Robert Dahl escribió su obra más famosa "Democracia y sus críticos", que aborda la democracia en un sentido más amplio y profundo, así como el concepto de poliarquía en "La poliarquía: participación y oposición", donde Dahl define la poliarquía como la forma de gobierno democrático moderno, caracterizado por elecciones libres y justas, así como por otros derechos y libertades ciudadanas fundamentales.
Concepto clave de Dahl: La Poliarquía
Dahl introduce el término "poliarquía" para describir un sistema democrático moderno, donde se refiere a un régimen con dos facetas: Dahl Dahl analiza la relación entre diversidad y democracia, señalando que la autonomía organizativa y la discrepancia de objetivos políticos dificultan el control de una mayoría en una poliarquía.
Inclusión del sufragio: Se da el derecho a votar a la mayoría de los adultos.
Inclusión de la oposición: Se protege la libertad de expresar y organizar la oposición.
Principios clave de la poliarquía según Dahl
Elecciones libres y justas: El derecho a votar y a ser votado, y que estas elecciones sean competitivas.
Libertad de expresión: La capacidad de expresar opiniones libremente.
Libertad de información alternativa: El acceso a diferentes fuentes de información para formar un criterio propio.
Libertad de asociación: El derecho a formar y unirse a grupos y organizaciones.
Importancia del trabajo de Dahl
Dahl fue un politólogo que analizó la democracia moderna en sus aspectos prácticos y teóricos.
Abordó los mitos y expectativas sobre la democracia, los desafíos que enfrenta y su capacidad de adaptarse a nuevas realidades sociales y políticas.
Este clásico de la ciencia política traza los principales elementos que configuran una democracia, las instituciones que la sustentan, las condiciones económicas y sociales que favorecen su desarrollo y los criterios necesarios para evaluarla. Desde sus orígenes históricos y filosóficos hasta los retos que deberá afrontar a lo largo del siglo xxi, en este breve libro se configura una definición precisa, certera e inteligible del sistema democrático. Una lectura imprescindible para cualquiera que esté mínimamente interesado en la política de su tiempo.
He aquí un análisis de los límites y las posibilidades de la democracia que, sin duda, se convertirá en un clásico de la literatura política del siglo XX. El autor se propone explicar en este texto algo que resulta sencillo sólo en apariencia: qué es la democracia y por qué es tan importante. De este modo, el autor empieza examinando los presupuestos básicos de la teoría democrática, luego considera las objeciones realizadas por algunos de sus críticos, y finalmente propone una reelaboración teórica en una totalidad renovada y coherente, comentando a la vez las direcciones en las que podrán moverse los futuros estados democráticos. En el camino que media entre el planteamiento y la conclusión, Dahl examina algunas de las cuestiones que más preocupan en la actualidad:
¿es la democracia un conjunto de instituciones políticas o únicamente un proceso? ¿Cuáles son las verdaderas relaciones entre y las reglas que lo gobiernan? ¿Hasta qué punto ese depende de sí mismo?
Y a partir de ahí describe la evolución de la democracia moderna, desde principios del siglo XIX hasta nuestros días, investigando su desarrollo en varios países, subrayando las diferencias de adaptación y preguntándose cómo puede alcanzarse verdaderamente el tan ansiado bien común, si se tiene en cuenta el indudable pluralismo de la sociedad moderna.
La necesidad de crear mecanismos para la formación de una ciudadanía más informada, que pueda participar conscientemente en el proceso de tomar decisiones, acaba siendo finalmente una de las conclusiones de este libro tan esperanzador como razonable, un modelo de rigor y claridad informativa. Y su exposición de la teoría de la democracia es tan completa porque, entre otras cosas, mezcla los elementos históricos con los actuales y los clásicos con los modernos tanto en lo que hace a los contenidos como a las formas.
La necesidad de crear mecanismos para la formación de una ciudadanía más informada, que pueda participar en el proceso de tomar decisiones, acaba siendo así una de las conclusiones de este libro tan esperanzador como razonable, un modelo de rigor y claridad informativa.
Este libro está dirigido fundamentalmente a personas con formación y vida religiosa. No solamente sacerdotes sino también a religiosos y religiosas, a seminaristas y demás personas que tengan inquietudes por encontrar mejores vasos comunicantes entre la racionalidad económica y la visión inspirada en el cristianismo del hombre y la vida en sociedad.
No es un libro introductorio a la economía entendida en sentido técnico, como econometría y análisis estadístico. Tampoco es una especie de manual introductorio a la administración, las finanzas y la contabilidad, pensado para orientar al religioso en la administración de la parroquia u otra institución eclesial.
El libro constituye una aproximación a la racionalidad económica para enriquecer la comprensión del creyente respecto de algo tan simple como maravilloso: la acción de los hombres en el mercado, la «institución económica que permite el encuentro entre las personas» (Benedicto XVI, Caritas in veritate, nº 35). Al mismo tiempo, se intenta analizar este fenómeno a la luz de la vida de Fe, y de la visión del hombre y de la sociedad que ofrece la sabiduría cristiana. De este modo, la lectura del libro aspira a iluminar un ámbito de crucial importancia para entender la complejidad de la vida social en sociedades extensas, a la luz de la vida de fe.
En efecto, tener un mínimo conocimiento de estas interacciones de mercado resulta crucial para que el estudio y el discurso moral del religioso sea realista y eficaz ante el laicado y la sociedad en su conjunto. Una formación sólida en estos temas permitirá una sana distancia crítica del mensaje de fe, impidiendo así que este caiga víctima del populismo, de los intereses político partidistas y de proclamas simplistas, a menudo falaces.
