Saqueo en masa
en la Unión Europea
Pocos reparan en que el mayor daño que se ha hecho a la Humanidad ha sido sufragado con dinero público.
Las guerras, antiguamente, eran privadas, con mucha menor envergadura y menor daño. Durante el siglo XX, coincidiendo con la ampliación de ese artefacto de dominio que es el Estado, se han sufragado las guerras más dañinas para la Humanidad.
Ha sido una cruel ironía que las guerras hayan sido costeadas precisamente por aquéllos que iban a ellas a sufrir y a morir, mientras que los que tomaban las decisiones que conducían a ellas rara vez sufrieran personalmente castigo alguno (sólo los nazis murieron al perder la guerra). Director (en funciones): Jacobo de Andrés Winston Galt.
El horror que provocan los Estados no se circunscribe a la guerra, si es que usted respira aliviado pensando que ahora hay pocas guerras entre Estados y hemos avanzado mucho en eso. Y hasta cierto punto tiene razón. Hay menos guerras entre Estados, pero eso no quiere decir que el dinero que usted gana y el Estado le quita no sirva para sufragar las medidas que luego causan daños terribles, entre ellos su falta de prosperidad y la inflación que lo ahoga. En la película Sin Perdón se dice que matar a un hombre le quita lo que tiene, pero también lo que pudo tener, del mismo modo, mantener a los ciudadanos en el estancamiento económico (siempre es a causa de decisiones gubernamentales) le quita a usted lo que tiene pero también lo que pudo tener. Y a sus hijos y a sus nietos.
Todo el mundo lanza loas a la Unión Europea, pero pocos reparan en que Europa es, precisamente, el lugar del mundo que menos ha prosperado desde que se creó el artefacto político dejando de ser lo o que fue: un mercado común que trajo prosperidad.
La Unión Europea hizo frente a la última crisis a fuerza de imprimir moneda. Y ahora llevamos años de inflación continua que supera con mucho los dos dígitos, aunque nos quieran engañar los políticos diciendo que está controlada. Si usted compara los índices de crecimiento de todos los países europeos comprobará que rara vez superan los índices de inflación de los últimos años (que recuerde, sólo Irlanda por sus políticas más liberales y hay voces pidiendo sanciones para este país). En cualquier caso, en lugar de dejar sanar el sistema, se insufló una cantidad ingente de moneda que ha provocado que la crisis tardara en superarse, en los mejores casos, casi una década. Si a ello se une la impresión de dinero por la pandemia de 2020 sumamos más dinero fácil y no extraña el mantenimiento de la crisis y de la inflación.
Sin ser economista basta el sentido común para alarmarse ante esta situación. Sólo los ingenuos y algunos economistas al servicio del poder sostienen que las deudas estatales no han de pagarse (si así fuera, ¿por qué los recortes en Grecia hace unos años?).
Por supuesto que todo se paga. No hay nada gratis, aunque lo gratis sea el anzuelo en que los gobiernos pescan a los incautos que continúan votándoles por ofrecerles dádivas y servicios mediocres mucho más caros de lo que en realidad deberían ser.
La UE nos ha llevado hasta el estancamiento y la falta de prosperidad, que ya nadie discute; la agricultura, la pesca, la industria y todos los sectores económicos europeos están en crisis provocadas por decisiones políticas de la propia UE y, para colmo, los reguladores europeos nos están dejando fuera de la cuarta revolución industrial, empeñándose en regular la IA antes de que ésta se desarrolle, de modo que dentro de treinta años Europa será tercer mundo. La cuestión es: ¿Los políticos ignoran el resultado de sus políticas? Si usted piensa así deje de leer, es un ingenuo.
Por si fuera poco, la poco recomendable Van der Leyen encarga un informe a quien dictó la emisión masiva de moneda provocando la situación descrita: Mario Draghi.
El informe de Draghi ratifica lo peor de la política europea, ratifica que no tienen la menor intención de rectificar y que la trayectoria que pretenden seguir la mayoría de los partidos, al menos los mayoritarios, es continuar por la senda de la planificación y la emisión monetaria. Ambas actuaciones públicas han demostrado suficientemente su inidoneidad para solucionar cualquier problema, pero esto no arredra a nuestros políticos, pues para ellos insistir en el error es una norma de conducta.
Reconoce Draghi el estancamiento y los problemas a los que se enfrenta Europa: la productividad y la competitividad, y dice que están causadas por: la atomización del mercado (falso), la falta de coordinación (falso), la escasez de universidades de primera línea (responsabilidad de los políticos), y de investigadores destacados (tal vez porque en la empresa privada fuera de Europa cobran más y no les faltan fondos para investigar), la fragmentación de la financiación (culpa de la falta de incentivos para las empresas y de las espesas regulaciones políticas), la aversión al riesgo (por haber creado un régimen mercantilista en que las empresas sólo prosperan al amparo del poder, como las energéticas).
Menciona el informe tres problemas estructurales: el tamaño de los Estados, ¡¡¡que le parece demasiado pequeño!!!, que la gobernanza es inadecuada por la fragmentación, lo que es inaudito por varias razones: la gobernanza la ejercen ellos, la fragmentación no fue impedimento para que surgieran los países más avanzados de la historia (de hecho, algunos estudiosos indican que fue, precisamente, la fragmentación de Europa lo que permitió su desarrollo), y políticas demasiado enfocadas en el mercado interno, lo cual no deja de ser una consecuencia de las políticas de la UE (¿alguien cree que aquí hubiera podido surgir un Facebook, un Instagram, un Amazon o un Apple, con estos gobernantes?).
