EL Rincón de Yanka: INDIFERENCIA

inicio














Mostrando entradas con la etiqueta INDIFERENCIA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta INDIFERENCIA. Mostrar todas las entradas

lunes, 7 de abril de 2025

LIBROS "LA PERVERSIÓN DEMOCRÁTICA" y "EL DEBER CRISTIANO DE LA LUCHA" por ANTONIO CAPONNETTO 🔥


LA PERVERSIÓN
DEMOCRÁTICA

ANTONIO CAPONNETTO

La Caridad sin Verdad sería ciega, 
La Verdad sin Caridad sería como, 
“un címbalo que tintinea”. 
San Pablo 1 Cor.13.1

Este es el título de un libro que se ha publicado en Argentina por un autor cuyo catolicismo militante es sin duda molesto para quienes pretenden simultanear su fe católica con su ideología demócrata.
El Dr Antonio Caponnetto, a lo largo de 336 páginas demuestra que ambas doctrinas son incompatibles y concluye con un anexo titulado «La posibilidad de una democracia tradicional».
Este libro sirve para que quienes presumen de ser cristianos y a la vez demócratas comprueben si sus intereses mundanos son o no más fuertes que su pretendida fe religiosa. Ocurre que hoy, cuando quien declara declara abiertamente no creer en la democracia como sistema viable de gobierno es convertido en paria, todos quieren beneficiarse de alguna forma de las ventajas de estar con el «poder»… Incluso nadie se atreve a afirmar que las presuntas democracias son un fraude, una ilusión… Todo el mundo sabe que la última guerra mundial se hizo para imponer la democracia en el mundo… pero pocos llegan a pensar que imponer algo a sangre y fuego no es precisamente democrático…


"En realidad, el hombre no tiene derechos en una democracia.
No los perdió en beneficio de la colectividad nacional ni de la nación, sino de una casta político-financiera de banqueros y agentes electorales. 
La democracia masónica (globalista), a través de una traición sin igual, se disfraza de apóstol de la paz en esta tierra y al mismo tiempo proclama la guerra entre el hombre y Dios.
"Paz (Pacifismo) entre los hombres y guerra contra Dios". Corneliu Zelea Codreanu

REFLEXIONES DOCTRINALES 
SOBRE LA PERVERSIÓN DEMOCRÁTICA


“¡El sufragio universal es la mentira universal!”… “Del sufragio universal se ha hecho arma de partido; bajo este punto de vista ni nombrarlo nos dignaríamos. Pero el sufragio universal es hoy, más que todo, base de un sistema filosófico en oposición a los sanos principios de derecho y de Religión […] y constituye la esencia de lo que se ha querido llamar derecho nuevo, como si el derecho fuese tal si no es eterno”. Se trata, en suma, de una “sucia quisicosa”, cuyo punto de partida es “admitir como dogma filosófico la infalibilidad de las turbas”. Félix Sardá y Salvany, La mentira universal, mayo, 1874.
… “una democracia que llega al grado de perversidad que consiste en atribuir en la sociedad la soberanía al pueblo”. San Pío X, Nostre charge apostolique.
… “la vida de las naciones se halla disgregada por el culto ciego al valor numérico”. Pío XII, La organización política mundial, Del 6 de abril de 1951.

“El Estado liberal, jacobino y democrático edificado sobre el hombre egoísta y el sufragio universal, han permitido que la riqueza del poder Soberano de la Nación haya sido reemplazado por el poder de la riqueza sin Dios y sin Patria. La plutocracia internacional a la sombra de la llamada soberanía popular, mediatizada a los poderes público y explota las naciones”. “La soberanía popular comporta una real subversión atea y materialista, por cuanto sustituye a la soberanía divina, y se postula como un principio absoluto e incondicionado”… Jordán Bruno Genta

LA DEMOCRACIA ES UNA RELIGIOSIDAD SUBVERTIDA


Que la democracia es forma impura de gobierno y corrupción de la República, es una afirmación anterior a la doctrina católica. En vano se ha traducido insidiosamente ciertos tratados clásicos helénicos y romanos, a efectos de atemperar o disimular esta certeza teórica- práctica ante el mundo políticamente correcto. En vano- a partir sobre todo del Iluminismo, por la acción directa de Montesquieu y de Rousseau- se han escamoteado la presencia de la democracia entre las formas legítimas de gobierno, como clarísimamente se afirma en LA REPÚBLICA ( 445) y en la POLÍTICA (1279), OBRAS CUMBRES DE LOS VENERABLES FILÓSOSFOS DE LA HËLADE. En vano digo, porque allí están estas páginas en sus idiomas originales para que brote de sus reflexiones la descalificación de una forma de gubernamental signada fatalmente por la tiranía del número, por el desgobierno de la muchedumbre, por el desenfreno de las libertades, por el incremento de los oclótas * y los demagogos. Platón y Aristóteles entonces, figuran entre los maestros encumbrados de este rotundo desaire a las democráticas formas. Pero también poetas como Homero o Hesíodo, historiadores como Hereódoto y Tucídedes , pensadores como Isócrates, cantores como Tirteo o Simónides de Ceos, artistas como Eurípides o Esquilo, u oradores como Demóstenes.

Las largas y fundadas razones por la que estos hombre egregios descalificaron a la democracia, en sus principios y en sus realizaciones prácticas, no sólo no son de llamativa actualidad sino por una significativa hondura. Porque no se trata de una forma impura desechada en mérito de cuestiones accidentales o subalternas- como la elección o la sucesión de los gobernantes- sino de una perversión intrínseca que hace posible la profanación y el sacrilegio, conspirando contra los mismos lazos sagrados en que sostiene la ciudad. Son las leyes divinas las que ceden ante las legislaciones humanas gestadas en las asambleas del pueblo, son los ritos y las ceremonias tradicionales los desplazados, y hasta son lo kakodaimonistai o adoradores del demonio los que ganan en prestigio, según lo reconociera el mismo Lisias. Democracia e impiedad revulsiva se suponen recíprocamente en cada tramo de la historia. Como si la primera potenciara irrefragablemente, por el peso de su inherente miseria, todas las malas inclinaciones que hay en la humana naturaleza.

El Sófocles que en Electra, pone en boca del coro palabras laudatorias para Zeus ultrajado por el demos; o Isócrates que en el Areopagítico elogia la piedad y la clemencia contra los rapaces demagogos que no entienden la obligación de conservar las tradiciones, son apenas dos ejemplos- entre centenares- de un perversión que fue considerada y padecida, ante todo, como un vejamen a la recta religiosidad. Súmese si se quiere el formidable y conocido testimonio de Cicerón, cuando bajo la inspiración platónica escribe su República, y afirma en ella- en el emocionante fragmento de El Sueño de Escipión- que quienes alcanzan la gloria celeste no son los partidócratas que amontonan votos de la plebe, sino los que consagran a la patria en veladas de sabiduría o en epopeyas de gloria. Si acaso se prefiriera el testimonio de los comediantes, reléase el Pluto de Aristófanes, y aquellas palabras magníficas con que la diosa Pobreza descalifica al demócrata Crémilo, que coloca la riqueza por encima de los rectos sentimientos religiosos.

