¡CRISTO RESUCITÓ
Y EL SEÑOR VIENE!:
¡ALELUYA! Y ¡MARANATHA!
Los fundamentalistas reducen el significado de «Parusía» a la venida de Cristo al final de los tiempos; pero para el pueblo del siglo I en lengua griega, la palabra significaba «presencia». La teología católica mantiene este significado originario.
"Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos,
que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?
Os digo que les hará justicia pronto.
Pero, cuando el Hijo del hombre venga,
¿encontrará la fe sobre la tierra?
(Gracias a muchos "teólogos", no.)"
Lc 18, 7-8
MARANATA
... padeció bajo el poder de Poncio Pilatofue crucificado, muerto y sepultado,descendió a los infiernos,al tercer día resucitó de entre los muertos,subió a los cielosy está sentado a la derecha de Dios,Padre todopoderoso.Desde allí ha de venir (y de nuevo vendrá con gloria)a juzgar a vivos y muertos...
"MARANATHA"
Los cristianos de la antigüedad la utilizaban como saludo, algo que aún se acostumbra entre algunas agrupaciones religiosas.
- Maranata
- Maran ata
Los cristianos de la antigüedad la utilizaban como saludo, algo que aún se acostumbra entre algunas agrupaciones religiosas.
- Maranata
- Maran ata
Los fundamentalistas reducen el significado de «Parusía» a la venida de Cristo al final de los tiempos; pero para el pueblo del siglo I en lengua griega, la palabra significaba «presencia». La teología católica mantiene este significado originario.
En su libro «Escatología» el cardenal Ratzinger escribió: «La Santa Parusía es la más alta intensificación y cumplimiento de la liturgia. Y la liturgia es Parusía... Cada Eucaristía es Parusía, el Señor que viene, y aún la Eucaristía es incluso más verdaderamente el tenso anhelo de que Él revelará su gloria escondida».
"Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús". Ap 22, 17 y 20
La Santa Parusía es verdaderamente el Alfa y el Omega, el comienzo y el fin, la primera y la última palabra de la predicación de Jesús; que ella es la llave, la explicación, la razón de ser, en fin, el acontecimiento supremo al cual se refiere todo la demás, y sin el cual todo lo demás se derrumba y desaparece”. Cardenal Luis Billot
La Santa Parusía
Uno de los principales dogmas de la fe cristiana es el de la segunda venida de Cristo. Y así lo reiteramos en el Credo “… y de nuevo vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos”. Todos los católicos afirmamos diariamente este dogma en el Credo durante la Santa Misa. Además en el Padre Nuestro rezamos: “venga a nosotros tu reino” y qué pocos piensan lo que realmente pedimos en esta afirmación, que no es sino que se realice el segundo advenimiento de Cristo y con Él su reinado que no tendrá fin. Lamentablemente para la mayoría de los católicos, y para la casi totalidad de la humanidad, este hecho fundamental y extraordinario en la historia del mundo es bastante olvidado. Es un espléndido dogma muy poco meditado: “Varones de Galilea, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este Jesús que os ha sido llevado de entre vosotros al cielo, vendrá así tal como le habéis visto subir a Él” (Hechos 1, 11), dijeron los dos ángeles de la Ascensión.
MARANA THA
Sé que vendrá Jesús un día,
sé que vendrá como marchó,
con los cabellos relucientes
y la estameña como el sol.
Por eso tengo siempre abiertos
los dos vatientes del balcón;
que no sorprenda su venida
despreocupada mi atención.
Sé que vendrá súbitamente,
como un relámpago, el Señor,
por eso tengo siempre abierto
el ventanal del corazón.
No tardes más; la vida es corta;
no la dilates tú, mi Dios.
Que nos anuncie la veleta
qué viento trae, al fin, tu voz.
Sé que traerás entre las manos
la paz de mi resurrección,
con tu mirada trascendente
como la luz, como el amor.
***
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO: "Salió como vencedor para seguir venciendo"
Así pues, el dogma de la segunda venida de Cristo o también llamado Santa Parusía es tan importante como su primera venida o Encarnación. Si esto no se entiende, simplemente no se entiende nada de la Escritura ni nada de la historia de la Iglesia, ni nada de lo que está ocurriendo en estos tiempos. Así que contra lo que muchas crean y opinen hoy en día, Jesucristo vuelve, y vuelve pronto, muy pronto y está a las puertas.