NOTA ACLARATORIA
Este no es un libro para la administración de la parroquia, el episcopado o el estado del Vaticano. Tampoco es un libro que suponga que el sacerdote deba hablar de economía en tanto sacerdote, aunque como ciudadano tiene todo el derecho a opinar lo que quiera como cualquier otro ser humano.
Pero los sacerdotes sí deben hablar sobre una moral que se deriva de las Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Y en esa moral entran cuestiones económicas.
Pero entonces, cuando el sacerdote habla de temas económicos desde la moral (por ejemplo, la indignante miseria que sufren muchos pueblos), puede surgir el siguiente problema: ¿cuál la diferencia entre un tema de ética social y una cuestión “técnica” de ciencia económica?
Si no se hace la distinción, se corren dos peligros que se retroalimentan:
a) negar la esfera de autonomía propia de la ciencia económica y absorberla en una moral que luego resulta ingenua frente a los economistas preparados;
b) negar una esfera de razonamiento moral que no se reduce tampoco a la oferta y la demanda.
Pero entonces, ¿cuál es el criterio de demarcación? Que las acciones humanas, libres y voluntarias, que se encuentran en el mercado (en la oferta y la demanda) tienen consecuencias no directamente intentadas y ese es el ámbito de la ciencia económica. El salario de tal o cual jugador de futbol es muy alto porque son millones y millones de personas las que miran sus partidos. El salario alto es la consecuencia no intentada de los millones de espectadores. Luego viene la pregunta moral: ¿está bien que sea así? Posiblemente sí, posiblemente no, pero la consecuencia no intentada sigue siendo la misma.
Tener un mínimo conocimiento de estas interacciones de mercado es necesario para que el discurso moral del sacerdote sea realista y eficaz ante el laicado y la sociedad en su conjunto. Que los salarios sean en general muy bajos es muy injusto pero ignorar que ello tiene que ver con la inflación –por ejemplo– no permitirá al clérigo hacer, precisamente, un juicio moral correcto.
Todo esto es muy importante porque de lo contrario se sigue creyendo que de un lado está la moral y del otro la economía, como dos seres que se miran distantes, con recelo y desconfianza mutua. Sacerdotes, obispos, conferencias episcopales y pontífices hablan desde la moral y los economistas “contestan” desde la economía y viceversa, produciéndose un diálogo de sordos que conduce a muchas cosas excepto al bien común y a la solución de la pobreza.
Para que esto no ocurra, ofrecemos estas breves reflexiones, con la esperanza de colaborar de este modo, también, con un mundo más justo, más humano, con mayor interdisciplinariedad, y menos malentendidos entre personas cuyas intenciones, esta vez sí directamente intentadas, es que todos puedan vivir en una sociedad más justa, más digna del hombre, a pesar del pecado original.
Gabriel J. Zanotti
1 de diciembre de 2015
INTRODUCCIÓN
El libro está dirigido a personas con formación y vida religiosa. No solamente sacerdotes sino también a religiosos y religiosas, a seminaristas y jóvenes que estén en su período de formación y que tengan inquietudes por encontrar mejores vasos comunicantes entre la racionalidad económica y la visión inspirada en el cristianismo del hombre y la vida en sociedad.
Como se ha indicado en la Nota Aclaratoria, no se trata de texto que sea un manual de microeconomía o de macroeconomía. Tampoco se trata de un manual científico sobre la historia del pensamiento económico. En este sentido se ha intentado, a lo largo del texto, reducir el aparato crítico y de referencias al estricto mínimo necesario. No obstante, el texto supone abordar en clave diáfana problemas que requieren, para su mejor comprensión, de la sistematización de una cierta conceptografía (vocabulario específico y técnico) propia del análisis económico. La adquisición de este marco conceptual resulta inevitable si se pretende comprender mejor un ámbito tan complejo del horizonte de lo humano como es el vinculado a la vida económico-social.
Sin duda la crisis económico-financiera de 2008 y el escenario posterior –conocido como la época de la gran recesión– han servido de acicate para volver a cuestionar muchos implícitos de la ciencia económica. El religioso sabe distinguir entre “la teología” y “las teologías”, en el sentido de que una cosa es el saber teológico, genéricamente entendido, y otro, la impronta específica que pueda tener determinada corriente teológica: la teología de los Padres, la teología agustiniana, la teología franciscana, la teología tomista, la teología escolástica, la teología moderna, la teología rahneriana, la teología de Balthasar, la teología ratzingeriana, la teología del pueblo, y otras son distintas expresiones y desarrollos del saber teológico, y ninguna de ellas se identifica con “la teología”. El religioso, cuando aborda problemas epistémicos de otras ciencias también debe tener presente esta distinción. En el caso concreto de la economía sucede lo mismo, aunque haya un modo de estudiar la economía que esté muy extendido en los claustros universitarios de los principales centros de Europa y América, ello no significa que esta aproximación sea sinónimo de “la economía”. Peter Boettke, profesor de economía en la George Mason University (EE.UU.) señala que conviene distinguir entre “la economía de la corriente principal” (mainstream economics) o, dicho en otros términos, la economía que está de moda en un momento histórico concreto (de modo análogo a como a las distintos modos de hacer teología podríamos denominar como el modo de hacer teología en un tiempo determinado) de lo que constituiría el núcleo sustantivo –allende las modas– del análisis económico, compartido a lo largo del tiempo por distintos pensadores que se introdujeron en el estudio de la racionalidad económica, y que no siempre coincide en el tiempo con “la economía de la corriente principal”. A esta segunda aproximación –que se identificaría en el ámbito de la teología con la noción de teología como ciencia con relativa independencia de los signos de familia de una escuela teológica concreta– Boettke la denomina “economía de la línea troncal” (mainline economics). La aproximación a la racionalidad económica que se ofrece en este texto se inscribe en la línea de reflexión vinculada a “la economía de la línea troncal”, que según Boettke y otros historiadores del pensamiento económico, hunde sus raíces en el pensamiento proto-económico presente en algunos teólogos medievales y en la segunda escolástica. Esta aproximación guarda una distancia crítica respecto de la tendencia tan extendida en la corriente principal a reducir el análisis económico a la econometría (la formalización y matematización de los problemas económicos), así como de la reacción posmoderna presente en muchas líneas heterodoxas de reducir el análisis económicos a problemas de imposición ideológica de modos arbitrarios de ver el mundo. Frente a ello, un rasgo de identidad de los economistas de la línea troncal es la convicción en que puede haber un ejercicio robusto de la racionalidad que no suponga la reducción de la razón a la tecno-ciencia ni la huida al irracionalismo o subjetivismo propio de las aproximaciones posmodernas.
