EL Rincón de Yanka: TESOROS DE LA CORUÑA: JARDINES DE MÉNDEZ NÚÑEZ, Y LA LEYENDA DEL OMBÚ "BELLA SOMBRA"

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sábado, 6 de agosto de 2016

TESOROS DE LA CORUÑA: JARDINES DE MÉNDEZ NÚÑEZ, Y LA LEYENDA DEL OMBÚ "BELLA SOMBRA"


Los árboles
A los niños
La cuna en que nuestra madre
nos mece en la edad primera,
la lumbre de los hogares
de las risueñas aldeas,
el techo que nos cobija,
los muebles que nos rodean,
las flores que nos perfuman,
los frutos que nos sustentan,
los libros en que estudiamos
y el arca en que nos entierran;
son producto de los árboles
que véis crecer por doquiera.

Unos nos dan el carbón
que resulta de su quema;
otros nos dan las resinas
y gomas de sus cortezas;
éstos prestan a la Industria
el corcho que les rodea;
aquéllos dan medicinas
que calman nuestras dolencias;
algunos sirven de pasto
a los gusanos de seda;
no pocos nos suministran
sus colorantes materias;
varios nos dan el papel
de que se sirve la Imprenta;
muchos producen las frutas
sabrosas que nos deleitan;
una infinidad de ellos
nos ofrecen las maderas
que inteligentes artistas
trabajan y pulimentan
para construir los muebles
y decorar las viviendas
y hacer los miles de objetos
que se fabrican con ellas;
todos nos dan sus perfumes
y delicadas esencias
cuando se visten de flores 
al llegar la Primavera;
y aquel que menos produce,
el más pobre de la selva,
nos da en verano su sombra
y en el invierno su leña.

En ellos cantan los pájaros
sus armoniosos gorjeos,
y tejen sus lindos nidos
el ruiseñor y el jilguero.
Bajo ellos duermen la siesta
el zagal y sus corderos,
y jugueteáis vosotros
y hacen oración los viejos;
y, a su sombra, en el verano,
y, a su abrigo, en el invierno,
descansan de sus fatigas
nuestros sufridos labriegos.

Ellos encauzan los ríos
que de sus cauces salieron;
ellos calman y moderan
el ímpetu de los vientos;
y son imán de las lluvias,
y enriquecen los terrenos,
y purifican la atmósfera,
y son el sostén del suelo
cuando lluvias torrenciales
amenazan removerlo,
y evitan de los aludes
los perniciosos efectos,
y son filtro de las aguas
que manan las fuentes luego,
y dan belleza al paisaje,
oxígeno a nuestros pechos,
placidez a nuestras almas
y vigor a nuestros cuerpos.

Ya que los árboles son
tan generosos y espléndidos
que tantas cosas nos dan
lo mismo vivos que muertos,
tratarles, queridos niños,
con cariño y con respeto,
y nutrirles con abonos
y calmad su sed con riegos:
que ellos tienen hambre y sed
como nosotros tenemos.

Así les demostraréis
vuestro reconocimiento;
os tendrá la sociedad
por ciudadanos modelos;
cumpliréis con vuestra patria
los deberes que tenemos
de acrecentar su riqueza 
y fomentar su progreso; 
seréis fuertes como robles,
vigorosos como cedros,
gentiles como palmeras,
diligentes como almendros,
provechosos cual naranjos
y alegres como cerezos;
y no seréis alcornoques,
ni membrillos ni canelos.

Amad, niños, a los árboles
con ese amor puro y tierno
que es patrimonio exclusivo
de los corazones vuestros;
y procurad imitarles
viviendo lo mismo que ellos,
puestos los pies en la tierra
y la mirada en el Cielo.







Comenzamos el recorrido en el Reloj y el Calendario Floral, dos elementos singulares que generan gran interés turístico. A partir de ahí, se inicia una ruta ecléctica que nos lleva a conocer los edificios singulares como el Kiosko Alfonso, La Terraza, etc, el arbolado destacado como el Haya purpurea y el Ombú, y algunos de los monumentos dedicados a gallegos ilustres como Curros Enríquez, Emilia Pardo Bazán, etc. Esta magnífica combinación ornamenta los jardines junto con elementos como el estanque, el barómetro y el palco de la música. Es un ameno viaje a través de la historia de los jardines irremediablemente conectada a la historia de la ciudad de La Coruña y de Galicia, pudiendo consultarse en los paneles informativos instalados en las dos entradas principales de los jardines a través de un código QR. Estos carteles están diseñados bajo los fundamentos de la Accesibilidad Universal en Parques y Jardines.