Con razón ha dicho Stan Popescu haciendo una fundada autopsia de la democracia, primeramente en el mundo antiguo: “El desprecio por la religión se manifestó solamente en los permanentes intentos de demoler los valores religiosos ) la clemencia, la piedad, la compasión, la justicia, el espíritu de sacrificio) sino también en la obsesiva y en la afiebrada voluntad de hacer leyes escritas y votarlas. Con ello se cancelarían para siempre las leyes sagradas, tradicionales, y se terminaría de una vez con las virtudes […]para la conservación de las cuales se requería autoexigencia, autodisciplina y voluntad de autosuperación… Stan Popescu. Autopsia de la democracia. 1984. Euthymia.P.122.

* Gobierno de la plebe.


Si el mejor pensamiento clásico descubrió los males sustantivos de la democracia, y si lo mismo hicieron pensadores de nota, no necesariamente ligados a la Iglesia Católica :si los grande paganos como Platón y Aristóteles señalaron el desquicio de este sistema insano, y otro tanto podría decirse de autores como Gentile, Guénon, Evoca, Maurras,, Henri de Man, Violkoff y los precitados Ortega y Gasset y Tocqueville, va de suyo que el Magisterio de la Iglesia no podía callar ni errar en cuestión de tanta monta. Y es aquí cuando se aprovecha y entiende la comentada antología de textos que me hiciera llegar Enrique Brousain. Muy especialmente los correspondientes al maestro Julio Menvielle* en su obra Concepción católica de la política.-Que sepamos hay cuatro ediciones de esta obra que remitimos efusivamente. La primera publicada en los cursos de Cultura Católica , en 1932. La segunda, bajo el mismo sello editorial, en 1941. La tercera publicada por Teoría, Buenos Aires, 1961, y la cuarta en el volumen III de la Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, Buenos Aires, Dictio, 1974. cada una de ellas ofrece ampliaciones y correcciones. También puede leerse por internet.

Al repasar aquellos párrafos fundantes en necesaria epítome, varios corolarios pueden extraerse con provecho:

a) que según enseñanzas de Santo Tomás, una institución es la República, que admite “ la participación jerárquica de todos en el gobierno de la cosa pública “ y otra su corrupción, la democracia, “ régimen tiránico del gobierno popular “, que por su esencia igualitaria concluye en la opresión de una clase o de un partido sobre otro ( De Regno, I,I ).

La democracia, pues, tiene un perversión intrínseca. Pervierte la República.

b) que si tergiversando y “ olvidando la profunda sabiduría del lenguaje tomista se quiere usar el vocablo democracia para significar la república o politia, entiéndase que ésta no se ha realizado ni se ha de realizar en ninguna de las repúblicas o democracias modernas […]. Todas las cuales no son sino una mezcla de demagogia con la oligarquía de los bribones, presentan un tipo inestable y sedicioso, porque en ellas jamás se procura el bien común temporal […] y no piensan sino en la procuración de bienes económicos; no el común, porque el bien del individuo-gobernante prima sobre el bien del partido, el del partido sobre el bien de la nación, el de la nación sobre el bien de los derechos internacionales y sobre el bien divino de la Iglesia” ( P. Julio Menvielle *, Concepción Católica de la Política).
La democracia pues, pervierte la noción de bien común y la jerarquía misma de los bienes. Y es de notar, complementariamente, que esta ley enunciada por Menvielle, de futuribles democracias indeseables, no ha dejado de cumplirse desde que la anunció por primera vez, hace ya más de un largo de siglo.

c) que el auge de la democracia ha engendrado “ modernas sociedades, conformadas perversamente en su interior por haber perdido el recto sentido del bien humano […] víctimas de los consorcios financieros internacionales, los cuales, después de haber corrompido las conciencias, acordando prebendas a las personas influyentes de la colectividad, manejan, por medio de éstas, la misma cosa pública, cabiendo derivar en provecho de la proliferación del oro que han acumulado, toda la vida productiva del país. Luego desde el punto de vista católico, que asigna como programa fundamental de toda política la realización del bien común de la ciudad temporal, es inaceptable la forma impura de democracia que revisten las repúblicas modernas “( P. Julio Menvielle, ibidem )
La democracia, pues, pervierte tanto el interior de las conciencias como el interior de las comunidades.

d) que “ lo que hace trágica la conducción de los pueblos en los tiempos modernos es que, de hecho, en la realidad concreta el mito religioso de la democracia ha invadido y contaminado completamente a la democracia política y aun todas las formas actuales de gobierno. “. “ Añadamos que en el vocabulario de Santo Tomás la democracia como forma política legítima no se llama democracia, sino República (politia). Es una forma de régimen mixto, en la cual el principal democrático que, en su estado puro tiende a la dominación del número, está templado por el principio aristocrático ( poder de los que se distinguen en valor y virtud […] En tanto a la palabra democracia, designa Santo Tomás , la forma corrompida de politia, y el principio democrático es su estado puro“” ( P-Julio Menvielle. Ibidem).

La democracia , pues ,pervierte, invade, contamina, vuelve impuro lo que toca.

e) que la historia y en el rumbo de las civilizaciones hay una ley que “ marca cuatro momentos: un primer momento de plenitud, una edad de oro, teológica, por el primado de la verdad sagrada o sacerdotal; un segundo momento, de decadencia, una edad de plata o aristocrática por el primado de la verdad natural o racional, o metafísica; un tercer momento, una edad afectiva o sentimental, o sensible, o animal o económico-burguesa; un cuarto momento, una edad de hierro o democrática, por el primado de la materia, o la cantidad que es su propiedad necesaria, o dé la multitud o de los económico- proletario“ (P. Julio Menvielle, ibidem )

La democracia, pues, pervierte a las civilizaciones y marca el rumbo más bajo de su declive, analogándose y con esa edad de hierro de la que nos hablara Hesíodo.

f) Que el dominio que hoy ejerce “ la multitud proletaria o democrática, nos obliga a estudiar la esencia de la democracia, buscando desentrañar su ley íntima. Nadie ha analizado tan profundamente la democracia como Santo Tomás de Aquino y Aristóteles […].Parte el Santo Doctor de la premisa que la razón de ser y el término del estado popular es la libertad, y por ello el poder o autoridad se distribuye en ese Estado de acuerdo a la dignidad de la libertad ( Comentarios a la Política de Aristóteles, IV,,7 ). En su mente la democracia está ligada a una concepción de la vida en la que se hace de la libertad el supremo bien del hombre y, por lo mismo, el fin de la ciudad ^una ciudad que no es la Ciudad Católica ] .En el estado popular- dice en Política III ,4- sólo se busca la libertad, y sólo ella es lo que en común confieren los ciudadanos. Todas las otras cosas existen por la libertad y para la libertad. Nada valen, por tanto ;las diferencias que separan un hombre de otro, nada las dependencias naturales o históricas, nada de los vínculos familiares o nacionales, nada la diversidad de ingenios, de las aptitudes, de la educación, de la cultura o de los derechos adquiridos. Como a todos y a cada uno dio la naturaleza idéntica libertad, será necesario que todos y cada uno en cualquier parte sean iguales “ ( P. Julio Menvielle, ibidem ).

