THE LUCK OF THE IRISH
(LA SUERTE DE LOS IRLANDESES)
THERE WAS A LITTLE MAN
(HABÍA UN HOMBRECILLO)
"Vayas donde vayas, hagas lo que hagas,
¡que la suerte de los irlandeses te acompañe!”.
“Si tienes la suerte de ser irlandés... ¡tienes la suerte!”
“Que tu día sea tocado por un poco de suerte irlandesa,
iluminado por una canción en tu corazón
y calentado por las sonrisas de las personas que amas.
“Un rayo de sol para calentarte,
buena suerte para encantarte.
Un ángel protector, para que nada pueda dañarte.
Risas para animarte, amigos fieles cerca de ti,
y cada vez que ores, el cielo para escucharte”.
Todos tenemos un ángel a nuestro lado…
lo creas o no lo creas.
En una de aquellas salidas que suelo hacer con mi familia a diferentes pueblos, estuvimos alguna vez en San Antonio de Prado durante las fiestas decembrinas. Aquella tarde, había un programa de música religiosa en el atrio de la iglesia por el que mi pequeño hijo y yo nos sentimos atraídos. Dejamos al resto de la familia en una cafetería y fuimos a ver parte de aquel concierto. Buscando tener un ángulo desde donde pudiéramos ver a los artistas, nos tocó pararnos en medio de una calle por la que, supuse, no había tráfico alguno. Ubiqué al niño delante de mí, puse mis manos sobre su pecho y nos dispusimos a escuchar con sumo interés. Pasados cerca de 20 minutos, una motocicleta irrumpió repentinamente dejándose venir a toda velocidad sobre nosotros. En ese preciso instante, sentí que alguien me tomó del cuello de la camisa y me tiró hacia atrás al tiempo que yo arrastraba al niño. La moto nos pasó rozando. Sin poder salir del susto, me di vuelta para darle las gracias a quien nos había salvado… y no había nadie, absolutamente nadie, detrás nuestro ni a los costados. Puede usted interpretarlo como a bien tenga, pero yo estoy seguro que aquella vez, como en otras ocasiones, han sucedido cosas que están más allá de lo que vemos con nuestros ojos. Y sé que hay innumerables personas, que se han sentido alguna vez en su vida, “inexplicablemente” protegidas.
¡Qué curioso! Al catalogar “EL AMOR QUE TÚ ME DISTE”, no puede decirse “no es nada del otro mundo”, porque sí tiene mucho del otro mundo, del amor que nos protege y del poder espiritual. Y tampoco puede clasificarse como cine de fantasía porque, lo que sucede, es de lo más real que ocurre con frecuencia en el mundo. Los que no ven es porque no quieren ver, les basta consigo mismos para sentirse infelices.
Stephen Fitzgerald (Tyrone Power), es un escritor que, de viaje por la bella Irlanda en compañía de un amigo, descubre en el campo a un singular “duende” que lo guía, le hace experimentar el paraíso, y luego lo tienta para probar su carácter. A su regreso a New York, un hombre “muy parecido” a este duende, llega a casa de Fitz “recomendado por empleos Acme”, y con las triquiñuelas necesarias consigue ganarse el puesto de sirviente. Y con la llegada de la dulce Nora, comienza entonces una encantadora historia de amor que tiene la venia del cielo, y otra que el “duendecillo” no ve con buenos ojos y entonces se las ingeniará para despertar la conciencia del buen Stephen, quien está a punto de ser víctima de la ambición y de otras salidas que traicionarán su carácter.
En algún momento, aquel “duende” -maravillosamente representado por Cecil Kellaway, quien se merecía un Oscar, pero solo lo nominaron- le dice a su protegido: “Yo te ofrecí oro, no es culpa mía si has preferido tener una piedrita”.
Piedras –materia- es lo que elegimos cada día. Tardaremos todavía en saber que, el verdadero oro, es la causa del espíritu.
VER+:
Según cuenta la leyenda, los duendecillos irlandeses, conocidos como Leprechaun con capaces de encontrar monedas de oro enterradas en la tierra y las almacenan todas en una olla que está escondida en un lugar incierto. De hecho, estos duendes son famosos por esconder su olla de oro al final del arco iris. Algunos creen que los duendes necesitan el oro como un medio para engañar a los humanos y, dada la propensión de los duendes al engaño, esto es completamente posible. Esta es su historia:
Un hombrecillo de unos dos pies de altura estaba tumbado fuera de su tienda bajo un gran árbol junto a un arroyo. Era fácilmente encontrarlo por el ruido que hacía su martillo:
- Tap, tap, tap...
Y es que, el duende era zapatero y pasaba sus días haciendo zapatos que eran verdes con hebillas de oro y una punta larga y tacones. El duende hacía zapatos para las hadas que vivían en los bosques y las gentes de los pueblos cercanos. La gente sabía que era un duende porque habia muchas hadas como el que vivía fuera de los pueblos.
Las personas se acercaban hasta el hombrecillo para conseguir un par de zapatos y le pagaban con monedas de oro. Sin embargo, el duende, que era un poco avaro, necesitaba un lugar donde guardar su oro, ya que le gustaba guardarlo y contemplarlo en lugar de gastar.