El texto conserva un registro divulgativo especialmente pensado para que resulte fácilmente comprensible a personas no versadas en economía. Sin embargo, el texto también expone con cierto rigor los ejes característicos de la racionalidad económica, es decir, un modo particular de ejercer la racionalidad no divorciado de la racionalidad moral pero no idéntico a esta. Se trata de lo que en la literatura anglosajona se denomina como el “economic way of thinking” o modo de pensar desde la economía. Bien entendida, esta peculiar aproximación a los problemas de la coordinación y cooperación intersubjetiva no implica caer en el reduccionismo del economicismo sino adquirir un tipo particular de análisis conceptual que permite desarrollar en la racionalidad humana un hábito mental particular. El libro aspira a que el lector paciente, al seguir el hilo de los desarrollos argumentales expuestos en cada capítulo, consolide este particular hábito analítico, especialmente útil para comprender con mayor rigor algunos de los problemas más difíciles a los que se enfrenta el hombre en sociedades complejas y extensas. Como se puede intuir, desde esta perspectiva, la confluencia de horizontes entre la racionalidad moral y la racionalidad económica, y ello en un contexto de armonía fe razón, resulta una tarea tan apasionante como fecunda y, lamentablemente, todavía no muy extendida en los currículos de los centros de formación de inspiración cristiana.
Al final de cada apartado se incluye una propuesta didáctica en la que se ofrece un sumario de las ideas más relevantes expresadas en el capítulo. También se incluyen algunas definiciones que pueden resultar útiles para una mejor comprensión de los conceptos operativos incluidos en cada capítulo.
Finalmente, a modo de ejercicio de comprensión lectora o en caso que el texto se utilice en sesiones grupales de discusión, se incorporan algunas preguntas para la reflexión y el análisis. Las preguntas pretenden ayudar en la consolidación de las nociones centrales de cada capítulo así como ofrecer pistas para una mayor profundización entre las conclusiones de cada capítulo y las implicancias que se siguen para quienes tienen una visión trascendente del sentido de la vida humana.
La economía de la línea troncal expresa una firme confianza en la razón pero, al mismo tiempo, mantiene la convicción de hacer un ejercicio humilde de la razón: el hombre puede ir aprendiendo mediante ensayo y error, y de modo colaborativo, en diálogo y discusión con otros hombres. Al mismo tiempo, el análisis que se hace supone asumir que la utopía no es una opción.
La historia de la humanidad tiene una dolorosa experiencia de épocas en las que en nombre de la utopía, pretendiendo traer el cielo a la tierra se terminaron creando condiciones de vida infernales para millones de seres humanos. Un ejercicio confiado, humilde y riguroso de la racionalidad constituya tal vez uno de los desafíos de nuestra hora más importantes.
Finalmente, conviene destacar que muchas de las ideas presentes en el texto son fruto de las conferencias, grupos de análisis y discusión en los que participaron los autores durante los últimos años. Muchos de estos encuentros tuvieron lugar en contextos donde el auditorio compartía una común visión respecto de la posibilidad y fecundidad de analizar los problemas socio-económicos contemporáneos desde la armonía fe-razón, si bien ello no impedía el debate y la legítima diferencia de opiniones en temas de suyo contingentes y abiertos a la libre opinión.
Si al finalizar la lectura de este texto, el religioso, la religiosa, el seminarista, sacerdote o laico interesado en estos asuntos incorpora una visión más informada del saber económico y de su complejidad, se habrá cumplido uno de los objetivos del libro. Si esto impulsa al lector a experimentar un renovado asombro ante la maravilla que supone la cooperación de los hombres en el mercado, en contextos de paz, justicia y libertad, el objetivo se habrá superado con creces.
Los autores agradecen el apoyo del Acton Institute (EE.UU.), del Instituto Acton (Argentina) y del Centro Diego de Covarrubias (España).
Mario Šilar y Gabriel J. Zanotti
8 de diciembre de 2015
CAPÍTULO I:
LA ESCASEZ
La economía para sacerdotes, religiosos y religiosas no es diferente de la economía para todos los seres humanos. Excepto, claro, porque los economistas rara vez hablan teniendo en cuenta la formación teológica del sacerdote, de las religiosas y de los religiosos católicos y su visión cristiana del mundo. Es la intención de esta serie de escritos cubrir ese vacío y contribuir a que las personas con sensibilidad religiosa tengan mejores elementos para analizar y discernir algunos de los problemas que padecen las sociedades contemporáneas, vinculados a la vida económica.
Comencemos con la escasez. El cristianismo es una religión de la abundancia, no de la escasez. ¿Por qué? Porque el cristianismo es, precisamente, una religión que se nutre de la Gracia infinita de Dios, a través de su Segunda Persona encarnada, Cristo. La gracia de Dios es abundante e infinita, como la fuente de la cual procede, el mismo Dios. El Antiguo Testamento nos habla del maná del cielo; el Nuevo, de la multiplicación de los peces, del agua que se convierte en vino, siempre en una abundancia que es figura de la gracia y la misericordia infinita de Dios.
