha cambiado el relato de las telas halladas en el sepulcro. Este es el texto de los versículos del 4 al 7 del capítulo 20 de Juan:
“Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó el primero al sepulcro; e inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro; vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollados en un sitio aparte”.
Ya no se habla de “vendas en el suelo”, sino de “lienzos tendidos”.


Síndone y sudario son dos telas diferentes en toda la literatura griega, tanto extrabíblica como bíblica. No existe un solo caso en que un «sudario» llegue a tener dimensiones tan grandes como para cubrir el cuerpo de una persona. En cambio, una «síndone» sí que tiene esas y mayores dimensiones. En consecuencia, ninguna dificultad bíblica existe para que la Síndone de Turín y el Sudario de Oviedo puedan ser lienzos –diferentes, pero complementarios– vinculados a la sepultura de Jesús de Nazaret.
Respecto a la traducción de «ta othonia» que aparece en el capítulo 20 del Evangelio de Juan, ha quedado suficientemente argumentado que los textos bíblicos ganan en comprensibilidad cuando se traduce por «los lienzos». En este sentido, no deja de ser significativo que la última traducción de la liturgia española, que toma sus textos de la Sagrada Biblia. Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española de 2012, haya cambiado la anterior traducción «las vendas» por la nueva traducción «los lienzos».
La existencia de vendas (o tiras de tela) en la sepultura de Jesús (para ‘ajustar’ la «sindon» en torno al cuerpo, por ejemplo, o para cerrar la boca del cadáver, etc.) no quedan excluidas por la expresión «los lienzos», si bien los Evangelios no hablan de ellas expresamente, aunque nunca vendrían a sustituir a la Síndone y al sudario que, como hemos visto, aparecen nombrados expresamente por los evangelistas.

¿Qué ha sucedido? Pues que el texto anterior era una mala traducción del griego. La traducción actual es la que se ajusta al original griego.

La palabra griega que utiliza Juan para referirse a la tela que cubría el cuerpo de Jesús, y que se repite tres veces en este fragmento del capítulo 20, es ὀθόνιον, que significa “lienzo”. Juan utiliza esa misma palabra en 19,40, cuando dice que, tras la muerte en la cruz, “tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con lienzos (ὀθονίοις)”. Y también la utiliza Lucas en 24,12, cuando cuenta que Pedro fue corriendo al sepulcro y allí “agachándose ve los lienzos (ὀθόνια)”.
Cuando Juan se refiere a “vendas” usa otra palabra griega, κειρία. Así sucede en Juan 11,44, donde, refiriéndose a la resurrección de Lázaro, se dice: “y salió el difunto, atado de pies y manos con vendas (κειρίαις)”. Obsérvese, por cierto, que no se dice que Lázaro estuviera todo él vendado como las momias egipcias, sino que únicamente tenía vendas que le ataban los pies y las manos.

Así pues, la palabra ὀθόνιον, empleada tres veces en Juan 20, ha de traducirse por lienzo, término que es aplicable desde luego a la Sábana Santa de Turín.
Para referirse a la sábana o lienzo con la que se envolvió el cuerpo de Jesús el evangelista Marcos usa la palabra griega σινδών, que también significa lienzo o sábana. Así sucede en Marcos 15, 46: “Y habiendo comprado una sábana (σινδονα), descolgándolo lo depositó en la sábana (σινδονι)”. La misma palaba se usa cuando se habla del joven que en el huerto de Getsemaní tenía “una sábana (σινδόνι) sobre el cuerpo” y que luego “soltando la sábana (σινδόνα), desnudo, se escapó”. Y también usan esta palabra Mateo y Lucas para referirse a la sábana o lienzo que se usó en la sepultura de Jesús: Mateo 27,59 y Lucas 23,53. Las palabras griegas σινδών y ὀθόνιον significan por lo tanto lo mismo: lienzo o sábana.
En la traducción que hasta hace poco se nos ofrecía en la liturgia se decía que esta tela (mal llamada “venda”) estaba “en el suelo”. Este detalle era poco relevante y no se comprendía porqué el evangelista insistía dos veces en ello. Todo cambia con la nueva traducción, en la que se dice que los lienzos estaban “tendidos”.

