INSTITUCIONALIDAD SI,
INSTITUCIONALISMO NO
“La evangelización en América Latina no necesita nuevas estructuras eclesiales, sino evangelizadores que hablen cada vez más de Jesucristo y demuestren con su vida evangélica la opción preferencial por los más pobres” dijo Juan Pablo Magno” y añadió:”
La evangelización y los pobres necesitan testigos de Cristo; no burocratización” Nosotros venimos llamando a esto, desde 1988 con esta expresión: “organizacionismo” y ahora veo que el mismo Papa lo llama “burocratización”: ¡Coincido!.
La pregunta que me queda pendiente sería esta: En los Seminarios donde se forman los futuros sacerdotes, ¿se les enseña a evangelizar o sólo a estudiar teología y demás cosas inherentes a la vida ministerial?
Una vez le pregunté a un joven sacerdote de unos tres años de sacerdocio, si le habían enseñado a evangelizar en el Seminario, y él me respondía con la cabeza haciendo el ademán de NO... No se animaba a decirlo en voz alta porque le estaba haciendo un reportaje por nuestra radio FM Corazón.
A todo esto el Papa Juan Pablo Magno sigue insistiendo de una manera audaz propia de un santo varón de Dios, y 83 años cumplidos.
El dice: «La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo». Estas son las condiciones de un evangelizador, de un anunciador de un mensaje feliz, que lo disfruta primero el que lo dice y luego siente la imperiosa necesidad de transmitirlo para hacer felices a los demás. Al respecto, ¿qué nos dice S. Pablo?:
“Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el evangelio! (1Cor 9,16) y añade: “Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el Evangelio”. (1Cor 9,18) Pero ¿por qué habla así S. Pablo? Lo dice así porque “lo siente a Jesús”, en efecto:” Gal. 2,20. “...y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. El Papa dice que para vencer las sectas, se necesita : “...una relación personal de los fieles con Cristo”; y esta no se obtiene sin la constante súplica de la efusión del Espíritu Santo, que no es otro que el Espíritu de Cristo o de otra manera, pedir el ”bautismo en Espíritu Santo”.
El Papa vuelve a la carga nuevamente insistiendo cada vez con más precisión a quienes se dirigen sus dichos y dice: «Estos evangelizadores (obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, fieles laicos), bajo la guía del Espíritu Santo, son los protagonistas indispensables en la tarea evangelizadora, en la cual cuentan más las personas que las estructuras, aunque éstas sean en cierto modo, necesarias»; para que no queden dudas, cita a todos los posibles evangelizadores de esta acción tan querida por Jesús, pero el blanco fijo, a donde centra sus tiros, es a las estructuras, que sin espíritu de por medio, son un simple peso inerte que nos hacen pesado el caminar glorioso en la siembra de la Palabra de Dios. El confiar demasiado en las estructuras, es caer en la maldición bíblica: “Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor” (Jr. 17,5) Lea bien: “...busca su apoyo en la carne”, y podemos interpretar sin equivocarnos: que es en la organización o en las estructuras, en la capacitación científica o mental, en el poder de convicción, en sus habilidades pero no porque estas cosas sean malas, sino porque solas en sí, “prescinden” de Dios o lo que también se las puede llamar: “secularismo”.
Yo y todos debemos confiar SÓLO en “la guía del Espíritu Santo” dice el Papa, y como si fuera poco Jeremías denuncia diciendo: “...mientras su corazón se aparta del Señor”, que es lo mismo que a su vez dice el mismo Jeremías en otra parte: “Porque mi pueblo ha cometido dos maldades: me abandonaron a mí, la fuente de agua viva, para cavarse aljibes, aljibes agrietados, que no pueden retener el agua”(Jr 2,13) y más adelante dice, ya casi con un tono satírico: “Los nobles mandan a sus “servidores” en busca de agua: ellos van a las aljibes, pero no encuentran agua; vuelven con los cántaros vacíos, avergonzados y confundidos se agarran la cabeza”... (Jr 14,3)
¿Por qué muchos católicos abandonan su Iglesia?
La pregunta que me queda pendiente sería esta: En los Seminarios donde se forman los futuros sacerdotes, ¿se les enseña a evangelizar o sólo a estudiar teología y demás cosas inherentes a la vida ministerial?
Una vez le pregunté a un joven sacerdote de unos tres años de sacerdocio, si le habían enseñado a evangelizar en el Seminario, y él me respondía con la cabeza haciendo el ademán de NO... No se animaba a decirlo en voz alta porque le estaba haciendo un reportaje por nuestra radio FM Corazón.
A todo esto el Papa Juan Pablo Magno sigue insistiendo de una manera audaz propia de un santo varón de Dios, y 83 años cumplidos.