Ante eso, es obvio que un tema como la escasez resulte extraño. Tal vez no había escasez antes del pecado original. Sí, es cierto que los hombres moraban en el paraíso originario, en armonía total con Dios, “para trabajar”, pero era un trabajo que no tenía mucho que ver con la pena del trabajo posterior. Tampoco es razonable suponer que nuestros primeros padres sufrieran pobreza, desnutrición o desocupación.
¿Será entonces la escasez un mal intrínseco del mundo al cual fuimos arrojados después del pecado original? No, si por “mal” se entiende propiamente la herida que ese pecado original dejó en el corazón del hombre. El hombre, sencillamente, se enfrenta con la naturaleza, una naturaleza física que es entre indiferente y hostil ante los reclamos de la naturaleza cultural que caracteriza al ser humano.
El hombre no satisface sus necesidades como los demás animales, donde sus necesidades están satisfechas por plantas u otros animales, en el reino animal cuando de un bien X “no hay” lo suficiente, solo la lucha despiadada entre las diversas especies animales (o entre individuos de la misma especie) es la “solución”.
El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios –Imago Dei que no se perdió después del pecado original– tiene inteligencia, voluntad libre, y por ende cultura e historia. Desde la tribu aparentemente sencilla hasta las civilizaciones modernas de entramados más complejos, el hombre no encuentra los bienes que necesita y desea tal como si fueran frutos que caen de los árboles. Ni las lanzas, ni las flechas, ni los talismanes, ni las vestimentas, ni el agua, ni nada, y menos aún el tiempo ilimitado para vivir los usos, costumbres y ritos de cada cultura, están allí “disponibles” como el maná del cielo. Sencillamente, NO están. NO los hay. Eso es la escasez. Y como solo Dios puede crear, el hombre tiene que transformar, aplicar su inteligencia y sus brazos para obtener un “producto” que satisfaga sus necesidades culturales. Y todo ello es escaso: escasos son los bienes que consumimos y escasos son los medios para producirlos (así como escaso es el tiempo del que disponemos en nuestra vida).
¿Es malo todo ello? No, en la medida en que hemos visto que, el ser humano, al ser “arrojado al mundo” es arrojado en parte al mundo como mundo físico creado, creado por Dios, que en ese sentido nunca puede ser malo (ontológicamente hablando), sino bueno, aunque escaso a efectos de las necesidades humanas que antes, tal vez, nos eran sobrenaturalmente satisfechas.
¿Es este escenario fruto de un pérfido capitalismo? Ya tendremos tiempo de hablar del capitalismo, pero ya hemos observado que la escasez, como la hemos visto, es una condición natural de la humanidad, tal vez no sobrenatural, pero sí intrínseca a toda cultura humana, sea maya, sumeria, romana, incaica, mapuche, norteamericana, árabe o china.
¿Es esto fruto de que la riqueza “allí está” pero no está bien distribuida? No, porque ya hemos visto que “no está allí”, aunque obviamente pueda haber males en la justicia distributiva.
Conclusión: la escasez como tal no es mala, y el cristianismo como tal implica la sobreabundancia de la gracia pero NO de los bienes que cada cultura determina como necesarios en el marco de su horizonte histórico-temporal. Claro, el pecado original implica que los problemas ocasionados por la escasez sean peores. Si dos santos estuvieran en un desierto y no tuvieran más para beber, si Dios no hace un milagro, ¿cómo morirían? Santamente. Se darían el uno al otro hasta la última gota de agua. Pero morirían. Cualquiera de nosotros, en cambio, moriría también, pero no tan santamente, sino que posiblemente nos terminemos peleando por la última gota de agua. Pero que el agua sea escasa no es el mal; el mal está en el corazón del hombre.
¿Pero entonces? ¿Cómo hacemos para minimizar la escasez? ¿Cómo hacemos para que alguien que tiene sed vaya a un grifo, abra la canilla y beba? El agua de la vida eterna ya la tenemos, e infinitamente, como regalo de Dios misericordioso. El agua de la vida natural, no. ¿Cómo hacemos entonces? De eso trata, precisamente, la economía. Ver el fenómeno de la escasez, no negarlo, ni condenarlo, es el primer paso.
PROPUESTA DIDÁCTICA:
I. Sumario
En este capítulo se ha presentado el concepto de “escasez” y se ha señalado la importancia que tiene una adecuada comprensión de la condición natural de escasez humana a la hora de analizar la acción de los seres humanos. Esta condición de escasez, obviamente, no niega la gran riqueza de bienes que existen en el orden natural. Sin embargo, en categorías aristotélicas, se puede afirmar que a la luz del horizonte cultural del ser humano, esta riqueza y abundancia del orden natural solo se encuentra en un estado “potencial” en el mundo físico, como si estuviera esperando de la agencia creativa humana (cultura) para actualizarse. El capítulo también ofrece las pistas para comprender la no contradicción entre la bondad ontológica del mundo en tanto creado por Dios y la condición natural de escasez respecto del ser humano.
II. Definiciones
1. Capitalismo:
Sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción; de la libre creatividad humana en el sector de la economía (Juan Pablo II).
2. Justicia distributiva:
Dentro de la división clásica de la justicia, se entiende por justicia distributiva aquella que va desde el bien común a los particulares.
3. Economía:
Ciencia que estudia la acción humana en el mercado desde el punto de vista de las consecuencias no intentadas de la interacción de oferentes y demandantes de bienes escasos.
III. Para reflexionar
1. ¿Qué idea de economía tenía antes de leer este texto? ¿En qué medida la lectura de este capítulo ha contribuido a modificar o confirmar esa visión previa de la economía que tenía?