La palabra griega que antes se traducía por “en el suelo” y que ahora se traduce por “tendidos” es κεῖμαι. Su significado es “estar tendido, echado”.
Ahora se comprende por qué el autor del texto insiste tanto en el detalle de cómo había quedado la sábana que cubrió el cuerpo de Jesús. Al entrar en el sepulcro los testigos se sorprendieron enormemente porque el cuerpo había desaparecido, pero en cambio la sábana que lo había envuelto estaba “tendida”. Con la palabra griega κεῖμαι se nos está diciendo que la sábana que había envuelto el cadáver permanecía tendida en la misma posición en la que había sido colocada, pero caída sobre sí misma, como si el cuerpo se hubiera volatilizado. De ahí la importancia del detalle. Por eso en Juan 20, 8 se dice que el testigo “vio y creyó”. La posición “tendida” de la sábana era en sí mismo un signo de la resurrección de Jesús: excluía la hipótesis del robo.

En el episodio de Juan 20, 3-10 también se hace mención a otra tela presente en el sepulcro vacío. En Juan 20,7 se dice que vieron igualmente “el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollados en un sitio aparte”. También aquí se da gran importancia al detalle de la colocación: enrollados y en un sitio aparte de donde estaba el lienzo.

La palabra griega que se traduce por sudario es σουδαριον, que significa “sudario, paño o pañuelo para el sudor”. Se trataba de una tela de un tamaño intermedio entre nuestros pañuelos y nuestras toallas de mano, que formaba parte del atuendo habitual de los hombres en tiempos de Jesús, y que servía sobre todo, aunque no exclusivamente, para secarse el sudor.

En Juan 11,44, en el relato de la resurrección de Lázaro, se usa esta palabra cuando se dice que “su rostro estaba envuelto en un sudario (σουδαρίῳ)”. En Lucas 19,20 la palabra σουδαριον se usa en la parábola de los talentos, que ahora se la llama de las “minas”. El tercero de los siervos le devuelve al amo el talento (o mina) recibido diciendo “ahí tienes tu mina, la tenía guardada en un pañuelo (σουδαρίῳ)”. Y finalmente esta palabra se usa también en Hechos 19,11 en la mención que se hace a los milagros que realizaba Pablo “tomando los pañuelos (σουδάρια) o delantales que llevaba encima”

En Juan 20,7 se da también mucha importancia a la posición concreta en la que hallaba el sudario. No estaba tendido como la sábana, sino que, por el contrario, estaba alejado o en un sitio aparte (χωρὶς) respecto de ella, y envuelto o enrollado (ἐντετυλιγμένον).

Esta información de Juan 20.7 sobre el sudario usado para cubrir la cabeza de Jesús y sobre cómo fue encontrado en el sepulcro vacío encaja a la perfección con lo que sabemos del Santo Sudario de Oviedo, gracias a los estudios forenses y médico-legales a los que se ha sometido. Estos estudios han reconstruido, a partir de las manchas de sangre y los pliegues, cómo fue utilizado el sudario tras la muerte de Jesús. El sudario estaba en posición plegada cuando le fue retirado de la cabeza de Jesús, inmediatamente antes de ser envuelto con la sábana. Por eso el sudario fue dejado envuelto en lugar aparte de la sábana usada para envolver el cuerpo de Jesús.

A partir de ahora, cuando en la misa del Domingo de Resurrección escuchemos el Evangelio correspondiente a Juan 20, 3-11, podremos apreciar todos los detalles sobre cómo encontraron los primeros testigos la Sábana Santa que se usó para envolver el cuerpo de Jesús, así como el Santo Sudario con el que, al bajarlo de la cruz, se cubrió su rostro. La sábana que había envuelto el cadáver permanecía tendida en la misma posición en la que había sido colocada, pero caída sobre sí misma, como si el cuerpo se hubiera volatilizado. Fue por eso por lo que los dos apóstoles vieron y creyeron. Nosotros, ahora, gracias a la correcta traducción realizada del texto griego, podremos admirarnos también con ellos y, de la admiración, recorrer el camino hacia la afirmación razonada y confiada de la resurrección de Cristo.



Vittorio Messori, en “Dicen que ha resucitado” (la continuación de “¿Padeció bajo Poncio Pilato?”), ha sacado del olvido una obra del padre Antonio Persili, sacerdote italiano de Tívoli y gran conocedor del griego bíblico que estudió durante años los siguientes pasajes evangélicos:
“Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó” (Jn 20, 4-8).
La pregunta que se hacía Persili (y que nos hicimos nosotros más de una vez) era: ¿qué es lo que había visto San Juan para que le llamara tanto la atención al punto de llegar a creer? ¿un simple par de lienzos? ¿Por qué no creyó, más bien, que se habían robado el cuerpo del Señor?

Con la finalidad de resumir su trabajo, lo presentamos en grandes trazos, pidiendo perdón desde ya por la pedantería académica y un par de latines y griegos que deberemos usar.

