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viernes, 6 de junio de 2025

LIBRO "LA DESCOMPOSICIÓN DEL CATOLICISMO" por LOUIS BOUYER ⛪


LA DESCOMPOSICIÓN
DEL CATOLICISMO

LOUIS BOUYER

La descomposición del catolicismo es una de las obras más breves, más conocidas y más emblemáticas de Louis Bouyer. Escrita en 1968, cuando autor ha decidido ya renunciar a la comisión vaticana encargada de formular la reforma litúrgica deseada por el Concilio Vaticano II, en ella expresa toda su frustración y su enojo por la mediocridad con que se han hecho las cosas.
Pero no se trata solamente de una reforma litúrgica a la que percibe anticipadamente fracasada. Se trata de la situación De la Iglesia católica en general, a la cual se convirtió a comienzo de los años '40 y a la que ve postrada e incapaz de solucionar los profundos problemas que la afligen. Si el Concilio había sido para él como para muchos otros una gran esperanza de reforma, el correr de los años le ha demostrado que, lejos de mejorarse, las cosas han empeorado hasta lo impensable.
Es este el drama que Bouyer expone en su libro. Con el estilo irónico y a veces cáustico que lo caracteriza describe la situación que ha vivido y la que está viviendo dentro de la Iglesia a la que quiso servir, y advierte sobre las consecuencias que sobrevendrán si no se corrige lo que está mal.

P.A.P.A.: PIETRI APOSTOLI POTESTATEM ACCIPIENS
EL QUE RECIBE LA POTESTAD DEL APÓSTOL PEDRO

EL PAPA ES EL SUCESOR DE PEDRO, NO DE CRISTO. 
LA CABEZA DE LA IGLESIA NO ES EL PAPA: ¡ES JESUCRISTO!

Louis Bouyer fue el mejor teólogo del siglo XX. El podio quizás podría completarse con von Balthasar y Congar, más allá de que me gusten mucho o poco sus teologías. Bouyer, sin embargo, fue capaz de escribir no solamente monumentales tratados teológicos como su trilogía dedicada al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, sino también ingresar con la solidez de sus argumentos y de su formación en las fuertes discusiones teológicas que tuvieron lugar durante el siglo pasado. Y lo hizo a través de libros polémicos pero irrefutables. En ellos, además, volcó un cierto don de profecía que no le venía de alguna iluminación particular sino de la agudeza de su inteligencia. Escribía, por ejemplo, en 1968: 
“Yo no sé si -como se dice- el Concilio nos ha liberado de la tiranía de la Curia romana, pero lo cierto es que nos ha entregado, después de haberse entregado él mismo, a la dictadura de los periodistas, y sobre todo, de los más incompetentes y los más irresponsables”. 
Nunca más actuales estas palabras cuando el papa Francisco dirime la cuestiones magisteriales buscando el agrado y la aquiescencia de los medios, y sus voceros más autorizados suelen ser periodistas de la calaña de Elizabetta Piqué o de Alicia Barrios.

Bouyer fue pastor de la iglesia luterana de Francia y se convirtió al catolicismo poco antes de la Segunda Guerra Mundial, ordenándose sacerdote en el Oratorio francés. Aseguraba que debía su conversión a la liturgia, a la enseñanza de los Santos Padres y del cardenal Newman, de quiene escribió una biografía que, Dios mediante, pronto será traducida al español (“La mejor biografía de Newman”, según algunos conocedores). Enseñó en el Institut Catholique de Paris y en varias universidades americanas. Fue perito e integrante de varias comisiones del Concilio Vaticano II. Renunció a todas porque se daba cuenta que nada podía hacerse, y le resultaba insoportable tener que estar bajo las órdenes de “completas nulidades”. Por ejemplo, sirvió en la comisión preparatoria dirigida por el cardenal Pizzardo. Bouyer observaba que, si la KGB hubiese querido infiltrar la Iglesia, no habría encontrado mejor método para hacerlo que nombrar a Pizzardo prefecto de la Sagrada Congregación de Seminarios, cosa que hizo Pío XII. Y de modo similar se refiere a otros purpurados como Marty o Lercaro.

Es que Bouyer jamás perdió su libertad de decir lo que consideraba que era la verdad. No aceptó fidelidades de partidos, ni de escuelas, ni de congregaciones. Su única fidelidad fue a la Verdad. Tenía como enemigo al error y a la mentira, estuvieran éstos a la derecha o a la izquierda y, como no podía ser de otro modo, fue perseguido por progresistas y tradicionalistas; por jesuitas y dominicos; por curas y obispos.

Fue el autor de la llamada “Plegaria eucarística II”, que los curitas de línea media llaman “de San Hipólito” pero que, en realidad, debería ser llamada “anáfora al tuco” porque fue redactada a las apuradas en una trattoria del Trastévere luego del pranzo, a fin de acercarle un borrador al temible Bugnini quien, tiempo después, la publicó tal cual la recibió otorgándole el mismo estatus que el Canon Romano. Bouyer relata el caso para mostrar la “seriedad” que con se hizo la reforma litúrgica. Y remata con su clásica sentencia: "Si la liturgia romana era un cadáver antes del Vaticano II -tal como algunos decían-, después del Concilio es el mismo cadáver en estado de putrefacción.

Y se hartó. A fines de los ’60 renunció a la Comisión Teológica Internacional en la que había sido nombrado por Pablo VI. Se retiró a una abadía en ruinas en el norte de Francia y, durante el verano, a una modesta casa que había comprado en Normandía. Fue en este periodo de doce años en el que se desarrolló su mayor producción intelectual.

Se retiro... “¡Derrotista!”, gritarán algunos. “Escapista”, otros.¿Vale la pena responderles? Sí, con Tolkien, que fue uno de sus más preciados amigos.
¿Derrotista? Escribía Tolkien en 1956: “Soy, de hecho, cristiano, y católico apostólico romano por lo demás, de modo que no espero que la ‘historia’ sea otra cosa que una ‘larga derrota’, aunque contenga (y en una leyenda puede contener más clara y conmovedoramente) algunas muestras o atisbos de victoria” (The Letters of J.R.R. Tolkien, ed. H. Carpenter, Allen&Unwin, London, 1982, p. 255).
¿Escapista? “Muchos confunden -dice Tolkien- la evasión del prisionero con la huida del desertor” (“Sobre los cuentos de hadas”, en Árbol y hoja, Barcelona, Minotauro, 1994, p. 70). Y digo yo: ¿para quiénes es el “escapismo” un crimen tan atroz? Para los carceleros, naturalmente, de la clase que sean.

Toda esta introducción sobre Bouyer, de quien ya hemos hablado abundantemente en este blog, es para presentar la edición española de La descomposición del catolicismo, escrita en 1968, cuando terminó de hartarse de todo lo que que estaba sucediendo en la Iglesia como consecuencia del Concilio Vaticano II.
Es breve y de lectura imprescindible. Muchas de las cosas que hoy estamos viendo -“estos lodos”- serán comprendidas cuando conozcamos “los polvos” de los cuales surgieron.

La descomposición del catolicismo es una de las obras más breves, más conocidas y más emblemáticas de Louis Bouyer. Escrita en 1968, cuando autor ha decidido ya renunciar al Consilium, la comisión vaticana encargada de formular la reforma litúrgica deseada por el Concilio Vaticano II, en ella expresa toda su frustración y su enojo por la mediocridad con que se han hecho las cosas.
Pero no se trata solamente de una reforma litúrgica a la que percibe anticipadamente fracasada. Se trata de la situación de la Iglesia católica en general, a la cual se convirtió a comienzo de los años '40 y a la que ve postrada e incapaz de solucionar los profundos problemas que la afligen. Si el Concilio había sido para él como para muchos otros una gran esperanza de reforma, el correr de los años le ha demostrado que, lejos de mejorarse, las cosas han empeorado hasta lo impensable.
Es este el drama que Bouyer expone en su libro a través de tres capítulos: Progresismo, Tradicionalismos y Conclusiones. Con el estilo irónico y a veces cáustico que lo caracteriza describe la situación que ha vivido y la que está viviendo dentro de la Iglesia a la que quiso servir, y advierte sobre las consecuencias que sobrevendrán si no se corrige lo que está mal.

Sus previsiones, cincuenta años más tarde, se han revelado proféticas.

Aquí un extracto que revela el carácter del libro:

Éste es el punto más paradójico de la situación, que en el momento en que se ha perdido todo sentido de la autoridad se ve renacer una especie de neoclericalismo, por cierto tanto de los seglares como de los clérigos, más cerrado, más intolerante, más quisquilloso que todo lo que se había visto anteriormente.

Un ejemplo típico es el del latín litúrgico. El Concilio ha mantenido en términos explícitos el principio de conservar esta lengua tradicional en la liturgia occidental, aunque abriendo la puerta a amplias derogaciones cada vez que las necesidades pastorales impongan un uso, más o menos extenso, de la lengua vulgar. Pero la masa de los clérigos que hasta ahora no podían siquiera imaginar que se hiciera sitio a la lengua vulgar, por lo menos en el anuncio de la palabra de Dios, han saltado inmediatamente de un extremo al otro y no quieren ya que se oiga una palabra de latín en la Iglesia. Según parece, los seglares tienen hoy la palabra, pero, por supuesto, a condición de que en este punto, como en los otros, se limiten a repetir dócilmente lo que se les dice. Si protestan y quieren, por ejemplo, conservar el latín por lo menos en los cantos del ordinario de la misa con que estaban familiarizados, se les replica que su protesta carece de valor: no están iniciados en la nueva teología y por tanto no hay que tener en cuenta lo que dicen... Esto es tanto más curioso cuanto que reclaman precisamente lo que el Concilio había recomendado.

Pero el Concilio tiene mucho aguante: cuando se evoca su nombre, las tres cuartas partes de las veces no se apela precisamente a sus decisiones y a sus exhortaciones, sino a tal o cual declaración episcopal individual que la asamblea no había en modo alguno ratificado; o se apela a lo que tal o cual teólogo o tal o cual chupatintas sin mandato alguno habría querido ver canonizado por el Concilio, y hasta a tal o cual exposición atribuida al Concilio, aun cuando tal exposición lo contradiga palabra por palabra.

Y lo que sucede con el latín se puede decir también de toda la liturgia, lo cual es tanto más grave en el momento preciso en que el Concilio acaba de proclamar el carácter central de la liturgia en la vida y en la entera actividad de la Iglesia. No hace mucho se subrayaba que las Iglesias tradicionales, y en primer lugar la Iglesia católica, con su liturgia objetiva, sustraída a las manipulaciones abusivas del clero, salvaguardaban la libertad espiritual de los fieles frente a la subjetividad fácilmente invasiva y opresiva de los clérigos. Pero esto ha pasado a la historia. Los católicos contemporáneos sólo tienen ya derecho a tener la religión de su párroco, con todas sus idiosincrasias, sus limitaciones, sus rarezas y sus futilidades.

La princesa palatina describía a Luis XIV el protestantismo alemán con esta fórmula: “Aquí, cada uno se hace su propia religioncita”. Hoy día, cada sacerdote, o poco menos, se halla en este caso, y los fieles sólo tienen que decir amén, y todavía tienen suerte cuando la religión del párroco o del coadjutor no cambia cada domingo, a merced de sus lecturas, de las tonterías que ha visto hacer a otros o de su pura fantasía.