La democracia, pues pervierte las nociones de libertad y de igualdad, y se convierte en “la dominación de la plebe“.

g) que “la justicia popular o democrática exige que todos participen en los honores y favores públicos de acuerdo a una unidad cuantitativa, y no, en cambio, de acuerdo con la dignidad de la persona o igualdad de proporción [….] Por otra parte,, como ha de haber quien establezca y conserve esta justicia popular… se sigue que el fin y la justicia del estado democrático es la opinión de la multitud […]. La opinión y voluntad de la multitud es ley, entonces, en el régimen democrático. 
¿Cuál es el resultado de un régimen fundado en estas premisas? El resultado dependerá de la condición mortal de la multitud. Sí ésta, en su mayoría, es virtuosa, la ciudad será virtuosa; sí perversa, la ciudad será perversa. Pero el Doctor Angélico saca inmediatamente la conclusión de que tal ciudad, en la que la multitud fija la norma de la justicia, habrá de ser perversa porque allí mandan los viles y desordenados ( Política, VI, 2) […]La conclusión de Santo Tomás esta determinada por el concepto pesimista que tiene la muchedumbre. Se podrían acumular citas y citas en las que se enseña que las muchedumbre, en la mayoría de los casos, se deja llevar por sus malas inclinaciones, violando el orden recto de la razón[…] El pueblo se aparta de la razón la más de las veces, dice el Santo en Politica IV.13 Pupulus enim déficit a ratione, ut in pluribus.
En substancia, que el pueblo, al no reaccionar sino efectivamente está expuesto a equivocarse y extraviarse; necesita que otros- los menos- le indique qué le conviene y se lo hagan querer; si una minoría virtuosa no le confiere la virtud, cualquier otra minoría audaz le impondrá el yugo del dinero o del trabajo colectivo “ ( P Julio Menvielle, ibidem. ).

La democracia, pues, pervierte la noción de participación y de justicia, entroniza la tiranía de la multitud, y es perversa porque ésta suele serlo, mandando en ella los viles y desordenados.

h) que “ el análisis de la esencia de la democracia nos conduce a la conclusión de que ésta, partiendo de la idea de libertad, que es su principal e indispensable presupuesto, termina inexorablemente en la tiranía, o dictadura de la multitud , del número, de la cantidad, y por lo mismo de la sinrazón y del desorden [….] 
El principio fundamental que la mueve [a la democracia] es el igualitarismo universal absoluto. Ahora bien : como los hombres- sin una intervención especial de Dios- no pueden ser igualados o nivelados por lo más encumbrado que hay en ellos, es, a saber, la ciencia y la virtud, no resta sino la posibilidad de intentar la nivelación absoluta universal, por lo más bajo que hay en ellos, es decir, por su condición material. Tal es el intento del comunismo soviético, como enseña PÍO XI en su magistral y actualísima en cíclica Divini Redemptoris (P. Julio Menvielle. Ibidem).

La democracia, pues, es perversión que lleva a otra mayor y de ella derivada y cómplice: el comunismo. Algo que los mismos comunistas testificaron y previeron.
Ahora bien; lo propio del sabio es distinguir y ordenar. Por eso Becar Varela no ha hecho ninguna de estas distinciones y se ha mostrado incapaz de todo ordenamiento conceptual. No ha querido distinguir entre democracia y república, entre formas puras e impuras de gobierno, entre componentes de un régimen mixto legítimo y autonomía ilegítima de esos componentes, entre la posibilidad de un deber ser de bondad condicionada y la trágica realidad de una perversión antigua y presente.. No ha querido distinguir en suma, lo que todos los grandes tratadistas católicos han discriminado con ciencia y cautela. 

Ya no el padre Julio Menvielle, sino estudiosos de enjundia como Louis Billot, Victor Bouillon, Jean Ousset, Marcelo Demongeot, Jean Madiram, Jesús Muñóz, S.J, Héctor Hernández, Bernardino Montejano, Padre Osvaldo Lira, Luis Sánchez Agesta, Fulvio Ramos, Alberto Falcionelli, Juan Antonio Window, y tantísimos otros. Si hubiera distinguido bajo la tutela del magisterio clásico y cristiano, la conclusión no podría haber sido otra que la que sintetizó Charles Maurras: “no es que la democracia está enferma; la enfermedad es la democracia“.

Agrava la cortedad interpretativa de Becar Varela, por un lado, el hecho de que, desde su confusión, se autoerige en tribunal de ortodoxia; más por otro, el hecho igualmente ruinoso, de que su indistinción y desorden mental, no se mantiene sólo en el ámbito de las discusiones académicas, sino que INSTA justificar con ellas determinadas acciones políticas personales, a la par que condena intemperantemente la de quienes no quieren secundarlo. Porque al igual que tantos liberales católicos, le sobreviene a nuestro criticado no una preocupación teorética por el hallazgo de la Verdad, sino una urgencia práctica para encontrar algún retazo de doctrina católica con la que bautizar su heteropaxis.



La Lucha Contra las 
Tentaciones de la Tibieza

Un pacifismo que no es ni cristiano ni justo, una falsa espiritualidad fundada en la reconciliación con el mundo y un lenguaje anodino se ha apoderado del católico medio. No se lo escuchará mentar siquiera la obligación paulina del Buen Combate. Ya no digamos en lo que el término pueda implicar de donación física en una contienda justa, sino en lo que contiene de obligación ascética, purificadora y re­conquistadora de la Verdad.
Un desordenado apego por la propia vida ha logrado dominar­lo, y una candidez suicida -cuando no una complicidad cobarde- lo ha llevado a bajar los brazos frente a los enemigos de la Fe. Se vive bajo el primado del sincretismo y del pluralismo, que ahoga todo celo apostólico, todo fervor misionero, todo gesto de batir­se por la Reyecía de Cristo.

Pero si ha de concluirse en que la tibieza es el gran obs­táculo para emprender el combate, ha de saberse también que la misma no es insalvable. Casi valdría la paradoja de afirmar que contra ella tiene que llevarse a cabo la primera contienda para que todas las demás sean posibles.

Es innegable que las dificultades arrecian. Por un lado, la gran tentación de un cristianismo sin Cruz. Un cristianismo en contravención con la advertencia de Cristo y a través del cual se perderá la vida por intentar salvarla. Las cruces que nos acosan son múltiples, pero ninguna más sutil y terrible que la insinuación de despojarnos de ellas. De comportarnos como si no existie­ran, amparados en la utilidad de la vida cómoda y en las mu­chas ocupaciones laborales. Renunciar a la comodidad no es sólo ni principalmente dejar de lado el confort superfluo. Es algo más difícil aún: estar preparados para la incomodidad de saberse señalado y perseguido, de saber que no podrá contarse con el éxito mundano ni con el reconocimiento de los podero­sos ni con el aplauso de las multitudes. Y en la soledad y la ad­versidad, saberse al fin, fiel a uno mismo y continuar andando.

Por otro lado, la gran tentación de bajar la guardia, de resignarse a un cristianismo en paridad de condiciones con el error y convertido en una religión más. Los católicos corrien­tes ya no creen ni afirman, ni sostienen ni defienden que la suya sea la Religión Verdadera. Tampoco se oye esta esencial de­claración en boca de muchos pastores o autoridades eclesiales destacadas. La Iglesia Católica, dicen en cambio, debe as­pirar a un mero reconocimiento en el mosaico de iglesias y creencias. Y no faltan algunos que, confundiendo las prerro­gativas y los derechos de la Verdad con privilegios o regalías particulares, rechazan incluso cualquier natural prevalencia que pudieran conservar aún el catolicismo en las sociedades que él ayudó como nadie a constituir. Este conformarse cada vez con menos en el orden de los bienes espirituales, es típico del pecado de la tibieza. Nada tiene que ver con la humildad, pe­ro sí, y mucho, con la imperdonable cobardía de permitir que el trigo sea nivelado con la cizaña y acabe asfixiado por ella.

