Un estudio revela que en España cotizan a la baja la lealtad, la sinceridad, la responsabilidad, la empatía y otros valores, y que se instalan entre la población adulta actitudes más bien infantiles. El coordinador de este estudio señala lo siguiente sobre los españoles:
“Ante las dificultades necesitan más que nunca apelar a soluciones colectivas, al Estado (…) son solidarios porque tienen pensiones, recursos sanitarios para los desfavorecidos, educación gratis…” Es decir, que nos hemos convertido en un pueblo dependiente de “papá Estado” (Paternalismo Estatal), con escasa iniciativa y poco sentido de lo que significa la libertad, un pueblo donde llamamos “solidaridad” y “gratis” a que el Estado nos obligue a pagar cada vez más dinero para sostener su progresiva invasión de terrenos donde la sociedad ofrece soluciones tan buenas o mejores que las estatales y a menudo más baratas.
Cuando la inmadurez deja de ser una característica de los jóvenes para serlo de mucha gente adulta, la lógica y el razonamiento dan paso a la consigna y al insulto en el debate público y a los mayores absurdos en la elaboración de las leyes, que es lo que ocurre hoy en España. Así se explica que una ministra niegue la humanidad de ciertos seres humanos por su edad y que no se produzca una bronca tal que la muy analfabeta se vea obligada a dimitir. Así se explica que se presente como “derecho” algo tan brutal como es matar a los más débiles. Así se explica que en algunos sitios de España se impida a las familias escolarizar a sus hijos en español y se multe a los comerciantes por rotular sus tiendas en esa lengua. Así se explica que en nombre de la “tolerancia” se multe a medios simplemente por atreverse a discrepar. Así se explica que se haya reimplantado en los colegios el adoctrinamiento ideológico obligatorio apelando a los “valores democráticos”. Así se explica, incluso, que el presidente del gobierno se atreva a recurrir a perversos argumentos que ya sirvieron hace años para justificar la creación de regímenes totalitarios, presentando como democracia algo tan radicalmente antidemocrático como es la dictadura de la mayoría.
Por supuesto, no es justo generalizar: en España aún hay mucha gente buena, laboriosa, generosa y madura. Esa gente es la única esperanza que nos queda ante el triste estado de cosas que vivimos. En sus manos está frenar esta deriva liberticida que se ha visto acelerada por el talante despótico de Zapatero. El silencio de esa gente sólo beneficia al déspota. Recordemos lo que dijo un valiente luchador por los derechos del individuo como fue Martin Luther King: “el tiempo en sí mismo es neutro; esto puede ser usado de manera destructiva o constructiva. Cada vez más siento que la gente mala habrá usado el tiempo con mucha más eficacia de la que tienen las personas de buena voluntad. Tendremos que arrepentirnos en esta generación no simplemente por las palabras y acciones odiosas de las personas malas, sino también por el espantoso silencio de la gente buena.”
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