2. ¿Por qué es tan importante no olvidar la noción de escasez a la hora de pensar en los problemas económicos? ¿Qué consecuencias cree que se siguen de no prestar atención o ignorar el drama de la escasez?
3. ¿Ha pensado alguna vez en este carácter bifronte de las nociones de escasez y abundancia respecto del orden natural y el orden de la Gracia?
4. ¿En qué medida cree que los problemas generados en el mundo post-pecado original agravan el drama de la escasez?
5. ¿En qué medida la noción de escasez es relativamente independiente respecto de la bondad o maldad moral de los agentes que actúan en el mundo?
6. Según el texto leído, las condiciones de escasez constituyen el escenario “natural” de la especie humana. ¿Qué opina al respecto? ¿Qué implicancias se siguen de ello respecto de la distribución y redistribución de bienes?
7. Redacte con sus propias palabras un párrafo en el que explique la relación entre el principio de bondad ontológica del mundo creado y la situación de escasez natural de la especie humana (intente mostrar en qué medida ambas ideas no son contradictorias sino compatibles).
CONCLUSIÓN FINAL
Bien, mi querido sacerdote, religioso o religiosa que has tenido la paciencia de llegar hasta aquí: hemos visto que luego del pecado original, la escasez, los precios, el mercado, las consecuencias no intentadas de los que interactúan en el mercado, el ahorro, la inversión, etc., son aspectos fundamentales de una naturaleza humana que ha pedido los dones preternaturales. Y en ese estado estamos desde que hemos sido arrojados al mundo y contamos con la promesa de un redentor. Por lo tanto esos temas deben formar parte de una cosmovisión cristiana del mundo, no porque hayan sido revelados, no porque no sean opinables en relación a la Fe, sino porque no debemos ignorarlos so pena de hablar de todo ello como malo, despreciable o casi inexistente, o sin reconocerle su justa autonomía como ciencia.
Porque, aunque sea una condición posterior al pecado original, no por ello está fuera de la ética. Permanentemente hemos visto que no. La autonomía de la ciencia económica tiene que ver con las consecuencias no intentadas de las acciones humanas en el mercado: ese ese margen de análisis el que tiene autonomía “relativa” de una moral que juzga según los fines de las acciones humanas directamente intentados. Pero aún así, decimos “relativa” porque las consecuencias no intentadas son en sí mismas buenas cuando se producen dentro de un marco institucional que respeta los derechos de las personas y da la paz y estabilidad necesarias para el ahorro y la inversión. No es malo que un precio sea alto y un salario sea bajo, si ello es fruto de la escasez. Lo importante es cómo hacer para que los precios tiendan a la baja y los salarios al alza: con el ahorro, la inversión y las condiciones institucionales que lo hace posible.
La economía es por ello una de las ciencias con mayor compromiso moral. La miseria indignante en la que viven millones y millones de personas, los que mueren tratando de huir de todo ello, los que llegan a países supuestamente libres y son deportados de vuelta al infierno del cual intentaron salir. Son injusticias que claman al cielo, que no son fruto de sunamis, terremotos o tornados, sino de malas instituciones económicos que tienen su origen en nuestra ignorancia o, casi siempre, en nuestra indolencia para estudiar y luego para mantenerse firme en la defensa de verdades que no gustan ni al político demagogo ni a las masas alienadas.
Hay en la economía, verdaderamente, una auténtica opción preferencial por el pobre. Ha llegado el momento de que esa opción preferencial se llene de estudio y comprensión de una ciencia económica que verdaderamente libere a las masas de la ignorancia de sepulcros blanqueados que dan pie a la verdadera denuncia profética.
LA IDEOLOGÍA SOCIALISTA DE
LA DOCTRINA SOCIAL ECLESIÁSTICA
JESÚS HUERTA DE SOTO
EL SEÑOR DEL LIBRE MERCADO
Economía para Sacerdotes con Mario Šilar & Fray Gonzalo Irungaray | BIA En Vivo
Las sabias lecciones económicas en las enseñanzas de Jesús
Las parábolas del Nuevo Testamento siguen siendo omnipresentes. Muchas de estas narraciones didácticas con las que Cristo predicaba el Evangelio han trascendido al imaginario popular y al lenguaje cotidiano y, sin embargo, pocos han percibido las enseñanzas de una de las analogías más frecuentes de Cristo: el dinero.
En La economía de las parábolas, Robert Sirico detecta los propósitos económicos universales de las trece parábolas —la del tesoro escondido, los talentos, los trabajadores de la viña, el rico insensato, los dos deudores y el hijo pródigo, entre otras— configuradas a partir de las realidades económicas y la vida comercial de la época de Jesús.
La fuerza de estos relatos perdura porque los ejemplos del Mesías son atemporales, como también lo son los dilemas sobre la distribución de los recursos. De estas alegorías, que tienen un significado espiritual más profundo, pueden extraerse múltiples lecciones prácticas sobre el cuidado de los pobres, la administración de la riqueza, la distribución de herencias, el manejo de las desigualdades o la resolución de las tensiones familiares.
A lo largo de la historia, los términos dictadura y tiranía han sido utilizados indistintamente para describir regímenes autoritarios. Sin embargo, en el pensamiento clásico, estas palabras tenían diferencias esenciales que hoy en día pueden ayudarnos a describir con mayor precisión ciertos gobiernos contemporáneos. La distorsión de estos conceptos no es solo un error semántico, sino una herramienta política que puede generar confusión y manipular la opinión pública. En este artículo, exploramos la distinción entre dictadura y tiranía desde una perspectiva filosófica, política, y analizamos por qué el uso incorrecto de estos términos puede alterar la comprensión de la realidad política actual.