Este igualitarismo fatal, que vuelve innecesaria e inútil la lucha pues no hay Bien que sostener ni Mal que refutar, sino medios bienes y males que componer sin remordimientos, se completa con una tercera tentación casi convertida en moda: la moderación. No la que brota de la templanza y como tal, ha­cedora de la mesura y de la sobriedad en la conducta, sino la que es poquedad y flojera, medianía y suavidad empalagosa, falta de vigor para exaltar la Verdad y proclamar su alabanza a los cuatro rumbos. El moderado es el cristiano módico. Pendiente de los respetos humanos, de la oportunidad, y del decir de los personajes encumbrados. Absolutamente incapaz de la confrontación y la pelea, y por lo mismo, hábil malabarista de opiniones y pensamientos. El gracejo hispano ha acuñado para tales sujetos el irreemplazable mote de pasteleros.

Alguien —casi todo el mundo en rigor— le ha hecho creer al moderado que la civilización se identifica con la capacidad de negociarlo todo, y que la lucha es rémora del pasado y blasón de barbarie. Un cristiano "civilizado", "aggiornado" y "al día", no riñe ni batalla ni polemiza ni se deja sacudir de indigna­ción: concilia, compone, arregla, conversa. A lo sumo tendrá conflictos y ahogos que se le irán con un buen analista, el cual le recomendará la panacea universal de la tolerancia, asumi­da conscientemente a riesgo de convertirse en un fanático.

Pocos como Chesterton han hecho la radiografía exacta del pacifista y de la sociedad enferma de falsa moderación, que considera perturbadores y locos a los que están dispuestos a combatir los únicos combates legítimos: los que se libran por Dios y por la Patria, por los altares y los hogares, por la sagrada tradición y los dogmas incontrovertibles, por los misterios que están más allá de la razón y las realidades celestes que hacen inteligibles y dignas las terrenas. Pero pocos también como este gran gladiador de la Fe, han dejado para la historia de la me­jor literatura cristiana, retratos vivos y aleccionadores del combatiente de Cristo. Cruzados como Mac Ian, hidalgos co­mo Adam Wayne, caballeros como Mr. Herne, u osados reac­cionarios como Dalroy y Pump de La Hostería Volante, figuras todas representativas de la dase de hombres que requiere la catolicidad: listos en todo momento a batirse contra herejes y herejías, a no rehuir las controversias, a provocar y desafiar a los miserables profanadores de la Verdad, a los blasfemos y a los sacrílegos. Listos —con todo el cuerpo y el alma en pugna pidiendo restauración y reconquista— a dar la sangre y el aliento por la custodia del Sagrario. Listos a preservar la tierra carnal y el paisaje nativo donde fuimos bautizados y donde concebimos a nuestros hijos, a la sombra de un Crucifijo. 

Listos a no tolerar profanaciones y agravios y a castigar a los perjuros condignamente. Listos—eternamente listos—a cruzar espadas con cualquiera que osara rozar la grandeza sin mancha de la gloriosa Cristiandad. Hombres que el mundo consideró locos, extravagantes, raros y desaforados. Que nunca fueron comprendidos por los moderados, que se acaloran por las tasas de interés y se matan por las cotizaciones de la bolsa. Hombres que están a la diestra del Padre, de guardia permanente, con sus aceros flamígeros, sus risas francas y alegres, y la obstinada costumbre de no dar ni pedir tregua.

Pero con la gracia de Dios es posible encontrar los antí­dotos para vencer a la tibieza y a sus tentaciones. Los antído­tos son necesariamente las virtudes y los atributos morales que derivados de ellas hacen del hombre un ser combativo y duro de rendir. Es preciso, por supuesto, cultivar todas las vir­tudes, y tal vez, de un modo especial en estos tiempos, la for­taleza y la paciencia, la perseverancia y la magnanimidad. Fortale­za para atacar, pero ante todo para resistir, que —llevado al grado heroico— es la substancia misma del martirio. Paciencia para sobrellevar con entereza los pesares sin poner límites subjeti­vos a las pruebas que se nos envían ni caer tampoco en velei­dades estoicas. La paciencia del Señor que pidió se le aparta­ra el cáliz de amargura, pero por sobre todo, pidió que se cumpliera la voluntad del Padre. Perseverancia para persistir y prolongar la contienda aunque ésta parezca no tener fin ni nos resulte favorable. Saber con ella que uno es el tiempo de la siembra y otro el de la cosecha. Y magnanimidad para ape­tecer lo egregio, lo superior, lo grande, y aborrecer las múlti­ples formas que toma la medianía encandilando nuestros sentidos.

Es en el Evangelio de San Lucas, voy a leer la cita, digamos, capítulo 4, versículo 5 al 8, cuando el Señor Jesucristo está frente a las tres tentaciones que le propone el maligno y en la peor de todas, el maligno le propone que se arrodille frente a él porque le muestra todos los reinos del mundo, es decir, los Estados, el Estado, y le dice que si se arrodilla frente a él, le dará el poder sobre todos los Estados del mundo porque ese poder le fue dado, es decir, está la compasión propia del maligno que el Estado es la representación del demonio. Por eso cada vez que avanza el Estado, digamos, hay más pobreza, hay más calamidades, hay miseria, por eso es que les digo, despertemos a la fe, despertemos a la fe, porque eso es lo que nos traerá no solo el cielo, sino la prosperidad aquí también en la tierra”. @javiermilei

DEMOCRACIA DEMAGOGA

El estado es la encarnación 
del demonio
Jesús Huerta de Soto




Hoy, pareciera imposible imaginarla. Pero no siempre fue así. Ni en Atenas, ni en los inicios de Estados Unidos, ni en las primeras repúblicas modernas.
En este episodio de Contrarrelato destripo el mito de que “más partidos = más democracia”.
Recorremos el surgimiento de los partidos de notables, los de masas, los partidos atrapa-todo, cartel, electoral-profesionales… y terminamos preguntándonos si no estamos viviendo el colapso del sistema de partidos.

VER+:




Perversión democrática, naturaleza diabólica. Parte 1 Dr Antonio Caponnetto

Perversión democrática, naturaleza diabólica. Parte 2 Dr Antonio Caponnetto
 
Antonio Caponnetto - El deber Cristiano de la lucha - 27.06.2020

lunes, 30 de septiembre de 2024

"CUANDO NO HAY VOLUNTAD DE LUCHAR, EL MAL GANARÁ" por JOCKO WILLINK SEAL 👿👥💀


"CUANDO NO HAY VOLUNTAD DE LUCHAR, 
EL MAL GANARÁ"


Jocko Willink SEAL
retirado de la Marina estadounidense, se ha pronunciado sobre la devastadora situación que se vive en Afganistán esta semana, ya que muchos están intentando huir del país después de que cayera en manos del grupo militante talibán. Willink recurrió a las redes sociales para compartir sus pensamientos sobre el asunto.
"Hay maldad en el mundo. Si se le da la oportunidad, crecerá en fuerza y ​​poder", "Lo único que puede detener la maldad es la gente dispuesta a luchar y sacrificarse para destruirla".
"Cuando no hay voluntad de luchar, el mal ganará".
“La gente inocente sufrirá” y “la oscuridad se expandirá”. Y aunque la “batalla está llena de sangre y lágrimas, fracaso y derrota” y “angustia y pérdida”, las “almas buenas y valientes se mantendrán firmes” y verán que “la rectitud prevalecerá”.
Sin embargo, hay una batalla que debe ganarse y la gente necesita luchar continua y fervientemente por la libertad porque "la libertad no es gratis".
"Hay maldad en el mundo. Si se le da la oportunidad, crecerá en fuerza y ​​poder", escribió Willink, que también es autor y podcaster, en su página de Facebook . "Lo único que puede detener la maldad es la gente dispuesta a luchar y sacrificarse para destruirla".

