EL Rincón de Yanka: ALINEACIÓN DE MENHIRES EN CARNAC Y LAS PIEDRAS QUE LO CAMBIA TODO: GÖBEKLI TEPE

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sábado, 7 de septiembre de 2013

ALINEACIÓN DE MENHIRES EN CARNAC Y LAS PIEDRAS QUE LO CAMBIA TODO: GÖBEKLI TEPE











Los alineamientos de Carnac (en francés: alignements de Carnac) son un conjunto de alineamientos megalíticos situados al norte del pueblo del mismo nombre, junto al golfo de Morbihan, en Bretaña (Francia). Es el monumento prehistórico más extenso del mundo, y fue erigido durante el Neolítico, en algún momento entre los milenios V y III AC.

Carnac es una población en Bretaña, Francia y se destaca por guardar misteriosos secretos detrás de las megalíticas construcciones de piedra que datan de un periodo incluido entre 5.000 y 3.500 años a.c. Estos son los llamados "Alineamientos de Carnac" y son aún más antiguos que otros monumentos como Stonehenge y las Pirámides de Egipto.

Este levantamiento prehistórico posee la mayor concentración de megalíticos del mundo y hasta es posible verlo desde fuera del espacio (Sólo son visibles la muralla China, Nazca y Carnac), conformado por 8 kilómetros de extensión y formando 40 hectáreas de superficie.

En el principio de su construcción eran más de 10.000 piedras, ahora sólo quedan 3.000 menhires que son enormes piedras alargadas, dispuestas de forma vertical, enterradas en el suelo y están mínimamente talladas. El emplazamiento se asemeja a extensas hileras de piedras de diversos tamaños desde los 90 centímetros hasta los 7 metros de altura, adoptando también formas circulares o elípticas (denominándose en este caso un crómlech o crónlech).

En total, el sector está dividido en cuatro campos: Alineaciones de Menec, con 1.099 piedras dispuestas en once hileras por 1,2 km. de largo, este alineamiento está flanqueado en sus dos extremos por círculos de piedras (crómlech); Alineaciones de Kermario, tiene 982 menhires en diez hileras que se extienden a través de 1,2 km;Alineaciones de Kerlescan, con 540 piedras, en 13 hileras de 880 metros de largo; y Le Petit Ménec con 100 piedras y se cree que es una extensión de Kerlescan anteriormente mencionado.

No es menor mencionar que este sitio forma perfectamente un triángulo de Pitágoras, siendo bastante impresionante su construcción en esa época.

Los fundamentos, funciones, ritos y significados relacionados a este sitio, aún se desconocen, pero se plantea que podrían haber sido construcciones funerarias, necrópolis. Otras teorías mencionan que son vestigios del gran diluvio universal, o avenidas que conducen a templos ya inexistentes. Algunos mencionan que son restos de campamentos romanos que fueron petrificados por Dios para proteger a San Cornelio (Patrón de la zona de Carnac y del ganado). Otros creen que el mago Merlín practicaba su magia en esta área. Incluso se dice que son la clave de que la Atlántida se mantuviera en un estado de ingravidez por encima del agua.

A pesar de esto, existen hallazgos importantes que no dejan de sorprendernos y están relacionados a la energía geomagnética (la energía de la tierra más estable y consistente). Este tipo de onda eléctrica longitudinal de la tierra, está polarizada dentro de sus redes de energía. Por lo tanto, la invocación de energía es posible a través del interior de los Menhires (piedras de granito) que funcionan como resonancia de estas ondas, al estar colocados dentro de esta red de energía.

Estos bloques de granito con forma piramidal en su extremo superior, poseen una cara plana que se observa claramente que fue cortada y otra cara cóncava, y al igual que las baterías, el menhir adopta un sistema de polaridad, siendo la cara plana la energía positiva y la cara cóncava la energía opuesta. Se convierten entonces en conductores de energía subterránea, dirigiendo la energía del interior hacia el exterior. Esto se debe a que fueron colocados en importantes líneas magnéticas en el eje Norte-Sur y en los campos de energía telúrica (ejes Este – Oeste), creándose un túnel de energía entre los menhires (sale la energía del suelo, cruza el menhir y luego nuevamente es atrapada por la atracción de la tierra dirigiéndose hacia el siguiente menhir). Se dice que estos túneles de energía pueden “recargar” a cualquier persona que camina por ahí.