Por eso hoy en día la enfermedad mental del mundo moderno es pensar que Jesucristo no vuelve más, o al menos, no pensar que vuelve. Y en consecuencia, el mundo moderno no entiende lo que está pasando hoy en día. Muchos piensan que el universo y la vida del hombre en la tierra es un proceso natural, pero esto no es así. La existencia del hombre y toda la creación en general es un poema gigantesco, un poema dramático en el cual Dios se ha reservado la Iniciación, el Trama y el Desenlace. Dicho con palabras teológicas: Creación, Redención y Parusía. Los personajes de este poema son los hombres con su libertad, pero el primer actor y director de la orquesta es Dios.
YO SÉ QUE VOLVERÁS...
Yo sé que volverás, será distinto,
el mundo en Tu mirada transformado,
vencdios ya la muerte y el pecado,
saldremos de este ingente laberinto.
Yo sé que volverás y el tiempo ungido
en Tu Misterio, en hálito de fuego,
traerá la salvación a que me entrego,
si en alas de Tu Espiíritu me he ido.
Consumarán la obra comenzada,
será victoria Tu Palabra Pura,
Potencia que, del cielo, me asegura,
la paz de tu virtud acrisolada.
Y llenará Tu Espíritu el vacío
de un mundo sin sentido que he olvidado
su origen y será transfigurado
en la luz de Tu Reino que ya es mío.
Y lloverá Tu Paz, la guerra extinta,
Tu Armonía fluyendo en toda hora,
el corazón Tú música atesora,
el triunfo de Tu Amor en él se pinta.
Habra juicio de vida y de condena,
de llanto y de alabanza sin ocaso,
de abismo y de misterio en el abrazo
que quiebra para siempre mi cadena.
Fray Alejandro Ferreirós
(Del libro "Te adoro Señor mío")
***
¡CRISTO VUELVE!
Por Ana Casper
“Yo, Jesús, he enviado a mi mensajero para dar testimonio de estas cosas a las Iglesias. Yo soy el Retoño de David y su descendencia, la Estrella radiante de la mañana. El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’, y el que escucha debe decir: ‘¡Ven!’ Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida. Yo advierto a todos los que escuchan las palabras proféticas de este Libro: ‘Si alguien pretende agregarles algo, Dios descargará sobre él las plagas descritas en este Libro. Y al que se atreva a quitar alguna palabra de este Libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la Ciudad santa, que se describen en este Libro’. El que garantiza estas cosas afirma: ‘¡Sí, volveré pronto!’ ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén.”(Ap.22, 16-21)
Con esas palabras concluye el Apocalipsis. Cristo vuelve. Así nos lo dice la doctrina de la fe. Así lo afirmamos al recitar el Credo: “… y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”. Este es un artículo fundamental de nuestra fe católica. En la Misa exclamamos: “Cada vez que comemos de este Pan y bebemos de este Cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas”. O bien, “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!” Son palabras que decimos para pedirle que vuelva pronto, que no se tarde en venir. Pero se nos ha hecho tal la costumbre de pronunciarlas que hemos perdido de vista su real significado.
Resulta extraño constatar que esta verdad central de nuestra fe está casi ausente en las predicaciones y las catequesis. Exceptuando la liturgia, es difícil detectarla en el contenido de la acción concreta la Iglesia. Tampoco está presente en las conversaciones entre hermanos en la fe, y no se hace fácilmente perceptible en nuestras vidas. Vivimos como persuadidos de que el regreso de Nuestro Señor no va a acontecer todavía, al menos en el tiempo de nuestras vidas. Pensamos que eso sucederá luego, mucho después. Tanto tardará en venir que no es preciso apurar ningún preparativo. A otras generaciones les tocará ocuparse de ello.
