El Estado es terrorista
Terrorismo es utilizar el terror como forma de hacer política. Tradicionalmente, se ha asociado a organizaciones asesinas dependientes de grupos y partidos políticos, siempre socialistas revolucionarios, que ejercían sus reivindicaciones mediante la violencia para obtener logros políticos. Cuando decimos que siempre son movimientos socialistas no nos olvidamos del terrorismo de extrema derecha (La Triple A, etc...) sino que los incardinamos de izquierdas porque en realidad defendían fundamentos socialistas, como el falangismo, el fascismo y similares. Nunca ha habido un grupo terrorista liberal o que defienda el capitalismo.
A pesar de ello, siempre se ha tenido más o menos clara la línea que separaba un gobierno, supuestamente democrático, de una organización terrorista. Sin embargo, a día de hoy no es que los gobiernos democráticos hayan apoyado en ocasiones a grupos terroristas, el problema es que nuestros gobiernos se han vuelto terroristas, en el sentido más estricto de la palabra. Ya no necesitan apoyarse en grupúsculos violentos, o crearlos de la nada con asesinos profesionales y darles una identidad y un ideario en función de los intereses del momento de ese gobierno (GAL), sino que ellos mismos se han convertido en auténticos terroristas. Seguramente era inevitable que, a medida que avanzaba el poder del Estado sobre las sociedades civiles, esta conversión llegara a producirse. Hace tiempo se convenía en que terrorismo eran sólo actuaciones violentas (asesinatos, secuestros, bombas, etc), pero actualmente el alcance de los actos de terror inspirados desde el poder para imponer fuera del debate político sus agendas, impide considerar ese estrecho marco teórico para definir lo que es terrorismo, del mismo modo que conviene dejar de etiquetar como terrorismo sólo a aquellos actores no estatales que ejercen el terror para incluir a los agentes estatales que también utilizan el terror como arma política.
De hecho, el terrorismo de Estado no es una anomalía, sino la consecuencia ineludible de un poder descontrolado. La historia demuestra que cuando los gobiernos acumulan demasiado poder (todo poder es demasiado poder), siempre terminan utilizándolo para sembrar el miedo y la sumisión. Si queremos un mundo sin terror, primero debemos eliminar al mayor terrorista de todos: el Estado. El terrorismo estatal es aún más peligroso, porque se esconde tras un manto de legalidad y autoridad política y moral que es completamente falso. Mientras que el terrorismo tradicional busca desestabilizar a un gobierno o sociedad, el terrorismo de Estado busca lo contrario: afianzar el poder de las élites o del partido en el poder y evitar cualquier amenaza a su autoridad. Son muy variadas las estrategias que utilizan los Estados para ello: el terrorismo económico, aprovechando el monopolio sobre el dinero, es una de las formas más demoledoras de terrorismo, pues permite someter a la población sin posibilidad de escape.
Se practica a través del incremento de deuda sin límite, de la inflación, que sólo favorece en última instancia al propio Estado perjudicando a toda la población, altos impuestos y regulaciones asfixiantes, y la peor de todas: pagar el clientelismo político con dinero público, esto es, extraer dinero de una parte de la población para pagarse el poder político sometiendo mediante el clientelismo a grandes masas de población. Es la peor corrupción que existe. Atenta contra la igualdad democrática y la transparencia electoral, secuestra la competencia política y vacía de contenido el sistema democrático.
Los ciudadanos se convierten en súbditos del gobierno, temerosos de perder los beneficios que obtienen si no votan una determinada opción; los recursos públicos se destinan a fidelizar votantes en lugar de a garantizar servicios esenciales y mejorar infraestructuras, y se crea un círculo vicioso en el que los políticos prometen cada vez más ayudas para mantenerse en el poder, mientras el conjunto del país y la parte de la población que soporta el coste ve reducidas sus posibilidades de prosperar y se ven abocadas a la ruina.
Las actuales políticas de deliberado empobrecimiento generalizado de la población, ¿no es terrorismo? ¿No es también terrorismo el ejercicio abusivo del poder impositivo a través de impuestos confiscatorios y de prácticas mafiosas de las haciendas públicas y de las agencias tributarias? Un inspector de Hacienda puede imponer una sanción y extraer dinero de cualquier ciudadano o empresa, aunque sea ilegalmente, sin pagar consecuencia alguna por ello. Es un poder que ni la peor mafia del mundo hubiera podido soñar. Del mismo modo, existe un terrorismo que ejercen todos los Estados sin excepción: el terrorismo burocrático, herramienta que permite al Estado obstaculizar, sancionar y frenar cualquier actividad que no le convenga, así como promover otras acordes a sus intereses (energías renovables, por ejemplo).
Se consigue a través de la exigencia de licencias y permisos, de modo que se impone una auténtica censura burocrática, que impide realizar miles de actividades si no es con permiso de los políticos y burócratas; del mismo modo, se imponen sanciones arbitrarias y control total de los mercados, de tal modo que se puede dirigir la economía del país entero castigando la innovación y el progreso en favor de los monopolios estatales y de las corporaciones aliadas.