Había, pues, llegado, y de sobras la hora de recordar, primeramente, que la jerarquía es un ministerio, es decir, un servicio, puesto que representa entre nosotros a aquel que, siendo el Señor y el Maestro, al encarnarse no quiso adoptar sino el puesto y la función de servidor. Como lo ha mostrado muy bien el padre Congar, no bastaba siquiera con decir que las funciones sagradas debían ejercerse con espíritu de servicio (esto se había dicho siempre, por lo menos con la lengua), sino que había que volver a descubrir que son realmente un servicio. Si no era suficiente para ello la lectura del Evangelio, de las cartas de san Pablo y de san Pedro, no había más que leer la carta de san Gregorio Magno al patriarca de Constantinopla.

Y así como en la Iglesia los cabezas mismos, comenzando por los más elevados, no podrían apuntar más alto que a ser «servidores de los servidores de Dios», importaba reconocer que la Iglesia entera en el mundo está llamada a servir a la humanidad y no a dominarla (aunque fuera «para su bien» supuesto)

Todo esto estaba muy bien. Pero, desgraciadamente, aquí es donde caemos del Evangelio a la mitología; parece que los católicos modernos cuando dicen «servidor» son incapaces de pensar en otra cosa que en criado. Hay que preguntarse si su mismo triunfalismo de ayer era algo más que una mentalidad propia del lacayo, que se pavonea envuelto en sus galoneados harapos, tratando así de olvidar que viste precisamente el hábito suntuoso de su alienación. La mentalidad no parece haber cambiado, sólo que sus formas exteriores se han adaptado a la moda.

Decir, pues, que los ministros de la Iglesia, comenzando por sus cabezas son servidores, ha venido a significar que no tenían que asumir sus responsabilidades de guías y de doctores, sino seguir al rebaño en lugar de precederle. Al coronel de la guardia nacional, que asistía a la desbandada de sus tropas a la sazón de la revolución de 1848, se le atribuye este dicho lleno de sabor: «Puesto que soy su jefe, tengo que seguirlos» ¿No tenemos a veces (quizá fuera mejor decir: a menudo) la sensación de que los obispos de hoy, y tras ellos todos nuestros doctores de la ley, podrían tomar este dicho por su divisa? Los sacerdotes y los fieles pueden decir lo que quieran, hacer lo que quieran, pedir lo que quieran: Vox populi, vox Dei! Se bendice todo con perfecta indiferencia, pero preferentemente todo lo que antes del Concilio se habría estigmatizado. 

«¿Qué es la verdad?», preguntaba Pilato. Los responsables parecen no tener otro reflejo de respuesta que éste: «Todo lo que queráis, amigos míos». 
El reino de Dios pertenece a los violentos que lo arrebatan: se diría que esta palabra se entiende hoy en el sentido demasiado fácil de que el renio de Dios es sencillamente una merienda de negros. A Newman se le dejó en la sombra durante veinte años porque había tenido la desgracia de recordar esta verdad histórica: 
al concilio de Nicea había seguido una especie de suspensión de la autoridad durante toda una generación. Al Vaticano II le habría seguido una dimisión casi general de la Iglesia docente. ¿Por cuánto tiempo? ¿Quién podría decirlo?

El difunto padre Laberthonnière observaba con aquella capacidad de simplificación que era a la vez el fuerte y el flaco de su pensamiento: «Constantino hizo de la Iglesia un imperio, santo Tomás hizo de ella un sistema y san Ignacio una policía» En alguna manera se le podría excusar si hoy dijera que el Concilio ha hecho de ella una abadía de Thélème (nota: mandada a construir por Gargantua, en ella cada cual vivía a su capricho)

Pero esto no es todavía lo pero. Lo peor es la tergiversación de la idea de la Iglesia como entidad al servicio del mundo. Hoy se traducirá así: La Iglesia no tiene ya que convertir al mundo, sino antes convertirse a él. No tiene ya nada que enseñarle, sino que ponerse a su escucha: Pero, ¿y el Evangelio de la salvación?, se dirá. ¿No es la Iglesia entera responsable de él para el mundo? ¿No es lo esencial de su misión presentar este Evangelio al mundo? ¡Quién piensa en eso! ¡Todo lo hemos cambiado nosotros! Como dice un volumen típicamente posconciliar, «la salvación sin el Evangelio» ha venido a ser nuestro Evangelio. Aunque, puesto que nos hallamos aquí como en una partida de póquer , en la que el bluff de los unos no hace sino excitar el de los otros, la fórmula está ya superada. Como me decía estos días uno de nuestros nuevos teólogos, la idea misma de salvación es un insulto al mundo en tanto que creación de Dios: el hombre de hoy no puede aceptarla. No se hable más de ello. Pero, ¿podrá esto bastar? ¿El hombre de hoy no considerará como un insulto todavía más intolerable la suposición o la insinuación de que es criatura de Dios? Dios ha muerto, ¿no lo sabéis?, ¿no leéis acaso las publicaciones católicas que están al día? Si Dios ha muerto, con mayor razón no se le podrá calificar de creador….

Con otras palabras: servir al mundo no significa ya más que halagarlo, adularlo, como se adulaba ayer al cura en su parroquia, como se adulaba al obispo en su diócesis, como se hiperduliaba al papa en la cátedra de san Pedro ¿No es esto natural si servir a la Iglesia misma no consiste ante todo en servirle la verdad evangélica, si el repentino apetito de paternidad de nuestros sumos sacerdotes y de nuestros sacerdotes de segundo o de vigésimo quinto rango se avergüenza tanto de su paternalismo inveterado, que ya no quieren, a decir verdad, ser padres.

En otras épocas los cristianos católicos, aun sin lograr cristianizar de arriba abajo las instituciones sencillamente humanas en que se encuadraban, conseguían en conjunto introducir en ellas una cierta purificación, y hasta una elevación incontrovertible Sea lo que fuere lo que se piense del imperio de Constantino y de sus sucesores, era ciertamente mejor, por no decir más, que el de Nerón o de Cómodo. El caballero medieval, sin ser un modelo acabado, manifestaba virtudes que ciertamente no poseían los reitres bárbaros que le habían precedido. Y el humanista cristiano del renacimiento, pese a sus propias limitaciones, hacía enorme ventaja a sus colegas no cristianos.


¿Es pura casualidad el que en nuestros días el hecho de entrar los cristianos, y especialmente los católicos, en los marcos del mundo contemporáneo, parezca hacer más llamativos los defectos que se observaban anteriormente, si no es que todavía añaden ellos algo por su cuenta? Lo que se dice de la prensa o de la información en general ¿no es sencillamente el equivalente de lo que se puede observar en los partidos políticos o en los sindicatos cuanto entran en ellos los católicos? Ya se trate de los «ultras» en el PSU, de la Action Française y el MRP, por no hablar de otros países, del Zentrum germánico de la democracia cristiana italiana o del «revolucionarismo» católico de América del Sur, es difícil librarse de la impresión de que los partidos de signo clerical, inscríbanse a la derecha, a la izquierda o en el centro, se sumergen muy pronto en el irrealismo, el espíritu maniobrero de camarilla, el verbalismo huero o la violencia brutal que son defectos comunes a los partidos modernos y que tales partidos, a menudo, alcanzan los límites de lo grotesco y de lo odioso. Lo mismo se diga de los sindicatos: colonizados por los católicos parecen no tener ya otra alternativa que la de elegir entre el servilismo de los «amarillos» o la demagogia de los «rojos» particularmente frenéticos.

¿Serán los católicos modernos de esos individuos, a los que una carencia congénita predispone no sólo a coger todas las enfermedades que puedan presentarse, sino a acusar en ellas una forma especialmente virulenta? La gracia parece haber cesado en ellos de ser no sólo elevans, sino hasta sencillamente sanans.

(…)

Cuando Juan XXIII, que acababa de ser elegido, salió de la Capilla Sixtina, dijo a los que le rodeaban: «Querría que mi pontificado restaurara la colegialidad en la Iglesia». Y de hecho la realización más considerable del Concilio podría ser la de haber canonizado este principio. Jesús, desde el comienzo mismo de su ministerio en la tierra, y no sólo para que le sucedieran, se rodeó de doce discípulos, a los que asoció a todas sus preocupaciones. Después de la pasión, de la resurrección y de la ascensión aparece Pedro a ojos vistas como el portavoz de esta comunidad y, lo que es más, como su jefe responsable. Sin embargo, actúa siempre en unión con sus colegas y cuando se presenta un grave problema, aunque él lo haya zanjado ya por su parte, como se ve en la historia del centurión Cornelio y de la primera evangelización de los paganos, los pone, o deja que se ponga a discusión entre los Doce: será lo que se suele llamar con términos un tanto pomposos, aunque muy exactamente si se va a al fondo de las cosas, el «concilio de Jerusalén», descrito en los Hechos de los apóstoles. Pero no es todo. Los apóstoles mismos, como lo vemos ya en el Nuevo Testamento, no se preocuparon tampoco de procurarse simples sucesores, sino primero colaboradores, que asocian lo más estrechamente posible a sus quehaceres y a sus decisiones. Y no siquiera esto es todo. 

Si nunca se consideró verdaderamente fundada a la Iglesia sino a partir de pentecostés, fue seguramente porque el Espíritu Santo descendió sobre ella en aquel momento, pero también fue entonces cuando la predicación apostólica agrupó a los primeros creyentes en torno a los testigos de la resurrección. Y es de notar que el Espíritu Santo no descendió solamente sobre los predicadores, sino conjuntamente sobre los creyentes. «¿Los seglares?, ¿qué es esto?», masculló un obispo delante de Newman. Éste se limitó a contestarle: «Well!, with-out them the Church would look rather foolish!», lo que, traducido algo libremente, equivaldría poco más o menos a esto: «¡Sin ellos, bonita estaría la Iglesia!»

En pocas palabras, la Iglesia es un pueblo, el pueblo de Dios, en el que hay cabezas, responsables, pero en el que a todos los niveles, entre los cabezas y los otros miembros, hay una comunidad de vida de preocupaciones, porque hay una comunidad de fe y, por encima de todo esto y animándolo, una comunión en un solo Espíritu, que dispensa sus dones a todos, y a cada uno su don particular, pero de tal forma que todos los dones, los más elevados como los más humildes, son para todos, para el bien de todos, necesarios a todos. Y el don más grande, a cuyo servicio están todos los otros, es la caridad. Repitámoslo: esto no significa abdicación por parte de las cabezas responsables. San Pablo, muy al contrario, después de haber dicho a los Corintios la sustancia de esto que precede, no tenía reparo, no sólo por cantarles las verdades, sino en inculcarles lo que debían creer y hacer, les agradase o no, porque tal era su función y porque la había recibido de Cristo. Ahora bien, esto significa ciertamente que la Iglesia no puede dividirse en dos: una Iglesia docente simplemente superpuesta a una Iglesia enseñada, sin el menor intercambio entre las dos, y menos todavía una Iglesia activa, úncia capaz, y única juez para lanzar o no la corriente en una Iglesia simplemente pasiva.

