EL Rincón de Yanka: CUANDO ÉRAMOS INVENCIBLES Y LOS INVENCIBLES DE AMÉRICA

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jueves, 15 de diciembre de 2016

CUANDO ÉRAMOS INVENCIBLES Y LOS INVENCIBLES DE AMÉRICA



36 hazañas para entender 
lo que fue el Imperio español


El periodista Jesús Ángel Rojo Pinilla publica un completo libro sobre los principales relatos heroicos del pasado de España. «La lectura y difusión de libros así harían que el nacionalismo tuviera los días contados», opina el pintor catalán Ferrer-Dalmau, quien se encarga de ilustrar la obra y firmar su prólogo

El Imperio español no desapareció en el Desastre de 1898, al menos no su legado. El director y fundador del periódico madrileño «El Distrito», Jesús Ángel Rojo Pinilla, presentó el pasado martes el libro «Cuando éramos invencibles» en el Casino de Madrid. Un repaso a los episodios más increíbles acontecidos entre los más de 400 años del Imperio español. Acompañando los textos del periodista, el pintor Augusto Ferrer-Dalmau se encarga de ilustrar gran parte del libro con algunos de sus cuadros más conocidos, como el Milagro de Empel o la carga del Regimiento de Asturias. «Una persona que conoce su pasado y está orgulloso de él, como debe estarlo la gente del nuestro, se convierte en alguien menos vulnerables a los ataques y a las manipulaciones», afirmó Jesús Ángel Rojo durante un acto donde hubo espacio para analizar las raíces de la irrespetuosa pitada al himno en la final de la Copa del Rey de fútbol

A través de 36 relatos de historia, que abordan desde la batalla de las Navas de Tolosa hasta la Conquista del indómito Oeste de Norteamérica, Jesús Ángel Rojo se embarca en la aventura de narrar los principales hechos heroicos ocurridos durante los 400 años de existencia del Imperio español. Bernardo de Gálvez, Blas de Lezo, María Pita, Hernán Cortés o Francisco Pizarro, entre otros, protagonizan estos episodios que han quedado relegados de los libros escolares. «Buscamos poner de manifiesto episodios que se ocultan o minimizan en una obra escrita desde el punto de vista de un periodista, lo cual añade el aliciente de hacerla más accesible y amena», afirmó Gerardo Hernández, editor de «Cuando éramos invencibles».

Así, el libro nace con la pretensión de revertir la imagen negativa que se tiene en nuestro país sobre el Imperio español y su herencia, donde solo las derrotas son conocidas en profundidad. En este sentido, el Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, también presente en el acto, tiró de actualidad para reseñar que Argentina, Venezuela y la propia España sean los lugares donde hay peor imagen de España y su historia. «En Francia, cuna de los republicanos, los Reyes de España están recibiendo innumerables muestras de respeto en la visita de esta semana; mientras tanto, el pasado sábado 90.000 energúmenos chillaban y silbaban cuando tocaban el himno nacional en la final de la Copa del Rey. Es un problema de desconocimiento sobre nuestra historia y de educación», concluyó Espinosa de los Monteros, quien ve el origen del problema en las carencias en conocimientos de Historia de muchos escolares españoles.

«Me entristece que los marines y otros soldados extranjeros a los que he acompañado en misiones sepan más de nuestra historia que nosotros mismos», sintetizó el pintor Ferrer-Dalmou, quien además de las ilustraciones se encarga de firmar el prólogo del libro. Sobre lo ocurrido el sábado, el pintor catalán mostró su vergüenza por la actitud de una minoría que no leen y «no representan al pueblo catalán, que es un pueblo muy respetuosa». En su opinión, la lectura y difusión de «Cuando éramos invencibles» y otros libros similares haría que «el nacionalismo tuviera los días contados».

Como no podía ser de otra forma, el libro editado por El Gran Capitán Ediciones reserva un importante espacio a la hazaña del marinero guipuzcoano Blas de Lezo, cuya defensa de Cartagena de Indias cambió el devenir de los acontecimientos. 

