EL Rincón de Yanka: El Silencio te lleva a tu Origen (a la fuente, a la raíz)

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miércoles, 10 de octubre de 2007

El Silencio te lleva a tu Origen (a la fuente, a la raíz)

"Tu Silencio dice infinitamente más
que mis nonadas palabras". Yanka
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"Cristo es el origen de nuestra vida, el término a donde nos dirigimos y el camino por donde avanzamos". San Agustín
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Dios está en mi casa. Espera siempre en mi corazón. La persona es una casa habitada por Dios. A veces no lo sabemos y no queremos introducirnos dentro de la casa porque incorporarse a espacios vacíos da estremecimiento. Por eso nos lanzamos frenéticamente a la acción, por eso el movimiento exterior ejerce tanto y tan poderoso atractivo. El vacío puede asustar, angustiar. Pero sólo cuando se deja todo y se entra en casa es cuando se sabe que alguien está en ella esperándote. Para entrar en el corazón es imprescindible soltar nuestras ramas. Recordemos aquel relato en el que una persona cae al precipicio y en su desesperación se agarra a una rama que sobresale. Y, en esa situación, pregunta a Dios si existe. «Si existes, sácame de aquí». Le contesta Dios: «Muchos me han dicho lo mismo. Suelta la rama y lánzate sin miedo». Ese es el secreto: suelta la rama. Es decir, no intentes entrar en tu casa sin soltar antes tus objetivos, tus pensamientos, tus deseos, tus sensaciones... Sólo se suelta uno cuando sabe que allí, abajo, le esperan las manos de su Dios. El vacío es la presencia del Invisible, es la presencia del que no se va.
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Nosotros vivimos como náufragos antes de volver a nuestra casa, antes que crear el vacío. Y es que nos olvidamos de que volver a casa es volver al calor, a los abrazos de los que nos aman y queremos. Recordemos la persiana echada en la hora de calor, el pan en la mesa, la manta que protege del frío de la noche... Se siente uno protegido al amparo de todo peligro. Volver a casa, a nuestro corazón es volver a los brazos del que nos ama. Vivir sin casa es vivir de espaldas a Dios. Hallar la casa es hallar el gozo, el contento, la tranquilidad... También hay que recordar que cuando se construye una casa siempre tiene que ser pensando en los demás. Es para los demás. El silencio también es para los demás. No es para mí solo sino para compartir. No es un gesto de egoísmo. Mi corazón es para Dios y para los otros. La casa la hacen los que viven en ella. Mi casa la hace Dios y los que habitan conmigo. ¿Qué misterio es este de la casa?
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Cuando uno agoniza fuera siempre suplica: «¡Que me lleven a casa!». Este es también mi misterio. Todo busca el retorno a su origen. Incorporarse a su principio. Somos igual que el agua. Ella sube a las nubes. En la cumbre de la sierra luce como nieve, pero luego se deshace para buscar su origen, su fuente, su manantial... Nosotros vamos a la casa. Echar a andar a la casa es buscar el camino de regreso. No es bueno estar aquí como huésped. Soy casa. No es que tenga casa. Es que soy casa. Soy eterno. Por eso duele tanto vivir fuera de casa. Estar sin casa es estar como nómada. El silencio te lleva a casa.
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JOSÉ F. MORATIEL
Título: "Conversando desde el silencio"
Texto completo del artículo en
http://www.dominicos.org/provesp/Silencio/conversando/conversandofr.htm