Una vez más: no cabe la menor duda de que en vísperas del Concilio estábamos lejos de un reconocimiento franco de esta doctrina. Y si bien – como sucede siempre que las gentes no se resignan a perecer sofocadas dentro de un corsé de fórmulas muertas -, la vida de la Iglesia compensaba en cierta manera las estrecheces de la teología corriente y más aún de las rutinas canónicas, no por ello dejaba de verse bastante entorpecida. Habíamos llegado, poco más o menos, a una concepción de la Iglesia no ya meramente monárquica, sino piramidal, y lo peor era que la pirámide se suponía reposar sobre su vértice. En el plano del episcopado, quien leyera los manuales y observara la práctica de la Curia, podía fácilmente convencerse de que el papa era todo y los obispos no eran nada. En el plano de la diócesis, el obispo era a su vez todo y los sacerdotes no eran nada. En el plano de la parroquia, el señor párroco era todo, y los feligreses no eran nada. En una palabra, en todos los plano, cada uno era un Jano, que llevaba un cero en una cara, y en la otra al infinito, y el vulgum pecus al caer…De hecho, repitámoslo, la realidad distaba mucho de ser tal excepto en los manuales.

Conocí a un profesor protestante de teología pastoral que decía hace ya treinta años que si la Iglesia quisiera hacerse oír por el mundo, tendría que comenzar por procurar resumir su credo en una tarjeta de visita. En realidad Gaudium et Spes, la proclama del Concilio al mundo, es el más voluminoso de sus documentos, y de una lectura tan poco amena, que uno se pregunta cuántos de los mismos que lo votaron lo leyeron desde el principio hasta el fin… y cuántos de los que lo han leído lo han comprendido. Tres objetos formales, como dirían nuestros maestros, se dan codazos en este documento, como los frères Jacques en su inolvidable parodia de un partido de fútbol, y el último para el tiempo tratando inútilmente de colarse a la primera línea. 

En un principio se quería, aun hablando entre bastidores tratar de darse ánimos para afrontar aquello que no se había observado nunca sino con una visión marginal. Se quería luego, y aquí fue donde se desplegó mayor prodigalidad, dar (¿al mundo mismo o en la Iglesia?, esto no aparece muy claro) una descripción de este mundo, en la que, desgraciadamente, la buena voluntad es más conmovedora que el rigor de los hechos y sobre todo que la precisión de los criterios. Y luego se tenía también la intención de anunciarle el Evangelio. Pero, aunque esta solicitud subyacente reaparece a todo lo largo del documento, como eco de la conciencia profunda, es innegable que el documento no logró expresarse claramente. Sería exagerado decir que se tiene la sensación de que los padres no osaban ya pedir nada al mundo. Más bien dan la sensación de no haber sabido exactamente qué decirle…. Estas flaquezas de un documento abigarrado, incompleto, aunque de una prolijidad desalentadora (son siempre los predicadores que no saben exactamente lo que quieren decir, los que no acaban nunca de decirlo), no le impedían tener algunas buenas bases como punto de partida para un conato de recuperación, y el mero hecho de reconocer finalmente su urgencia habría sido quizá lo mejor que se hubiera podido esperar de tal asamblea.

Desgraciadamente, lo fuerte que contenía este texto no fue lo que despertó mayor eco. Hasta ahora, sus debilidades demasiado llamativas son prácticamente las únicas que han hecho escuela, y el rasgo se ha extremado de golpe hasta la caricatura.

La apertura al mundo que se proponía a los católicos, la conversión al mundo que se les sugería ¿en qué se han quedado para ellos, por lo menos para los que inmediatamente se apoderaron del micrófono y que monopolizan la prensa? Al escucharlos resulta difícil no evocar a estos salvajes de tieras remotas, que delante de un transistor, de una cadena de water o de un paquete de preservativos caídos repentinamente a su puerta, no saben sino caer de rodillas y creen a pie juntillas que el avión de carga que les ha arrojado esas maravillas no puede ser sino Nuestro Señor en persona.

Se ha hablado de postración delante del mundo para describir la moda de hoy en el pensamiento católico o en lo que lo remplaza. Realmente es decir muy poco. «No me gustan esas postraciones, no me gustan esas postraciones cobardes, todas esas sucias postraciones de esclavos», decía el Dios de Péguy. Hay que suponer que los católicos han oído por fin por lo menos esa palabra de Dios.

Pero las postraciones en cuestión de tal manera deben formar parte de su naturaleza, que no han podido hacer, no se les ha ocurrido, sino transferirlas a una divinidad menos hastiada de adoradores. Así multiplican las zalemas, amontonan los superlativos, se prosternan a porfía. Se piensa en la frase inaudita, hábilmente destacada por el canónigo Martimort en su estudio Le Gallicanisme de Bossuet: «Colgado de los pechos de la Iglesia Romana, me postro a los pies de Vuestra Santidad…» ¡Qué gimnasia, cielo santo! Los católicos de hoy, manteniéndose colgados de los pechos del progreso no acaban nunca de arrastrar el vientre por el suelo, a los pies más o menos hendidos de todos los becerros de oro que aquél ha hecho popular. Pero lo verdaderamente extraordinario es que, absortos en sus oraciones, no oyen la enorme carcajada que lanza poco a poco el mundo ante el espectáculo ofrecido por su servilismo maníaco. A decir verdad, hace ya tiempo que se había dejado de tomarlos en serio.

Pero ante este súbito e inesperado hormigueo a cuatro patas, de personas que os volvían la espalda desde hace generaciones, ¿qué queréis que se haga sino desternillarse de risa? Hay, sin embargo, en este mundo personas delicadas, más numerosas de lo que imaginan los católicos, que no sólo no se han embriagado con todo ese incienso rancio, desviado de Dios para el solo provecho de sus fosas nasales son que les da náuseas el hedor de esa humildad abyecta….

Los católicos de ayer eran incapaces de recibir ninguna lección del mundo. Ahora están convencidos como Mussolini, de que el mundo da sempre razones. Pero olvidan que el mundo no está compuesto únicamente de imbéciles y que todo lo que en él tiene lucidez se plantea cuestiones cada vez más angustiosas. Si la Iglesia puede tener todavía sentido para el mundo de hoy, hay que suponer que es capaz de responderle o, cosa quizá todavía más importante, de ayudarle a plantearse por fin las verdaderas cuestiones. ¿Qué queremos que haga con toda esa pandilla de histéricos, a los que la idea descabellada de que ya no hay problemas que no haya resuelto el mundo o que no esté a punto de resolverlos, basta para sumergirlos en un estado de delirio?

El aggiornamiento va de la mano con la apertura al mundo, aunque la desborda. El aggiornamiento que quería Juan XXIII, el que el Concilio, a tientas, como era inevitable, pero después de todo con vigor, había tratado de incoar, era el del escriba avisado que busca nova et vetera en un tesoro que había perdido la costumbre de frecuentar, estando como estaba totalmente ocupado en guardarlo y defenderlo, como un dragón arisco agazapado sobre su inútil tesoro. Y para responder finalmente a las necesidades del momento había que comenzar por dar de nuevo con las necesidades de siempre. 

El aggiornamiento que se nos propone y se nos quería imponer consiste simplemente en largar toda la tradición para saltarle al cuello a una futuridad que nade sabe exactamente qué figura tendrá. Pero la idea misma de una historia que para ir hacia su meta tuviera que abolir su pasado, es una de esas que han desaprobado los pensadores más modernos. Un Einstein no creyó ni un instante que con su obra estaba aboliendo a Newton: 
sabía mejor que nadie que, según el dicho de Pascal, podía escasamente montarse sobre sus hombros para procurar ver más lejos. Si hay algo cierto en el estructuralismo contemporáneo, es que el espíritu humano de nuestro tiempo, así como el de todos los que lo han precedido, trabaja dentro de marcos que han heredado y de los que no puede evadirse, como uno no puede tampoco saltar fuera de su sombra. Todavía más profundamente, las psicologías profundas no han advertido que los que creen suprimir su pasado para emanciparse de él, no hacen más que reprimirlo en vano. Refugiado en el subsuelo de nuestra personalidad, corroe sus bases y nos veda todo desarrollo verdadero. Habría que comenzar por asumirlo francamente para que comience el verdadero presente, donde el futuro se construye libremente.

Con más razón hay que decir esto cuando nuestro pasado, como es el caso de los cristianos, lleva en sí la revelación única y definitiva de lo eterno. Esos católicos que sólo quieren mirar el punto omega, sólo pueden conservar a Cristo volatilizándolo en la pura mitología. Lo que dijo, lo que hizo, lo que es y será para siempre, ya no les interesa. Ya no lo guardan sino como un símbolo tribal vaciado de todo contenido y con el que están dispuestos a etiquetar cualquier cosa, con tal que sea o parezca nueva. No les preguntemos ya si creen todavía en su divinidad: os responderán muy ufanos que están más allá de esa cuestión. Sólo les interesa el futuro de la humanidad, es decir, lo que la nuestra, llegada a la edad adulta, tomando sola en la mano su destino, puede devenir (sea lo que fuere, un Superman o un mono con un ojo en la punta de la cola, que eso les tiene sin cuidado, con tal que sea algo nuevo o que por lo menos lo parezca).

Jesús, un Jesús ahora ya completamente humano, porque únicamente humano, no tiene ya para ellos otro sentido que el de ser la promesa, la garantía de esas mutaciones que se nos anuncian como inminentes. ¿Por qué fue elegido para este papel precisamente Jesús, más bien que cualquier otro personaje de la historia humana? Verdaderamente no se ve por qué… Seguramente la única fuerza de la costumbre que es tanto más tiránica en todos los que tienen la fobia de su pasado. Sin embargo, si hay un rasgo de la personalidad de Jesús que están acordes en reconocerle todos los historiadores, aun los más críticos, es que no vivía sino para Dios: el Evangelio del reino era para él lo que san Pablo resumiría felizmente en la fórmula: «Dios, todo en todos».

Pero Dios mismo ha muerto para estos neo-adoradores del mundo. Él les había dicho ya que no se puede servir a dos amos. Ellos han escogido. El mundo, Mammón, los ha acaparado inmediatamente. Como me decía poco ha una religiosa de la nueva ola: «Para mí mi religión sólo conoce la dimensión horizontal». Ahora bien, la dimensión horizontal por sí sola no ha constituido jamás una religión. Se ha lanzado, pues, por la borda la religión, después de haber hecho almoneda de lo sagrado. Pero como en un cristianismo desacralizado no había ya nada que hacer con el Cristo de la fe, ni tampoco con el de la simple historia, en un mundo irreligioso, consagrado finalmente en su profanidad moderna, Dios no ha tardado evidentemente, en convertirse en el vocablo más vacío de sentido que se pueda imaginar.

Bouyer, Louis - La Descomposición Del Catolicismo by Abel Della Costa


4 Sacerdotes católicos analizan hacia donde va la Iglesia con el papa León XIV - P. Gabriel Zarraute

domingo, 10 de marzo de 2024

MENSAJE PROFÉTICO: "LA HORA DE LA DECISIÓN" y "UN LLAMADO A TODOS LOS HIJOS DE DIOS" y "ES HORA DE UNIRSE A MI EJÉRCITO": UN LLAMADO A LOS SACERDOTES Y OBISPOS





Un llamado a todos los hijos de Dios 
y Es hora de unirse a mi ejército:
un llamado a los sacerdotes y obispos
MISIÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Recibido el 22 de febrero de 2024
Mensaje recibido en español por Sor Amapola

[Este Mensaje fue dictado a la Hermana en español y esta es su traducción al inglés. NOTA: Este Mensaje incluye varias notas a pie de página. Las notas a pie de página no son dictadas por Dios. Los agrega la hermana. A veces, la nota a pie de página es para ayudar a aclarar al lector el sentido que tiene la Hermana del significado de una determinada palabra o idea, y en otras ocasiones para transmitir mejor el sentido del tono de Dios cuando habla.]
[de Dios Padre]

A Mis hijos esparcidos por el mundo – Vuestro Dios os habla desde el pequeño Cerro santo, Nuestro nuevo Tepeyac.
Ha llegado el momento, hijos Míos, de llamarlos a unirse a Mi ejército, el ejército que He formado y forjado en el silencio, en lo oculto, con innumerables pruebas, sacrificios y sufrimientos.