1) Lienzos y ungüentos

El Cuerpo del Señor había sufrido una muerte violenta por lo que, según la ley judía, no podía ser limpiado antes de su sepultura. La unción y la preparación se haría entonces sobre sus heridas y costras que habían dejado sus tormentos. Para ello era necesario:

a. Treinta y dos kilos setecientos gramos de “aromas”: mezcla de mirra y áloe, traída por Nicodemo, con las que se aromatizaría no sólo el cuerpo, sino también las paredes del sepulcro, según la antigua usanza.
b. Un gran lienzo, doblado, desde los pies a la cabeza, dando la vuelta y volviendo por detrás hasta los pies: su tamaño es de 4,40 por 1,20 metros (esta es la Santa Síndone que se encuentra hoy en Turín).
c. Vendas: luego del lienzo doblado, se recubría al difunto con “cintas” o “vendas” (de la misma tela que el lienzo), alrededor del cuerpo como si fuera una momia. ¿Con qué finalidad? Pues para impedir la rápida evaporación de aromas y perfumes.
d. Dos pañuelos o lienzos: uno para la mandíbula y otro para cubrir su cabeza.

Pues bien: ¿Qué fue lo que vio San Juan?

El Evangelio narra que San Juan vio “las vendas y los paños” pero no el Cuerpo. Las vendas (othónia)estaban extendidas (keímena, en griego; en latín el verbo es iacere, como si dijésemos “yacientes”), es decir, “tumbadas, en posición horizontal”.
Y entonces creyó… Ahora: ¿bastaba eso para creer? Pues creemos que no.
Vayamos entonces a las fuentes originales.

2) Los verbos utilizados

Las traducciones comunes del Evangelio atribuyen a San Juan casi la misma palabra para tres verbos distintos, cuando el mismo Evangelista se encarga de colocar verbos distintos para cosas distintas.
San Juan, al llegar a este pasaje, utiliza tres acciones: blépei, theórei y eíden…, que significan respectivamente: constatar con perplejidad, contemplar y “ver plenamente”, para así comprender y creer.

Pero, ¿qué vio?

Antes que nada hay que recordar que el sudario exterior, ese pedazo de tela que se encontraba sobre la cabeza de Cristo (de unos 60 x 80 centímetros) no era el único, como decíamos. Había un segundo paño que iba desde el mentón hasta la cabeza (por eso San Juan especifica de qué sudario se trataba: “el sudario que cubrió su cabeza”) que se utilizaba para que la boca del difunto no se abriese, causando así la impresión de sus familiares durante el velatorio judío.
El lienzo al que se refiere San Juan fue el sudario o pañuelo que cubría el rostro y la cabeza del Señor Cristo. Éste, no estaba extendido como las cintas (en posición horizontal), sino enteyligménon (que se ha traducido normalmente por “plegado”, que viene de entylísso que corresponde al verbo envolver) es decir, es decir, envuelto. El Evangelio narra que se encontraba chorís, que es un adverbio; este chorís, habitualmente es traducido como “aparte”, pero tiene un sentido doble: uno local y otro modal, por lo que perfectamente puede ser traducido como “diferentemente” o “al contrario”, o “de diversa manera”.

Este último sentido tiene más lógica para el contexto y para comprender mejor lo que sucedió con la Santa Síndone.
Por ello, cuando habitualmente en las traducciones se lee:
“vio el lienzo, no como la síndone, sino en otro lugar…”

Debería leerse:

“no como la síndone, “sino” (“alá”) “diferentemente” o “de un modo diverso…” (chorís).

El Evangelio sigue diciendo en nuestras traducciones habituales, que vio el lienzo… “en otro lugar…”. En griego:“eis éna tópon”,inicialmente, “en un lugar” (traducción literal).
Pero en vez de traducir “tópon” como “lugar”, sin problemas podría traducirse también como “diferente posición” (esta acepción la trae, por ejemplo, el conocido Dizionario de Lorenzo Rocci).
“Eis” puede también traducirse, aparte con el número “uno” como“único”,es decir, “en una posición única”. En el famosísimo diccionario Kittel de lengua griega, acerca de la voz “eis” se lee: “En el N.T., la voz “eis” es usada raramente como numeral. La mayor parte de las veces significa “único”, “incomparable”, o bien, “dotado de validez única”.
Entonces, resumiendo, siguiendo la traducción de Persili, el sudario, “estaba envuelto en una posición única”, como desafiando la gravedad, como si fuese un envoltorio pero ¡sin lo que debía envolver! ¡Y es esto lo que llama la atención a San Pedro y a San Juan!

3) Y…: ¿Cómo pudo ser eso?