"Cuando no hay voluntad de luchar, el mal ganará".

Willink enfatizó que cuando no hay voluntad para enfrentar el mal, “la gente inocente sufrirá” y “la oscuridad se expandirá”. Y aunque la “batalla está llena de sangre y lágrimas, fracaso y derrota” y “angustia y pérdida”, las “almas buenas y valientes se mantendrán firmes” y verán que “la rectitud prevalecerá”.

Sin embargo, hay una batalla que debe ganarse y la gente necesita luchar continua y fervientemente por la libertad porque "la libertad no es gratis".

Willink reiteró que "la libertad no es gratis" y sostuvo que hay algunos individuos que tienen "voluntad de luchar", tal como él y sus camaradas lo hicieron en el pasado. Sin embargo, ahora está viendo una falta de ese mismo espíritu de lucha del que fue testigo en el pasado. De hecho, el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, puede compartir el mismo sentimiento.

"EL CRISTIANO HA NACIDO PARA LUCHAR"
 PAPA LEÓN XIII

“Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan.

"La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del Bien Común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha”.

miércoles, 21 de agosto de 2024

LA SOCIEDAD FRÍVOLA, UTILITARISTA, INCULTA, VULGAR E INSENSIBLE A LA CORRUPCIÓN, A LA INJUSTICIA, AL MAL por MAGDALENA DEL AMO 😵

La sociedad actual es frívola, utilitarista, 
inculta, vulgar e insensible al Mal. 
La inversión de valores es un hecho

Hace tiempo que los diseñadores de esta aldea global, especie de aprisco humano durmiente, con más miedo que esperanza, vienen lanzando perlas de futuro; no tan de frente en los espacios de noticias y tertulias, pero muy a las claras en espectáculos lúdicos relacionados con el ocio y la fiesta. Estas consignas simbólicas suelen pasar inadvertidas para el gran público, demasiado dependiente de los efectos especiales y las luces de colores; en definitiva, del ruido acústico, visual y mental. Pero esto no es inocuo; todo lo contrario. Estos estímulos son disparos directos al subconsciente de quienes participan o contemplan pasivamente en un estado cuasi hipnótico, que a su vez se van integrando en el inconsciente colectivo. El fin no es otro que ir eliminando los arquetipos que nos ennoblecen y han contribuido a nuestra evolución, y sustituirlos por los modelos futuristas del nuevo paradigma de laboratorio imperante en el mundo. Advertir lo más destacado y visible de esta inversión de valores no es difícil. Las leyes de los últimos tiempos, el bombardeo mediático sobre usos y normativas distópicas, el adoctrinamiento en los centros de enseñanza y la presión de los lobbies queer sobre la nueva antropología deformante es algo que llama la atención incluso de los más despistados. Sin embargo, los estímulos y escenificaciones rodeados de jolgorio, con pretensiones artísticas e incluso humorísticas, incluyendo mensajes subliminales y técnicas psicológicas priming, son difícilmente detectables conscientemente, dado que estos estímulos, llamados de baja intensidad, no se instalan en la corteza cerebral, sino en otras estructuras.

En los últimos años, las políticas laicistas, apoyadas por el silencio y la cobardía de los tibios, incluida la Iglesia, han trufado la sociedad de un sentimiento antirreligioso que se sustancia en un ataque público a todo lo sagrado. Se ha legalizado la blasfemia, se han profanado templos, se han ridiculizado procesiones, se han derribado cruces –incluso tienen en lista la del Valle de los Caídos—, y se ha prohibido rezar en la calle. La consecuencia es el desarrollo, en muy poco tiempo, de actitudes cristofóbicas alarmantes, incluso entre personas consideradas buena gente. Los meditadores y practicantes de yoga, por poner un ejemplo, nombran a Buda y tienen su imagen en sus casas. Sin embargo, a Jesús de Nazaret no solo no se atreven a citarlo, sino que lo han alejado de sus vidas y de sus almas. ¿Por qué Jesús causa tanta fobia? ¿Y por qué Satanás y todo lo satánico resulta tan atractivo? Intentar razonar esto y encontrar la respuesta causa escalofríos. Quizá nunca lo hemos analizado, pero esto merece una reflexión.

El año pasado, en una de las celebraciones multitudinarias de Barcelona, en medio de los fuegos artificiales, los cohetes, los gritos y risas de la gente, aparecía en lo alto un ser con cuernos. No llevaba el rótulo, pero era el Demonio de siempre, incrustado y más presente que nunca en esta sociedad de relajo, en caída libre hacia el abismo.

El esperpento blasfemo del Carnaval de Río de Janeiro de 2019 fue aún más grave. A los autollamados artistas no se les ocurrió cosa más creativa que escenificar una lucha entre Jesús y Satanás, en la que el Maligno resultaba vencedor. ¡Otro escalofrío! En efecto, es la demostración de la nueva cosmovisión arimánica. ¿Quién inspira a estos creativos? La pregunta es meramente retórica. Aunque sean personas, aparentemente normales y no se distingan por cometer actos deplorables, sabiéndolo o no, trabajan para el lado oscuro, lo mismo que sus patrocinadores y quienes ponderan su originalidad artística.

Siete días después de la clausura de los Juegos Olímpicos de París, aún seguimos meditando sobre el simbolismo infernal expuesto ante millones de telespectadores. Nunca se había producido un ataque tan frontal al cristianismo y los valores que este representa; y a la vez, nunca el Mal había estado tan presente y desprovisto de careta.

Si bochornosa y blasfema fue la ceremonia de inauguración de los Juegos, con una performance burlesca de la Última Cena de Jesús, representado este por una fea mujer, gorda y lesbiana, rodeada de drag queens y transexuales, haciendo gala de la promiscuidad, la pederastia y lo más bajo del ser humano, concretado en el esperpento foucaultiano, woke, queer y demás subflecos de la nueva ideología del inframundo, el espectáculo de la clausura fue un auténtico colofón de exaltación del Mal en estado puro: la entronización de Lucifer galáctico tomando el mando del planeta. Literalmente.

Me ha llamado la atención que entre los contados críticos que han percibido el intento de concreción de “la muerte de Dios” en estas ceremonias, es decir, la manifestación del triunfo de Lucifer, se limiten a emplear el adjetivo satánico sin nombrar a Satanás, ni a Jesús, su opuesto que, independientemente de las creencias, no se puede negar que es el arquetipo del Bien, modelo ejemplar en nuestra realidad dual. No quiero hablar de disidencia cobarde, pero sí recordar el daño del silencio de los buenos, recordando a Edmund Burke. Hoy, hablar de Jesús o manifestarse cristiano es un acto revolucionario, y no digamos nada cumplir los preceptos evangélicos. Algunos están prohibidos, como servir de apoyo a las mujeres con intención de abortar, o asesorar a aquellos que tienen dudas sobre su sexo/género.