Cuántos pequeños batallones he formado en todo el mundo, en cada continente. Como cisternas de agua pura para dar vida a Mis hijos hambrientos y abandonados. Hambrientos de la Verdad, hambrientos de Mí – y abandonados por aquellos que se han convertido en piedra de tropiezo para Mí: 

Mis hijos sacerdotes, a quienes les he dado el mandato y la misión de cuidar de Mis ovejas, de protegerlas y nutrirlas con Mi Sagrado Alimento.

Pero estos pastores se han quedado dormidos y os han abandonado, hijos Míos, a la gran mayoría de ellos.

Tengo Pastores fieles – la alegría de Mi Corazón [1] – que, unidos a Mi Jesús, trabajan incesantemente para guiar a Mis ovejas a Mi redil. Y cómo son odiados y perseguidos. Recibirán la corona del martirio por este testimonio y trabajo en Mi honor.

Mi Voz está a punto de tronar para despertar a Mis hijos dormidos [2], ebrios del mundo y de las mentiras de Satanás.

No reconocen los tiempos, no reconocen Mi Voz y Me son INÚTILES.
Pero los despertaré con el trueno de Mi Voz.
Hijos Míos, ustedes que sufren al ver la devastación de Mi Iglesia, al ver el mundo completamente dominado por Satanás y sus cohortes – levanten sus ojos y sus corazones hacia Mí, hijos.
Me habéis llamado y vengo.
Habéis sido fieles, y ahora os demuestro que YO SOY vuestro DIOS FIEL.
Fieles a Mi Palabra. Fieles a Mi Verdad. Fieles a Mi Amor por vosotros.
Vengo, hijos, a restaurar lo Mío.
Vengo, hijos, a tomar posesión de lo que Satanás, en su infinito orgullo, quiso arrebatarme.
Vengo, hijos, a reconquistar vuestros corazones y los corazones de todos Mis hijos.

Alzad los ojos, hijos, y esperadme.
Elevad vuestros corazones, pequeños Míos, y confiad en Mí.
Levanten sus corazones y Me verán.
No tengas miedo.
Tu Dios se levanta en tu nombre.
Permaneced en Mí y no temáis.

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[Continuación el 26 de febrero de 2024]

Escribe ahora, hija, para Mis hijos Sacerdotes [3].

Aquellos que, en lugar de ser Mis más estrechos colaboradores, mis más dóciles y fieles instrumentos, Mi descanso, se han convertido en un estorbo muy grande; almas de ladrones, robando a Mis hijos lo que les corresponde como herederos y por necesidad: Mi Gracia, Mi Guía, Mi Luz, Mi Perdón. Almas rebeldes a Mi Voz, almas perezosas. Almas que, habiéndome perdido, no Me buscan. Aventurándose cada vez más en la oscuridad, le dan la espalda a Mi Luz.
Se secarán y se marchitarán más que la higuera que maldije antes de entrar en Jerusalén.
A lo largo de los años los he podado y abonado, intentando revivirlos, pero rechazan Mi ayuda.
MI AYUDA. La ayuda la envío como y cuando quiero, como rocío para Mis hijos [4].

¡Ay de aquellos pastores que son un obstáculo y me son inútiles!
Doy una oportunidad más; Les concedo – una última oportunidad – obtenida para ustedes por el sacrificio y la oración de aquellos a quienes han despreciado y abandonado, Mis almas víctimas – en respuesta a ellos les doy una oportunidad más. NO LO DESPERDICIES.
Os esperaré una hora más [5], pero si no respondéis, si no Me escucháis, procederé con Mi Plan, dejándoos a un lado para que no os causéis más daño con vuestra inacción.
Necesito vuestra ayuda, hijos. Te llamé; Os creé para esta Hora, para que me ayudarais y ayudarais a vuestros hermanos. Para que Me llevéis hasta las almas más necesitadas; para que protegáis a Mis ovejas, para que con Mi Poder y autoridad las liberéis de las garras de Satanás. Para que llevéis Mi Paz y Esperanza a la oscuridad de la desesperación, para que alimentéis a Mis ovejas, para que las sanéis.

Hijos, es un trabajo muy arduo. Agotador. Entregando la vida en cada minuto, en cada paso.

TE NECESITO.
DESPIERTEN, hijos.
Vea lo que EN VERDAD está sucediendo a su alrededor.
Salid de los miasmas del enemigo, de sus confusiones y seducciones.
Mi Voz es clara, directa. El sí que es sí y el no que es no.
La Verdad es LUZ.

Hijos, estáis rodeados de mentiras. TE HAN MENTIDO. Y habéis absorbido estas mentiras que son tan dañinas porque oscurecen la VERDAD, y al oscurecer la Luz de la Verdad, todo vuestro ser se oscurece y os distraéis fácilmente, y os volvéis completamente inofensivos para Mi enemigo.

NECESITO HIJOS GUERRERO. SACERDOTES Y SOLDADOS.

Sin miedo en la batalla.
Espada te di [6] el día que fuiste consagrado a Mí, a Mi servicio en Mi Templo. ¿Qué has hecho con eso?
Te regalé una estola blanca y pura. ¿En qué condiciones se encuentra ahora?
Y tus manos consagradas y ungidas, ¿para qué las has usado?
¿DÓNDE ESTÁ VUESTRA FE, hijos?

En lugar de ser la llama fuerte e invencible que os da vida y calor y os convierte en verdaderos colaboradores Míos, habéis dejado que se apague. Sólo veo una pequeña llama aquí y allá, tan pobre y débil.

HIJOS, POR ESO SE HA EXTENDIDO LA TINIEBLA. PORQUE NO HAY FE EN MIS SACERDOTES.

LA FE SIMPLE Y PURA DE LOS NIÑOS.
LA FE FUERTE Y VALIENTE DE MIS HIJOS.
LA FE LEAL HASTA LA MUERTE.
LA FE QUE ES LUZ Y VIDA.
HAS DEJADO QUE SE APAGUE. En vosotros y en Mis hijos.
USTEDES SON RESPONSABLES DE TANTA OSCURIDAD, HIJOS.

Y vosotros, llamados Obispos [7], que debéis ser padres de Mis hijos Sacerdotes, ejemplos y guías, os habéis vuelto mucho peores que los demonios, porque al menos los demonios Me reconocen como Dios, a pesar de odiarme.
Pero ME HAN DEJADO A UN LADO y ME HAN UTILIZADO [8] PARA SUS PROPIOS FINES.
¡Ay de ti! ¡Ay de vosotros si no reconocéis esta última oportunidad! Si no recurréis a Mí, si no reconocéis vuestra culpa y vuestra responsabilidad.
Sí, tienes una responsabilidad terrible. Gigantesco. Y te llamaré a una cuenta.

NADIE SE BURLA DE MÍ.
NADIE SE APROVECHA DE MÍ.

Estás tan cegado que no ves cómo te utilizan y manipulan.
Les hablo a ustedes, hijos Míos, que una vez fueron sinceros en seguirme.
Debo corregirte: es misericordia.
Debo despertarte – es misericordia.
Debo sacudirte: es justicia.

Yo soy tu padre. Y tengo Misericordia. Pero Yo también Soy vuestro Rey y exijo vuestra lealtad y vuestra obediencia.
Y YO SOY vuestro DIOS. NO TE OLVIDES DE ESTO.
Y como DIOS tengo derecho a TODO . Que me des TODO .
Reconsiderar. Escuchen Mi Voz. Estas palabras que te doy AHORA para mostrarte lo que necesito de ti AHORA.

No sólo habéis dejado que el humo de Satanás se infiltre en Mi Santuario; pero habéis permitido que todo un ejército de demonios ocupe vuestro lugar.
Y habéis permitido que en la silla de Mi Pedro se siente el usurpador, quien está ejecutando la Gran Traición que dejará desolada a Mi Iglesia.
Y TÚ LO HAS PERMITIDO.
Y lleváis con vosotros la terrible Responsabilidad de esta horrenda ofensa hacia Mí, vuestro DIOS.
Me habéis abandonado y habéis abandonado a Mis pequeños. Y habéis abandonado a Mi Jesús.
¡Ay de ti!

Hijos, escúchenme AHORA. VUELVE A MÍ AHORA . Dejen atrás sus criterios y reciban MI LUZ. Estás en la oscuridad y no te das cuenta.
Pero Yo, vuestro DIOS, tengo Misericordia.
Yo, vuestro buen Padre, me compadezco de vuestra ceguera, de vuestro hambre y de vuestra desnudez. Y os ofrezco estas PALABRAS MÍAS para que en ellas Me oigáis; con ellos os vestiréis y de ellos os alimentaréis.

PRISA, hijos. NO HAY MÁS TIEMPO .
NECESITO QUE SEAS COMPLETAMENTE MÍA.
No resistáis a Mi Voz, hijos.
Os hablo como a vuestro Padre.
Pero pronto hablaré como el TODO PODEROSO Y ÚNICO DIOS. EL SEÑOR DIOS DE LOS EJÉRCITOS.
EL QUE ES.
EL ÚNICO.
NADIE PUEDE RESISTIRSE A ESTA VOZ.

Ante este Trueno Devastador, que derribará, derribará toda presencia del enemigo y de todos aquellos que lo escogieron antes que Mí; Te doy esta última oportunidad.
Os recuerdo el conocido dicho [9]: “El que corre con lobos aprende a aullar”.
No has reconocido a los lobos que te rodean. Los habéis recibido como verdaderos pastores. Y en lugar de hablar sólo Mis Palabras, Mi Verdad, las habéis dejado aullar y habéis comenzado a imitarlas también.

LEVANTARSE, hijos. EN GUARDIA.
DESPERTAR.
LUCHAR. DEFENDEN LO QUE LES HE CONFIADO .
ES LA ÚLTIMA LLAMADA. TE QUIERO EN MI EJÉRCITO.
AHORA.
TENGO MI PLAN, NO ME OBSTÁCULOS.
NO ME OBSTACULES.

Recordad que sois sirvientes. Que sois hijos. Y como tal, Me debéis obediencia y fidelidad.
Una vez que te hayas levantado, levanta a tus hermanos sacerdotes.
Recuerden que YO SOY su Cabeza. YO SOY Quien os une. YO SOY su Líder y Capitán.

Tu Hora ha pasado [10]. Y LO MIO EMPIEZA AHORA. MI HORA. LA HORA EN QUE MI PLAN SE REVELA TAL COMO ES: INFINITO, PODEROSO, INQUEBRANTABLE. RADIANTE.
Durante años habéis sido sordos a Mi Voz que habla en estas pequeñas voces – esparcidas por el mundo y en cada época de la Iglesia, para el bien de todos Mis hijos.
Los habéis dejado de lado, considerándolos superfluos, sólo imaginaciones de mentes inestables.
Pero ahora UNO ESTAS VOCES EN MI VOZ DE TRUENO.
MI VOZ TRONARÁ HASTA LOS FINES DE TODO LO CREADO.
MI VOZ LLEGARÁ A LO MÁS PROFUNDO.
TODO LO QUE EXISTE SENTIRÁ EL TRUENO DE MI VOZ.
SÓLO YO PUEDO DECIR “¡BASTA!” [11]
LO SUFICIENTEMENTE GRANDE que vence las obras de Satanás.
YO TU DIOS LO DIRÉ.