Según los científicos de la NASA que estudiaron la Santa Síndone de Turín, el fenómeno de la Resurrección se dio por medio de un gran golpe de calor, o bien por una gran radiación. Vuelta el alma al cuerpo de Cristo, el fenómeno de la radiación “quemó” la Síndone que cubría el cuerpo de Cristo y luego, desaparecido el Cuerpo (ya que era impasible) dejó las “huellas”.
La tela que lo había envuelto, mucho más pesada que el simple paño que se encontraba sobre su rostro, cayó por la propia acción de la ley de gravedad, lo mismo que las vendas que quedaron “extendidas”; sin embargo, el sudario (pañuelo) que se encontraba sobre su rostro, mucho más ligero y pequeño y, por así decirlo, “almidonado” por el desecado de los aromas líquidos, al recibir el golpe de calor de la Resurrección, quedó “por el contrario” (“chorís”) “envuelto”, en una “posición singular” o “única” (“eis”), como envolviendo algo que ya no estaba…

Y es esto lo que llamó la atención de los apóstoles.

Llegamos entonces a la traducción final del texto joánico según el padre Persili, que podría colocarse así:

“Juan, inclinándose, advirtió que las cintas estaban extendidas, pero no entró. Llegó entretanto Simón Pedro que lo seguía y entró en el sepulcro y contempló las cintas extendidas y el sudario, que había estado sobre la cabeza, no extendido con las cintas, sino por el contrario, envuelto en una posición singular. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó” (Jn 20,4-8).

Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera

lunes, 13 de abril de 2020

CRISTO RESUCITÓ LA VERDAD: ¡CHRISTOS ANESTI! ¡CRISTO HA RESUCITADO! 🔥




Christos Anesti. 
¡Cristo ha resucitado!

Dedicamos estos poemas al misterio central de nuestra fe: la muerte y resurrección de Cristo, que se resume bien en el kerigma apostólico de Pedro en Jerusalén: “A Jesús Nazareno, hombre a quien Dios acreditó entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, lo matasteis, clavándole en la cruz por manos impías, entregado conforme al designio previsto y aprobado por Dios. Pero Dios le resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte...” (He 2,22–15).



VIVES EN EL PAN
Victor Manuel Arbeloa

Vives en el pan
roto y compartido.
Vives en la copa
redonda de vino.

Botín de mendigos.
Compañero fiel,
amigo entre amigos.
Vestido de vientos
y sol de domingo,
moreno de viñas,
y hermoso de trigos.
Muerto por los hombres
y en los hombres vivo.
Cuando nos juntamos
te abrimos caminos
y vienes y pasas
alegre y activo
por todas las cosas
por todos los sitios.
Cantamos tu muerte:
el definitivo
triunfo de la vida
por mundos y siglos.
Cantamos la muerte
fatal del destino.
Cantamos la fiesta
final del sentido.

Vives en el pan
roto y compartido.
Vives en la copa
redonda de vino.

TENGO SED
Antonio Carvajal

Desde lejos escucho unas voces clamando.
No sé qué dicen. Tengo mi corazón vacío.
Desde lejos los miro. Sé que me están mirando.
No sé qué miran. Tengo mi corazón vacío.

Desde la cima estoy sangrando, estoy clamando
y sé que no me escuchas, que me dejas, Dios mío.
Y sé que tú me miras. Sé que me estás mirando.
Pero no sé qué miras al mirarme, Dios mío.

Y tengo sed. Y tengo la boca como llaga,
la boca como tierra por la lluvia negada,
el alma como llaga de la tierra sedienta.

Y es mi cuerpo sin lágrimas una boca, una llaga,
una tierra reseca por la lluvia negada,
y es un alma sin Dios, pero de Dios sedienta

DELANTE DE LA CRUZ...
Rafael Sánchez Mazas

Delante de la Cruz, los ojos míos,
quédenseme, Señor, así mirando
y, sin ellos quererlo, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios, que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando
y, sin ellos quererlo, estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos. 

Y así, con la mirada en Vos prendida,
y así, con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,

quédeseme, Señor, el alma entera,
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis, me muera.

Himno de la Liturgia de las Horas

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde
la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.

Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.

Y así dijo el Señor: "¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!"
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.

¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.

¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.

En plenitud de vida y de sendero,
dio el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.

Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.

Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.

Tú, solo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.

Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén



Canción de la Resurrección - Valivan


MUSICA CRISTIANA PARA LA PASCUA 2020 - 
ALABANZAS CRISTIANAS DE LA SANGRE DE CRISTO ¡ FELIZ PASCUA !