No deja de ser curioso que esta declaración de guerra contra la humanidad, esta suerte de golpe de Estado satánico, se haya escenificado en París, la ciudad masónica por excelencia, con su gran obelisco y su torre Eiffel desafiando al cielo. Mis recuerdos se fueron enseguida al incendio de Notre Dame de 2019, más humo que otra cosa, pues los daños no fueron significativos, afortunadamente. Pero fue un acto simbólico trascendente. Acabo de rescatar un artículo que publiqué, a la sazón, y que reproduzco a continuación. Creo que completa la esencia de este redactado.

París vale más que una misa, y Notre Dame es más que una catedral

Es paradójico que muchos de los que lloraron la noche aciaga, teñida por el humo rojizo de Notre Dame, convertida por las llamas en dragón exhalante, son los mismos que callan cuando otros templos de menor rango artístico son profanados e incendiados; que enmudecen cuando se derriban cruces y se arrancan escudos y lemas católicos; que ni se inmutan cuando se prohíbe a la Armada cantar la Salve marinera en un acto castrense; o que asienten cuando se pervierte la Navidad con esperpentos carnavalescos, completamente contrarios al significado de la efeméride. La desgracia siempre nos hace dirigir nuestra conciencia al corazón, y esa noche triste las notas gimientes del Ave María a la sombra del fuego en la explanada de Notre Dame resonaron en el cielo.

Estos días me han preguntado sobre el origen del fuego, si podíamos fiarnos de la versión oficial o si, por el contrario, podíamos considerarlo como un acto de falsa bandera, como tantos otros. Tengo las piezas del puzle sobre la mesa, pero aún no están todas colocadas, por lo cual no puedo ver el fresco total. Ahora bien, en la caja dice “Acto masónico”. La cosa va por ahí. Hasta que no lo tenga completamente armado, prefiero no hacer elucubraciones e interpretaciones sobre profecías y triangulaciones acerca de la situación del templo en relación a otros “onphalos” y puntos estratégicos de la cristiandad.

París es una ciudad masónica, no porque casi todos los presidentes de Francia hayan sido masones, incluido Macron, sino porque su trazado sigue una estética masónica. Salvo las catacumbas y algunas ruinas prerromanas poco queda de la antigua provincia romana de Lutecia Parisiorum. A diferencia de otras ciudades europeas, no hay demasiados restos medievales en la Ciudad de la Luz, escogida por Clodoveo como capital de los francos.

Hablar de Clodoveo es hablar de la cristiandad, de la historia de Francia. A lo largo del tiempo, los Hijos de la Viuda han ido borrando su impronta espiritual y simbólica. La actual ciudad de París es un capricho masónico de Napoleón III, masón, perteneciente a la secta de los carbonarios para más señas, amigo íntimo de Garibaldi. La arquitectura masónica se ve por doquier, aunque lo más evidente es el obelisco, un símbolo fálico que encontramos en muchas otras ciudades del mundo, como Buenos Aires, donde para colocarlo hubo que derribar la iglesia de San Nicolás de Bari. Todo un triunfo de las fuerzas del lado oscuro.

Algunos historiadores sostienen que hubo en la antigüedad cultos isíacos, corroborado por el hallazgo de una virgen negra en la abadía de Saint Germain des Près, donde descansan los restos de Descartes.

La catedral de Notre Dame fue levantada entre el 1163 y el 1345 sobre los restos de la iglesia románica de Saint Étienne, construida a su vez sobre una catedral merovingia, edificada esta sobre un templo romano en honor a Júpiter, sobre los restos de un enclave celta dedicado al culto. Es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo y a su imagen se construyeron las de Chartres, Reims y Amiens.

Más allá del aspecto artístico y religioso, muchos turistas acuden a la catedral para ver el lugar habitado por Quasimodo, el mítico jorobado de Notre Dame, enamorado de la gitana Esmeralda, popularizado por Víctor Hugo en su obra Nuestra Señora de París. A idea del escritor, masón confeso, se instalaron las gárgolas y las quimeras en la reforma que tuvo lugar en el siglo XIX.

La panorámica desde esta galería sobre la ciudad es espectacular, sobre todo, en los días claros. Las quimeras son sobrecogedoras, pero los visitantes no caen en la cuenta y las ven como simples esculturas. 

Pocos intuyen su auténtico significado. Simbólicamente representan a Satanás y su corte tenebrosa, y están colocadas estratégicamente en lo alto de LA CASA DE NUESTRA SEÑORA, por una poderosa razón. La Virgen es la representación del Bien, LA GRAN MADRE PROTECTORA DEL GÉNERO HUMANO, sus hijos, en un concepto sincretista, más allá de cualquier religión particular. La fuerza positiva de este arquetipo se neutraliza colocando un símbolo generador de una energía contraria. Utilizando un “lenguaje de guerra”, es como si el Demonio hubiera tomado la torre de Notre Dame, y desde allí controlara a los parisinos. Algunas de estas quimeras, a pesar de su aparente deterioro, parecen estar vivas y miran hacia abajo y a la lejanía como si supieran que todo es suyo. Satanás en la cima de la casa de Dios controlando la ciudad causa espanto.

Que Nuestra Señora haya sido pasto de las llamas es un importante ataque a la cristiandad. Me refiero siempre en un aspecto simbólico. De facto, hace tiempo que se pretende su derrumbe. Se trata de una guerra contra la humanidad y su más noble esencia divina.

VER+:



domingo, 21 de julio de 2024

CARTA PASTORAL DEL OBISPO STRICKLAND "LOS PASTORES SILENCIOSOS" SON TRAIDORES y ENTREVISTA AL MONS. SCHNEIDER: PECADO DE OMISIÓN DE LA COBARDÍA DE LOS OBISPOS


Los “pastores silenciosos" 
(PECADO DE OMISIÓN)
son traidores

«Temo que el tiempo se esté acabando y que nos estemos acercando rápidamente a un momento en el que la cuerda de la Misericordia pueda ser retirada del Cielo y en su lugar descienda rápidamente la cuerda de la Justicia», escribe el obispo Strickland.

“ Mientras él aún hablaba, he aquí una multitud; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos y se acercó a Jesús para besarlo. Y Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?” (Lucas 22:47-48 RV)

“Y dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan escándalos; pero ¡ay de aquel por quien vienen! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños.” (Lucas 17:1-2 NVI)

¡TRAICIÓN!

La traición es el camino del cobarde: nace de la debilidad, de la falta de carácter, del deseo de un camino más fácil. En esencia, la traición es una venta: intercambiar consciente y voluntariamente algo de mayor valor por algo de menor valor para beneficio propio; por ejemplo, intercambiar al Hijo de Dios por 30 monedas de plata. La traición es una participación en el mal, ya que nos lleva de un amor desinteresado orientado al bien de los demás a un deseo egoísta que ignora a los demás y eleva al traidor por encima de todo lo demás. La traición desprecia lo que es bueno.

En el Infierno de Dante, el autor sitúa la traición en el centro helado del infierno. En lugar de fuego, imagina la traición como hielo, un lugar donde hay una completa falta de fidelidad, amor y calidez, con el diablo sentado en el mismo centro como el mayor traidor de la historia.

Judas, de la misma manera, es el traidor humano por excelencia. Traicionó a Nuestro Señor, y lo hizo con un beso. ¡Qué dolor le debe haber causado esto a Cristo Jesús, que lo amaba tanto! El consenso abrumador a lo largo de los últimos dos milenios es que Judas ha estado, está y siempre estará entre los condenados debido a su traición y luego a su fracaso en arrepentirse de esa traición antes de quitarse la vida. Jesús pronunció su sentencia sobre él: “Mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre será entregado! Más le valdría no haber nacido” (Mateo 26:24).