Y Yo los llamo a que una vez más tomen sus lugares en Mi ejército y que Conmigo levanten su voz en este gran clamor.
OS ESPERO HIJOS. UNA HORA MÁS.
NO MÁS.
Te he esperado mucho tiempo y ya no queda tiempo.
Poned vuestras casas en orden, hijos.
VENGO.

Y los visitaré a CADA UNO DE USTEDES .
¿Estás listo para esta visita MÍA? NO.
Por eso vengo a despertaros. Para que os preparéis.
Para que recordéis a vuestro Abba y recordéis vuestra verdadera vocación.
HIJOS, LEVANTARSE.
AHORA.

MI PLAN AVANZA INEXORABLEMENTE. UN PLAN DE MISERICORDIA Y JUSTICIA. UN PLAN DE BONDAD Y PODER.
MI PLAN PARA RECONQUISTAR A MIS HIJOS, MI IGLESIA Y TODA MI CREACIÓN.
ESCUCHENME, HIJOS.
PONERSE DE PIE.

Tu Abba, tu Padre que te ama.
Tu Señor y Dios.
El QUE ES, EL QUE ERA y EL QUE HA DE VENIR.
AMÉN.
VENGO.
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[1] Sentí en estas palabras su gran amor y orgullo paternal al ver la fidelidad de estos hijos suyos. En varias ocasiones he percibido que, cuando habla de sus fieles Sacerdotes, lo hace con un amor muy especial.
[2] Referencia a Sus Sacerdotes que son ajenos a lo que realmente sucede en el mundo y en la Iglesia.
[3] Estas palabras están dirigidas a los Sacerdotes y Obispos que continúan “dormidos”. Palabras duras, muy difíciles de escribir y de escuchar. Pero muestran la gran importancia de su Sacerdocio para estos tiempos y cuán necesaria es su plena cooperación para el bien de todos los hijos de Dios. Y qué doloroso es para el Padre no tener toda su lealtad. Hay un amor inmenso detrás de estas palabras.
[4] Se refiere a todos los diferentes tipos de gracias como apariciones, visiones, revelaciones, locuciones, etc., que envía directamente para ayudar a sus hijos, y de manera particular para ayudar a sus sacerdotes, como ayuda. en su trabajo, como estímulo, como confirmación, como guía, consuelo y fortaleza.
[5] Entendí que esto significaba un tiempo muy corto.
[6] Percibí que esta espada es un símbolo de la autoridad que se les ha concedido y de la Verdad, armas necesarias para luchar eficazmente contra Satanás. Véase también Efesios 6:17.
[7] Esta expresión me sorprendió mucho, porque podría sonar despectiva, pero percibí que es más bien una llamada de atención, para reconsiderar lo que realmente significa ser Obispo. Como dejar de lado el “título” para centrarnos en la esencia.
[8] Es difícil expresar con palabras todo el dolor y la indignación divina que sentí cuando dijo esta palabra.
[9] Este es un dicho muy conocido en español, en el que se dictaba este mensaje, “El que con lobos anda, a aullar aprende”. No existe un equivalente fácil que pueda encontrar en inglés.
[10] Es decir, la hora –el tiempo- que se les ha concedido para cumplir su labor de guías y protectores de los hijos de Dios y de la Iglesia. Y eso ahora llega a su fin porque dada su debilidad en el cumplimiento de esta obra, ya no basta con luchar contra las fuerzas del enemigo, y se necesita la intervención directa de Dios – Su Hora. Al menos esto es lo que entendí que significaba.
[11] Palabras dichas con gran autoridad y poder. La expresión que usó en español es “¡Basta!”, que es más fuerte y expresiva que “Enough”.

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NOTA: Como suele suceder, las lecturas de la Misa del día siguiente a la entrega de uno de estos mensajes parecen confirmar lo dictado. A veces muy claramente, a veces más sutilmente. Las lecturas del 27 de febrero (martes de la segunda semana de Cuaresma) fueron:

Isaías 1, 10, 16-20
“¡Oíd la palabra de Jehová, príncipes de Sodoma! ¡Escuchen la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! ¡Lávense limpios! Apartad de delante de mis ojos vuestras malas acciones; deja de hacer el mal; aprende a hacer el bien. Haz de la justicia tu objetivo: reparar al agraviado, escuchar la súplica del huérfano, defender a la viuda. Venid ahora, arreglemos las cosas, dice el SEÑOR: Aunque vuestros pecados sean como la grana, pueden llegar a ser emblanquecidos como la nieve; Aunque sean de color rojo carmesí, pueden volverse blancos como la lana. Si queréis y obedecéis, comeréis los bienes de la tierra; Pero si rehusáis y os resistís, la espada os consumirá, porque la boca de Jehová ha hablado.

Sal 50:8-9, 16bc-17, 21 y 23
“No te reprendo por tus sacrificios, porque tus holocaustos están siempre delante de mí. No tomo de tu casa ningún buey ni cabras de tu redil. ¿Por qué recitas mis estatutos y profesas mi pacto con tu boca, aunque aborreces la disciplina y echas atrás mis palabras? Cuando hagáis estas cosas, ¿me haré oídos sordos? ¿O crees que soy como tú? Te corregiré dibujándolos ante tus ojos. El que ofrece alabanza como sacrificio me glorifica; y al que va por el buen camino le mostraré la salvación de Dios”.

Ez 18:31
“Desechad de vosotros todos los delitos que habéis cometido, dice Jehová, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo”.

Mt 23,1-12
Jesús habló a la multitud y a sus discípulos, diciendo: Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. Por tanto, haced y observad todo lo que os digan, pero no sigáis su ejemplo. Porque predican pero no practican. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar y las ponen sobre los hombros de la gente, pero ellos no mueven un dedo para moverlas. Todas sus obras están realizadas para ser vistas. Ensanchan sus filacterias y alargan sus borlas. Les encantan los lugares de honor en los banquetes, los asientos de honor en las sinagogas, los saludos en las plazas y el saludo "Rabí". En cuanto a ti, no te llames 'Rabí'. Tenéis un solo maestro y todos sois hermanos. A nadie en la tierra llames padre tuyo; sólo tenéis un Padre en el cielo. No os dejéis llamar 'Maestro'; sólo tenéis un maestro, el Cristo. El mayor entre vosotros debe ser vuestro servidor. El que se enaltece será humillado; pero el que se humilla será enaltecido”.


Es la Hora de unirse a Mi Ejército – Una llamada a Sacerdotes y Obispos

#3 Para Mis Sacerdotes Fieles

Recibido el 1 de marzo de 2024
Mensaje recibido en inglés por Sor Amapola


[de Dios Padre]
Escribe, hija Mía, para Mis fieles Sacerdotes –

Escribe para Mis hijos que han mantenido Mi Palabra – Mi Jesús – como centro de su ser; que imitan a Mi Jesús en Su Obediencia, en Su Ofrenda, en Su Amor y Confianza en Su Abba.

Os habéis revestido de Mi Jesús y como tales os veo.
Mis hijos. Mis amados hijos.
Sufren con Mis hijos, sufren Conmigo, al ver los efectos de los planes y obras de nuestro enemigo.
Mis hijos fieles, velando, velando incansablemente por Mis pequeños. Qué cansado estás. ¡Qué desanimados, hijos Míos! Hay mucho trabajo y nada parece mejorar.

La angustia de sentirse tan solo y tan ignorado. Alzando la voz para advertir, para guiar, sólo para ser silenciados por aquellos que deberían estar trabajando con ustedes. Como usted.
Hijos míos, entre vosotros y Yo sólo hay Amor. Cuanto te amo. Cuanto te necesito. Cuánto necesito de tus hermanos que aún duermen.
Debo despertarlos y sacudirlos, no sea que el enemigo los alcance por completo mientras duermen.
Ayúdenlos con vuestra oración y vuestro sacrificio – el ofrecimiento diario de vosotros mismos con Mi Jesús en el Altar.

El Santísimo Sacrificio de la Misa.
La Santísima Ofrenda de Mi Jesús por amor a Mí – y a vosotros.
La Ofrenda a la que os unís.
La Ofrenda que llevo en Mi Corazón y a través de la cual derramo Misericordia y Gracia sobre Mi pueblo reseco.
Hijitos míos. Mis hijos hambrientos.

¿Ven, hijos Míos, por qué entonces hay ataques incesantes a este Santo Sacrificio? ¿Por qué el enemigo debe destruirlo a toda costa? ¿Por qué trabaja incansablemente para subvertirlo? Y no pudiendo destruirla en Sí misma, porque ya ha sido vencido por Ella, debe destruir a aquellos en cuyas manos he puesto esta Ofrenda: ustedes, Mis Sacerdotes.

Veis los ataques a Mi Santísimo Sacramento, la Presencia Verdadera de Mi Jesús – con qué desdén y falta de respeto es tratado, abusado.
Ven cómo estos ataques destruyen la FE en los corazones de Mis hijos, que ya no creen en Mi Jesús, ya no lo reconocen.
Ves cómo cuando la FE se apaga, la idolatría y la desesperación se apoderan del alma.

Hijos Míos, esto es contra lo que estáis luchando, estas son las fuerzas que desean destruiros, porque vosotros sois Mis baluartes para proteger a Mis hijos. Si cedéis , ¿qué pasará con Mis pequeños?
Veréis, hijos Míos, baluarte tras baluarte cayendo, siendo destruidos. Veis las hordas de demonios atacando a Mis hijos.
Y veo el dolor que desgarra vuestros corazones.
YA VEO, HIJOS MÍOS. LO SÉ. ENTIENDO.
Y VENGO.

Ya no te dejaré solo y desamparado.

Nunca te he dejado solo [1]. Siempre estoy cerca de Mis hijos. Y escucho sus gritos. Recojo todas sus lágrimas.
Pero debo dejar que Mis hijos vean lo que sucede cuando Me hacen a un lado. ¿Qué pasa cuando Mi Ley es ignorada, torcida? ¿Qué pasa cuando no me escuchan?

Hijos míos, me habéis escuchado hasta ahora. Y cuánto he podido hacer gracias a esto. Aún está oculto a vuestros ojos, que vuestra FE y vuestro OFRECIMIENTO sean perfectos y completos. Pero os digo que os alegraréis de la Fecundidad que Yo tengo y que lograré a través de vuestra fidelidad y vuestra atención a Mi Voz.
Y hoy les pido que Me escuchen una vez más. Para recibir Mis palabras dichas a ustedes en estos tiempos, para estos tiempos.
El orden que establecí en Mi Iglesia para el bien de todos Mis hijos está bajo asedio, hijos Míos.
Ves esto. Habéis experimentado las consecuencias de este asedio y la confusión que provoca.
La terrible, terrible confusión que ha provocado.

Hijos míos, mírenme. A tu Padre. Al Único Que Es. A Aquel que os ama y os da la Luz de la Verdad para poder ver lo que sucede a vuestro alrededor y lo que os pido que hagáis.
Hijos Míos, reunid a Mis hijos y ponedlos en vuestro corazón, ponedlos bajo la protección de María Santísima, vuestra Madre, que trabaja incansablemente a favor de vosotros.
Reúnan todo el sufrimiento de Mis hijos y colóquenlo con el suyo en el Cáliz de la Ofrenda de Mi Jesús por Mí.
Recuerden, hijos Míos, que todas las misiones [2] deben estar subordinadas a Mí para poder dar frutos.

