EL Rincón de Yanka: EL POETA ES, ANTE TODO, RESPONSABLE

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miércoles, 23 de diciembre de 2015

EL POETA ES, ANTE TODO, RESPONSABLE

"El poeta es, ante todo, responsable".
Juan Ramón Jiménez

Homenaje a Jorge Luis Borges

“Quien acepta pasivamente el mal 
es tan responsable como el que lo comete. 
Quien ve el mal y no protesta, 
ayuda a hacer el mal”.  
Martin Luther King

"Ser hombres es, precisamente, ser responsables".
Antoine de Saint -Exupéry

El poeta es, ante todo, responsable.

Buenas noches: quiero ante todo expresar mi abierta gratitud para los amigos de Común Presencia, por haberme deparado una acogida tan generosa y por permitirme compartir esta conjura, sempiternamente soterrada de la poesía; hospitalidad que, no me cabe duda, han de haber deparado a los poetas a quienes hoy me honra acompañar en este lance. No tenía yo la más remota idea, diecisiete años atrás, de que iría a conocerles, cuando cayó entre mis manos uno de los primeros números de su apreciada revista (creo que era la segunda edición), en la que se anunciaba ya un desprendido amor por las letras, el humanismo y la poesía, puntal básico de la cultura, si nos supeditamos a las palabras de aquel defensor del humanismo que fue Jacob Burckhardt, quien -en una insuperable muestra de humildad- afirmó que “…la poesía aporta más que la historia al conocimiento de lo que es la humanidad…” pues ella “…es, para el historiador, la imagen de lo que en cada momento hay de eterno en los pueblos…”

Vayan así pues, mis gracias para Amparo, mis gracias para Gonzalo, por haber tendido ese puente que invita a entrar en otras tierras: las de la común presencia. Vayan mis gracias, también, a cada uno de los aquí presentes, quienes -al compartir esta noche el lanzamiento de estas embarcaciones del Puerto de Los Conjurados-, se hace copartícipe del complot de la poesía. Antes de entrar a leerles algunos segmentos de Cuadernario, quisiera hacer un par de comentarios, aun a despecho de erosionar el tiempo disponible para la lectura de los textos propiamente dichos. El primero aborda el tema de la extranjería y el segundo el de la responsabilidad.

En algún lugar dije una vez que un poeta es un extranjero. No un extranjero del mundo, sino de su país, de su ciudad, de su aldea; lo es de sus calles y su entorno. A veces, y sólo a veces, es un extranjero de sí mismo. Necesita extrañarse de esa rara condición de ser humano. Añora ser piedra, fuego o afluente. Precisa remontar los aires, como los loros que pasan cantando mientras aletean sobre el viento. La poesía, esencia sutil y por siempre rebelde a ser domeñada, viene en su auxilio y le confiere la venia de ejercer esa condición suya de extranjero. Mas si el poeta ha de ser ciudadano -como en efecto, también, lo es-, lo será del mundo entero; lo será de tierras que ignoran que han sido bautizadas con un nombre y lo será del cielo obscuro y sin final. Yo no he venido acá a hablarles de mi condición de poeta, pues nada me parece más antipático y susceptible de pedantería que ese ejercicio de explayarse en valoraciones sobre uno mismo, el cual me luce un albedrío extremadamente cercano al mito de Narciso. Lo único que podré decirles de mi persona será una conjetura y es ésta: si yo fuese colombiano y me viese ante el inminente paso de publicar un libro de poesía, con toda seguridad, lo estaría presentado (acaso esta misma noche, acaso a esta misma hora), en cualquier otra parte del mundo, quien sabe si en la ciudad de Caracas.

Y en lo concerniente al tema de la responsabilidad quisiera regalarles este hermoso y sugerente aforismo de Juan Ramón Jiménez:

“…el poeta es, ante todo, responsable…”

frase cuya parquedad y sencillez construyen una sonoridad plena de sentido. A mi parecer sintetiza palmariamente las consideraciones que tan bellamente expusiera Elías Canetti en un discurso pronunciado en Munich en 1976, el cual lleva por título “La profesión de escritor”. En aquella memorable ocasión, Canetti, no sin antes de haber ironizado en torno a una manida y artificiosa noción de escritor, enunciaba una frase ante la que uno no puede más que solidarizarse:

“…lo cierto es que, hoy en día, nadie puede llamarse escritor si no pone seriamente en duda su derecho a serlo…”

Y, no es una casualidad, luego da ilación a su discurso desovillando los hilos de la palabra responsabilidad. De sus palabras se desprende que un escritor no puede llegar a consumarse como tal, si no asume y, es más, padece, su responsabilidad para consigo y para con un mundo que se encuentra en franca disolución, en virtud de la irresponsabilidad de la humanidad de la que él forma parte.

Y yo voy a extrapolar las palabras de Canetti pues, en un mundo signado por la barbarie y la crueldad, en el que los valores espirituales de la humanidad hacen las veces de cenicienta y cada vez van más a la zaga de lo pecuniario y desalmado, voy a decirles que nadie debería hoy llamarse ser humano si no pone seriamente en duda su derecho a serlo. Y acaso la poesía sirva de espuelazo a esa perentoria indagación.

Bogotá, 30 de abril de 2007.
(En ocasión de la presentación 
de los nuevos títulos de poesía del Sello Común 
Presencia Editores)