Para encontrar La Fuente sólo la Sed nos Alumbra

Tenemos miedo de nuestras sombras, de nuestra oscuridad, que está ahí. Porque el hombre no es solamente verdad, belleza y bien, como nos gustaría ser, sino que somos también codicia, ambición y vanidad: codicia en el tener, ambición en el poder y vanidad en el aparecer. Esas sombras, que también nos constituyen, nos dan miedo. Pero la aventura humana consiste justamente en redimir esas sombras. Redimir, que es una palabra genuinamente cristiana, significa cambiarlas de signo. Sin dejar de ser negativas, pierden su veneno y sirven para construirnos. De este modo, lo que se presenta como una adversidad se convierte en una oportunidad de crecimiento. Esas sombras, y esto es lo que se trabaja en la meditación, pueden ser ocasión de de realización humana. Es más, son el camino. Amor y dolor no son cosas distintas y opuestas, sino que son las dos caras de la misma moneda.
Meditación viene del latín, «meditatio», que significa «peregrinar hacia el centro»; y contemplación también viene del latín, «contemplatio», que significa «estar en el templo».
Creo que la verdadera espiritualidad te conduce a la realidad, te mete de lleno en este mundo. Si te saca de este mundo no es verdadera espiritualidad, es ideología, o es idealismo, o es otra cosa.
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