Mi Jesús es la Perfecta Obediencia. Y sólo permaneciendo completamente unidos a Él permanecéis en Su y vuestra perfecta Obediencia hacia Mí .
Cuando una misión se separa de la VERDAD, de Mí, deja de ser útil, y al no permanecer en la VERDAD, se convierte en una antimisión. Un obstaculo.

Hijos Míos, ¿ven ahora lo que está sucediendo en Mi Iglesia? ¿CUÁNTAS MISIONES HAN SIDO SUBVERTIDAS? ¿CUÁNTOS TIENEN LA PAREJA DE SER MÍOS, PERO SON IMPOSTORES?
Algunos se pueden distinguir, porque sus obras o antiobras son obvias.
Pero algunos, hijos Míos, están demasiado bien escondidos.
SÓLO YO , QUE SONDEO LO PROFUNDO DE CADA ALMA PUEDO CONOCER Y VER estos completos engaños.

Por eso AHORA necesitan MI LUZ para no ser engañados. Para poder luchar. Para proteger a Mis ovejas.
Por eso les pido que ME MÍREN. SÓLO EN TU ABBA. SÓLO A TU PADRE. SOLO A TU DIOS.
Para que puedas ver la VERDAD. LA ÚNICA VERDAD. INCAMBIABLE. RADIANTE. VIVIFICANTE.

LA VERDAD QUE TE HACE LIBRE.

[Continúa el 2 de marzo de 2024]

La Verdad que descenderá radiante y hermosa en el corazón de Mis hijos una vez más, para iluminar sus tinieblas, para disipar su desesperación, para aplastar todas las mentiras que como telarañas han enredado sus corazones y sus mentes.
Hijos Míos, enviaré Mi Verdad como el gran Signo, como la gran Luz para iluminar las conciencias de Mis hijos – para que vean cómo Yo los veo – cómo los veo a cada uno de ustedes.
Cuando Yo actúe así – en un instante, llegando de un extremo al otro del mundo – su Sacerdocio se convertirá en ese instante en un tremendo pilar y refugio para Mis hijos, quienes vendrán a ustedes en multitud tras multitud para recibir Mi perdón y Misericordia a través de ti.

¿Entiendes ahora por qué te necesito tanto, por qué necesito que todos Mis hijos-Sacerdotes estén completamente unidos a Mí? [3]
¿Entendéis cómo el enemigo os odiará en esa hora y tratará de destruiros? SÓLO PERMANECIENDO FIRMES EN MÍ, EN MI AMOR, PODRÁN PERMANECER EN PIE.

Hijitos míos, cuánto trabajo os espera. Pero también, CUÁNTA AYUDA te enviaré. [sonrisa][4]

NO TENGAS MIEDO.
PERMANEZCAN EN MÍ, CONFÍEN EN MÍ Y NO TENGAN MIEDO.
Hijos míos, preparaos. Ponte de pie sin miedo ni vergüenza.

Les he mostrado el engaño – el gran engaño que está teniendo lugar en Mi Santuario. Os he abierto los ojos –algunos antes que otros–, todo de acuerdo con vuestras misiones y con el ofrecimiento de oración, de confianza, de sacrificio que os pido.
Pero ahora, hijos Míos, debemos abrir todos los ojos.
SÍ, sólo Yo puedo hacerlo, porque la oscuridad y la confusión se han extendido tan lejos y tan profundamente que Mis hijos ya no ven, ya no reconocen –salvo unos pocos, como vosotros, y como Mis pequeños que, teniendo una Fe simple e infantil, habéis escuchado Mis advertencias y habéis estado atentos a las señales que os he dado.

Hijos míos, preparaos para la batalla.
SÍ, nosotros –tú y yo– hemos estado en esta batalla durante mucho, mucho tiempo. Alejándose constantemente de los ataques de la Serpiente Antigua, la gran Acusadora.
Pero la batalla que se avecina ahora, hijos Míos, es mucho mayor, mucho más sutil, mucho, mucho más peligrosa. [5] Y es por eso que he reservado Gracia sobre Gracia para estos tiempos.
Mi enemigo –nuestro enemigo– cree que tiene la victoria en su mano, ve la destrucción y el engaño que ha causado y está satisfecho, tan satisfecho consigo mismo que su orgullo lo ciega. Lo ciega ante Mi creciente ejército, extendido por todo el mundo y mantenido oculto por Mí hasta esta Hora.
Él está ciego al Ejército de Mis Santos Ángeles que se acerca cada vez más a vosotros, para ayudaros, protegeros y luchar junto a vosotros.

NO LOS OLVIDES. Necesitas su ayuda.
Hijos míos, Mi Camino es duro. Tú lo sabes.
Es doloroso. Tú has experimentado esto.
Es aplastante. Soportáis este aplastamiento a diario.
PERO ERES MÍO.
Mis amados hijos. Mis soldados, Mi séquito fiel. Mi Guardia de Honor.
MIS HIJOS .
NO TE OLVIDES DE ESTO.
Trabajamos juntos, hijos Míos. SIEMPRE JUNTOS.

Pronto actuaré. Pronto sabréis qué debéis hacer para ayudarme. Para seguirme en esta Nueva Hora que se desarrolla ante ustedes.
Te digo,
ACTUARÉ. LE AYUDARÉ.
VINDICARÉ VUESTRA FIDELIDAD A MÍ Y A MIS HIJOS.

Os Bendigo, Mis amados hijos, hijos de Mi Corazón.
Cuanto te amo.
Cuánto me consuelan vuestro amor y vuestra fidelidad.

AMÉN. VENGO.

Bienaventurados los que han creído que se cumplirá lo que se les dijo. [6]

Vuestro Abba,
vuestro Padre que os ama.
Tu Dios que te bendice +

___________________________

[1] Parecería que se contradice. Sin embargo, siento que la primera línea se refiere a nuestra experiencia de sentirnos desamparados y solos (lo cual es real y extremadamente doloroso; Jesús mismo experimentó esto en la Cruz, a pesar de que Él es Uno con el Padre). Y la segunda línea se refiere a la realidad que a pesar de sentirnos abandonados, Él nunca nos ha dejado solos.
[2] Por “misión” entiendo la vocación particular y el trabajo que Él confía a cada persona. Sin embargo, en las siguientes frases habla especialmente de las misiones de los Sacerdotes y de los Obispos. Y Él nos está recordando el orden apropiado de obediencia.
[3] Dijo con urgencia.
[4] Sonrisa gentil, como un estímulo.
[5] Dicho con seriedad aleccionadora.
[6] Véase Lucas 1:45.

Recibido el 14 de marzo de 2024
Mensaje recibido en español por Sor Amapola

[Este Mensaje fue dictado a la Hermana en español y esta es su traducción al inglés. NOTA: Este Mensaje incluye una nota al pie. Las notas a pie de página no son dictadas por Dios. Los agrega la hermana. A veces, la nota a pie de página es para ayudar a aclarar al lector el sentido que tiene la Hermana del significado de una determinada palabra o idea, y en otras ocasiones para transmitir mejor el sentido del tono de Dios cuando habla].

Dios Padre. Para Mis hijos que viven en el exilio. 

(Dictado en español) (NOTA: Las notas a pie de página no son dictadas por el Señor. La Hermana las añade. En ocasiones para ayudar a esclarecer para el lector lo que la Hermana percibió referente al sentido de palabras o expresiones, y en otras para transmitir el tono en que el Señor habló.) 

Para Mis hijos que viven en el exilio, escribe lo siguiente. Mis pequeños hijos, hijos de Mi Corazón. Vuestro Padre os habla para consolaros, para daros Paz, para daros Luz para alumbrar la oscuridad de los tiempos presentes. 

Vivís en el exilio, dolorosísimo exilio pues no es tan sólo el no estar aún en Mi Paraíso, en los lugares que os He preparado desde toda la eternidad, unidos en Mi Amor; sino que es el sentiros también exiliados de vuestras familias, de vuestras amistades, de Mi propia Iglesia aún – viviendo como extranjeros, sin lugar propio. 

Cuántos de vosotros, hijos Míos, os sentís así, abandonados, olvidados, ignorados y tan heridos. Heridos por el mundo y la envidia de Satanás, heridos por vuestras propias acciones y decisiones. Hijos, mirad a vuestro Padre. Mirad a Aquel que quiso que existierais – en este momento – para recibir Su Amor, Su Gracia, para aprender a vivir con Él desde ahora para poder vivir con Él por toda la eternidad. 

Yo, vuestro Padre, os amo. Y veo cada esfuerzo que hacéis por complacerme, por amarme. Cada esfuerzo en creerme y seguir lo que os pido. Cada esfuerzo en recibir Mi Luz, a pesar del dolor que os puede causar al ver la realidad de vuestra propia alma y del mundo en que vivís. Esta Luz que después se vuelve vuestra Esperanza y certeza de Mi Amor, que nunca os ha abandonado. 

Yo, vuestro Padre, os escucho. Siempre, hijos. A cada uno. Escucho vuestros reproches, vuestras dudas, vuestras preguntas, vuestras palabras de amor y de agradecimiento, vuestras palabras silenciosas que brotan de vuestros corazones en adoración. Todo lo escucho, hijos. Todo lo aprecio y todo lo comprendo. Soy vuestro Padre. Os hablo para que Me miréis, hijos. Os hablo para que no Me olvidéis. Para que recordéis Quién es vuestro Dios, y quiénes sois vosotros para Mí. 

Os He dicho que reúno ahora a Mi Ejército, que la Hora en que Mi Voz se alzará cual trueno ha llegado. Que la trompeta que os llama a que toméis vuestros lugares en Mi Ejército está sonando. La habéis escuchado en vuestros corazones, y habéis alzado vuestras cabezas al Cielo, habéis vuelto vuestra mirada a Mí. 

[sonrisa] Gracias, hijos. Vosotros que Me habéis escuchado ahora, sin pruebas ni señales visibles, sois como el puñadito de levadura que fermenta a toda la masa. Me habéis ayudado por años en lo escondido, ofreciéndome vuestros sacrificios, vuestro dolor al verme aborrecido, odiado, olvidado; dándome vuestra Fe, vuestra docilidad y amor. Todas estas ofrendas, hijitos Míos, cada humillación y prueba, las He tomado para ayudar a vuestros hermanos ahora. Nada de cuanto habéis sufrido en Mi Honor, por amor a Mí, se ha perdido. 

Os He escondido esta labor inmensa en que Me habéis ayudado y habéis ayudado a vuestros hermanos, para quitar las escamas de sus ojos, de sus oídos, y de sus corazones, para que puedan oír nuevamente Mi Voz que los llama. Mis hijos – os doy estas Palabras Mías cual bálsamo para vuestros corazones, para que recordéis que todo cuanto Me ofrecéis con Amor, con dolor – todo es útil. Vuestra Fe y Mi Acción lo hacen infinitamente útil. Dadme todo. TODO. Lo recibo en Mi Corazón y ahí lo hago fructífero, salutífero. Dadme todo vuestro dolor, hijos, la angustia que envuelve a vuestros corazones al ver la devastación de Mi viña. Unid vuestro dolor al Mío. 

Miradme a Mí y no temáis. Soy vuestro Padre, vuestro Abba, y vuestro DIOS. Y pronto, hijos Míos, vuestro Dios se alzará de tal manera que todo cuanto existe reconocerá que YO SOY DIOS. NO HAY OTRO. SÓLO YO SOY. Hora terrible y Hora llena de Gracia. La Hora bendita, la Hora de la última Misericordia antes de la gran batalla que dejará derrotado a Satanás y sus cohortes, y que abrirá la gran renovación de toda Mi creación – los cielos nuevos y la tierra nueva. Hijos Míos – tantos de vosotros os preguntáis y tratáis de entender el cómo y cuando de lo que Yo He anunciado en diversas partes y diversos tiempos. 