Propone algunas medidas que también claman al cielo, pues su ausencia es consecuencia de las políticas de esa clase gobernante que nos ha traído hasta el atraso económico y social: promover la innovación disruptiva, para lo cual propone crear otro organismo gubernamental en lugar de dejar libre a la sociedad; simplificar los programas europeos, supongo que para derramar más dinero en función de criterios políticos, como los programas New Generation que no han servido para mucho; crear universidades de primer nivel mundial, (¿sin libertad? ¿Con sueldos determinados administrativamente?); invertir en infraestructuras de innovación para sectores como la IA, lo que es indicativo de que la mente de estos individuos no funciona adecuadamente: quieren invertir en infraestructuras para la IA al mismo tiempo que la regulan y la atan de pies y manos; reducir la burocracia, que se refiere sólo a eliminar algunos trámites, no a reducir los organismos ni los funcionarios ni el gasto burocrático; y mejorar la regulación, como si ésta pudiera ser mejor cuando dictan miles de leyes y reglamentos que asfixian cualquier producción industrial o de servicios.
Recordemos que la UE tarda una media de 19 meses en emitir un acto legislativo y que en 2019 emitió más de 13.000, mientras que en EEUU en el mismo periodo no pasó de 3.000 (que ya son un disparate).
Según el gran estadista, o mejor dicho, en gran estatista Mario Draghi, que reconoce el fracaso europeo en el desarrollo de servicios en la nube para sectores estratégicos como la IA, la computación o los semiconductores, se requerirá de más infraestructura europea pública, "ya que no será suficiente con la iniciativa privada". Me pregunto qué hubiera sido de Silicon Valley sin el gobierno. Es ironía, obviamente, pues los emprendedores de Silicon Valley no preguntaron al gobierno americano si podían desarrollar sus productos. Y, lógicamente, tales empresas surgieron donde podían surgir.
No se puede alegar que China también es una potencia, al igual que Estados Unidos, por varias razones: primera, que no lo es al mismo nivel; que muchas de sus patentes son copias o robos de patentes de otros países, principalmente de EEUU; y tercero, que para conseguir ciertos éxitos se vieron obligados a permitir ciertas dosis de capitalismo, aunque luego someta a las empresas chinas al dominio del Partido Comunista.
Las recetas anteriores del Sr. Draghi lógicamente han de ser pagadas con nuestro dinero, para lo cual pide nada menos que 800.000 millones de euros anuales que deben ser sufragados con deuda común, esto es, por todos nosotros. Para lograrlo hay que pasar del nivel de inversión del 22% en el que ahora estamos al 27%. Esto es, al cincuenta por ciento que ya nos quitan nuestros Estados sumemos mucho más para pagar las planificaciones europeas que hubieran hecho palidecer de envidia a los dirigentes soviéticos y nazis.
Tal vez deberían preguntarse nuestros políticos por qué el 30% de los unicornios europeos han abandonado Europa en los últimos quince años, (sencillamente porque no podían crecer aquí). Tampoco se pregunta el por qué de la dependencia europea de fuentes de energía exteriores (culpa de las decisiones de esos mismos políticos). No renuncia a la descarbonización e insiste en la necesidad de las energías alternativas, que nos está llevando a la ruina (como a la industria automovilística europea).
A pesar de la superficialidad de este resumen, debemos preguntarnos por qué no hay una sola medida liberalizadora en el informe; por qué no hay una sola medida contra la inmensa burocracia y las múltiples regulaciones que pesan sobre cualquier empresa en el ámbito europeo.
Lo que muestra este informe, por mucho que alguien más versado pueda criticar algo de lo que hemos expuesto como inexacto, es que es evidente que los políticos que nos gobiernan no piensan ni por un momento en rectificar el camino que nos ha conducido a ser irrelevantes y que nos llevará, sin duda alguna, al atraso más abyecto frente a Estados Unidos y Asia en su conjunto (no es sólo China).
Lo que muestra este informe es que el estatismo no retrocede a pesar de sus fracasos, sino que pretende crecer a nuestra costa y que utiliza precisamente esos fracasos como combustible para incrementar su coste. Lo que muestra es que la casta política no cesa en su empeño en planificar la vida de millones de personas que lo único que necesitan es que las dejen en paz.
Nunca una economía tan planificada ha funcionado; nunca un país con tantas regulaciones ha podido desarrollarse libremente; nunca una sociedad tan sometida ha sido próspera.
La UE nos está conduciendo, de crisis en crisis, provocada por su casta política, a la destrucción. Y el camino que señala Draghi sólo es un paso más en el declive y la agonía del que ha sido el mejor lugar del mundo. Creamos la UE creyendo que sería la vía para competir en el mundo polarizado de América y Asia y se ha convertido en el lastre que nos atrasa a una velocidad mayor cada día. Europa está abocada a una crisis sin precedentes.
Europa sólo puede prosperar con una bajada masiva de impuestos y una ausencia de regulaciones que no se ven en el horizonte. Los muros que nos imponen harán que cada vez seamos más pobres. Si alguien piensa que lo hacen sin conocer las consecuencias es un ingenuo.
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