Adelantarnos a la aurora
No tengo nunca miedo de adelantarme a la aurora
para alabar y bendecir, y cantar a Cristo, mi Señor.
Que lo ame y lo diga con mi vida,
porque mi vida adquiere sentido
cuando es una respuesta viva a una llamada de Dios.
Señor, Amor de todo amor, aquí estoy,
empujado a la audacia de un sí,
para toda la vida,
para entregar toda mi vida.
Quiero abrir en torno a mí un campo de esperanza;
ser fermento de confianza y paz en la humanidad.
Que me alce donde la humanidad esté condenada a lo peor.
Que por mi entrega siembre el testimonio
de que el ser humano no está abocado a la desesperación.
Hazme portador de reconciliación
en los desgarrones de la familia humana.
Hazme llevar la alegría con creatividad
a las fronteras donde el hombre y la iglesia están abatidos.
(Hermano Roger, Taizé, Francia)
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