Los cristianos ya no vivimos expectantes, no miramos hacia el Oriente porque no anhelamos la venida definitiva de Cristo. Pero sí que hay otros advenimientos que logran captar nuestra atención: lo que se viene en el mundo tecnológico, los modelos de automóviles que están por salir al mercado, el próximo campeonato de fútbol, los vaivenes de la economía, las decisiones que emanarán de las poderosas organizaciones internacionales que gobiernan este mundo, etcétera. El olvido del advenimiento que los cristianos hemos de esperar expectantes no puede causar más que daño. No sólo a nosotros mismos, también a quienes aún no conocen a Cristo.
Nos daña porque nos distrae de tal manera que nuestra vida puede disiparse perdiendo de vista su centro y su dirección, y nublándose su sentido: ¿En qué se convierte un cristiano que no anhela la llegada de su Señor? Si justamente el cristiano es alguien que por la fe en Cristo vive en la esperanza de Su manifestación gloriosa.
El olvido de esta promesa del Señor daña también a los demás. Cuando alguien es enviado a cumplir una misión no puede dormirse o entretenerse por el camino sin riesgo de arruinarla. El cristiano es enviado a anunciar el Evangelio, es decir anunciar a Cristo y proclamar que Él vuelve a buscar a los suyos. Pero si el mensajero se duerme o se distrae con las cosas de este mundo, los destinatarios de la Buena Noticia dejan ya de recibirla. Si los que aún no creen en Cristo no perciben en nosotros la urgencia que produce en nuestras vidas la próxima venida del Señor, entonces no estarán viendo nada diferente de lo que ven en cualquier hombre de buena voluntad. Seremos cual sal que ha perdido su sabor.
En su libro Cristo, ¿vuelve o no vuelve?, Leonardo Castellani escribe al respecto: “el mundo moderno no entiende lo que le pasa. Dice que el cristianismo ha fracasado. Inventa sistemas, a la vez fantásticos y atroces, para salvar a la humanidad. Está a punto de dar a luz una nueva religión. Está lleno de profetas que dicen ‘Yo soy. Aquí estoy. Este es el programa para salvar al mundo. La Carta de la Paz, el Pacto del Progreso y la Liga de la Felicidad. ¡La Una, la Onu, la Onam, la Unesco! ¡Mírenme a mí! Yo soy’. […] Es ateísmo radical revestido de las formas de la religiosidad. Con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo, transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas. La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro. De los despojos muertos del cristianismo protestante, galvanizados por un espíritu que no es el de Cristo, una nueva religión se está formando ante nuestros ojos. Esto se llamó sucesivamente filosofismo, naturalismo, laicismo, protestantismo liberal, catolicismo liberal, modernismo… Todas estas corrientes confluyen ahora y conspiran a fundirse en una nueva fe universal […] Esta religión no tiene todavía nombre y, cuando lo tenga, ese nombre no será el suyo. Todos los cristianos que no creen en la Segunda Venida de Cristo se plegarán a ella. Y ella les hará creer en la venida del Otro. ‘Porque yo vine en nombre de mi Padre y no me recibisteis; pero otro vendrá en su propio nombre y le recibiréis’ (San Juan, V, 43)”.
Cristo vuelve. Despertemos, que Él viene; y aún tenemos que completar cada cual nuestra misión. Hay mucho por hacer, la cosecha es abundante, los trabajadores pocos. Pero menos serán si permanecemos dormidos.
Cristo, ¿vuelve o no vuelve?