El dice: «La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo». Estas son las condiciones de un evangelizador, de un anunciador de un mensaje feliz, que lo disfruta primero el que lo dice y luego siente la imperiosa necesidad de transmitirlo para hacer felices a los demás. Al respecto, ¿qué nos dice S. Pablo?:
“Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el evangelio! (1Cor 9,16) y añade: “Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el Evangelio”. (1Cor 9,18) Pero ¿por qué habla así S. Pablo? Lo dice así porque “lo siente a Jesús”, en efecto:” Gal. 2,20. “...y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. El Papa dice que para vencer las sectas, se necesita : “...una relación personal de los fieles con Cristo”; y esta no se obtiene sin la constante súplica de la efusión del Espíritu Santo, que no es otro que el Espíritu de Cristo o de otra manera, pedir el ”bautismo en Espíritu Santo”.
El Papa vuelve a la carga nuevamente insistiendo cada vez con más precisión a quienes se dirigen sus dichos y dice: «Estos evangelizadores (obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, fieles laicos), bajo la guía del Espíritu Santo, son los protagonistas indispensables en la tarea evangelizadora, en la cual cuentan más las personas que las estructuras, aunque éstas sean en cierto modo, necesarias»; para que no queden dudas, cita a todos los posibles evangelizadores de esta acción tan querida por Jesús, pero el blanco fijo, a donde centra sus tiros, es a las estructuras, que sin espíritu de por medio, son un simple peso inerte que nos hacen pesado el caminar glorioso en la siembra de la Palabra de Dios. El confiar demasiado en las estructuras, es caer en la maldición bíblica: “Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor” (Jr. 17,5) Lea bien: “...busca su apoyo en la carne”, y podemos interpretar sin equivocarnos: que es en la organización o en las estructuras, en la capacitación científica o mental, en el poder de convicción, en sus habilidades pero no porque estas cosas sean malas, sino porque solas en sí, “prescinden” de Dios o lo que también se las puede llamar: “secularismo”.
Yo y todos debemos confiar SÓLO en “la guía del Espíritu Santo” dice el Papa, y como si fuera poco Jeremías denuncia diciendo: “...mientras su corazón se aparta del Señor”, que es lo mismo que a su vez dice el mismo Jeremías en otra parte: “Porque mi pueblo ha cometido dos maldades: me abandonaron a mí, la fuente de agua viva, para cavarse aljibes, aljibes agrietados, que no pueden retener el agua”(Jr 2,13) y más adelante dice, ya casi con un tono satírico: “Los nobles mandan a sus “servidores” en busca de agua: ellos van a las aljibes, pero no encuentran agua; vuelven con los cántaros vacíos, avergonzados y confundidos se agarran la cabeza”... (Jr 14,3)
¿Por qué muchos católicos abandonan su Iglesia?
Porque van a buscar agua y no la encuentran; en la medida que quisieran, entonces para tranquilizar nuestras conciencias “nos agarramos la cabeza”...o sea: van en busca de un servicio que los haga felices primero en este mundo, y al no encontrarlo, se van a las sectas! No sólo las llamadas “sectas” cristianas, sino las ocultistas de poderes mentales y todo ese mundillo engañador; y por momentos me siento tentado en pensar que los curanderos y demás, que son hábiles engañadores, nos superan en habilidad, “ellos dicen la mentira como si fuera verdad y nosotros decimos la verdad, como si fuera mentira”, o sea, no gozamos, no paladeamos el mensaje evangélico, de tal modo que lo haga gustoso al que lo escucha; de San Francisco de Asís se lee en las Florecillas, que se lamía los labios por la dulzura que le proporcionaba el sólo repetir la palabra “Jesús”. ¡quién tuviera esa gracia!
En este tema de las sectas el Papa expresa claramente su pensamiento que nos debe hacer pensar a todos. Dice:
«El fenómeno de las sectas, que también en vuestras tierras se está difundiendo con incidencia intermitente de zona a zona y con señales acentuadas de proselitismo entre las personas más débiles social y culturalmente, ¿no es un signo concreto de una insatisfecha aspiración a lo sobrenatural?, ¿No constituye para vosotros, pastores, un auténtico desafío a renovar el estilo de acogida dentro de las comunidades eclesiales y un estímulo apremiante a una nueva y valiente evangelización, que desarrolle formas adecuadas de catequesis, sobre todo para los adultos?».