El nivel de la energía de resonancia dentro de la piedra puede ser alterado tan sólo al cambiar la forma, consistencia y ubicación de la piedra. Los menhires de Carnac están ubicados en intersecciones de cruce de corrientes subterráneas, por lo que aumenta y amplifica su nivel de resonancia, estando exactamente ubicados en los nodos de energía de las “Rejillas Curry” y “líneas Hartmann (Líneas H)” (ambas energías electromagnéticas). Sólo para aclarar el nivel de energía al cuál nos referimos, debemos mencionar que las “Líneas de Curry” son de menor intensidad radiestésica que las “líneas H”, pero más dañinas, al afectar el equilibrio iónico natural del ser humano. Las “líneas Hartmann”, son como paredes invisibles que van desde la tierra a la ionosfera y convergen con varios factores como las radiaciones gamma, dañinas radiaciones de ondas electromagnéticas de baja frecuencia como el Haarp, etc. Es importante conocer que estos cruces de energía son en donde la radiación es más intensa, más notoria y perjudicial, llamándose puntos “geo patógenos”. A pesar de esto, se le atribuyen al lugar grandes poderes curativos, como brindar fertilidad y ayudar a los jóvenes en busca de pareja.

Por último, debemos mencionar que también pudo haber consistido en un complejo astronómico, ya que mediante observaciones pudieron extraer patrones sutiles de movimientos constantes del Sol y la Luna. Colocaron menhires aislados para indicar puntos significativos por donde salía y se ponía el sol, la luna y ciertas estrellas. Claramente para determinar el día exacto del solsticio se necesitaría un instrumento bastante preciso, pero desde Carnac está claramente señalado el verano y el solsticio de invierno, definiendo de esta forma el año solar. Existe un gran menhir caído de Locmariaquer, que se especula que pudo haber sido el centro de un inmenso observatorio astronómico apto para predecir eclipses. Entonces, se podría decir que tal como dijo Alexander Thom (catedrático de ingeniería de Oxford y autor de varias obras relacionados a los megalíticas construcciones), estos menhires son utilizados como “papel milimetrado para realizar distintas observaciones astronómicas”, mencionando también que poseen un gran significado matemático.

Considerando que hablamos de tiempos antiguos y remotos, es difícil comprender e imaginar que sin tener la tecnología necesaria, quienes crearon estos menhires lograron tanta exactitud en la ubicación de éstos en los campos geomagnéticos. Llamando la atención que estas intersecciones de energía están presentes en la mayoría de lugares sagrados de la humanidad, como pirámides, templos, catedrales y monumentos megalíticos. Y aquí nos cuestionamos ¿los hombres del neolítico realizaron solos éstos megalíticos monumentos o recibieron ayuda externa para mover estas rocas colosales? ¿Se les fue entregada alguna tecnología y conocimiento de otros? ¿O tan sólo son señales que nos dejaron nuestros ancestros para recordar quienes los ayudaron?





Göbekli Tepe 
Las piedras que lo cambian todo

Cuando se habla de monumentos prehistóricos, una suerte de automatismo psíquico aprendido nos lleva a pensar en construcciones megalíticas como la de Stonehenge, con grandes monolitos toscamente tallados, escasamente rematados y con poco o ningún espacio para el detalle y la ornamentación. Sin embargo, recientes hallazgos arqueológicos en Turquía han obligado a los expertos a cuestionarse de raíz algunas hipótesis que la antropología tenía asumidas casi como axiomas desde sus primeros pasos como ciencia. 

Uno de ellos en particular ha conmocionado y conmociona no ya a la comunidad científica y académica, sino a toda persona que toma conocimiento de su existencia. Su nombre: Göbekli Tepe, una soberbia construcción –probablemente, un templo– formada por enormes bloques de caliza tallada y labrada con una habilidad y sofisticación que se nos antojaban hasta ahora inconcebibles para su época. A su lado, el diseño de Stonehenge parece obra del trazo torpe e inseguro de un preescolar; poco más que un montón de menhires apilados en círculo. Pero lo que distingue a esta nueva construcción en la actual Turquía del célebre monumento inglés es algo más que la laboriosidad o la dificultad técnica. Lo que marca la distancia entre ambos y abre las bocas de eruditos y profanos son los casi 7.000 años que los separan. 