Si una palabra suena y resuena en estos días entre brindis y saludos navideños, es la Esperanza.A mí siempre me ha seducido especialmente, y creo que tal vez es como la “Cenicienta” de las Teologales, pues siempre hay quienes velan celosos por los abusos contra la Fe y la Caridad, pero en lo que se refiere a la Esperanza, mientras unos gustan de falsificarla, otros la descuidan gravemente (olvidando que la desesperación es el aguijón inconfundible del desbarranco de Judas, inclusive más que la traición…).Porque contra las virtudes podemos pecar por exceso o por defecto, y muchos que pregonan la esperanza por los caminos, saltando alegremente como arlequines (“Un nuevo sol, se levanta…”), quizá pecan por exceso, cayendo en ilusión o tontería, y eso no es esperanza sino su caricatura. Son los de esa pandilla que se atreve a reemplazar al Cristo Crucificado de los altares por uno “Resucitado” que parece que está por saltar de un trampolín, creyendo que la esperanza viene a abolir la cruz, y entonces comprobamos que “están mirando el canal equivocado” o se les ha caído la brújula por algún lado…Y cuando se pierde la brújula, lógicamente, uno trata de orientarse como puede, pero a veces se pierde cada vez más, y lo mejor sería volver al sitio donde se ha comenzado la marcha.Primero, entonces, hay que recordar serenamente que estamos aquí de paso, que esto no es permanente, que aunque pongamos nombre más bonito a los cementerios y escondamos las cruces, la muerte llega tarde o temprano y la función se termina, baja el telón, y uno despierta del “sueño” de este valle de lágrimas para una eternidad luminosa o tenebrosa, pero bien; eso es lo principal que si se pierde de vista, es muy mal síntoma.Y como mundo, lo mismo. Este optimismo cascabelero de que “cada vez es todo más lindo” (sí, como la tarantela…) es simplemente mentiroso, una estafa grosera ante la cual los católicos no podemos hacer de corifeos. Entonces, cuando nos vienen con la esperanza en “un mundo mejor”, tenemos que saber qué es lo que esperamos, o mejor dicho, a Quién esperamos.Pensando en esto, he querido compartir en estos días unas sugestivas líneas del p. Castellani de su Cristo, ¿vuelve o no vuelve? (Dictio, Buenos Aires), para esperar más católicamente, con menos fuegos artificiales pero más luces en el corazón e inteligencia de la fe “que nos gloriamos de profesar”:“*Cristo no vuelve más.La enfermedad mental específica del mundo moderno es pensar que Cristo no vuelve más; o al menos, no pensar que vuelve.En consecuencia, el mundo moderno no entiende lo que le pasa. Dice que el cristianismo ha fracasado. Inventa sistemas, a la vez fantásticos y atroces, para salvar a la humanidad. Está a punto de dar a luz una nueva religión. Quiere construir otra torre de Babel que llegue al cielo. Quiere reconquistar el jardín del Edén con solas las fuerzas humanas (Quien dudare de esto -de que se está formando ante nuestros ojos una nueva y vasta religión-, puede leer las obras de los ingleses Aldous Huxley o Bernard Shaw; o recorrer los numerosos opúsculos a mimeógrafo y sin imprimatur del p- Teilhard de Chardin, miembro de la Academie des Sciences y de la Compañía de Jesús; principalmente: Comment Je Crois,Esquisse d’un Univers Personnel, L’Esprit de la Terre, Comment je vois, Les Phases d’une PlaneteVivante, Le Milieu Vivant, Introduction a la Vie Chretienne y otros menores; mezcla, a nuestro entender, de buena ciencia, mala filosofía y teología herética sutilmente paliada; mezcla detonante que constituye - y ojalá nos equivoquemos en esto- vasto y completo programa de neocatolicismo profundamente heterodoxo y modernista).Está lleno de profetas que dicen: “Yo soy. Aquí estoy. Este es el programa para salvar al mundo. La Carta de la Paz, el Pacto del Progreso y la Liga de la Felicidad. ¡La Una, la Onu, la Onam, la Unesco! ¡Mírenme a mí! Yo soy.”La herejía de hoy, descrita por Hilaire Belloc en su libro Las Grandes Herejías, pareciera explícitamente no negar ningún dogma cristiano, sino falsificarlos todos.Pero, mirándolo bien, niega explícitamente la Segunda Venida de Cristo; y con ella, niega su Reyecía, su Mesianidad y su Divinidad. Es decir, niega el proceso divino de la Historia. Y al negar la Divinidad de Cristo, niega a Dios. Es ateísmo radical revestido de las formas de la religiosidad.Con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo transformándolo en una adoración