No podemos hacer creer en Jesús, que eso es evangelizar, si yo primero que todos, no lo creo, no lo amo, no lo admiro, no lo siento, no me emociona, no lo canto, no lo alabo, no lo proclamo, no lo escucho, no lo persigo, y si a todo esto no lo expreso con claridad y no se lo hago sentir a los demás y si tampoco lo siento yo primero!...: En Filipenses 3,8...12 S. Pablo dice: “ Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo JESÚS, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo... No es que lo tenga ya conseguido o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo (a Jesús), habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo JESÚS”. ¡Qué espléndida pasión la de S. Pablo por Jesús! ¡Quisiera yo tenerla para darla a los demás! Todo lo antes dicho, tanto yo como vos y como todos, debemos desearlo y pedirlo con insistencia machacona en nuestra oración, de otro modo, transmitiremos un mensaje empobrecido e insípido: sin la sal de la sabiduría, ¿qué creés que nos aconseja S. Pablo?: “ Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo (1ª Cor. 2,7); y en Ef. 1,17.” ...los recuerdo en mis oraciones... para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente.” Por tanto hay que pedir esta enorme gracia: “sabiduría y revelación” para poder transmitir esta “sabiduría misteriosa y secreta”, ahora bien, si queremos que estas cosas tan sublimes lleguen al corazón del hombre, tenemos este único camino que nos muestra S. Pablo y que el Papa nos propone valientemente. Al respecto de las estructuras dice:
«Tales estructuras han de ser sencillas, ágiles, sólo las indispensables, de forma que no agobien, sino que ayuden y faciliten el trabajo pastoral; por otra parte, han de ser eficaces, según las exigencias de los tiempos actuales» .El conocido hecho bíblico de David peleando con Goliat, es realmente clarificador, leamos: “Después, David se ciñó la espada de Saúl por encima de su indumentaria, e hizo un esfuerzo para poder caminar, porque no estaba entrenado. Entonces David dijo a Saúl: "No puedo caminar con todas estas cosas porque no estoy entrenado". Y David se las quitó. Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo”. (1º Sam. 17, 39-40). Algo parecido le pasó a Gedeón al que invito a leer en: Jueces 6, 11-24.
Puede ser que tengamos las mejores intenciones para “pelear el buen combate” pero las “armaduras..” o sea: las demasiadas estructuras y “organizacionismos”, nos impiden “caminar” para echar la siembra de la buena semilla.
Siguió el Papa insistiendo para poder afrontar de forma decidida el grave e insidioso problema de las sectas: «Evangelización en profundidad, presencia continua y activa de los pastores, obispos y sacerdotes, entre sus fieles, y relación personal de los fieles con Cristo».
En este tema de las sectas el Papa expresa claramente su pensamiento que nos debe hacer pensar a todos. Dice:
«El fenómeno de las sectas, que también en vuestras tierras se está difundiendo con incidencia intermitente de zona a zona y con señales acentuadas de proselitismo entre las personas más débiles social y culturalmente, ¿no es un signo concreto de una insatisfecha aspiración a lo sobrenatural?, ¿No constituye para vosotros, pastores, un auténtico desafío a renovar el estilo de acogida dentro de las comunidades eclesiales y un estímulo apremiante a una nueva y valiente evangelización, que desarrolle formas adecuadas de catequesis, sobre todo para los adultos?».
No podemos hacer creer en Jesús, que eso es evangelizar, si yo primero que todos, no lo creo, no lo amo, no lo admiro, no lo siento, no me emociona, no lo canto, no lo alabo, no lo proclamo, no lo escucho, no lo persigo, y si a todo esto no lo expreso con claridad y no se lo hago sentir a los demás y si tampoco lo siento yo primero!...: En Filipenses 3,8...12 S. Pablo dice: “ Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo JESÚS, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo... No es que lo tenga ya conseguido o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo (a Jesús), habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo JESÚS”. ¡Qué espléndida pasión la de S. Pablo por Jesús! ¡Quisiera yo tenerla para darla a los demás! Todo lo antes dicho, tanto yo como vos y como todos, debemos desearlo y pedirlo con insistencia machacona en nuestra oración, de otro modo, transmitiremos un mensaje empobrecido e insípido: sin la sal de la sabiduría, ¿qué creés que nos aconseja S. Pablo?: “ Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo (1ª Cor. 2,7); y en Ef. 1,17.” ...los recuerdo en mis oraciones... para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente.” Por tanto hay que pedir esta enorme gracia: “sabiduría y revelación” para poder transmitir esta “sabiduría misteriosa y secreta”, ahora bien, si queremos que estas cosas tan sublimes lleguen al corazón del hombre, tenemos este único camino que nos muestra S. Pablo y que el Papa nos propone valientemente. Al respecto de las estructuras dice:
«Tales estructuras han de ser sencillas, ágiles, sólo las indispensables, de forma que no agobien, sino que ayuden y faciliten el trabajo pastoral; por otra parte, han de ser eficaces, según las exigencias de los tiempos actuales» .El conocido hecho bíblico de David peleando con Goliat, es realmente clarificador, leamos: “Después, David se ciñó la espada de Saúl por encima de su indumentaria, e hizo un esfuerzo para poder caminar, porque no estaba entrenado. Entonces David dijo a Saúl: "No puedo caminar con todas estas cosas porque no estoy entrenado". Y David se las quitó. Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo”. (1º Sam. 17, 39-40). Algo parecido le pasó a Gedeón al que invito a leer en: Jueces 6, 11-24.
Puede ser que tengamos las mejores intenciones para “pelear el buen combate” pero las “armaduras..” o sea: las demasiadas estructuras y “organizacionismos”, nos impiden “caminar” para echar la siembra de la buena semilla.
Siguió el Papa insistiendo para poder afrontar de forma decidida el grave e insidioso problema de las sectas: «Evangelización en profundidad, presencia continua y activa de los pastores, obispos y sacerdotes, entre sus fieles, y relación personal de los fieles con Cristo».
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