Un buen día, comenzó a meter las monedas en una olla de oro y allí fue acumulándolas en una olla que guardaba en una estantería en su tienda de zapatos en el árbo. Un buen día, llegó un hombre llamado Tim a la zapatería del duende, quería un par de zapatos azul violeta con tacones. Mientras le explicaba al duende su idea, se fijó en la olla de oro llena de monedas.
Tim sabía que, como el zapatero era un duende, si podía capturarle se le concederían tres deseos. Porque os recuerdo, que los duendes son mágicos.
- Voy a venir de vuelta en unos días para recoger mis zapatos, dijo Tim al duende.
El duende que no tenía un pelo de tonto, enterró su olla de oro en un campo lleno de arbustos y siguió haciendo su trabajo.
Unos días después, Tim regresó y el leprechaun, le dio sus zapatos azul violeta al hombre. Pero cuando el duende se volvió para esconder las monedas, Tim le agarró por la espalda para conseguir sus tres deseos.
- Quiero mis tres deseos, dijo Tim, el primer deseo es saber dónde está la olla de oro, mi segundo deseo es que quiero cien pares de zapatos y, el terecero, tener otros tres deseos más.
- Puedo concederte los dos primeros deseos, pero el tercer deseo es un truco codicioso y no se puede conceder, dijo el leprechaun.
El duende llevó a Tim al campo y señaló el lugar donde había enterrado la olla de oro. Tim no tenía una pala para cavar, así que marcó el lugar con un palo para volver más tarde. Sin embargo, al regresar, no pudo creer lo que vio: había 200 palos sobre el campo.
Comenzó a cavar en todos ellos, pero no pudo encontrar el lugar donde estaba la olla de oro. Después de unas horas se rindió y se dio cuenta de que el duende le había engañado.
MIentras, el leprechaun necesitaba encontrar un mejor lugar para esconder su oro y evitar así que ningún hombre pudiera tomarlo. Sabia que los arcoiris eran magicos, nunca podrías decir dónde terminaba uno, por lo que decidió enterrar su oro al final de un arcoiris.
De esta manera, solo él sabría encontrarlo de nuevo. Así que eso es lo que hizo y la gente todavía intenta encontrar su oro, pero todavía hoy, después de tantos años, nadie ha logrado encontrarlo.
Pero, si paseas por el bosque, y escuchas este sonido...
- Tap, tap, tap
Sabrás que el leprechaun está cerca y, si eres muy amable con él, podrá concederte un deseo.
Fin
¿Qué son los Leprechaun?
La mayoría de las leyendas irlandesas de Leprechaun se remontan a los cuentos del siglo VIII. Algunas historias hablaban de espíritus que se fusionaron con un hada y desarrollaron una inclinación por beber en exceso. Según otros investigadores, el término Leprechaun en realidad proviene del término irlandés 'leath brogan', que significa zapatero.
Aunque estos duendes a menudo se asocian con la riqueza, particularmente con las monedas de oro, en realidad son zapateros que difícilmente presumirían de tener grandes bienes. Después de muchos siglos, el mito de los duendes o leprechaun y la olla de oro persiste y todavía hay gente que va en busca de este tesoro escondido.
¿Curiosidades sobre los duendes irlandeses o Leprechaun?
La representación moderna de un Leprechaun es la de un hombre vestido completamente de verde. Sin embargo, el folclore irlandés describe a los duendes como hombres que vestían trajes rojos y sombreros de tres picos. Así es como el novelista irlandés Samuel Lover describe a los duendes en su obra de 1831 "Leyendas e historias de Irlanda".
No hay registro de que existan duendes femeninos. Esto, por supuesto, significa que los Leprechauns desafían las leyes típicas de la biología.
Aunque la leyenda del Leprechaun tiene más de mil años, hubo un avistamiendo de un Leprechaun recientemente. En 1989 el propietario de un pub llamado PJ O'Hare en Carlingford, Condado de Louth afirmó que escuchó gritos de un pozo y encontró los restos y la ropa de un duende que hoy en día se exhibe en su pub.
ESCUCHAR LA BALADA IRLANDESA:
La luna pálida se elevaba sobre la montaña verde,
El sol se ponía bajo el mar azul;
Cuando me desvié con mi amor a la fuente de cristal puro,
Eso se encuentra en el hermoso Valle de Tralee.
Ella era hermosa y bella como la rosa del verano,
Sin embargo, no fue sólo su belleza lo que me ganó;
Oh no, era la verdad en sus ojos siempre amaneciendo,
Eso me hizo amar a Mary, la Rosa de Tralee.
Las frescas sombras de la tarde extendían su manto,
Y María toda sonriente me escuchaba;
La luna por el valle derramaba sus pálidos rayos,
Cuando gané el corazón de la Rosa de Tralee.
Aunque hermosa y hermosa como la rosa del verano,
Sin embargo, no fue sólo su belleza lo que me ganó;
Oh no, era la verdad en sus ojos siempre amaneciendo,
Eso me hizo amar a Mary the Rose of Tralee.
En los campos lejanos de la India,
en medio de los espantosos truenos de la guerra,
Su voz fue un consuelo y un consuelo para mí,
Pero la fría mano de la muerte
ahora nos ha partido en dos,
Me siento solo esta noche por la Rosa de Tralee.
Ella era hermosa y bella como la rosa del verano,
Sin embargo, no fue sólo su belleza lo que me ganó;
Oh no, era la verdad en sus ojos siempre amaneciendo,
Eso me hizo amar a Mary, La rosa de Tralee
0 comments :
Publicar un comentario