EL Rincón de Yanka: SUSCEPTIBLE NO ES LO MISMO QUE SENSIBLE

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martes, 3 de mayo de 2016

SUSCEPTIBLE NO ES LO MISMO QUE SENSIBLE


SUSCEPTIBLE NO ES LO MISMO 

QUE SENSIBLE


Diferenciar estos dos conceptos, susceptibilidad y sensibilidad, te ayudará a valorar si tienes tus baterías de defensa exageradamente activadas o no.

La susceptibilidad implica un equilibrio psíquico muy frágil: Siempre en guardia y con los mecanismos de defensa en alerta las 24 horas del día, el susceptible carece de autocrítica, sus juicios son siempre negativos y siente pavor a hacer el ridículo en público. Normalmente, tras esa protección se oculta un complejo de inferioridad bastante considerable.

La sensibilidad supone un equilibrio psíquico fuerte: El sensible no se descompone fácilmente a nivel psíquico, con lo que sus mecanismos de defensa poseen una actividad pequeña. Goza de una capacidad extraordinaria para empaparse del valor de la vida sin demasiados temores y sin hacer juicios peyorativos. Se conoce bien, acepta sus cualidades negativas sin miedo al qué dirán y sabe reírse de sí mismo.

"Los susceptibles terminan 
dominando todo y a todos"

"En esta sociedad sabe Dios lo que es 
lo políticamente correcto"
Francisco Arévalo

El humor indiscutíblemente debe ser 
"Políticamente IN-Correcto". 
Yanka

"Tenemos una sociedad susceptible 
a cualquier mariquera. 
Somos gelatina social". 
Yanka

"Creo que la mayoría de las personas 
son más susceptibles de perjudicar a la razón". 
Roger Ebert

Todos conocemos a alguna persona susceptible. Quizás hasta nosotros mismos lo seamos, con o sin conciencia de ello. 

Las personas susceptibles suelen saltar ante cualquier comentario, y piensan constantemente que están hablando de ellas.
Son personas muy frágiles emocionalmente y con baja autoestima teniendo entre otras características, la necesidad irrevocable de ser el centro de atención.
Las personas susceptibles, normalmente, han recibido una educación en la que se les ha exigido mucho. En la que no se premiaban las cosas buenas y positivas, y sí se penalizaban todos los errores cometidos.


Alguien susceptible puede ser alguien quisquilloso pero también es aquella persona muy, muy, pero muy sensible. Le decimos algo que no nos gusta de él o ella, por ejemplo, y llora. Entonces, llegado el caso, nos cuidamos mucho de lo que vamos a comunicar. Sea porque se enojan, se sienten atacados por "nada" o perciben rechazo y desamor en cualquier puesta de límites -por leve y amable que esta sea-, los susceptibles ganan terreno y dominan al mundo.

Efectivamente, llegado el caso, los grupos humanos empiezan a manejarse de acuerdo con los límites que marca el susceptible. 



Como si fueran polvorines que consideran que toda actitud del prójimo es una "chispa" que hace doler, enojar o angustiar, los susceptibles suelen paralizar las reacciones de quienes los rodean, y marcan el terreno con su ánimo, sea éste genuino o fraguado. Pueden ser jefes susceptibles, amigos susceptibles, cónyuges o hijos. 
La energía que roba el susceptible es mucha, pero se compensa cuando la mirada se amplía, se redimensionan las cosas a través del sentido común y se honra aquella frase de Artigas que decía que 'con la verdad, no ofendo ni temo', frase que, bien entendida, será salvavidas para muchos que están perdidos en el laberinto de susceptibilidades propias y ajenas.

Estas personas gozan de una baja autoestima y, por esta razón, tienen la necesidad de ser el centro de atención. Les molestan todos los comentarios y críticas, y tienden a malinterpretar las conversaciones. Tienen un carácter agresivo que no pueden reconocer.
Posiblemente para que este rasgo de susceptibilidad se diese en menor medida, en su educación se debería haber valorado cada uno de los aspectos de su persona, los positivos y los negativos.
Las personas susceptibles, son tan frágiles como el cristal. Con un comentario negativo hacia ellos se podrían derrumbar. A pesar de ello, estas personas suelen estar atentas a todo lo que se dice de ellas, y les pueden molestar cualquier comentario, incluso los hechos por alguien que apenas conocen. Se torturan dándoles vueltas y vueltas a esas críticas hacia su persona.

Las palabras de los demás son muy importantes para ellos, ya que tienen una falta de criterio sobre sí mismos, y éstas, aunque malas, le dan seguridad. Cuando los comentarios que reciben son negativos, no las aceptan porque el enfrentamiento a ellas sería algo demasiado doloroso, ya que tendrían que reconocer sus carencias y limitaciones.
La susceptibilidad suele desarrollarse a partir de una educación muy estricta, donde las cosas positivas no son premiadas y los errores se castigan con dureza. Esta situación hace que la persona se sienta cuestionada en todo momento y en cualquier circunstancia.

La susceptibilidad es una característica de la personalidad que hace que, quien la padece, sea muy sensible a las acciones y comentarios de quienes les rodean. Normalmente estas personas tienen mucho miedo al rechazo o a las burlas y suelen reaccionar de manera agresiva o vengativa contra las personas que no las tratan como ellas se merecen. Carecen de sentido del humor y de tolerancia a las bromas o las críticas.

El mayor problema de las personas susceptibles no es solamente que no sepan aceptar el rechazo o las burlas sino que suelen ver ataques de los demás que realmente sólo están en su imaginación. Su manera de pensar es retorcida, siempre están a la defensiva y buscando cualquier mínima pista que les indique que alguien está intentando hacerles daño. Analizan cada mirada, cada palabra y cada gesto de la gente que está a su alrededor buscando segundas intenciones de las que deben protegerse. Siempre están hipervigilantes y saltan ante la menor provocación, ya sea real o imaginada.


John Cleese ha creado un video con su opinión sobre la actual corriente de corrección política y llevar a la gente entre algodones. "Estoy muy disgustado con la prensa actual, con su vagancia, con su insustancia, con su falta de precisión y con su corrección política. Mi rama, la comedia, es imposible si no se puede poner el dedo en la llaga y decir aquello que nadie más se atreve a decir, pero haciendo un chiste para mejor digerirlo ¿cómo puedo hacerlo si no me dejan llamar a las cosas por su nombre? estamos matando la libertad de expresión".