EL Rincón de Yanka: VIVIR EL IDIOMA ESPAÑOL: YO SOY MI LENGUA 👅 Y MANIFIESTO "ESCRITORES CON NUESTRA LENGUA"

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martes, 15 de diciembre de 2020

VIVIR EL IDIOMA ESPAÑOL: YO SOY MI LENGUA 👅 Y MANIFIESTO "ESCRITORES CON NUESTRA LENGUA"


VIVIR EL IDIOMA ESPAÑOL
ÁLVARO MUTIS

«Yo soy mi idioma», dijo alguien que sabía con plenitud y certeza ejemplares lo que decía y para quien el idioma español era parte esencial de su vida y de su destino de escritor. No puedo menos que compartir enteramente estas palabras porque el español ha sido, no sólo razón esencial para vivir cada uno de mis días, sino también una fuente de gozo inagotable. Con la mayor inocencia, cada vez que recorro una página, un párrafo del Quijote, un poema de Jorge Manrique, una comedia de Tirso y, claro, las rotundas estrofas del Arcipreste de Hita, pienso con regocijo que tal vez pueda parecer infantil: 
«Esta es mi lengua, toda ella es mía y la llevo en mi ser como una definición certera e inequívoca de quién soy y cuál es mi destino en el mundo». 
En el caso, además, de quien ha nacido y vivido en la América Hispana, hay en nuestra lengua una certera confirmación de quiénes somos y cuáles son las señales que nos confirman la verdad esencial de nuestro pasado histórico y personal. Hay algo, también, en este pertenecer a un mundo signado por la lengua española, como un dedo que desde lo alto señala la más honda razón de nuestro paso por la tierra.

El español, lengua global- MARCAESPAÑA

MANIFIESTO
Escritores con nuestra lengua

La nueva Ley de Educación, conocida como Ley Celaá, aprobada a instancias del independentismo y asumida como propia por el gobierno, ha eliminado de su articulado la condición del castellano como idioma oficial y vehicular en todo el Estado. Ello alfombrará definitivamente el camino para que se pueda proceder a la erradicación de nuestra lengua común en la enseñanza, tanto en Cataluña como en las comunidades a las que también se les antoje hacerlo. Hubo tiempos de zozobra en los que los españoles alumbraron la esperanza. Las Cortes de Cádiz fueron uno de esos momentos. Una de las definiciones más hermosas de España es la que brinda el artículo primero de su constitución: «La nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». Tan creativa concepción trascendía los límites geográficos y resaltaba el factor humano, el hermanamiento, una comunidad de sentimientos. Sin embargo, ni el pionero texto gaditano ni el resto de constituciones del siglo XIX estimaron necesario aludir a nuestro idioma común para protegerlo. Lo consideraban una obviedad. 

Sí lo hizo, sin embargo, la II República, cuya Constitución de 1931 estableció: «El castellano es el idioma oficial de la República», y añadió: «Todo español tiene obligación de saberlo y derecho a usarlo», formulación que sería trasvasada en letra y espíritu a la Constitución vigente de 1978, que establece en el artículo tercero: «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla». Y prosigue. 2: “Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. 3: La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”.

No cabe duda alguna de que los puntos 2 y 3 del artículo no solo han sido cumplidos, sino que han experimentado un gran desarrollo. El problema ha venido con el punto primero y previo a estos dos. A pesar de la claridad constitucional, cuyo significado es inequívoco, desde hace ya tiempo en algunas comunidades autónomas, y en especial donde los independentistas ejercen el poder, se ha venido produciendo un sistemático arrinconamiento y postergación de la lengua común de todos los españoles, que es la oficial en todo el Estado. Ello, a pesar de las múltiples sentencias en contrario y de manera cada vez más impositiva en ámbitos educativos.

Ahora se ha dado un salto cualitativo. Una Ley Nacional de Educación, aprobada a instancias del independentismo y asumida como propia por el Gobierno, ha eliminado de su articulado tanto la condición del castellano como idioma oficial como la de ser lengua vehicular de la enseñanza en todo el Estado. La conocida como Ley Celaá, en alusión a la ministra que la ha perpetrado.

Dicha ley educativa, que permitirá avanzar aún más en la erradicación del castellano en todos los niveles de enseñanza en Cataluña y otras comunidades, busca cortar a hachazos el cordón umbilical y los lazos de unión que ensamblan y cimientan el sentimiento de pertenencia a una misma nación, expropiando, además, a las generaciones futuras el patrimonio y el tesoro común que es el castellano, español en el mundo, una lengua universal. Ello no solo privará a esas generaciones de conocer en profundidad la riqueza idiomática del español, sino que las desconectará paulatinamente del resto de compatriotas desde el punto de vista histórico y emocional.

Se pretende una especie de “ley seca” contra la lengua española que la confine en la clandestinidad, la encierre en una reserva o la destierre, para que los estudiantes catalanes y de otras autonomías no disfruten de don Quijote cabalgando por la Mancha, del ensoñador Macondo de García Márquez, de la Barcelona de Juan Marsé o de las novelas de Vargas Llosa. Porque la lengua castellana, tras expandirse geográficamente, se fue enriqueciendo y se convirtió en el español, un idioma vivo y palpitante que atesora un pasado esplendoroso y posee un venturoso porvenir en el mundo globalizado que nos ha tocado vivir.