Judas era uno de los doce: tenía una relación íntima con Nuestro Señor Jesucristo. Pero esa es la esencia de su traición: vendió a Aquel que lo conocía más íntimamente y que lo amaba más profundamente que cualquier otro. Judas rechazó el amor fiel, desinteresado y vivificante de Cristo por una exigua recompensa financiera. Y, lamentablemente, esta traición a Nuestro Señor continúa incluso hoy. En ninguna parte se ve esto más claramente que en la traición de tantos en la jerarquía de la Iglesia de Nuestro Señor.

Durante el siglo pasado, la Iglesia Católica ha sido infiltrada silenciosa pero metódicamente, y este ataque ha dado como resultado décadas de clero débil, comprometido y silencioso: traidores. ¿Ha notado que estamos en la época de los pastores silenciosos, pues nunca dicen una palabra? Para muchos, su traición se presenta en forma de apatía silenciosa, ya que parece que no hay nada que amen lo suficiente como para que actúen, o nada que amen lo suficiente como para que clamen o intenten detener la traición.

Podemos ver claramente las huellas de Satanás en la traición masiva al Señor y a Su Iglesia en la crisis de abusos sexuales que ha sacudido a la Iglesia al menos desde principios de los años 2000. Tal vez en ningún otro lugar fue más evidente la traición en forma de protección y promoción de los abusadores que en el caso del ex cardenal Theodore McCarrick. Su historia es un ejemplo de traición a una escala sin precedentes. Aquellos que ocupaban posiciones de poder en la jerarquía de la Iglesia vivían la vida a lo grande, abusaban de seminaristas y pagaban dinero para callar. Ahora es evidente que el Vaticano comenzó a recibir informes sobre McCarrick y su interés inusual en los seminaristas y su comportamiento depredador ya en la década de 1990. Sin embargo, aquellos que podrían haber puesto fin a este mal hicieron la vista gorda, y McCarrick continuó abusando de más víctimas mientras al mismo tiempo ascendía a posiciones de mayor y mayor autoridad en la Iglesia.

Han pasado décadas y, sin embargo, poco ha cambiado. De hecho, ahora vivimos bajo un papado en el que los clérigos abusadores no sólo prosperan, sino que a menudo son recompensados e incluso celebrados. De hecho, hay muchos casos de sacerdotes que siguen en el ministerio a pesar de haber cometido actos gravemente inmorales, como es el caso de Marko Rupnik, un jesuita que fue expulsado de la orden después de décadas de abusos sexuales contra religiosas. Rupnik ha sido acusado de abusar sexualmente de unas 30 hermanas religiosas. Sin embargo, actualmente sigue siendo un sacerdote activo (ahora incardinado en la diócesis de Koper, Eslovenia, tras su expulsión de los jesuitas), y vive y trabaja en Roma como director de arte y decano de teología en el Centro Aletti.

Algunas de las horribles y sacrílegas acusaciones contra Rupnik incluyen incidentes de abuso sexual que supuestamente ocurrieron mientras él diseñaba y creaba obras de arte, y sin embargo sus obras de arte todavía adornan algunos de los lugares más sagrados y reverentes de toda la Iglesia, como la Basílica de la Inmaculada Concepción en Lourdes, Francia, un lugar de sanación y fe que debería honrar a nuestra Santísima Madre. Este arte sigue existiendo a pesar de que al menos cinco mujeres que afirman haber sido abusadas por Rupnik, y cuyas afirmaciones los jesuitas consideraron creíbles, enviaron cartas a obispos católicos de todo el mundo pidiendo que las obras de arte de Rupnik se eliminaran de estas iglesias y santuarios. En cambio, el principal funcionario de comunicaciones del Vaticano defendió el uso de las imágenes e insistió en que no causaron daño a las víctimas. Es desalentador saber que Rupnik es solo un ejemplo de muchos «traidores» que continúan recibiendo la protección total del Vaticano mientras que muchos otros sacerdotes, obispos y cardenales fieles son silenciados, cancelados y eliminados.

¿Y qué decir de la traición de la herejía? En la Iglesia se está produciendo una traición generalizada en estos momentos, ya que las enseñanzas y la doctrina católicas se dejan de lado para dar cabida a las enseñanzas del mundo. Una de esas traiciones es la relacionada con la homosexualidad. La homosexualidad se ha convertido en “el elefante en la habitación” de la Iglesia actual. Aunque reconocemos con razón que, como católicos fieles, siempre debemos amar a nuestro prójimo (lo que, por supuesto, incluye a quienes sienten atracción por personas del mismo sexo), la Iglesia Católica enseña que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y siempre violan la ley divina y natural. Por lo tanto, debemos tener claro que nunca está permitido participar en estos actos, y el clero nunca debe engañar a sus fieles condonando tales actos o minimizando su naturaleza grave. En cambio, siempre debemos llamar a la gente a alejarse del pecado y a acercarse a Cristo, y al perdón que Él ofrece a través del arrepentimiento y la conversión. Sin embargo, ahora tenemos una situación en la que muchos en altos puestos de la Iglesia celebran e incluso glorifican este estilo de vida que aleja a las almas de Cristo. El editor general de la revista jesuita América , el padre James Martin, un defensor de esta perversión, es uno de los portavoces más destacados de la Iglesia actual y a menudo se le solicita como consultor del Vaticano. El documento Fiducia Supplicans ha contribuido en gran medida a la confusión al abrir la puerta a posibles bendiciones de las relaciones homosexuales, un resultado impensable incluso hace 50 años. Este documento ha sido una invitación abierta al diablo para que persiga a las almas que están confundidas por una Iglesia en la que muchos clérigos ya no permanecen anclados en el Sagrado Depósito de la Fe, sino que, en cambio, buscan modernizar las enseñanzas para apaciguar los oídos modernos.

Y en medio de este clima de traición, el 10º Congreso Eucarístico Nacional está comenzando en Indianápolis, Indiana, con un costo de aproximadamente $14 millones. Como católicos, sabemos que la Eucaristía es el centro de la vida católica porque la Eucaristía es nada menos que Jesucristo mismo. Nuestro Señor está presente – cuerpo y sangre, alma y divinidad – en la Sagrada Eucaristía. Jesús no dejó a los apóstoles sólo con un libro o algunas vagas garantías de su ayuda – ¡los dejó, y nos dejó, a nosotros, con Él mismo! Los reunió y transformó el pan y el vino ordinarios en su divino cuerpo y sangre glorificados, hechos presentes en cada Santa Misa. Sus palabras, “Este es mi cuerpo… Esta es mi sangre… Haced esto en memoria mía” fueron Su confirmación para ellos de que esto iba a continuar a perpetuidad, y que Él permanecería con ellos siempre. Y así tenemos Su seguridad de que la Eucaristía que celebramos hoy es el mismo Jesús que partió el pan esa noche con sus apóstoles, y Él todavía está plenamente presente entre nosotros en cada Santa Misa. La pérdida de la fe eucarística en la Iglesia ha sido epidémica y, de hecho, devastadora para nuestra fe católica; por lo tanto, un Congreso Eucarístico es algo bueno.

