EL Rincón de Yanka: ¿IGLESIAS NOBLES O CAJAS DE ZAPATOS? por GUILLERMO ALTARRIBA ⛪🕂

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domingo, 2 de junio de 2024

¿IGLESIAS NOBLES O CAJAS DE ZAPATOS? por GUILLERMO ALTARRIBA ⛪🕂

 

¿IGLESIAS NOBLES O CAJAS DE ZAPATOS?

RESOLVIENDO LA ENCRUCIJADA DE LA ARQUITECTURA SACRA

¿Cómo construir iglesias bellas, vinculadas a la tradición eclesial y, a la vez, atractivas para el hombre de hoy?
Una cuestión atravesada por un dilema teológico a la que se dan respuestas desde el mestizaje o el retorno a lo temporal.
"El edificio destinado a las celebraciones litúrgicas como lo exige su naturaleza debe ser hermoso, con una noble arquitectura, (...) auténtico símbolo y signo de las realidades sobrenaturales". Lo decía la Conferencia Episcopal Española en un manual de 1987... aunque más de uno lo habrá leído arqueando la ceja, porque la idea de "noble arquitectura" parece contrastar con no pocas iglesias construidas en Espafla desde los años sesenta. Sin ánimo de polemizar con nombres concretos, no es difícil encontrar templos que parecen una nave alienígena recién aterrizada, un anónimo motel de carretera o el frío centro de logística de una multinacional. Edificios donde reina el hormigón visto y el acero, construidos desde un repudio generalizado a la tradición arquitectónica de la iglesia tras el Concilio Vaticano II. Templos pensados para ser modernos y que hoy, pasados de moda, lanzan en silencio una pregunta: ¿es posible una arquitectura sacra que respete el vínculo con la tradición y, a la vez, hable al hombre del siglo XXI?

La cuestión fundamental

Para responder a ello, cabe una pregunta previa: ¿qué es una iglesia? El arquitecto e investigador de la Universidad de La Coruña Esteban Fernández-Cobián apunta que los espacios sagrados católicos unen dos dimensiones: la de "templo" -un espacio separado del mundo que ejerce de puente con Dios- y la de "iglesia"; el lugar de reunión de la comunidad o asamblea. 
"Durante los últimos cincuenta años -escribe-, estos conceptos se han ido vaciando de significado en el mundo católico, hasta el punto de que en España pocos piensan que las iglesias sean realmente templos (lugares sublimes, inviolables, benditos)".

Esto se debe -explica el teólogo Uwe Michael Lang, exmiembro de Ja Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos- a la popularidad de una teología que ve toda la creación como "ya permeada por la gracia divina. Una visión heredera de autores como Edward Schillebeeckx o Karl Rahner según la cual los sacramentos serían simplemente "manifestaciones visibles del evento interior que ya está ocurriendo en el hombre, no necesariamente ligado a la revelación cristiana". Así, si incluso los templos de otras religion es están imbuidos de gracia divina, ¿qué necesidad hay de "separar" de determinada manera un espacio para Dios?"
Un ejemplo es el arquitecto Massimiliano Fuksas, que en 2009 completó la iglesia de San Paolo in Foligno, en Umbría, pero que confesaba que no cree que la "arquitectura sacra sea posible, sino sólo "arquitectura tendente a la espiritualidad. El célebre Le Corbusier también reconocía, en referencia a su famosa capilla de Notre Dame du Haut, en Ronchamp, que "los requisitos de la religión" tuvieron poco impacto en el diseño, y que el edificio pretendía remover "la psicofisiología de los sentimientos".
La Iglesia se ha vuelto demasiado tímida en el diálogo con los arquitectos, por el miedo a parecer desconectada de la modernidad"
Frente a esto se presenta la tradición de la Iglesia, que ve los sacramentos como signos a través de los cuales Cristo actúa y comunica su gracia. Lang cita Sacrosanctum Concilium, donde leemos que "toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia". Y cierra el círculo con Benedicto XVI: "El objetivo de la arquitectura sacra es ofrecer a la Iglesia (...) el espacio más apto para el desarrollo adecuado de su acción litúrgica".