La Ley Celaá es un insólito ataque a nuestra lengua común que no debe ser interpretado como algo anecdótico, sino como una obra de ingeniería social, muy grata a todos los regímenes totalitarios, empeñados en experimentos de esa índole. Ahora bien, una democracia es incompatible con estas prohibiciones lingüísticas, porque en ella las diferentes lenguas conviven en armonía, sin exclusiones ni imposiciones. Decimos “conviven” y no “coexisten”, porque convivir es mucho más que tolerar la existencia del otro; es compartir la vida sin estridencias.

En la actualidad hablan español casi seiscientos millones de personas en el mundo, lo que lo convierte en el tercer idioma más empleado en internet y el más estudiado como lengua extranjera en los sistemas de enseñanza de EEUU. Los hispanohablantes constituyen una comunidad afectiva transnacional gracias a una lengua que atesora un inigualable patrimonio literario y que avanza imparable debido a los medios de comunicación, a las canciones y al cine. Una de las mayores aportaciones de España al mundo, si no la mayor, ha sido el intangible histórico de su idioma, ese patrimonio cultural universal que abre puertas en todo el planeta y proporciona un bagaje inmejorable, desde el punto de vista laboral.

Nosotros, como escritores, quizás más obligados que nadie a defender la lengua que nos une, al tratarse de nuestra herramienta esencial de creación, hemos decidido levantar nuestra voz, a través de este llamamiento al colectivo y a la sociedad, para exigir el estricto cumplimento de la Constitución y el amparo efectivo del derecho de todos los españoles a “conocerla” y “usarla” en cualquier lugar del territorio español. Dicho ello sin menoscabo —sino bien al contrario, desde el mayor respeto, aprecio y cariño— al uso del resto de lenguas habladas en España —españolas, por consiguiente—, porque constituyen un rasgo más de la riquísima heterogeneidad cultural nacional. Esa riqueza está felizmente a salvo. Pero lo que hoy está siendo agredido, y es ante lo que nos rebelamos, es el derecho de muchas personas a emplear el español con normalidad. Ningún hispanohablante ha de sentirse huérfano de sí mismo al serle vetado expresarse en la lengua en la que aprendió a conjugar los verbos amar, pensar, imaginar, comprender y vivir.

Invitamos a unirse a todo autor que lo desee, sin otra intención ni voluntad que la defensa de nuestra lengua, y al margen de tendencias y sensibilidades ideológicas, siempre y por supuesto dentro del marco de la declaración Universal de los Derechos Humanos, la Libertad y la Democracia. Pueden adherirse al llamamiento en las siguientes direcciones de correo electrónico, escritoresconnuestralengua@gmail.com y/o chanihenares@gmail.com, haciendo constar nombre y DNI.

El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, ha comunicado a los promotores del manifiesto “Escritores con nuestra lengua” su adhesión a este llamamiento en defensa de la lengua común y contra los ataques a la misma recrudecidos con la Ley Celaá. El autor, peruano de nacimiento, aunque también de nacionalidad y residencia en España, que hizo el día de la recepción del premio Nobel el más brillante discurso en defensa y elogio de nuestro idioma universal, reiteró ese compromiso en el reciente aniversario de la Constitución y hoy ha querido también añadir su firma a la de los escritores que ayer suscribieron un llamamiento que está alcanzando una respuesta cada vez mayor. El número de firmas, que a la publicación del manifiesto era de ochenta autores, ha superado ya con creces el centenar. Entre los nuevos firmantes se encuentran José Ángel Mañas, autor de Historias del Kronen, y Marcos Chicot, finalista del Planeta.

ESCRITORES CON NUESTRA LENGUA

Álvarez, José María Amat, Nuria Arias, Inocencio Arribas, Víctor Artola, Ricardo Benzo, Fernando Berzosa, Daniel Burgos, Antonio Calvo Poyato, José Camino, Phil Cano, Javier Cano Gaviria, Ricardo Cervera, César De Aristegui, Pilar De Arteaga, Almudena De la Rica, Álvaro Del Val, Luis Del Valle, Ignacio De Villena, Luis Antonio Díaz Pérez, Eva Domínguez, Mari Pau Donzé, Javier Eslava Galán, Juan Fernández Úbeda, Jesús Gabás, Luz García Calero, Jesús García Marquina, Francisco Gil Soto, José Luis Guix, Pau Heras Caballero, Pedro Antonio Higueras, Cristina de la Asunción Jiménez-Blanco, Antonio Juaristi, Jon Lara, Emilio Leguina, Joaquín Lentini, Rosa López Schlichting, Cristina Maeso, Jesús Major, Aurelio Marín Gámez, José Ángel Martínez Laínez, Fernando Molina Damiani, Juan Manuel Monmany de la Torre, Mercedes Moreno de Arteaga, Íñigo Núñez Roldán, Francisco Paz Gago, José María Pérez Henares, Antonio Pericay, Xabier Pimentel, Manuel Piñero, Antonio Posadas, Carmen Queralt del Hierro, María Pilar Quintana Paz, Miguel Ángel Roa, Sebastián Robles, Antonio Roca Barea, María Elvira Roncagliolo, Santiago Ruiz Amezcua, Manuel Sainz Borgo, Karina Sánchez Adalid, Jesús Sánchez Tostado, Luis Miguel San Sebastián, Isabel Savater, Fernando Sierra, Javier Tey, Miriam Toutain, Ferran Torres, Margarita Trancón, Santiago Ussía Muñoz-Seca, Alfonso Valdeón, Julio Vallvey, Ángela Vázquez, Álber Velasco, Toya Veyrat, Miguel Vila, María Vilches Vivancos, Fernando Zueco, Luis