EL Rincón de Yanka: EL SILENCIO HABLA

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martes, 20 de enero de 2015

EL SILENCIO HABLA





A menudo, nos asusta el silencio, quizá porque lo asociamos a momentos de soledad o porque no sabemos vivirlo, o interpretarlo, o aplicarlo bien. A veces, es ese silencio el que otorga sentido a la palabra.

"Al principio no fue la palabra, sino el silencio, y del silencio emergió la palabra con sentido" F. Torralba

Nuestra sociedad está llena de alboroto, griterío, bullicio, ruidos; factores decisivos para ocasionar un cierto desconcierto. Creemos que sólo con la palabra, podemos persuadir, convencer, establecer lazos; por cierto: una palabra, que a menudo cae en el olvido, se la lleva el viento, o carece de todo interés para el que la escucha.

Casi todos creemos que si nos quedamos en silencio, si callamos, somos percibidos como individuos que no tienen nada que decir, que somos ignorantes o que carecemos de argumentos para aportar. En una palabra que somos perdedores, poco sociables, y éstos, no nos engañemos, interesan a pocos. Con frecuencia, siento, como si en esta sociedad, el silencio no fuera soportable. 

Los silencios, no son un elemento fortuito en la comunicación. El silencio, los silencios se gestionan. Ello da pie a que tengan diversos significados en medio de una conversación, presentación, mitin, entrevista de trabajo… En este sentido, podemos distinguir:

El silencio objetivo, que se define: como la ausencia de sonido sin otra connotación. Forma parte de la puntuación normal de una frase.

El silencio subjetivo:

Puede ser simplemente que has perdido el hilo de la conversación y adoptas un aire pensativo: con una mirada inconsciente a tu cerebro, con el fin de recuperar la información perdida, o una mano en la boca como diciendo: “habla de una vez”

El silencio con pausas: simplemente, esperamos una respuesta. Ese silencio lo solemos acompañar con un gesto de la mirada, o señalando con la mano al interlocutor. En realidad estás comunicándole: “he acabado, ahora te toca a ti”

Otro silencio con pausas, (que de casual no tiene nada), es aquel que tiene una carga dramática o teatral. El ejemplo claro de un actor, conferenciante, político… Es ese silencio estudiado, que utiliza hábilmente, después de haber acabado una frase, actuación… que considera parte importante de su mensaje. Su fin: ganarse un aplauso, la carcajada del público… acompañando ese silencio (accesorio imprescindible para su actuación) con los gestos de su mirada hacía el auditorio, con la cabeza alta, brazos abiertos, las palmas de las manos hacia fuera y el pecho y la columna erguida. Clara señal de autoconfianza.

Silencios de sumisión, que denotan cierta falta de confianza. Los típicos silencios, que asienten o niegan con la cabeza gacha.

Los silencios en forma de poder: el que ejerce un profesor o un jefe, cuando se acerca a observar, con una mirada fija y una expresión impávida, lo que estás haciendo. Sin lugar a dudas, consigue intimidarnos.

Silencios que otorgan. Silencios que quieren evitar conflictos. Silencios que muestran desinterés. Personas que siguen el refranero español: en boca cerrada no entran moscas…

Silencios colectivos, obligados. Silencios de sujetos que prefieren callar a decir bla,bla,bla.

Yo creo que la inmensa mayoría, necesitamos rellenar las pausas silenciosas, aunque sólo sea, para hablar del tiempo… me remito a la prueba del ascensor.

A menudo, nos asusta el silencio, quizá porque lo asociamos a momentos de soledad o porque no sabemos vivirlo, o interpretarlo, o aplicarlo bien.
A veces, es ese silencio el que otorga sentido a la palabra.