Pero aún así, me pregunto… cuando a los sacerdotes que son culpables de graves actos de inmoralidad todavía se les permite celebrar la Misa y sostener la sagrada Eucaristía en sus manos… ¿les dice Cristo… “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?” (Lucas 22:47)

Tal vez lo que más me preocupa en estos días de confusión y traición es que temo que el tiempo se esté acabando y que nos estemos acercando rápidamente a un momento en que la cuerda de la Misericordia pueda ser retirada del Cielo y, en su lugar, descienda rápidamente la cuerda de la Justicia. Es imperativo que en este tiempo nos preparemos con confesiones frecuentes, Misas y recepción de la Sagrada Eucaristía frecuentes y caridad frecuente hacia los demás para que podamos saludar a Nuestro Señor Jesús con un beso de amor, no con un beso de traición.

“Y dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan escándalos; pero ¡ay de aquel por quien vienen! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños.” (Lucas 17:1-2 NVI)

Que Nuestro Señor continúe bendiciéndoos y Nuestra Santísima Madre interceda siempre por vosotros y os conduzca siempre a su Hijo Eterno.

Obispo Joseph E. Strickland
Obispo Emérito


XVI Domingo del Tiempo Ordinario
Primera Lectura
Lectura del libro de Jeremías (23,1-6):

Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño –oráculo del Señor–.
Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá –oráculo del Señor–. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia (YAHVEH TSIDKENU)». Palabra de Dios


Schneider: 
«En nuestro tiempo de gran confusión doctrinal 
un obispo no puede callarse»

Aprovechando la visita a España de Mons. Athanasius Schneider para presentar su libro «Credo: compendio de la fe Católica», Javier Navascués ha entrevistado al obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), quien ha señalado que su primer deber como obispo es enseñar la fe católica.
(InfoCatólica) Entrevista de Javier Navascués a Mons. Schneider en el canal Agnus Dei Prod de Youtube.

En primer lugar, monseñor, ¿qué supone para usted publicar este libro «Credo: compendio de la fe católica»?
Primeramente, debo decir que no era mi idea ni mi intención, pero me lo pidieron buenos laicos, padres de familia, que escribiera y publicara una especie de catecismo o compendio sobre la fe católica debido a la situación difícil y la confusión doctrinal actual. Estas familias, especialmente de los Estados Unidos, me han pedido insistentemente que publicara este compendio de catecismo.

¿En qué medida era importante sacar esta versión en lengua española?
El catolicismo es mayormente de lengua española, considerando toda América Latina. Para los fieles de lengua española es importante tener acceso a este libro. Yo pienso que es útil publicarlo también en español.

¿Cuánta responsabilidad siente como obispo al instruir al pueblo en las verdades de la fe?
Esta es la primera tarea de un obispo: ser doctor de la fe. Durante la consagración episcopal, cada obispo debe hacer un juramento de predicar, transmitir y defender integralmente la fe católica tal como fue transmitida por los apóstoles durante toda la historia de la Iglesia. Es mi primer deber enseñar la fe católica. En la misa, rezamos en el Canon que los obispos son llamados en latín catholici apostolici fides cultores, aquellos que cultivan la fe católica y apostólica. En nuestro tiempo de gran confusión doctrinal, un obispo cuya tarea es predicar integralmente la fe católica no puede callarse y debe ofrecer medios de doctrina y enseñanza católica a los fieles que tienen hambre de la verdad y claridad. Para mí, es un gesto de amor a los fieles, como pastor.

¿Por qué ha dicho que su público objetivo son los llamados «pequeños de Dios»?
Los pequeños de Dios son las familias católicas, los niños, los jóvenes, las familias que no pertenecen a las estructuras eclesiásticas o nomenclaturas eclesiásticas, que no tienen influencia en niveles de administración o burocracia eclesiástica. Estos simples fieles necesitan una ayuda clara en la instrucción de la fe.

¿Por qué decidió seguir el esquema clásico de los catecismos?
Porque es un medio muy didáctico y pedagógico, probado a lo largo de los siglos. Aprender cosas breves y sintéticas para memorizar es muy útil y ayuda a recordar estas verdades fundamentales de nuestra fe. El método clásico de preguntas y respuestas breves es también más fácil de leer que un tratado teológico. El Catecismo de la Iglesia Católica, escrito en un formato más de manual teológico, a veces usa un lenguaje difícil para los sencillos fieles. Por eso, intenté escribir de una manera más clásica y pedagógica, con preguntas y respuestas más fáciles de leer y memorizar.

¿Considera que su libro abarca todos los temas básicos que un cristiano necesita saber para salvarse?
Sí, seguí el esquema tradicional de los catecismos. La primera parte trata de lo que debemos creer (lex credendi), las cosas que debemos creer sobre la fe. Luego, lo que creemos debemos practicar en nuestra vida moral (lex vivendi). La tercera parte aborda cómo debemos rezar correctamente, con temas relacionados con la oración y la liturgia. Estos tres elementos están siempre unidos: la fe, la vivencia de la fe y la oración, que debe reflejar la fe.

Espero que el libro tenga buena difusión y haga bien a las almas durante muchos años.
Sí, espero que este libro sea útil para muchos fieles, proporcionando respuestas claras y citando a los Padres de la Iglesia, doctores de la Iglesia y el magisterio claro de la historia de la Iglesia. Esto nos da una convicción profunda de la verdad y amor a la verdad.

Para finalizar, sobre el libro: hay muchos catecismos clásicos y buenos. ¿Por qué merece la pena comprar este libro y no otro, como el de Trento o el de San Pío X?

Desde el Concilio de Trento o del Papa Pío X han surgido nuevas preguntas y realidades que no existían en aquel tiempo. Por ejemplo, hoy en día enfrentamos el problema de la teoría de género, la ideología mundial contra la familia y el matrimonio, el fenómeno del New Age, el yoga y religiones orientales gnósticas. También considero necesario explicar temas como la masonería, que no se encuentran en los catecismos pasados. Además, es importante explicar en detalle los diferentes niveles del magisterio, distinguiendo entre lo que es infalible y lo que no lo es. Este libro aborda cuestiones actuales y algunos elementos de la crisis actual de la Iglesia y de la fe.

Para finalizar, quería preguntar por la misa tradicional, que parece que va a ser más limitada y perseguida. ¿Le preocupa esta situación y cómo debemos actuar los fieles ante esta persecución o prohibición?
Debemos tener siempre una gran esperanza, porque un católico debe ser un hombre de esperanza sobrenatural. La Iglesia no es solo una organización humana, sino también divina. Está en las manos poderosas de Dios y de Cristo. La Iglesia de Cristo no es nuestra iglesia. Dios intervendrá para mantener la integridad y pureza de la fe y la liturgia. Debemos continuar amando y defendiendo la liturgia tradicional por amor a la Iglesia, no por contradicción o espíritu de revuelta. Con amor y la gracia de Dios, queremos permanecer fieles a la misa tradicional, incluso en situaciones de limitación o persecución eclesial. Todo esto con espíritu de amor por el Papa y la Santa Sede, por nuestra Santa Madre Iglesia, y por las generaciones jóvenes a quienes debemos transmitir este tesoro inefable de la liturgia tradicional de la Iglesia.

Muchas gracias, monseñor, por habernos atendido, por sus palabras de esperanza, y espero que quienes vean esta entrevista se animen a comprar el libro «Credo: compendio de la fe católica».
Gracias. Que Dios los bendiga.