Dictadura: Un Poder Temporal y Legítimo
El concepto de dictadura tiene sus raíces en la República Romana, donde se establecía como una institución legítima en tiempos de crisis. El Senado otorgaba poderes absolutos a un dictador con el propósito de restaurar el orden, pero este poder tenía un límite temporal y estaba diseñado para servir al bienestar de la república. Un ejemplo clásico de dictador romano es Cincinato, quien recibió el mando absoluto para enfrentar una amenaza externa y, tras cumplir su tarea, renunció voluntariamente al poder.
En este sentido, la dictadura no era necesariamente negativa ni sinónimo de opresión, sino un mecanismo de emergencia para la preservación del Estado. La legitimidad de la dictadura radicaba en que sus límites estaban claramente definidos y su existencia estaba justificada dentro del marco legal de la república. Carl Schmitt, jurista y pensador político del siglo XX, rescató esta noción al afirmar que “el soberano es aquel que decide sobre el estado de excepción”, enfatizando que en circunstancias extraordinarias, la autoridad debe centrarse para salvar el orden.
Tiranía: El Gobierno Arbitrario y Personalista
Por otro lado, la tiranía, tal como la definieron pensadores clásicos como Platón y Aristóteles, se refería a un gobierno ilegítimo en el que un individuo tomaba el poder de manera arbitraria y lo utilizaba para su propio beneficio, sin respetar las leyes ni el bienestar del pueblo. A diferencia de la dictadura romana, la tiranía no tenía una justificación institucional ni límites establecidos.
Aristóteles consideró la tiranía como la forma corrupta de la monarquía, en la que el gobernante actúa únicamente en su interés personal, sin preocuparse por la justicia o el bien común. En su obra Política, advierte que “el tirano cuida de su interés personal; el rey, del interés de sus súbditos”, una distinción fundamental que sigue siendo válida en la actualidad.
Los tiranos solían llegar al poder por la fuerza, el engaño o el abuso de las instituciones existentes. Pisístrato en Atenas y Dionisio en Siracusa son ejemplos históricos de gobernantes que se consolidaron como tiranos al concentrar todo el poder en sus manos y gobernar sin restricciones legales.
El Uso Político del Lenguaje en la Actualidad
El uso incorrecto de los términos dictadura y tiranía en el discurso político contemporáneo ha llevado a una confusión conceptual que puede beneficiar a ciertos regímenes autoritarios. Muchas veces, los medios de comunicación y los analistas políticos utilizan la palabra dictadura para referirse a gobiernos que, según la distinción clásica, serán mejor descritos como tiranías o despotismos.
Un régimen en el que el poder se perpetúa sin límites, se suprimen libertades civiles y el gobernante gobierna en su propio interés no debería ser denominado dictadura en el sentido clásico, sino una tiranía. Al emplear el término adecuado, se enfatiza la ilegitimidad del régimen y se resalta la ausencia de cualquier justificación institucional o legal para su existencia.
El pensador conservador Roger Scruton anunció que “las palabras pueden ser herramientas para revelar la verdad o para ocultarla”, destacando la responsabilidad del lenguaje en la construcción del debate público. En este sentido, la imprecisión en la terminología política puede llevar a la normalización de regímenes autoritarios o, por el contrario, a la exageración de ciertas situaciones, lo que genera confusión en la opinión pública.
Llamar a las Cosas por su Nombre
El lenguaje no es un mero instrumento de comunicación, sino una herramienta de poder y percepción. Retomar la diferenciación establecida por los pensadores clásicos nos permite describir con mayor exactitud las realidades políticas de nuestro tiempo y evitar la legitimación implícita de ciertos regímenes.
Como señala el historiador Paul Johnson, “los pueblos pueden ser manipulados con palabras antes de ser dominados por la fuerza”. Llamar tiranía a lo que es una tiranía, y despotismo a lo que es un despotismo, es un acto de resistencia intelectual que permite mantener la claridad en el análisis político.
Un uso preciso del lenguaje promueve una sociedad más crítica y consciente de la verdadera naturaleza de los sistemas de gobierno que la rigen. Si queremos un debate público informado y una defensa genuina de los valores republicanos, debemos empezar por utilizar las palabras con rigor y precisión.
El Caso Venezolano: Un Ejemplo de Tiranía Moderna
Un caso paradigmático de esta confusión terminológica es el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y el anterior de Hugo Chávez Frías. Frecuentemente son etiquetados como una dictadura. El gobierno chavista encaja con mayor precisión en la categoría de tiranía, ya que no responde a un mandato temporal ni a una crisis de Estado, sino a un proceso de acumulación de poder ilegítimo con el único fin de perpetuar a un grupo en el control del país.
La violación sistemática de derechos humanos, el control total sobre las instituciones, la persecución de opositores y la anulación de cualquier mecanismo de alternancia democrática son características propias de un régimen tiránico, más que de una dictadura clásica. La yuxtaposición entre la tiranía venezolana y el concepto romano de dictadura evidencia la manipulación del lenguaje en el discurso político: mientras la dictadura era un mecanismo excepcional con límites bien definidos, la tiranía moderna se basa en la perpetuación del poder y el abuso de las instituciones.
La crisis venezolana es un recordatorio de que el lenguaje tiene consecuencias políticas. Llamar las cosas por su nombre no es solo un ejercicio académico, sino una herramienta fundamental para entender el mundo y resistir las formas modernas de opresión. Como advirtió Edmund Burke, “para que el mal triunfe, solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada”. Y entre esas acciones necesarias, una de las más básicas es hablar con claridad y precisión.