Bosque de especies

El jardín de Méndez Núñez ha destacado históricamente por su riqueza botánica, destacando ejemplares de diversas procedencias, únicos por su tamaño o singularidad. Cuenta con a menos 150 especies, entre las que se destacan ejemplares de Metrosideros excelsa, Fagus sylvatica, Magnolia grandiflora, Phytolacca dioica, Persea indica, la alineación de Phoenix canariensis, ...

Su riqueza escapa de una fácil mesura. La gran haya centenaria, de la variedad purpúrea, de hojas rojas, muy difícil de encontrar por esta zona; los metrosideros, hijos del que se encuentra en el cuartel de la Policía Local y que llegó de Nueva Zelanda hace unos 300 años para lucir sus curiosas raíces aéreas que cuelgan de sus ramas como flecos; árboles con su propia historia, como el paraíso donado por el emigrante retornado Óscar Rafael Diamante Gallay en 1992, cuya semilla trajo desde Buenos Aires; los monumentales magnolios; los valiosísimos acebos, ejemplares con un porte sin comparación en su especie; o los no menos valorados bojes de Baleares situados frente a la Policía Nacional, que se unen a los tejos, las distintas variedades de pinos y algunos frutales como los granados en una lucha por la supervivencia en la que tienen que enfrentarse cada semana, más allá de hongos como la armillaria o la grafiosis ante la que sucumbieron ya varios olmos, al maltrato directo de un alto número de usuarios de los jardines.

Cabe destacar la colección de palmeras que adornan los jardines de un extremo a otro. De hecho, es una de ellas, situada en la Rosaleda, quien fija el techo de Méndez Núñez al ser el árbol más alto, que supera los 65 metros del tulípero o los 70 que se le calculan al pino de Norfolk. Una palmera que destaca sobre sus compañeras, a pesar de haber sido plantadas al mismo tiempo. Contrasta, sin embargo, con las cicadáceas procedentes de Japón y China que están situadas a ambos lados del maltrecho reloj floral, que apenas levantan un metro del suelo. Estas fueron donadas por el Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas en el año 1984. Aunque, en honor a la verdad, hay que decir que no son las originales, ya que tuvieron que ser sustituidas hace algunos años por unas nuevas. Estas se suman, entre muchas otras, al conjunto que ornamenta el tramo donde está situado el Kiosco Alfonso y el edificio de la Terraza, que han sido catalogadas por la Xunta como Árboles Senlleiros, por lo que gozan de especial protección.

Una protección que quizá debería extenderse al resto de especies, ya que no son pocas las que registran pintadas con espray, entre otros maltratos. Víctimas de ataques han sido los rosales que bordeaban el monumento a Concepción Arenal, que literalmente han desaparecido, al igual que el seto de bojes que cubría el lateral de la caseta de los jardineros, junto a los urinarios públicos, que ha sido arrasado por completo.



Phytolacca dioica, el OMBÚ o BELLA SOMBRA, es una especie de una planta arborescente perteneciente a la familia Phytolaccaceae. Nativa de la Pampa (Argentina y Uruguay), también se da en Paraguay. En la Argentina forma parte de sus tradiciones que incluso dice erróneamente que fue introducida por primera vez en Europa por Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, que plantó varios ejemplares en Sevilla, uno de ellos en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla. 