El papel del artista

"¿Esto significa que los arquitectos embarcados en un proyecto así han de ser teólogos?"; se pregunta Lang, y se responde: "No, pero sí requiere que quieran entrar en una conversación con sus clientes para entender cuál es la función de una iglesia en un sentido profundo". Para el también editor de Antiphon: A fournal for Liturgical Renewal, "la Iglesia se ha vuelto demasiado tímida en este campo, aparentemente por el miedo a parecer desconectada de la modernidad".

En conversación con La Antorcha, Femández-Cobián añade que "la construcción de un espacio sagrado es algo muy serio -lo risible es incompatible con lo sagrado-, y ninguna religión ha dejado esa seriedad al arbitrio del artífice". 
"A lo largo de la historia cada obispo era muy celoso de lo que se construía en su diócesis, y ponía las pautas, pero hay un momento en la historia del arte en que el artista se magnifica, se convierte en una especie de demiurgo capaz de interpretar las ondas que vagan por la sociedad"; ironiza el investigador.

Nuevo Clasicismo

En estas encrucijadas, ¿cómo construir templos para nuestro siglo? Fernández­ Cobián apunta un par de ejemplos españoles que le resulta n interesantes: Santa María de Caná, en Pozuelo de Alarcón, y la Porciúncula, en Palma de Mallorca. "Son proyectos mestizos"; dice, muestras de buen hacer arquitectónico proyectados desde la mezcla de tradición y modernidad.
Otra forma de responder a la pregunta es el Nuevo Clasicismo, un movimiento arquitectónico que busca continuar desarrollando los estilos constructivos y artísticos occidentales previos a las vanguardias. 
"Nuestras obras no buscan encajar con una época específica, sino con la tradición clásica de la arquitectura: no queremos ser históricos, sino atemporales"; explica el arquitecto Thomas Stroka, miembro del despacho de Duncan G. Stroik, uno de los principales exponentes de esta tendencia en EE.UU.

Stroik ha diseñado iglesias como el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en La Crosse, o las capillas del fesuit High School de Tampa y del Thomas Aquinas College, en Santa Paula: todos ellos proyectos de proporciones renacentistas, en los que se emplean materiales como el mármol o la caliza esculpida. 
"En cierto sentido, somos revolucionarios, una minoría contracultura!: queremos enseñar al mundo que una iglesia puede parecer una iglesia de nuevo"; añade Stroka.

El arquitecto ve entre los católicos de su país un resurgir del interés por la belleza y la trascendencia. 
"Cuando la gente se da cuenta de que existe esta opción -añade- ya no quiere su templo de los setenta, iconoclasta y con goteras". Un cambio de perspectiva que se refleja en un renovado cuidado por la liturgia o en la búsqueda -volviendo al comienzo de una "noble arquitectura"; engarzada con lo eterno.





VER+:
 
Iglesias reconvertidas en corrales, establos, 
bares de copas... y hasta en una tienda de Zara.
Han sido víctimas de guerras, desamortizaciones, intereses inmobiliarios o, simplemente, la desidia
 

En sus paredes reverberaban los ausados y solemnes cantos de los monjes, pero ahora se escuchan los pitidos de los lectores del código de barras, el tintineo de las monedas y el barullo de los compradores. En las mismas paredes donde antaño se apoyaban las cruces procesionales y los cirios, hoy lo hacen los aperos de labranza. Por ellas deambulaban peregrinos y devotos buscando el consuelo y la luz; su lugar lo ocupan hogaño gallos, gallinas, corderos y cabras.
Es el destino de numerosas iglesias, conventos y ermitas que, salpicadas por toda la geografía española, languidecen, reconvertidas en algo muy diferente a aquello para lo que fueron erigidas hace siglos. En ocasiones, la causa fue la despoblación; en otras, la invasión napoleónica, la Guerra Civil o la nefanda Desamortización de Mendizábal; en casi todos los casos, la desidia, el desinterés y la apatía.