Las mediciones calibradas sitúan el estrato más antiguo –hasta ahora– de Göbekli Tepe en torno al año 9600 antes de Cristo. Es, por tanto, 6.500 años anterior a Stonehenge y 7.000 años más viejo que la más vieja de las Pirámides. Se trata, con holgada diferencia, del monumento megalítico más antiguo que la Humanidad ha conocido, y su descubrimiento viene a cambiar de manera drástica la percepción que el Homo sapiens sapiens tiene de la arquitectura neolítica y de su propia evolución como especie.

Una vez desenterradas, las piedras resultaron ser imponentes pilares en forma de T mayúscula, perfectamente tallados y extraídos de la roca viva en una sola pieza de entre 2 y 3 metros de altura y un peso de hasta 5 toneladas. Están colocados de pie, encastrados cada pocos metros a lo largo de un muro que cierra un recinto circular de 20 metros de diámetro. Aisladas en el centro de este anillo se levantan, erguidas verticalmente sobre dos grandes pedestales planos también de piedra, otras dos T’s de caliza notablemente más grandes que las anteriores, de hasta 6 metros de altura y 10 toneladas de peso. Pero aún más fascinante que el tamaño de estos pilares en T es su superficie. En ella aparecen, grabados en bajorrelieve, dibujos de distintos animales: zorros, jabalíes, toros, leones, patos, grullas, buitres, serpientes, arañas, escorpiones y hasta una figura en altorrelieve de una especie de leopardo de aspecto fiero y demoníaco. 

Algunos pilares tienen brazos tallados a ambos lados y manos que se cruzan sobre el abdomen. En otro aparece una figura humana decapitada y con el falo erecto… Son historias contadas sobre la piedra en una especie de protolenguaje gráfico muy primitivo que ya –o todavía– nadie sabe leer. Todo el conjunto rebosa simbología.

Sea o no un templo, Göbekli Tepe es, sin duda alguna, la obra de arquitectura megalítica más arcaica de la que se tiene noticia. Su tamaño (hasta 15 metros de sedimentos acumulados sobre una superficie de unas 9 hectáreas), la ingente cantidad de fósiles que acumula y, sobre todo, su fabulosa antigüedad (décimo milenio a. C., y no se descarta que pueda haber estratos anteriores a esa fecha) han convertido ya a este yacimiento en uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la arqueología.

Pero ahí no acaban las preguntas. Por alguna razón que solo ellos conocieron, los cazadores-recolectores que construyeron Göbekli Tepe decidieron abandonarlo dos milenios más tarde. Por fortuna, antes de eso tuvieron también la exquisita atención de enterrarlo por completo, lo que ha permitido que se conservara hasta nuestros días. Parece ser que durante los 2.000 años en que este lugar permaneció activo, la práctica de enterrar estos presuntos templos para construir otros encima fue habitual cada pocos siglos. Por qué lo abandonaron definitivamente y, sobre todo, por qué se tomaron la colosal molestia de mover toneladas y toneladas de tierra, basura y escombros para taparlo todo y dejarlo convertido en una colina artificial son enigmas apasionantes. Su solución, de momento y dada la escasa información disponible, cae más en el terreno de la fe y la imaginación que en el de la ciencia. De hecho, los motivos espirituales encabezan la lista de las conjeturas más manejadas.

El ser humano ya estaba organizado en sociedades más o menos complejas y especializadas antes de aprender a trabajar la tierra. Si la tesis de Schmidt se confirma, si Göbekli Tepe resulta ser el primer templo construido por el hombre, la religión (entendida como institución, no como culto totémico) podría no solo no ser un efecto de la sedentarización, sino que incluso podría empezar a considerarse una de sus causas. Una hipótesis que Schmidt resume en una sola frase: «Primero el templo, después la ciudad».

Por otro lado, y con independencia de si Göbekli Tepe es una obra civil o religiosa, ¿podemos, contemplando esos gigantescos pilares grabados hace cerca de 12.000 años con esos símbolos ancestrales, negar a sus artífices el grado de civilizados, aunque no vivieran en ciudades? Resulta complicado sin acotar y revisar primero nuestro concepto de civilización.