La Oposición Venezolana y la Ambigüedad del Lenguaje Político
Si bien el régimen chavista ha consolidado una estructura de poder propia de una tiranía, la oposición venezolana también ha contribuido, de manera voluntaria y estratégica, a la confusión terminológica en el debate político. Al etiquetar al gobierno de Maduro como una dictadura sin precisar sus diferencias con la definición clásica, se ha creado una superposición que minimiza la magnitud de su tiranía y despotismo absoluto. Esta imprecisión discursiva ha permitido que el oficialismo justifique su permanencia en el poder bajo el argumento de que en Venezuela existen mecanismos institucionales—como elecciones, aunque fraudulentas—que en una dictadura tradicional no se encontrarían.
Además, parte de la oposición ha caído en la trampa de legitimar el sistema participando en elecciones controladas, negociaciones infructuosas y diálogos que solo han servido para reforzar el régimen, en lugar de exponer su naturaleza arbitraria. La ambigüedad en el lenguaje político, lejos de ser un error menor, ha contribuido a la normalización del autoritarismo, permitiendo que el chavismo manipule las percepciones internacionales y se mantenga en el poder a pesar de su ilegitimidad.
Como decía Joseph de Maistre, “toda nación tiene el gobierno que se merece”, y en gran medida, el fracaso de la oposición venezolana radica en su incapacidad de articular un discurso claro que evidencia la verdadera naturaleza del régimen al que se enfrenta. Si no se llama tiranía a lo que es una tiranía, y se insiste en jugar bajo reglas impuestas por el propio sistema, el desenlace difícilmente será la restauración de una república, sino la perpetuación del despotismo.
¿POR QUÉ NO ES PRECISO DEFINIR NARCO RÉGIMEN CRIMINAL/DELINCUENCIAL O DICTADURA EN VENEZUELA?
La generalidad de la gente define la situación actual como Narco Régimen -delincuencial/criminal/corrupto, Dictadura, Usurpación, algunos le dicen Narco Tiranía (para afianzarla con el prefijo) y algunos han comenzado a llamarla Tiranía (sin base conceptual). Sin embargo, no se conectan con el socialismo, que ha sido la ideología necesaria para implantar el sistema de control social que desemboca en la tiranía en que vivimos.
Los análisis/descripciones/definiciones de “entendidos” y ciudadanos tienden a señalar las actividades propias de un régimen ya implantado/establecido/asentado/consolidado y que no son más que manifestaciones de la causa; pero, ignoran (no quieren ver la verdad/olvidan) el “proceso” adoptado para llegar hasta aquí. Su finalidad siempre ha sido detentar el poder por cualquier medio disponible por tiempo indefinido y es por ello que tiene la capacidad, desde ya tiempo atrás, de realizar actividades criminales, corruptas, delincuenciales ejerciendo violencia y coacción abierta sin restricciones.
Para que se entienda lo que quiero decir, voy a hacer un símil entre un árbol y el socialismo:
El socialismo parte de una “semilla de socialismo” que se siembra y se sabe que si tiene buena tierra crecerá un árbol robusto y frondoso, lleno de ramas y hojas de pocos frutos.
El árbol pasa por diferentes estaciones periódicamente, puede verse lleno de hojas, como puede desprenderse de ellas y sigue siendo el mismo árbol, sólo es la apariencia, el árbol sigue intacto. Da frutos esporádicamente para unos cuantos, pero se sigue alimentando de la buena tierra. Puedes cortarle ramas, pero no dejarás de seguir echando nuevas. Ya las raíces del árbol empiezan a levantar el terreno y es cuando “comienza” a ser una molestia. Para deshacerse del árbol debes sacarlo desde la raíz o cortarlo por la base del tronco, lo cual representa un gran esfuerzo.
Entender lo que ocurre hoy, pasa por comprender el proceso ideológico socialista, sin ello es imposible poder definir correctamente “el hoy” y más aún, saber a qué atenerse, es decir, la capacidad de tomar decisiones en la realidad. Este proceso fue planificado para controlar todos los ámbitos de la sociedad, llámese político, económico, jurídico, militar, social (salud, educación, cultura, comunicaciones, clero, entre otros), cada uno de ellos por diferentes métodos, siempre comenzando por el ADOCTRINAMIENTO/SUBVERSIÓN DEL INDIVIDUO EN EL AGREGADO COLECTIVO (desmoralización) con la oferta de bienestar colectivo a través del acceso al poder político, utilizando el medio más pacífico como lo es el electoral. Una vez en el poder, ya pueden por ejercicio de a lo interno del estado, controlar los demás ámbitos de forma progresiva. No se ha dicho nada nuevo, solo describir el proceso muy resumidamente para tener base en el escrito.
Definiendo los términos:
La USURPACIÓN no es más la ocupación del cargo para el cual no fue elegido. Sin embargo, puede llegar a ser legitimado por el desempeño o reconocimiento, como de facto ocurre.
El DICTADOR ejerce el cargo con base de apego estricto a la ley positiva establecida, utilizando la arbitrariedad en la rigurosidad de algunas y de la omisión de otras. Por lo general, tiene un término establecido.
TIRANÍA es el ejercicio del poder más allá del derecho y la ley, es decir haber violado el orden jurídico. El gobernante ha cometido REBELIÓN. El ciudadano ha pasado a estar bajo su voluntad sin garantía de protección bajo la ley por la discrecionalidad de su aplicación . Entonces, el ciudadano tiene ahora de regreso todo el derecho natural a restablecer su libertad, propiedad y seguir viviendo por cualquier método disponible; Esto es obligatorio y lo más difícil de comprender.
Entonces, los señalamientos de “corrupto”, “delincuente”, “criminal”, “narcotraficante” no son definiciones del sistema de gobierno, como se dijo anteriormente.
Para finalizar, definir nuestra situación actual es de suma importancia para poder comunicarnos bajo un lenguaje común de entendimiento y que nos ahorrará tiempo valioso en discusiones superficiales.
Una Tiranía como ejercicio de gobierno bajo un régimen socialista ideológico, es la definición que más se apega a la realidad que vivimos cada venezolano, sea cual sea su circunstancia.