del hombre; o sea sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas.La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro.De los despojos muertos del cristianismo protestante, galvanizados por un espíritu que no es de Cristo, una nueva religión se esta formando ante nuestros ojos. Esto se llamó sucesivamente filosofismo, naturalismo, laicismo, protestantismo liberal, catolicismo liberal, modernismo… Todas esas corrientes confluyen ahora y conspiran a fundirse en una nueva fe universal; que en Renán, Marx y Rousseau tiene ya sus precursores (Las Tres Ranas del Apokalypsis, a saber: liberalismo, comunismo y modernismo).Esta religión no tiene todavía nombre, y, cuando lo tenga, ese nombre no será el suyo. Todos los cristianos que no creen en la Segunda Venida de Cristo se plegarán a ella. Y ella les hará creer en la venida del Otro. “Porque yo vine en el nombre de mi Padre y no me recibisteis; pero otro vendrá en su propio nombre y le recibiréis”( San Juan V, 43).De ellos escribió el primer Papa: “¡Sabed, en primer lugar, que vendrán en los últimos días en decepción seductores que andan según sus concupiscencias! Y dirán: ‘¿Dónde está la promesa de su venida?’ Todas las cosas perseveran lo mismo que desde el principio del mundo, después que murieron los Padres.”Se les esconde a los que esto quisieran, que al principio fue el cielo y la tierra sacada del agua y consistente sobre el agua por el verbo de Dios. De donde aquel mundo de entonces, inundado del agua, pereció. Pero los cielos de ahora y la tierra en el mismo verbo de Dios cimentados, están reservados al fuego del día del juicio, y la perdición de los impíos…No olvida Dios su promesa, como algunos creen; mas obra con paciencia por vosotros, no queriendo que perezca nadie, sino que todos se conviertan a penitencia (II Pe. III, 3-9).*Jesucristo vuelve o no vuelve?Jesucristo vuelve, y su vuelta es un dogma de nuestra fe.Es un dogma de los más importantes, colocado entre los catorce artículos de fe que recitamos cada día en el Símbolo de los Apóstoles y cantamos en la Misa Solemne. “Et iterum venturus est cum gloria judica vivos et mortuos. ” Es un dogma bastante olvidado. Es un espléndido dogma poco meditado.Su traducción es ésta: el mundo no continuará desenvolviéndose indefinidamente, ni acabará por azar, dando un encontronazo con alguna estrella mostrenca, ni terminará por evolución natural de sus fuerzas elementales -o en tropía cósmica, como dicen los físicos-, sino por una intervención directa de su Creador. No morirá de muerte natural, sino de muerte violenta; o por mejor decir -y a que Tú eres Dios de vida y no de muerte-, de muerte milagrosa. El Universo no es un proceso natural, como piensan los evolucionistas o naturalistas, sino que es un poema gigantesco, un poema dramático del cual Dios se ha reservado la iniciación, el nudo y el desenlace; que se llaman teológicamente Creación, Redención, Parusía.Los personajes son los albedríos humanos. Las fuerzas naturales son los maquinistas. Pero el primer actor y el director de orquesta es Dios. “Varones galileos, ¿qué estáis allí mirando al cielo? Este Jesús que habéis visto subir al cielo, parejamente un día volverá a bajar del cielo”? dijeron los dos ángeles de la Ascensión. Ese será el desenlace del drama de la humanidad: “Videbunt in quem hiuisfixcrtuit” (“Mirarán al que enclavaron”).El dogma de la Segunda Venida de Cristo, o Parusía, es tan importante como el de su Primera Venida, o Encarnación.Si no se lo entiende, no se entiende nada de la Escritura ni de la historia di* la Iglesia. El término de un proceso da sentido a todo el proceso. Este término está no sólo claramente revelado, mas también minuciosamente profetizado. Jesucristo vuelve pronto.Ven, Señor Jesús.Oh Señor Jesucristo, por qué tardas ? ¿qué esperaspara mostrar al mundo tus divinas banderas,y arrojar tu mensaje de luz sobre las fieras?…”****** Quiera el Buen Dios concedernos más pastores lúcidos y valientes que repartan “brújulas” a manos llenas a sus fieles, para los tiempos de confusión que transitamos.
MARANA THA
Sé que vendrá Jesús un día,
sé que vendrá como marchó,
con los cabellos relucientes
y la estameña como el sol.
Por eso tengo siempre abiertos
los dos vatientes del balcón;
que no sorprenda su venida
despreocupada mi atención.
Sé que vendrá súbitamente,
como un relámpago, el Señor,
por eso tengo siempre abierto
el ventanal del corazón.