Pese a su tronco grueso y su gran porte (alcanza una altura de 10 a 15 m, con una amplia copa y grandes raíces visibles) es un Hierba que puede alcanzar grandes proporciones especialmente en la base del tronco pero la consistencia de su madera es muy ligera casi herbácea, por ello erróneamente hay quien lo ve más como una hierba gigante más que árbol. Es clasificado sistemáticamente en botánica como Dicotiledonea O. Centrospermales, Fam. Fitolacaceas cuyas características son plantas herbáceas o leñosas, de especies dióicas (individuos machos con flores y hembras con flores y fruto baya).
Ezequiel Martinez Estrada dejó escrito,… “ha venido marchando desde el norte como un viajero solitario…y por eso es soledad en la soledad…se vino con un pedazo de selva al hombro como un linyera con su ropa…grande y sin igual necesita del desierto en su entorno para adquirir su propia extensión… Su tronco grueso, recio…es inútil, esponjoso, de bofe…No se extrae de él madera…No pueden hacerse vigas para el techo, ni tablas para la mesa, ni mangos para la asada, ni manceras para el arado… más que árbol es sombra; el cuerpo de la sombra…”
Se lo describió como un árbol improductivo, pero el Creador le reservó virtudes nada despreciables. Ofrecía sombra fresca y seguro albergue. Su corpulenta figura marcaba un mojón en el horizonte. Sus raíces extendidas acopiaban jugos en tiempos de abundancia, para soportar la sequedad de la atmósfera y del suelo; y le daban tal fortaleza, que no había pampero que lo derribara. También eran utilizadas como mesa, sillas y cama. Las lavanderas de Buenos Aires, aprovechaban sus frutos que les proporcionaban un jabón que quitaba las manchas de la ropa. Quizás por estas virtudes y otras más, hace ya más de dos siglos, se haya exportado a territorios tan lejanos y hoy nos asombra, encontrarlo en lugares impensables.

El ombú es un árbol de la familia de las fitolacáceas, que simboliza a la pampa. Es voz de origen guaraní: umbú que significa sombra o bulto oscuro. Se lo considera más bien una hierba gigantesca que un árbol. Es de corteza gruesa y blanca, madera fofa, hojas alternas y simples, con flores dioicas en racimos de mayor longitud que las hojas. Crece muy bien en la llanura pampeana y su generosa sombra cobija a los viajeros y al humilde rancho campesino formando parte del paisaje. 
El ombú es originario de Argentina, y ningún otro árbol tiene tanto derecho al nombre de "árbol gaucho" como el ombú. El campesino buscaba su vecindad cuando iba a construir el rancho, ya que su sombra reparadora y su fresca lo defendía del calor y las tormentas del invierno. 
El ombú vive siglos, con su enorme copa verde, erguido y firme. No hay huracán que pueda derribarlo, ni rayo que logre fundirlo. 

LEYENDA DEL OMBÚ

Existía hace mucho tiempo una tribu que vivía en estas tierras, el cacique de la tribu tenía una hija muy hermosa llamada Ombí, si, así se llamaba "Ombí"... vivieron épocas prósperas hasta que un día la tierra empezó a secarse, las lluvias no venían y los cultivos empezaron a perecer, lo intentaron todo pero cuando vieron que solo un par de plantas quedaban en pie renunciaron... tenían que marcharse o morir de hambre... pero una, solo una, Ombí, tenía el coraje para insistir sobre el polvo, cuando quedó la última planta, se sentó junto a ella para hacerle sombra y así permaneció días y días manteniendo con vida la maltrecha hierba, al final un día cuando todos despertaron en lugar de la bella muchacha encontraron un árbol inmenso que permanecía inmutable otorgándole su sombra a la hierba que se mantenía a duras penas pero al fin en pie..... gracias a los dioses llegaron las lluvias y fue un gran festejo, y en honor a la perseverante muchacha fue que se le llamó Ombú.

A un Ombú

…Ese destino te espera
Árbol cuya vista asombra
Que al caminante das sombra
Sin dar al rancho madera
Ni al fuego una astilla dar;…
Bartolomé Mitre (Rimas)

El alma del Ombú

Yo soy un árbol sin flores.
Mis flores, al parecer,
son tan insignificantes
que casi no se me ven.

Y así, soy árbol sin galas,
mi madera no es madera ;
sirvo mucho para sombra,
mas no sirvo para leña.
Sin embargo, soy el árbol
más hermoso de estas tierras.

En mi copa redonda,
donde anidan las estrellas,
se refugiaron un día
unas cuantas canciones,
todas de la tierra nuestra,
arrojadas y corridas
por costumbres forasteras.

Y al ser un árbol sin galas,
sin galas y sin madera
-como lo dije al principio-
tengo las flores más bellas,
las de más vivos colores,
las que perfuman la selva,
estos cantos y estas danzas
que en mi savia ponen fiesta.

F. Silva Valdés, uruguayo

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