Creo en el Dios de Jesús y de María, el Dios de los bienaventurados, sencillos y sabios humildes como Abraham y Sara; Isaac y Rebeca; Jacob y Raquel. Y no el de los expertos racionalistas e ideologistas teólogos y entendidos escribas de todos los tiempos, El Mismo JesuCristo nunca los eligió ni como apostóles ni como discípulos. Ni antes ni ahora. Soy Venezolano, Maracucho/Maracaibero, Zuliano y Paraguanero, Falconiano; Soy Español, Gallego, Coruñés e Fillo da Morriña; HISPANOAMÉRICANO; exalumno marista y salesiano; amigo y hermano del mundo entero.
La Línea Editorial de este Rincón es la Veracidad y la Independencia imparcial.
¡¡¡ Que El Señor de La Comunicación, de La Amistad, de La Paz con Justicia, te bendiga, te guarde, te proteja, siempre... AMÉN !!! ________________________________
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LITURGIA DE LAS HORAS DEL DÍA
#YoTambiénSoyCristianoPerseguido
#NoEstánSolos: Ya estamos hartos de que los criminales exterminen a los cristianos solo por su fe. Ha llegado la hora de movilizarse y defenderlos. Basta de cobardía. Se valiente y osado frente a los asesinos y defiende con ardor tu fe y a los que son perseguidos por la horda. Coloca en tu página el símbolo creado por el movimiento en defensa de los cristianos perseguidos para la campaña mundial que se ha iniciado para que no nos olvidemos de todos aquellos que están siendo perseguidos y masacrados por ser cristianos. El símbolo del centro es la letra N del alfabeto árabe, con la que los yihadistas están marcando las casas de los Nazarenos, que es como ellos llaman a los cristianos. Juntos hagamos que no se olviden aquellos hermanos perseguidos en todo el mundo por amar a su Dios. #NoEstanSolos #PrayForthem #ن #YoTambiénSoyCristianoPerseguido #Iglesia #Kenya #Siria #Irak #Afganistán #ArabiaSaudí #Egipto #Irán #Libia #Nigeria #Pakistán #Somalia #Sudán #Yemen y otros...
EL SILENCIO CULPABLE
QUE LA LUZ BRILLE SOBRE TI, TIERRA FÉRTIL #SOSVENEZUELA
VENEZUELA UN PAÍS PARA QUERER Y PARA LUCHAR
“Nací y crecí en un lugar donde dicen ” Pa’lante es pa’llá”, donde se pide la bendición al entrar, al salir, al levantarte y al acostarte, donde se comen arepas, cachapas y espaguetti con diablito, donde se menea el whisky con el dedo, donde se respira alegría aún en las adversidades, donde se regalan sonrisas hasta a los extraños, donde todos somos panas, donde aguantamos chalequeos, donde se trata con cariño sincero, donde los hijos de tus amigos son tus sobrinos, donde la gente siempre es amable, donde los problemas se arreglan hablando y tomando una cervecita, donde no se le guarda rencor a nadie y donde nadie se molesta por tonterías, donde hasta de lo malo se saca un chiste, donde besamos y abrazamos muchísimo, donde expresamos con cariño nuestros sentimientos, donde hay hermosas playas, ríos, selvas, montañas, nieve, llanos, sabana y desierto, un país de gente bella, cariñosa y alegre donde se mezclaron armoniosamente las razas, donde el extranjero se siente en casa y donde siempre encontramos cualquier motivo para celebrar con los amigos. Nací y crecí en VENEZUELA, me siento orgulloso de ser venezolano y seguiré manteniendo mi espíritu venezolano en cualquier lugar del mundo”
¡NO TE RINDAS!
♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ Si la angustia te seca, si la ansiedad te asfixia, si la tristeza te ahoga, si el pesimismo te ciega... llora, grita, comunícate, exterioriza tu dolor.... pero JAMÁS te rindas.
Levanta tu mirada, respira hondo... ¡LUCHA..! amig@...lucha ... PORQUE Sí hay salida. Sí hay sentido. Sí hay ESPERANZA. Levanta tus manos y pide ayuda.
No te des por vencid@...y poco a poco verás La Luz. NO te rindas amig@, lucha. NO ESTÁS SOL@.
PORQUE VERÁS QUE SÍ VALIÓ LA PENA... ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
LA FUERZA INVENCIBLE DE LA FE
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
"Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie, y aunque así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla! El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar y doblegar al adversario, obligándolo a recorrer por toda la tierra distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera; y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no podrá renovar su gente, por la fuerza o por el interés., que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, que es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible...."
(Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González "La universidad y alma argentina" 1918). ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
COMBATE Y DENUNCIA A LOS PEDÓFILOS (PEDERASTAS)
SEÑOR, TE PEDIMOS QUE PROTEJAS A L@S NIÑ@S, TE LO PEDIMOS EN EL NOMBRE DE JESÚS. AMÉN. ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñitos! Mejor le fuera que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos....... Lc 17,1-2 -- ÚNETE Y DENUNCIA --
SI LOS MEDIOS CALLAN, EL PUEBLO GRITA...
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FORO DE CRISTIAN@S CATÓLIC@S LAIC@S SEGLARES EN FACEBOOK
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Cuando existe la esperanza, todos los problemas son relativos
EL SENTIDO COMÚN ES IMPRESCINDIBLE PARA EL BIEN COMÚN Y PARTICULAR
SOMOS ANTI-OBSOLESCENCIA: NUESTRA CALIDAD TIENE VALOR
OBSOLESCENCIA ES LA planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, nos conduce al CONSUMISMO exacerbado, por culpa de algo evitable, destruimos recursos, planeta y dinero por algo que podríamos tener durante mucho tiempo.