"La partícula de Dios demuestra
aún más las maravillas de la Creación"
"El científico se limita a decir que las descubrió,
el creyente ve en ellas el fruto de la acción de Dios".
Lo dijo el canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias, el argentino Sánchez Sorondo, al comentar el hallazgo del "bosón de Higgs". Valora que hasta una científica atea hable del tema, e interpela: ¿quién puso allí las leyes de la naturaleza?
Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de
las Ciencias, supo con cierta anticipación que el descubrimiento del "bosón de
Higgs" estaba cerca, durante el otoño del año
pasado.En el congreso sobre física
subnuclear organizado en la Casina Pío V del Vaticano, algunos de los físicos
del CERN habían explicado entonces que el Large Hadron Collider (el mega
acelerador de partículas subterráneo de Ginebra) había empezado a captar
"indicios" de la misteriosa partícula que han buscado los físicos durante casi
50 años. Sin ella, según las teorías actuales sobre la naturaleza del universo,
nada podría tener masa y todo sería un "caldo" de energía
pura.
«Cada vez se demuestra que la Creación es algo maravilloso», dice hot monseñor Sánchez Sorondo a Vatican Insider, al comentar el anuncio del descubrimiento que llegó ayer desde Ginebra.El hecho de que el bosón de Higgs exista, como habían teorizado algunos físicos en 1964, demuestra que el universo «tiene una estructura fundamental que se descubre». El religioso argentino añade, con un guiño, que «si está allí, alguien la debe de haber puesto».El bosón de Higgs se ha convertido en la "rockstar" de la física nuclear, sobre todo gracias al "apodo" que en un libro de1993 le dio el premio Nobel de Física Leon M. Lederman: "la partícula de Dios" o "la partícula divina". En realidad, parece ser que el físico pensaba en una "maldita partícula" ("goddamn" en inglés) que se convirtió, gracias al olfato del editor del libro, e lo contrario.Tal vez el nombre es un poco altisonante. «Pero me da gusto –bromea monseñor Sánchez Sorondo– que incluso Margherita Hack, que es atea, hable de la "partícula de Dios"».
Con un poco más de
seriedad, el teólogo indica dos aspectos positivos en el descubrimiento del
CERN. Antes que nada, «nuestro conocimiento ayuda a descubrir qué sucede en la
naturaleza». En práctica, «las matemáticas nos sirven, pero hasta un cierto
punto», porque no se puede prescindir de la realidad: es una vertiente de
pensamiento que el religioso llama "neo-realismo" y que plantea que entre «lo
que sucede en la naturaleza» y «lo que se comprende con la mente» hay una
correspondencia efectiva. En otras palabras: no estamos encerrados en la esfera
de cristal de nuestra cabeza, puea hay una correspondencia real entre el mundo y
el pensamiento.Y luego, prosigue monseñor Sánchez
Sorondo, «el científico descubre leyes que no puso allí. Y preguntarse quién fue
el que las puso allí es una pregunta teológica:
el científico se limita a decir
que las descubrió, el creyente ve en ellas el fruto de la acción de
Dios».
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