EL Rincón de Yanka: 📒 ESPAÑOLES OLVIDADOS DE NORTEAMÉRICA

inicio














viernes, 15 de diciembre de 2017

📒 ESPAÑOLES OLVIDADOS DE NORTEAMÉRICA

Españoles olvidados 
de Norteamérica 

Los españoles exploraron y colonizaron grandes zonas de Norteamérica, que abarca-ban más de veinte de los actuales Estados Unidos, mucho antes que ingleses y demás, desde La Florida hasta Alaska, incluyendo las expediciones del Golfo de México, el Suroeste, California y toda la costa Noroeste. Personajes como Pedro Menéndez de Avilés, el gobernador Montiano, aquellos que participaron directamente en su Guerra de Independencia, como Gálvez, Cajigal y Miralles, y un gran elenco de heroicos misioneros encabezado por fray Junípero Serra, dejaron allí su huella.
Tras la publicación dedicada a Blas de Lezo y la defensa heroica de Cartagena de Indias, el autor continúa en esta línea llevando a cabo una importante labor escrita y radiofónica para sacar del olvido a nuestros héroes olvidados nacidos en las cuatro esquinas de la piel de toro y que actuando como españoles, con perspectiva de conjunto y visión de futuro, llevaron nuestras creencias y cultura a América para a través del mestizaje enriquecer la propia en una línea de doble dirección. En este caso, dedica este exhaustivo trabajo a la acción española en Norteamérica, en los territorios de lo que hoy es la primera potencia mundial, los EE.UU. Inicia su recorrido en la Florida con la exploración de la costa atlántica de Norteamérica, recuerda a Pedro Menéndez de Avilés en su 450º aniversario fundacional de San Agustín y Santa Elena (1565-66), las exploraciones del Golfo de México, del Suroeste, California y de la costa Noroeste del Pacífico hasta Alaska. Personajes como el gobernador Montiano que estableció el primer asentamiento de personas libres de raza negra en Florida, sin olvidar a todos aquellos que deben ser recordados por su participación directa en la Independencia de los EE.UU.: 

Gálvez, Cajigal, Miralles y un largo etcétera. Se recuerda que el sustento económico español fue decisivo siendo el peso duro español la primera moneda oficial de los EE.UU., el dólar de los pilares. El trabajo termina con una breve muestra de nuestros misioneros, en representación de la pléyade que ejerció allí su ministerio, base y objetivo de la actividad española, hombres que como mártires dejaron su vida y su sangre sobre la cual fructificaron las creencias y las generaciones que allí se establecieron para perdurar sembrando el territorio de topónimos que nos recuerdan precisamente ese legado.

Españoles olvidados de Norteamérica es un registro de héroes y vicisitudes, una memoria y recuento de ausencias y episodios hasta el momento sin escribir u ordenar de nuestra Historia. El autor transmite un mensaje inapelable: resulta incomprensible el vacío historiográfico al respecto. Si bien ahora viene muy a cuento reivindicar la huella española en Estados Unidos.

“La Historia antigua de nuestra nación está escrita en español”, reconoció Jefferson. Lo hispano no se suma a una nación constituida sino que es parte del proceso de construcción. No se entiende la Historia de EE.UU. sin la contribución española. Los misioneros, exploradores, militares, gobernadores... -pioneros en una nación de pioneros- completan la crónica “prefundacional” de Norteamérica. Ellos pusieron las bases -tanto como los emigrantes ingleses y centroeuropeos- de la civilización occidental en un extenso territorio virgen poblado por diversas tribus indígenas.

El militar José Antonio Crespo (Madrid, 1957) ha elaborado una abrumadora tarea de recuperación, recopilación y ordenación del rastro dejado por los españoles en el Norte de América. No se mete en camisas de once varas, pero tampoco elude determinadas cuestiones. Se limita a exponer los hechos con pulcritud y rigor. Y estos son que los españoles desarrollaron fundamentalmente una misión evangelizadora y que también hubo mártires. Los españoles aportaron, antes de la independencia, los mimbres necesarios para forjar una sociedad, una cultura y unas instituciones. Señala Crespo que incluso la Milicia en torno a la cual se articuló el Ejército de las Colonias que guerreó contra Inglaterra contiene elementos y es deudora de la organización militar desarrollada durante la presencia española.

Crespo aporta una buena cantidad de pruebas que amenizan la lectura. No es historiador de formación sino por vocación. No interpreta los hechos. Se limita a aportar datos, fechas y nombres. Un español, Juan de Oñate, fundó en Nuevo México la ciudad más antigua de Estados Unidos -no San Agustín sino San Gabriel, hoy Chamita-, donde celebró el día de Acción de Gracias por primera vez en abril de 1598, dos décadas antes de que lo hicieran los peregrinos ingleses en la costa Este.

También el dólar tiene un origen español y lo recuerdan las columnas del escudo imperial de armas que atraviesan la “s” en su símbolo. El 4 de julio de 1598 se casaron Vicente Solano y María Vicente. Es el primer enlace registrado en los archivos nacionales de Estados Unidos. Y el sucesor de Oñate en la gobernación de Nuevo México, Pedro de Peralta, fundó en 1610 Santa Fe, la capital más antigua de un estado.

Muchos de los nombres que aparecen en el libro son perfectamente reconocibles para el gran público (Menéndez de Avilés, Ponce de León, Alvar Núñez Cabeza de Vaca o Hernando de Soto), pero otros no tanto, como Vázquez Coronado, o Domínguez y Escalante, que llegaron nada menos que a Utah, o Juan Rodríguez Cabrillo y Gaspar de Portolá, en California, donde Fray Junípero Serra fundó la primera de las 21 misiones que atraviesan el Estado. Sin duda, de todos los personajes que desfilan por esta memoria, es Bernardo de Gálvez a quien rinde tributo no sólo el autor sino la Historia de Estados Unidos. Debilitó a las tropas británicas y condicionó el curso de la Guerra de Independencia.

Virginia fue la cuna de la Revolución norteamericana ya que fue la primera colonia real, llamada así en honor de la Reina Virgen. En Massachusetts se encendió la mecha, pero en la Bahía de Chesapeake se estableció, según las fuentes anglosajonas, el primer asentamiento blanco en América (salvado el episodio de Roanoke). Fue en 1607, un año después de que se creara la Compañía de Londres para promocionar el comercio colonial. La empresa pagaba el billete a aventureros que quisieran instalarse en el Nuevo Mundo. Pues bien, Crespo documenta que la Bahía de Chesapeake fue primero Santa Marta, donde habían llegado pobladores españoles a mitad del XVI.

Los españoles han dejado vestigios por todo el país durante esos casi dos siglos que centran la atención del autor -desde mitad del XVI hasta finales del XVIII-. 
“En definitiva -así concluye esta obra- este es el legado vivo de la Hispanidad, su esencia, la genuina forma de entender y desarrollar en el mundo una misión trascendente”.