Os recuerdo, hijos, que vuestros actos de Fe y de confianza en Mí son más valiosos y producen mucho mayor fruto para vuestras almas y las almas de vuestros hermanos, que el entender con vuestra razón cuándo y cómo sucederán las cosas anunciadas. 

Os pido que os preparéis, que estéis atentos – pero esta preparación y este estar atentos a Mi Voz radica en la FE, hijos. 
La FE luminosa que envuelve e ilumina a todo vuestro ser, y que os permite verme, reconocerme aún en medio de la más grande oscuridad. Vuestra FE es lo que necesito de vosotros, Mis hijos. 
La FE que cree en lo que Yo os digo; que cree que cuanto os digo es Verdad, a pesar de que todo a vuestro alrededor os diga lo contrario; a pesar de que vuestros sentidos os digan algo distinto. 
La FE que es ADORACIÓN porque Me da lo que Me pertenece como DIOS y como vuestro PADRE. 
La FE que es unión Conmigo, que es el no separar vuestra vista de Mi Rostro, de Mi Amor, de Mi Voluntad. 
Esta FE, hijos, es vuestro escudo y vuestra espada en la batalla que se avecina. Yo os He formado, forjado, y lo seguiré haciendo. Os He forjado en el crisol de Mi Voluntad, con prueba tras prueba – fortaleciéndola cada vez más. Sólo Yo os puedo formar en una FE indómita. Pero necesito vuestra confianza. Necesito que os pongáis, que os abandonéis, en Mis Manos – cada día más que el anterior, cada minuto más que el anterior – dejando que Yo haga y permita lo necesario para hacer de vuestra FE débil una FE invencible. SÓLO YO, HIJOS. 

Dadme vuestra confianza. Haced a un lado vuestros criterios, vuestras ideas, vuestros razonamientos. Hijos, están contaminados por el mundo y en muchas ocasiones por vuestro propio orgullo instigado por Satanás. El confiar en Mí quiere decir también que dejáis a un lado todo cuanto creéis que Yo quiero, para poder recibir lo que en verdad Yo quiero.1 

Permitidme guiar vuestros pensamientos de acuerdo a Mi Luz y Mi Voluntad para cada uno de vosotros.  Lo que percibo en estas palabras es cuántas veces hemos limitado la acción de Dios en nuestras vidas y en las vidas de otros con el obstáculo de nuestra propia voluntad, que cree saber con exactitud lo que Dios quiere y lo que no; lo que Él haría y lo que no; sin realmente preguntarle a Él, sin ver con humildad las limitaciones de nuestro entender ante la inmensidad y profundidad de Sus Planes, de Su Amor. “Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos - oráculo de Yahveh. Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los vuestros y mis pensamientos a los vuestros.” (Isaías 55,8). 

Hijos, no os pido que entendáis, sino que Me escuchéis, Me recibáis, Me obedezcáis. En un instante Yo os puedo hacer entender los misterios más profundos. Pero sería tan sólo un don Mío. Pero Yo quiero vuestra cooperación, hijos, y por esto os pido que caminéis en la oscuridad, en el desierto de los sentidos, en donde todo es niebla para los sentidos, para la mente, porque es aquí que – al confiar que Yo os voy guiando, al obedecer aunque no entendáis y os de temor porque no Me veis y no veis Mi camino – es aquí hijos que Yo os entreno en la verdadera e indómita FE que os une a Mí. 

Todas las pruebas que permito en vuestras vidas son para que a través de ellas aprendáis a CREERME, y no tan solo a creer en Mí. 
Desenvainad vuestra FE, hijos. Abandonaos a Mi Crisol y Yo templaré vuestra FE de tal manera que seáis capaces de permanecer de pie en esta Hora que se avecina. Esta Hora que inicia. FE, hijos, para que Yo pueda actuar. Yo quiero esta FE radiante en cada uno de Mis hijos. La He encendido en vuestros corazones y He tomado vuestras ofrendas unidas a la Ofrenda de Mi Jesús para preparar los corazones de todos Mis hijos para recibir este don de la FE. 

Hijos, no temáis. Tendréis lo que necesitáis para la batalla. He puesto a cada uno en el lugar en que os necesito. Vuestra primer labor en esta Hora es el estar de pie con vuestra vista fija en Mí. Con vuestros oídos abiertos a Mi Voz. Con vuestros corazones abiertos a Mi Luz. Con vuestra confianza puesta sin titubear en Mi Amor y Misericordia. No temáis. 

Vuestro DIOS VIENE. CON PODER Y AUTORIDAD. PARA REESTABLECER SU ORDEN EN TODO LO CREADO. PARA RESTAURAR TODO LO CORROÍDO POR EL PECADO Y POR SATANÁS. PARA ARROJAR A LAS SERPIENTES Y A LOS LOBOS DE MI TEMPLO. PARA RECONQUISTAR A LOS CORAZONES DE MIS HIJOS. 

YO, VUESTRO DIOS, VENGO. AMÉN. 
Mi Bendición descienda sobre cada corazón atento a Mi Voz. Amén +

[1] Lo que percibo en estas palabras es cuántas veces hemos limitado la acción de Dios en nuestra vida y en la vida de los demás con el obstáculo de nuestra propia voluntad que cree saber exactamente lo que Dios quiere y no quiere; lo que haría o no haría; sin jamás preguntarle realmente, sin ver humildemente las limitaciones de nuestro propio entendimiento ante la inmensidad y profundidad de Sus Planes, de Su Amor. “ Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor. Porque como se exaltan los cielos sobre la tierra, así se exaltan mis caminos sobre vuestros caminos, y mis pensamientos sobre vuestros pensamientos. (Isaías 55,8)


1. ¿Creemos que Jorge Bergoglio es un Papa válido? 
2. ¿Qué entendemos por usurpador? 
3.¿Por qué referimos a él como Jorge Bergoglio en lugar de Papa Francisco? 
4. ¿Por qué omitimos el nombre de Francisco en la Plegaria Eucarística? 
5. ¿Somos Sedevacantistas?

ESTAMOS LLAMADOS A RUPTURA 
DE OPRESIÓN Y GUIADOS A REDENCIÓN MESIÁNICA

VER+:


En mayo de 1975, en la Basílica de San Pedro en Roma, durante la Eucaristía de Pentecostés, Kevin Ranahan recibió una palabra profética que decía así:

"Porque os amo, quiero mostraros lo que estoy haciendo Yo en el mundo, quiero prepararlos para lo que viene.

Vienen sobre el mundo días de oscuridad, de tribulación... Estructuras que hoy están en pie, ya no estarán. Los apoyos que hay para mi pueblo, ya no estarán entonces. Yo quiero que estén preparados, pueblo mío, para conocerme solo a Mí, para unirse a Mí y para tenerme en una forma mucho más profunda de lo que nunca antes se ha visto.

Yo les conduciré al desierto... Les despojaré de todo aquello de que ahora dependen, de forma que solo dependan de Mí. Sobre el mundo viene un tiempo de oscuridad; pero también vendrá un tiempo de gloria, sobre mi pueblo. Yo derramaré sobre vosotros, todos los dones de mi Espíritu. Los prepararé para una época de evangelización como nunca se ha visto en el mundo... Y cuando no tengan a nadie más que a Mí, entonces lo tendrán todo:

Tierra, campo hogares, hermanos y hermanas, amor, alegría, y paz. Todo en mayor cantidad de lo que nunca antes han tenido. Estad listo, pueblo mío, quiero prepararte..."

Yo les hablo del alborear de una nueva era para mi Iglesia. Les hablo de un día que no se ha visto nunca antes...
Prepárense para la acción que comienza ahora, porque las cosas que ven a su alrededor, cambiaran; el combate al que deben entrar ahora, es diferente, es nuevo.

Necesitan una Sabiduría que viene de Mí y que aún no tienen.

Vosotros necesitáis el poder del Espíritu Santo en una forma distinta a como la han poseído hasta ahora; necesitan una comprensión de mi voluntad y de las formas en que trabajo, que aún no tiene. Abran sus ojos, abran sus corazones para que se preparen para Mí y para el día que ahora He comenzado; Mi Iglesia será diferente, Mi pueblo será diferente. Vendrán pruebas, dificultades para vosotros. Los consuelos que ahora conocen se alejarán de vosotros, pero el Consuelo que tendrán, entonces, será el de Mi Espíritu Santo.

Ellos os mandarán para quitaros la vida, pero, Yo Os sostendré. Vengan a Mí. Enlácense juntos a Mí alrededor. Prepárense porque proclamo un nuevo día, un día de Victoria y Triunfo para vuestro Dios.

Estén listos. Ya comenzó."

LA HORA DE LA DECISIÓN

Jesús. Esta es la Hora de Decisión.

(Dictado en español.) (NOTA: Las notas a pie de página no son dictadas por el Señor. La Hermana las añade. En ocasiones para ayudar a esclarecer para el lector lo que la Hermana percibió referente al sentido de palabras o expresiones, y en otras para transmitir el tono en que el Señor o María Santísima hablaron.)

Escribe, Florecita.

Habla el Alfa y la Omega, Aquel que Es, que Era y que Ha de venir. [1]

Estad atentos a la Voz de Mi Señor, que retumba por todos los confines de la tierra, para alcanzar a cada corazón creado por Él.

Estad atentos al trueno y al susurro.

La Voz de Mi Señor truena para corregir y susurra para consolar.

Mi Pueblo, escucha a tu Dios. Escucha a tu Padre. Escucha a tu Redentor. Escucha al que es tu Santificación.

ESCUCHA, PUEBLO MÍO.

Mi Voz es caricia y es corrección.

ATENTOS, HIJOS. SIN TEMOR, VOSOTROS QUE ME AMAIS Y ME RECONOCÉIS.

ATENTOS, HIJOS. NO DESPRECIÉIS MIS PALABRAS, VOSOTROS QUE DESCONFIAIS Y QUE POR TEMOR A EQUIVOCAROS ME PERDÉIS ENTRE MILLARES DE RAZONAMIENTOS.

ESTA ES LA HORA DE DECISIÓN, HIJOS.

Año tras año, evento tras evento, os He dado Señales, os He dado advertencias, os He hablado y llamado sin cesar a que volváis a Mi.

Pero cuan pocos Me han escuchado y han puesto en práctica Mis Palabras, y dejado que echen raíz y produzcan su fruto: la Fe sencilla y poderosa que es vuestro escudo y vuestra espada para la batalla que ya está en cierne.

Quien rechaza Mis Palabras – venidas de Mi Corazón, por amor y Misericordia por cada uno de vosotros – quien rechaza Mis Palabras rechaza la ayuda necesaria para que podáis vivir en Mi Voluntad estos tiempos y esta batalla nunca antes vista.

Os reúno ahora en Mi Ejército, os llamo a él desde cada rincón del mundo y desde cualquier situación en la que estéis.

VENID, HIJOS. TOMAD VUESTROS LUGARES A MI LADO.

Sí, estáis heridos, sois débiles, estáis sucios, os sentís incapaces de todo.

NO PENSÉIS EN VUESTRA DEBILIDAD, SINO EN MI PODER Y FORTALEZA.

Dejad de miraros a vosotros mismos y miradme a Mí.