«Blas de Lezo representa para los colombianos un campeón de la Hispanidad. Fue un mutilado físico, pero un gigante mentalmente, que se enfrentó a fuerzas muy superiores para preservar la cultura hispánica en lo que hoy es Colombia», defendió Fernando Carrillo Flórez, embajador de Colombia en España. Asimismo, el Marqués de Ovieco y Valdegema, descendiente primogénito del marino vasco y autor del epílogo del libro, aprovechó la ocasión para reclamar a las autoridades colombianas un nuevo esfuerzo para encontrar los restos de un hombre que «murió solo, lejos de su familia y amigos, y sin apenas aliados». Encontrar su tumba sería el reconocimiento más elemental.

Jesús A. Rojo: «España es el único país del mundo donde se recuerdan más los fracasos»

-¿Cómo surge la idea de crear este libro?

-Soy un aficionado a la Historia que fui descubriendo episodios y héroes como Blas de Lezo, los cuales no aparecían en mis libros escolares. Mi intención es mostrar a la sociedad que existen estos héroes olvidados para que la gente sienta orgullo de sus raíces.

-¿Qué ha fallado en la educación española para que estemos a estas alturas redescubriendo fragmentos de nuestra historia?
-La educación se ha dividido en 17 miniconsejerías que han destruido la historia común. Luego, además, existen zonas de España que más que Historia enseñan educación del odio hacia el resto de España. También es cierto que buena parte de la sociedad ha hecho suya la leyenda negra que vertieron los enemigos de España en un contexto de guerra. El resultado final hace que España sea el único país del mundo donde se recuerdan más los fracasos que los éxitos.

-Pero además de una leyenda negra traída desde el exterior, se necesita que la gente la asuma voluntariamente desde el interior del país.
-España es el país de Europa con la historia y las gestas más importantes, pero ha olvidado quién fue. Es culpa de la negatividad de los españoles y de los complejos de unos políticos que no han defendido los intereses comunes de España en fechas recientes.

-En los últimos años se han publicado grandes obras sobre el Imperio español, ¿qué presenta de novedoso el libro «Cuando éramos invencibles»?
-Es un libro que descubre episodios sobre los que se ha escrito muy poco. Desde la primera ciudad europea en Norteamérica, que también fue el primer santuario para los esclavos negros que huían de los ingleses; la navegación por el Océano Pacífico, conocido como el Gran Lago español; el asedio de Melilla por parte de los musulmanes, que los reyes españoles planearon abandonar pero finalmente consiguieron conservar con muchos sacrificios. Pero sobre todo el libro descubre que nuestra armada ha sido una de las más potentes del mundo. No es cierto que los ingleses nos hayan vencido sistemáticamente. La Contraarmada, la batalla de la Isla de las Flores o la hecatombe en Cádiz en 1625, narradas en el libro, demuestran al lector la realidad de la rivalidad con los británicos.

-De los 36 episodios que conforman el libro y que vertebran la historia del Imperio español, ¿por cuál episodio recomendarías al lector que empezara el libro?
-Por el dedicado a la Contraarmada, que es un hecho completamente desconocido en nuestra sociedad frente a lo archiconocida que es la mal llamada Armada Invencible.

-El pintor Ferrer Dalmau se encarga de poner muchas de las ilustraciones del libro. ¿Cómo ha sido la participación del pintor en este proyecto?
-El contar con el mejor pintor de batallas del mundo es un privilegio. Personas como él son las que hacen grande a este país. En un principio nos pusimos en contacto con él para simplemente emplear sus ilustraciones, pero luego hemos mantenido el contacto. De hecho, el prólogo lo firma Ferrer-Dalmau.

-Precisamente, uno de los episodios del libro está dedicado a la aventura del Glorioso, sobre la que Ferrer-Dalmau pintó recientemente un cuadro. ¿Habéis compartido documentación o ha influido el cuadro en tu relato?
-Es un escrito que hicimos en común Gerardo Hernández, editor del libro, y yo inspirándonos directamente en el cuadro de Ferrer-Dalmau. Es muy fácil escribir con un material visual así. Fue un texto también empleado en un congreso de la Marina del siglo XVIII y Blas de Lezo. Si la gente de España descubriera la aventura del Glorioso algo empezaría a cambiar en este país.

