SI PARA TI,
EL VINO AÑEJO ES MEJOR
QUE EL VINO NUEVO:
ES QUE ERES UN ODRE VIEJO DE VINAGRE
Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos; si lo hace, el vino nuevo hará reventar los odres, se derramará el vino y se perderán también los odres.
Pongan el vino nuevo en odres nuevos.
Y miren: el que esté acostumbrado al añejo, no querrá vino nuevo, sino que dirá: El añejo es el bueno.» Lc 5, 37-39
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Para que haya una Nueva Evangelización requerirá que haya una nueva eclesiología, una nueva pastoral, una nueva disposición, una Igesia en constante renovación (Lo nuevo exige novedad). Los odres están para contener el vino, están al servicio del vino nuevo y excelente, de la alegría, de la Buena Noticia, de la fiesta de salvación...
El Vino Nuevo y Excelente de Jesús siempre es Excelentísimamente Nuevo. Somos nosotros los que añejamos y hasta avinagramos El Vino de Jesús, El Vino del Espíritu con nuestros prejuicios, con nuestros egocentrismos, con nuestras costumbres, con nuestras manipulaciones...
Seamos odres nuevos para contener el vino nuevo del Resucitado, El Vino de La Buena Nueva, que como toda Noticia Buena es novedosa llena de albricias y de Esperanza... Y el mensajero de La Buena Noticia tiene que propalarlo con la misma alegría que lleva la noticia misma... Es noticia de Salvación, de Liberación, de Celebración Vivida y Compartida... ¡ALELUYA...!
Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.» Mt 13, 52
“Pablo distingue bien: hijos de la ley e hijos de la fe. A vino nuevo, odres nuevos. Y por esto la Iglesia nos pide, a todos nosotros, algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras caducas: ¡no sirven! Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio. No se puede comprender la mentalidad – por ejemplo – de estos doctores de la ley, de estos teólogos fariseos: no se puede entender su mentalidad con el espíritu del Evangelio. Son cosas distintas. El estilo del Evangelio es un estilo diverso, que lleva la ley a la plenitud. ¡Sí! Pero de un modo nuevo: es el vino nuevo, en odres nuevos”.
“El Evangelio – dijo también Francisco – ¡es novedad! ¡El Evangelio es fiesta! Y sólo se puede vivir plenamente el Evangelio con un corazón gozoso y con un corazón renovado”. “Que el Señor – fue la invocación final del Papa – “nos de la gracia de esta observancia de la ley. Observar la ley – la ley que Jesús ha llevado a su plenitud – en el mandamiento del amor, en los mandamientos que vienen de las Bienaventuranzas”. Que el Señor – concluyó – nos dé la gracia de “no permanecer prisioneros”, sino que “nos dé la gracia de la alegría y de la libertad que nos trae la novedad del Evangelio”.
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