MIRADME A MÍ.

Todo el mundo y todo cuanto hay en él ha sido contaminado, ensuciado por el pecado y por la razón satánica que destruye la Fe.

Veis los resultados de esto en todo a vuestro alrededor, en vosotros mismos, en Mi Iglesia.

Cuánto se dice “en Mi Nombre” pero que es engaño de Satanás.

ESTAD ALERTAS.

Un árbol podrido, sin raíces en Mí, NO PUEDE PRODUCIR FRUTO BUENO NI SALUDABLE.

NO LO OLVIDÉIS.

EL QUE TENGA OJOS QUE VEA, Y EL QUE TENGA OÍDOS QUE ESCUCHE.

LA VERDAD ESTÁ HABLANDO. [2]

Estos son los tiempos de MI ACCIÓN.

Y lo que requiero de Mi Ejército es FE, ABANDONO, HUMILDAD, que escuchéis a vuestro Dios y lo dejéis actuar – primero en vosotros mismos, en vuestras familias, en vuestras misiones particulares.

LO DEMÁS LO HARÉ YO, HIJOS.

No sabéis a lo que os enfrentáis en plenitud.

PERO YO SÍ.

Y por eso os hablo, os llamo, os invito.

Dejad que los muertos sepulten a los muertos.

VOSOTROS, SEGUIDME.

Sí, el camino – Mi Voluntad – es arduo, escarpado, seco, oscuro, frío, lleno de neblina.

Pero ES MI CAMINO. Lo He caminado Yo primero, Mis amados, para ayudaros ahora.

No temáis. Confiadme TODO.

Como Yo confié TODO a Mi Padre desde la Cruz, con Mi último latido y aliento.

CONFIADME TODO. [3]

No os separéis de Mí.

Decid Mi Nombre y mirad Mi Rostro. Recordad Mis Palabras y repetíoslas en lo profundo de vuestro ser.

YA VENGO, HIJOS.

Y CONMIGO, MI LUZ, y lo prometido para estos tiempos se cumplirá.

Estad atentos, hijos.

Considerad Mi Vida – Mi Encarnación, Mi Nacimiento, Mi Muerte, Mi Resurrección. [4]

ESTAD ATENTOS A MI VOZ QUE OS HABLA Y GUÍA en lo profundo de vuestro ser.

Reclinad vuestra cabeza sobre Mi Corazón y escuchad Mis Palabras, como lo hizo Mi Juan en la Última Cena, en donde le comuniqué Mi Amor, pero también la realidad de lo que en esos momentos sucedía, la traición de Judas – a plena vista, pero velado aún de Mis demás Apóstoles.

REFLEXIONAD, HIJOS. Con humildad. Con Paz. En Mi Amor.

Mirad Conmigo lo que ahora se desenvuelve ante vosotros.

[Continuado al día siguiente durante la Hora Santa]

Cuando se avecina una tormenta veis las señales en el cielo, en el aire, en los animales y la vegetación, en los cambios atmosféricos, y así discernís si es una tormenta pasajera o si es una tempestad de la que os tendréis que refugiar y que causará devastación.

Os digo, hijos, que debéis ver ahora Conmigo las señales que os muestran el tipo de batalla a la que os enfrentáis.

Hijos, lo que estáis viviendo no es una simple tormenta pasajera, que trae lluvia, viento, pero pronto pasa y deja limpia la atmósfera.

El mundo, la Iglesia, ha pasado por muchas de estas tormentas a través de los siglos. Momentos oscuros pero que pasan rápido y traen luz y un renovado esfuerzo en fidelidad a Mí.

Hijos, os He dicho antes y lo repito una vez más:

Lo que estáis viviendo y lo que dentro de poco se desatará sobre vosotros no es una simple tormenta pasajera como las sucedidas en el pasado, sino una tempestad nunca antes vista en que todo se verá afectado y derruido.

Hijos, así como en ciertas tormentas debéis tomar refugio en un lugar seguro hasta que pase la tormenta, así ahora, Mis pequeños.

Entrad en el Refugio del Corazón de Mi Madre, que no es otro sino el Refugio de la Fe sencilla.

Hijos, no tenéis que enfrentar lluvias y vientos, sino razonamientos, sentimientos, confusiones, y ataques a vuestra Fe.

La solución no está en el pasado que anheláis, ni en el presente que creéis controlar y entender, ni en el futuro que imagináis tan limitadamente.

LA SOLUCIÓN SOY YO Y TAN SÓLO YO.

Por esto os digo, hijos, que dejéis a un lado vuestro pensar y querer, y os unáis y refugiéis en MI CORAZÓN, EN MI PERSONA.

Os tratarán de convencer con palabras similares a las Mías, con señales imitando a las Mías, con razonamientos tan sutiles y humanamente sublimes que engañarán aún a los más letrados.

Haced a un lado vuestras emociones tan cambiantes y tan vulnerables.

Os tratarán de manipular – y ya lo han hecho – con llamadas a vuestras emociones, tratando así de haceros caer en una distorsión de MI VERDAD.

MIRADME SÓLO A MÍ Y NO TEMÁIS. TODO ESTÁ EN MIS MANOS.

Hijos, ¿veis cómo la Fe sencilla es vuestro escudo?

Os repito: las maquinaciones y razonamientos de nuestro enemigo son sutiles y humanamente sublimes – NO ENTRÉIS EN DIALOGO CON ELLOS.

Miradme a Mí y repetid Mi Nombre.

Os doy el Refugio y las instrucciones que necesitáis para refugiaros ante la tormenta que se desata sobre vosotros, sobre el mundo, y sobre Mi Iglesia.

Os repito, amados hijos Míos:

Un árbol que está enraizado en la oscuridad NO PUEDE PRODUCIR FRUTO NI BUENO NI SALUDABLE.

No os dejéis llevar por las apariencias.


Hijos, sé que estáis cansados por la Espera agonizante, por la angustia ante lo que ha de venir, por la tristeza ante las divisiones en vuestras familias. [5]

Entregadme TODO.

Unid vuestros pasos a los Míos. Unid vuestro cansancio al Mío. Unid vuestra angustia a la Mía. Unid vuestros sufrimientos a los Míos. Unid vuestra ofrenda a la Mía. Unid vuestros esfuerzos a los Míos.

TODO CONMIGO.

UNID VUESTRO CORAZÓN AL MÍO. Cada latido, hijos.

Y con cada latido os daré Gracia, Misericordia, arrepentimiento, fortaleza, Paz, y aumento de Fe.

Todo cuanto necesitáis está en Mi Corazón, hijos.

Todo el que entra en el Corazón de Mi Madre entra en Mi Corazón, pues Nuestro Corazón es Uno.

Uno en el Amor, Uno en el Dolor, Uno en el abandono a la Voluntad del Padre. Uno en la Ofrenda de Reparación.

UNO.

Entrad en esta Unión, hijos.

Entrad en Paz, en confianza, en la seguridad de que encontraréis todo cuanto buscáis, anheláis y necesitáis.

¡Cuánto, cuánto os amo!

[Continuado en la noche]

Os hablo a vosotros, Ejército Mío, pues en donde Estoy, y por el Camino que He caminado y la Copa que He bebido, habéis de estar, caminar, y beber.

Todo Conmigo, Mis soldados. Todo Conmigo.

Vuestras oraciones, sacrificios, ofrendas y obediencia a lo que os pido está ayudando a muchos – que esto os anime.

Yo lo tomo todo y derramo gracia tras gracia sobre vuestros hermanos, para limpiar su ceguera y sordera, para llevarlos al arrepentimiento sincero, para ayudarlos a que Me miren nuevamente; y mirándome, recuerden Mi Amor, y recordando Mi Amor, entre en ellos la sincera contrición por sus faltas de Amor a Mí, y por sus faltas de Fe y desconfianza; y contritos de corazón, puedan recibir la Luz de la Fe y se conviertan en Mis soldados también.

Hijos, al entrar en Mi Ejército, ¿veis que no entráis solos? [sonrisa]Me ayudáis a traer a vuestros hermanos. Gracias, hijos.

Os hablo ahora a vosotros, hijos Míos Sacerdotes – vosotros que más que todos los demás habéis de estar del todo unidos a Mí: Ejerced vuestra oración Sacerdotal en unión Conmigo por todos Mis hijos bajo la opresión de Satanás y sus cohortes.

Cuánto sufren Mis pequeñuelos, por falta de esta oración de liberación, bendición, y protección. Ayudadme, hijos. Estos hermanos vuestros sufren el odio de Satanás de manera directa. Yo tomo su sufrir. Pero os pido que seáis Mis instrumentos. AYUDADLOS.

No temáis. YO ESTOY CON VOSOTROS.

Bendigo nuevamente vuestras manos, para que descienda sobre ellas Mi Poder a favor de Mis pequeñuelos.

EJÉRCITO MÍO, VUESTRO CAPITÁN OS BENDICE.

NO TENGÁIS MIEDO. VUESTRO DIOS NO OS ABANDONA.

ESTAD EN PAZ. SI OS HE LLAMADO A MI EJÉRCITO ES PORQUE TAMBIÉN OS DARÉ LA GRACIA PARA PERMANECER EN ÉL.

PERMANECED EN PAZ.

Vuestro Jesús os ama.

Decid Conmigo:

“Padre, hágase Tu Voluntad.
En Tus Manos encomiendo mi espíritu. Te amo.”

Mi Madre os bendice también. [sonrisa]

Atentos, hijos.

La Voz de nuestro Señor se alza para dar Luz y corrección y consuelo a Sus hijos. Bendito aquel que recibe Su Voz y deja que produzca el fruto para el cual fue enviado.

YA VENGO. PRONTO. AMÉN.



[1] Toda esta primera sección la dijo en un ton.o muy solemne, distinto de gran parte del resto de este Mensaje. Es como si lo dijera desde Su Trono, abarcando a todo el tiempo y a todo el espacio. Difícil de explicar. Después el tono cambia y nos habla en un tono mucho más cercano – aquí, ahorita

[2] Dicho en el mismo tono solemne como al principio del Mensaje.

[3] Cuando nos dice que le confiemos TODO, entiendo que en este “TODO” están presentes no sólo nuestras necesidades y las de nuestras familias, el trabajo, la salud, la situación de cada país, en todo el mundo, y en la Iglesia, etc.; sino también todos nuestros temores, angustias ante la confusión externa e interna, el sentirnos solos, abandonados, confundidos, dudosos; está presente toda nuestra debilidad, miseria, nuestros pecados, todo nuestro presente, pasado y futuro, la salvación de nuestra propia alma. Si nos es difícil confiar las cosas externas, cuánto más difícil nos es confiarle las cosas internas, que nadie ve, y que pueden ser tan dolorosas, oscuras, y que hasta nos pudieran parecer sacrílegas por los sentimientos que nos provocan. Cosas que, sintiéndolas casi como ofensas a Él, nos es casi imposible confiárselas. Me parece que son éstas las que en especial Jesús quiere que le confiemos.

[4] Lo que percibí en esto es que quiere que reflexionemos en cómo sólo los que estaban verdaderamente atentos pudieron ver la grandeza de estos momentos de la Vida de Jesús – los Misterios que se estaban desenvolviendo ante ellos. Las multitudes vieron, escucharon. Pero no comprendieron. Sólo unos cuántos. Así ahora el Padre está mostrando Su Plan, pero pocos lo reconocen como tal.

[5] El tono aquí cambia y se suaviza, es una llamada llena de Amor y compasión, comprensión y ánimo.

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