-¿Hay riesgo de que pasemos del desconocimiento absoluto de los episodios a lo contrario, que se terminen mitificando algunas historias?
-Nos queda mucho por descubrir todavía.Basta con hurgar en los libros para encontrar cosas impresionantes. El otro día sin ir más lejos me topé con la figura del capitán Solano, conocido como «el Terror del Atlántico», que apresó más de 80 barcos mercantes ingleses. De momento, la mitificación se la dejamos a los nacionalistas, que se inventan la Historia.

-Después de Blas de Lezo, al que se le ha levantado una estatua en Madrid, de que héroe español debería ser ahora el turno para homenajearle.
-Ferrer-Dalmau y Salvador Amaya están preparando una escultura de Bernardo de Gálvez, muy conocido en EE.UU. por ser el héroe de la revolución y se van a organizar varias exposiciones en torno a su figura. («Este año es año Gálvez», añade Ferrer-Dalmau situado en segundo plano durante la entrevista).

-Los últimos capítulos, «Cataluña: la nación imaginaria que nunca existió» o «El genocidio de la cultura hispánica en Filipinas», tienen un carácter más político.
-La gente tiene que saber que Cataluña es un reino que nunca existió, que Rafael Casanova murió tranquilamente en su casa sintiéndose muy español, y que el «derecho a decidir» no tiene espacio en ningún ordenamiento jurídico internacional.




"El libro descubre como un puñado de hombres llevaron a cabo la mayor hazaña que jamás ha conocido el ser humano: el Descubrimiento, Conquista y Evangelización del Nuevo Mundo", ha señalado el escritor en este nueva obra, continuación de 'Cuando Éramos Invencibles'. 

Jesús Ángel Rojo analiza por qué los españoles "se avergüenzan de ser herederos de las más fascinantes y valientes gestas que ha registrado la historia", denunciando además que la labor de España en América 
"ha sido intolerablemente castigada por falsos veredictos". 


"El ejemplo más claro de estas mentiras, lo encontramos en la idea generalizada de que Moctezuma y toda su familia fueron masacrados por los españoles, cuando en la actualidad, su linaje persiste, no sólo en México sino también en España, donde incluso ostentan títulos nobiliarios", señala. 

El autor incluye en su libro grandes dosis de pedagogía histórica y su reto es "desenmascarar la Leyenda Negra que ha penetrado por muchos poros de nuestra sociedad y lo consigue narrando epopeyas de titanes españoles con un lenguaje didáctico y claro".




12 DE OCTUBRE,  
¡FELIZ DÍA DE LA HISPANIDAD!






Escudo de los Cortés

Como Cortés solía repetir en cuanto a él concernía, «no tengo otro pensamiento que el de servir a Dios y al Rey».

¿Qué quería decir con servir a Dios? Hombre de su siglo, profundamente empapado en la fe, más todavía, de alma tejida con fibra de la misma fe, para Cortés no eran frase vana estas palabras.

¿Cómo podríamos nosotros, para quienes la fe es una lotería que se gana o se pierde según la suerte de cada alma, comprender aquella edad en que era la fe como el aire y la luz, una de las condiciones mismas de la existencia, el aliento con el que se hablaba, la claridad con que se veía?

Cortés respiraba la fe de su tiempo. «Rezaba por las mañanas en unas Horas —dice Bernal Díaz— e oía misa con devoción.» Era una fe sencilla, fundada sobre la roca viva de la unidad y de la verdad. Verdadera porque una; una porque verdadera. Este servicio de Dios era desde luego también servicio del Rey-Emperador. Al fin y al cabo ¿no era el Emperador ministro de Dios en la tierra?

Este pensamiento era la base de toda la filosofía política, no sólo española sino europea, y es seguro que Cortés lo oiría definir y comentar más de una vez en las aulas salmantinas: había que obedecer al Rey no como Rey sino como ministro de Dios.

Cortés serviría pues al Rey por el mero hecho de que conquistaría para la cristiandad el ánimo y la voluntad de un nuevo Imperio.

Téngase en cuenta que, en aquellos tiempos, Estado y religión, civilización y fe, eran una misma cosa, de modo que el servicio de Dios y el del Rey eran uno y lo mismo en este otro sentido de que la conversión, a ojos de aquel siglo, no era tanto un acto religioso e individual como social y colectivo.