Otra forma de terrorismo estatal es el mediático, que se ejerce mediante el control de medios y la censura. Actualmente, en toda Europa se están censurando redes sociales, incluso deteniendo a quienes publican mensajes que no son políticamente correctos con las criminales políticas de inmigración de la mayoría de gobiernos europeos y del gobierno de la UE. Se ejerce también mediante la ayuda económica sistemática a los medios afines a los gobiernos, controlando así la información, que convierten en verdadera desinformación al tiempo que llamas así a la verdad que se publica en los pocos medios no controlados políticamente. La propaganda, de la cual fueron modelos a imitar la soviética y la nazi, es ahora un modo de actuación habitual de cualquier gobierno de los mal llamados democráticos en Europa.
También se utiliza la tecnología como arma, primero para conseguir una vigilancia masiva y un control absoluto de los ciudadanos. La próxima desaparición del dinero en efectivo, la limitación de uso del dinero propio, constituyen atentados a la libertad individual, sostenidos en una gama de penas y sanciones que causan verdadero pavor en los ciudadanos, que viven aterrorizados por su gobierno. El terror también se instaura de forma soterrada cuando el Estado actúa como agente divisor ayudando a activistas a atacar a sectores de la sociedad. Hemos tenido conocimiento de que la UE subvencionó a grupos de activistas que luchaban contra la agricultura y la ganadería y la pesca europeas para crear un clima propicio a la imposición de la criminal Agenda 2030.
La expansión del miedo es otro modo de imposición del Estado sobre la población. Desde crisis prefabricadas o sobredimensionadas, como pandemias o supuestas emergencias climáticas, cualquier crisis es una oportunidad para recortar libertades y aumentar la intervención estatal. Actualmente nos están vendiendo que Rusia es un peligro vital para toda Europa, lo que es una falsedad. Se hace con la intención de justificar la próxima extracción ingente de fondos de los ciudadanos europeos. Lo han hecho en la última década con las energías renovables, falsamente imprescindibles para luchar contra la inexistente emergencia climática, y ahora inventan otro peligro para justificar su avara requisitoria de fondos.
¿No es terrorismo que la policía se presente en tu casa por haber escrito en las redes sociales que "los cristianos deben ponerse en pie", como ha ocurrido en Inglaterra?
¿No es terrorismo que la policía incaute dispositivos porque su dueño ha puesto un mensaje que es considerado por la policía y los políticos que los mandan un "mensaje de odio", como ocurre a diario en Alemania?
¿No es terrorismo que la UE anuncie que creará un "Escudo democrático europeo" que le permitirá anular elecciones cuyo resultado no se ajusten a sus intereses?
¿No es terrorismo que los Estados europeos permitan una inmigración masiva de una cultura incompatible con la democracia y con nuestras costumbres, que provoca una grave inseguridad ciudadano que alcanza a la generalidad de la población (y no a las élites) y que, encima, nos exija costear a las muchedumbres improductivas que introducen?
Se hace hasta el punto de que Trump ha ironizado, no sin razón, que el Estado palestino puede implantarse en Francia, pues ya se parece a Gaza, y los franceses no notarán la diferencia.
¿No es terrorismo la destrucción progresiva de Europa que están llevando a cabo los dirigentes europeos, desde Merkel a Macron y Sánchez a través de sus políticas de inmigración?
¿No es terrorismo que Bruselas financie un programa llamado "Islam blanco: una nueva religión para los europeos"?
¿No es terrorismo que Bruselas destine millones de euros a ONGs para desestabilizar gobiernos soberanos de países europeos como Hungría y Polonia?
¿No es terrorismo la implantación del dinero digital para conseguir un mayor control de la población?
Y en España, ¿no es terrorismo utilizar un fiscal general del Estado que es un peón del poder político? ¿No es terrorismo ocupar el TC, o RTVE, o el CIS, o empresas privadas como Telefónica, o el Banco de España, o el INE, o REE... y tantas otras instituciones y empresas? ¿No es terrorismo promover una legislación que favorece la ocupación de propiedades ajenas sin posibilidad casi de recuperación para sus legítimos dueños? ¿No es terrorismo presumir de que la pobreza se expande por el país al incrementarse las personas susceptibles de recibir ayudas por su pobreza? ¿No es terrorismo que el ejército sea retenido durante días para no ayudar de decenas de miles de españoles asolados por una riada terrible, incrementando así su padecimiento para intentar obtener rédito electoral? ¿No es terrorismo gobernar con los que hasta ayer eran una banda terrorista? ¿No es terrorismo blanquear una banda terrorista hasta que casi se ha comprado un país? ¿No es terrorismo gobernar con quienes quieren destruir tu país? ¿No es terrorismo pagar con dinero ajeno, de los españoles, a quien te me mantiene en el poder?
El terrorismo de Estado no siempre necesita policías en las calles ni censura explícita. Es una auténtica guerra que promueven los gobiernos contra sus propias poblaciones para obtener el necesario control, la riqueza necesaria para mantener su statu quo de privilegios y moldear las sociedades a su conveniencia, definida por su ideología política, siempre socialista, y por sus evidentes intereses económicos. Estas tácticas estatales de terrorismo son más terribles aún que las acciones directas, porque afectan a la totalidad de la población y porque valiéndose de la ocultación consiguen moldear la política a sus necesidades y provocan una más eficaz manipulación y sometimiento de la sociedad y, especialmente, lo que más les importa, les permite mantenerse en el poder, impunes a sus crímenes.
Cuando nos vuelvan a hablar de terrorismo veremos siempre a un encapuchado empuñando un arma. Pero deberíamos hacer un esfuerzo y comprender que tras el encapuchado siempre hay un político.
El estado es la encarnación
del demonio.
Jesús Huerta de Soto
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