EL Rincón de Yanka: FINES Y MEDIOS Y EL PODER: ¿QUIÉN LO TIENE REALMENTE?

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sábado, 27 de septiembre de 2008

FINES Y MEDIOS Y EL PODER: ¿QUIÉN LO TIENE REALMENTE?


"La política es el arte de disfrazar de interés general 
el interés particular". 
Thiandiere


Maquiavelo, fines y medios

Si Maquiavelo aún viviera vería con orgullo y tal vez un poco de sorpresa como sus ideas se han mantenido vigentes e inamovibles a pesar del paso de los siglos y de los cambios registrados en la política, en la economía y, en general en todas las áreas en las que los hombres interactúan en el día a día de sus vidas. Del escritor italiano lo más conocido es aquel principio aplicado a la política según el cual el fin justifica los medios. Se infiere de este dudoso postulado que toda acción, toda argucia, todo pensamiento, toda hipocresía y, por supuesto, toda maldad es válida a la hora de lograr un objetivo.

Maquiavelo no solo escribe esta idea en un diario íntimo o en las páginas de un periódico; ni siquiera las apunta en un libro de profusa circulación. Sus consejos se los da directamente a los gobernantes y éstos, ni cortos ni perezosos, aceptan el regalo y comienzan a hacer uso de éste. Y no solo lo ponen en práctica ellos sino que se lo obsequian como herencia generosa y desinteresada para todos los gobernantes de todos los países y de todas las épocas. Y quienes se han dedicado


al ejercicio del arte de gobernar han entendido a la perfección: los propósitos, tanto los personales como los partidistas deben lograrse aún a costa de incurrir en conductas moralmente cuestionables y éticamente indefendibles.


A Maquiavelo se le relaciona, y no sin razón, con lo maligno, lo pérfido y lo inmoral. Lo extraño no es el hecho de que existiera alguien como él sino la cantidad increíble de seguidores que ha tenido en el mundo entero. Por igual se vale una mentira para invadir un país como para ganar unas elecciones. Da lo mismo maquillar las cifras más importantes de la economía para obtener el favor popular, que cambiar las leyes en beneficio propio. Da lo mismo financiar una campaña con dineros lícitos que hacerlo con recursos de procedencia oscura. En fin, Maquiavelo sigue hablando en voz alta y repite una y otra vez la frase en la cual se resumen sus principios: el fin justifica los medios.Quienes han leído “El Príncipe” la obra más conocida del nefasto consejero, resumen sus ideas en dos palabras: mala fe. Y esta es precisamente la herramienta más recomendada a todo aquel que desee leerlo y atender sus enseñanzas. Y vaya si hay gente dedicada a poner en práctica estas lecciones valiosas para quienes consideran que lo importante es llegar al poder y sostenerse en él, no importa cómo ni a costa de quién.


Sin embargo, a pesar de Maquiavelo y, probablemente por su culpa, la ética y las buenas costumbres no pasan de moda. Hoy más que nunca la política y todas las demás actividades de la vida diaria, necesitan hombres y mujeres que no se compren ni se vendan. Aunque tiemble la tierra. Aunque se desplomen los cielos.





EL PODER: ¿QUIÉN LO TIENE REALMENTE?
Desde nuestra más tierna edad hemos aprendido, la mayoría de nosotros en las aulas de clases, que son tres los poderes públicos. Y se nos ha enseñado también que esa tridivisión es una de las más importantes conquistas populares porque excluye a posibilidad de que una sola persona gobierne al mismo tiempo que expide leyes e imparte justicia, como ocurre en los territorios oprimidos por la tiranía.

En los tiempos bíblicos Herodes y Pilatos, gobernantes que representaban el poder romano, tenían al mismo tiempo la investidura de jueces para juzgar y condenar a los acusados en una clara expresión de los poderes concentrados en la misma persona. Hoy, cuando la mayoría de los países libres tienen firmemente constituidas las tres ramas del poder público, las cuales además deben ser autónomas e independientes, se hacen cábalas sobre cuál es el cuarto poder.
¿Cuál poder de todos es el más importante después del que tienen los gobernantes, los legisladores y los jueces? A los medios de comunicación y, especialmente, a la prensa se le menciona frecuentemente como el “cuarto poder”, precisamente por su influencia en la opinión pública y la forma en que incide para que los poderes tradicionales sean aceptados o rechazados por las mayorías. Sin embargo, el emblemático periodista, escritor y docente Javier Darío Restrepo tiene otra opinión.

En su libro “Cuarenta lecciones de ética” afirma “…el poder del periodista no es el que tradicionalmente se ha querido dar a entender con la expresión ‘cuarto poder’. El verdadero cuarto poder es la sociedad, que con su voto nombra o destituye a los titulares de los tres poderes tradicionales”Según el autor citado aparece pues la sociedad como el verdadero cuarto poder; sin embargo, es obvio que en una época como la nuestra y en un país como el que nos vio nacer, existen otros poderes de igual o mayor alcance que los ya mencionados.
El poder económico, por ejemplo, no es solo una fuerza, sino algo muy parecido a un dios que todo lo decide, lo impone y lo cambia. Incluso, seduce a la sociedad, para que ésta, a su vez, designe o destituya a los poderes tradicionales. Si algo o alguien no engrana en este poder, está destinado a desaparecer. Y ya han desaparecido hospitales que alguna vez atendieron a los pobres.

Y están a punto de privatizarse universidades en donde por años se han formado los hijos y las hijas despueblo. Pero hay otros poderes, algunos de ellos no tan evidentes, como el miedo, que nos impide a actuar como quisiéramos y debiéramos por temor a las represalias. Y el de la delincuencia organizada que es capaz de apoderarse de las más importantes instituciones de la sociedad a través de sus redes envolventes de riqueza desmedida y corrupción desbordada. Finalmente mencionemos el más enigmático de los poderes: el poder detrás del poder. Cuando descubramos de qué o de quién se trata sabremos por qué ocurre lo que ocurre en el país. Y en el mundo.


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