No tardes más; la vida es corta;
no la dilates tú, mi Dios.
Que nos anuncie la veleta
qué viento trae, al fin, tu voz.
Sé que traerás entre las manos
la paz de mi resurrección,
con tu mirada trascendente
como la luz, como el amor.
***
Baja otra vez al mundo,
¡baja otra vez, Mesías!
de nuevo son los días
de tu alta vocación;
y en su dolor profundo
la humanidad entera
el nuevo oriente espera
de un sol de redención.
Corrieron veinte edades
desde el supremo día
que en esa Cruz te vía
morir Jerusalén;
y nuevas tempestades
surgieron y bramaron,
de aquellas que asolaron
el primitivo Edén.
De aquellas que le ocultan
al hombre su camino
con ciego torbellino
de culpa y expiación;
de aquellas que sepultan
en hondos cautiverios
cadáveres de imperios
que fueron y no son.
Sereno está en la esfera
el sol del firmamento;
la tierra en su cimiento
inconmovible está:
la blanca primavera
con su gentil abrazo
fecunda el gran regazo
que flor y fruto da.
Mas ¡ay! que de las almas
el sol yace eclipsado:
mas ¡ay! que ha vacilado
el polo de la fe;
mas ¡ay! que ya tus palmas
se vuelven al desierto
no crecen, no, en el huerto
del que tu pueblo fue.
Tiniebla es ya la Europa:
ella agotó la ciencia,
maldijo su creencia,
se apacentó con hiel;
y rota ya la copa
en que su fe bebía,
se alzaba y te decía:
«¡Señor! yo soy Luzbel.»
Mas ¡ay! que contra el cielo
no tiene el hombre rayo,
y en súbito desmayo
cayó de ayer a hoy;
y en son de desconsuelo,
y en llanto de impotencia,
hoy clama en tu presencia:
«Señor, tu pueblo soy.»
No es, no, la Roma atea
que entre aras derrocadas
despide a carcajadas
los dioses que se van;
es la que, humilde rea,
baja a las catacumbas,
y palpa entre las tumbas
los tiempos que vendrán.
Todo, Señor, diciendo
está los grandes días
de luto y agonías,
de muerte y orfandad;
que, del pecado horrendo
envuelta en el sudario,
pasa por un Calvario
la ciega humanidad.
Baja ¡oh Señor! no en vano
siglos y siglos vuelan;
los siglos nos revelan
con misteriosa luz
el infinito arcano
y la virtud que encierra,
trono de cielo y tierra
tu sacrosanta Cruz.
Toda la historia humana
¡Señor! está en tu nombre;
Tú fuiste Dios del hombre,
Dios de la humanidad.
Tu sangre soberana
es su Calvario eterno;
Tu triunfo del infierno
es su inmortalidad.
¿Quién dijo, Dios clemente,
que tú no volverías,
y a horribles gemonías,
y a eterna perdición,
condena a esta doliente
raza del ser humano
que espera de tu mano
su nueva salvación?
Sí, tú vendrás. Vencidos
serán con nuevo ejemplo
los que del santo templo
apartan a tu grey.
Vendrás y confundidos
caerán con los ateos
los nuevos fariseos
de la caduca ley.
¿Quién sabe si ahora mismo
entre alaridos tantos
de tus profetas santos
la voz no suena ya?
Ven, saca del abismo
a un pueblo moribundo;
Luzbel ha vuelto al mundo
y Dios ¿no volverá?
¡Señor! En tus juicios
la comprensión se abisma;
mas es siempre la misma
del Gólgota la voz.
Fatídicos auspicios
resonarán en vano;
no es el destino humano
la humanidad sin Dios.
Ya pasarán los siglos
de la tremenda prueba;
¡ya nacerás, luz nueva
de la futura edad!
Ya huiréis ¡negros vestiglos
de los antiguos días!
Ya volverás ¡Mesías!
en gloria y majestad.
Himno al Mesías,
de Gabriel García Tassara
(1817–1875)
1 comments :
Alegria hermanos que Cristo ha resucitado.
Feliz Resurreción a todos.
Publicar un comentario