"Si no
buscas la sabiduría siendo joven,
¿cómo la vas a encontrar cuando ya seas
viejo? "
Eclo 25,3
“¡Aprendan a juzgar, jóvenes immaduros;
y sean más reflexivos, ustedes que no piensan!
Escúchenme, les diré lo esencial,
nada sale de mis labios que no sea exacto.
De mi boca brota la verdad,
y aborrezco los discursos hipócritas.
Todas mis palabras son sinceras,
y ninguna dudosa o falsa.
El que las capta entiende que son claras;
e
l que busca el saber comprueba su validez.
Adquieran mi disciplina antes que el dinero,
elijan la ciencia y no el oro.
La sabiduría te es más útil que las perlas,
¿qué tesoros podrían pagarla?
Yo, la Sabiduría, convivo con el buen juicio
y tengo la llave de la ingeniosidad.
(Aborrecer el mal es temer a Yavé.)
Aborrezco el orgullo y la arrogancia,
los caminos que conducen al mal y a la hipocresía.
Mío es el buen sentido, y mío el saber práctico,
mía la inteligencia y también el poder.
Por mí reinan los reyes
y sus ministros
deciden con justicia.
Gracias a mí se mantienen los príncipes,
los grandes, y los que gobiernan la tierra.
Amo a los que me aman,
los que me buscan me encuentran.
Junto conmigo encuentran honor y riqueza,
fortuna perdurable y prosperidad.
Mis frutos aventajan al oro,
por más que lo refinen,
mis beneficios valen más que la plata.
Voy por un camino de rectitud,
del que salen senderos de justicia,
para colmar de bienes a los que me aman,
y rellenar sus bodegas.
Yavé me creó —fue el inicio de su obra—
antes de todas las criaturas, desde siempre.
Fui formada antes de los siglos,
desde el comienzo, antes que la tierra.
No existían los océanos cuando salí del seno,
ni existían las fuentes de los mares.
Antes de que fueran cimentadas las montañas,
antes que las colinas, yo nací.
Yavé no había hecho todavía la tierra ni el campo,
ni el suelo fértil de la tierra.
Yo ya estaba cuando puso los cielos en su lugar,
cuando trazó un círculo en los confines del mundo,
cuando formó las nubes en las alturas,
y dio la energía a las fuentes del océano,
cuando le impuso sus fronteras al mar,
un límite que no franquearían sus olas,
cuando asentó los cimientos de la tierra.
Yo estaba a su lado poniendo la armonía,
y día tras día en eso me divertía,
y continuamente jugaba en su presencia.
Me entretengo con este mundo,
con la tierra que ha hecho,
y mi gusto es estar con los hijos de Adán.
Pues bien, hijos, oíganme:
¡Felices los que siguen mis caminos!
¡Acepten la enseñanza y sean sabios,
no la menosprecien!
Feliz el que me escucha,
que aguarda cada día junto a mi puerta,
a la espera, sin apartarse de la entrada.
Porque el que da conmigo ha encontrado la vida,
sobre él vendrán los favores de Yavé;
pero el que me ofende atenta contra su vida,
y los que me odian eligieron la muerte.»
Prov 8,5-36
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