EL Rincón de Yanka: 👀 VER LA VIDA CON LA MIRADA DEL EVANGELIO

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sábado, 25 de julio de 2020

👀 VER LA VIDA CON LA MIRADA DEL EVANGELIO


Ver la vida con la mirada del Evangelio

Ayúdanos a cambiar, Señor,
nuestra mirada mundana, egoísta,
poco comprometida,
temerosa, acomodada.
Ayúdanos a cambiar
para mirar las cosas, el mundo,
la vida, con tu mirada
y desde Tus ojos.

Quítanos las anteojeras
que vamos construyendo
a lo largo de los años,
que nos aíslan del dolor
y del sufrimiento
de los que caminan al lado.
Sacude nuestro corazón
para que aprendamos a ver
con los ojos llenos de Evangelio
y Esperanza de Reino.
Corre ya el velo de nuestros ojos
para que, viendo, podamos
con-movernos por los otros
y movernos desde lo profundo
de cada uno
para acudir a dar una mano
(y la otra, y la vida toda…)
a los que están caídos
al costado del camino,
a los que esta sociedad ciega
ha tirado a un costado
porque no cuentan
o no interesan
a las leyes del mercado.

Que la ambición y el conformismo,
la comodidad y las falsas seguridades no nublen
nuestra mirada.
Desata ya mismo un vendaval
que se lleve las nubes
de nuestras explicaciones fáciles,
y también de las difíciles;
a Ti no alcanza con explicarte,
hay que Vivirte y Contemplarte
allí donde se Te antoja estar
y no donde a nosotros nos conviene ver
¿Será tan difícil, Señor,
que nos demos cuenta de que no estás
en el crucifijo de madera tallada
que adoramos
sino ahí tirado
entre los que ni siquiera miramos?

Convierte nuestra mirada
para hacer posible y cotidiano
el milagro del buen samaritano,
ver al otro y acercarse
no pasar de largo,
compartir, ser generoso,
dar todo por el hermano.
¡Cuántas cosas son posibles,
mi buen Dios,
si cambiamos la mirada,
si no damos vuelta la cara,
si no vivimos encerrados!

Abre nuestros ojos,
Ten compasión de nosotros,
como pedía el ciego del evangelio,
que no veamos borroso,
no sea que confundamos el camino
y creamos encontrarTe
donde Tú no Te has quedado.

Descúbrenos, Señor,
tu presencia viva entre los pobres.
Que te re-conozcamos
en el desnudo, el hambriento,
el que está solo, el preso,
el enfermo, y tantos otros, Señor,
en quienes nos sales al encuentro cada día,
sin que a veces lo advirtamos,
por tener el corazón endurecido
y los ojos cegados.

¡Conviértenos Señor !
Devuélvenos
la mirada confiada de los niños,
la transparencia que habla
de lo que abunda en el alma.
No permitas que cerremos los ojos
y creamos hallarte dentro nuestro
sin buscarte y encontrarte
por dondes andas a diario.

Ayúdanos Señor
a ver
y a cambiar…
a verte
y a optar…
a utilizar
esos lentes maravillosos
que nos dejaste
para mirar el mundo, la realidad,
la vida:
La mirada del Evangelio,
para ver
con Tus ojos de Dios.

Marcelo A. Murúa

Que tu mirada sea 

Que tu mirada sea,
mirada clara,
sea mirada de niño,
que transparenta el alma.
Sea como agua fresca de arroyo
que no deja ocultar nada.

Que tu sonrisa sea,
sonrisa ancha,
fuerza que surja de adentro,
ganas que se contagian,
buen humor que dé sentido
al quehacer de tu jornada.

Que tus palabras sean,
valientes palabras,
que no oculten la verdad
y no teman proclamarla.
Que sean la voz de aquellos
que ya no pueden alzarla.

Que tus manos sean,
manos entrelazadas,
manos con otras tendidas,
abiertas, no solitarias.
Manos unidas y fuertes
que hoy construyen el mañana.

Que tu caminar sea,
compartida caminata,
que busque abrir junto a otros
huellas de nueva esperanza.
Que tu camino acompañe
el caminar del pueblo en marcha.

Que tus silencios sean,
eco de tus entrañas,
crisol de anhelo y proyectos
que sólo el tiempo amalgama.
Silencio fértil, simiente
que en brotes de vida estalla.

Que tu vida entrega sea,
para que valga la pena,
ser vivida y no gastada.

Marcelo A. Murúa

Dame, Señor, Tu mirada 
y pueda yo ver desde ahí 
el día que empieza, el sol que calienta 
y que cubre los montes de luz. 

Dame, Señor, Tu mirada 
y que pueda gozar desde ahí 
que el día declina y anuncia las noches 
de luna cuando viene abril. 

Dame, Señor, Tu mirada. 
Grábala en el corazón 
donde tu amor es amante, 
tu paso constante, tu gesto creador. 

Dame, Señor, Tu mirada 
y entrañas de compasión. 
Dale firmeza a mis pasos, 
habita mi espacio y sé mi canción. 

Dame, Señor, Tu mirada 
y entrañas de compasión. 
Haz de mis manos ternura. 
Aquí estoy, Señor. 

Pónme, Señor, 
la mirada junto al otro corazón 
de manos atadas, de oculta mirada, 
que guarda y calla el dolor. 

Siembra, Señor, 
Tu mirada y brote una nueva canción 
de manos abiertas, de voz descubierta, 
sin límite en nuestro interior.

 Marcelo A. Murúa
 
Que yo vuelva a ver 

¡Señor! 
Cuando me encierro en mí, 
no existe nada: 
ni tu cielo, ni tus montes, 
ni tus vientos, ni tus mares; 
ni tu sol, 
ni la lluvia de estrellas. 
Ni existen los demás 
ni existes Tú, 
ni existo yo. 
A fuerza de pensarme, me destruyo. 
Y una oscura soledad me envuelve, 
y no veo nada 
y no oigo nada. 

Cúrame, Señor, cúrame por dentro, 
como a los ciegos, mudos y leprosos, 
que te presentaban. 
Yo me presento. 
Cúrame el corazón, de donde sale, 
lo que otros padecen y donde llevo mudo 
y reprimido el amor tuyo, que les debo. 
Despiértame, Señor, 
de este coma profundo, 
que es amarme por encima de todo. 

Que yo vuelva a ver 
a verte, a verles, 
a ver tus cosas 
a ver tu vida, 
a ver tus hijos.... 
Y que empiece a hablar, 
como los niños, -balbuceando-, 
las dos palabras más redondas 
de la vida: 
¡PADRE NUESTRO! 

Ignacio Iglesias

Te comparto mi esperanza 
💚

Te comparto mi esperanza
de esperar cada momento
con la misma fuerza y ganas
de la primera mañana.

Ofrecer siempre las manos
abiertas y no cerradas,
saber entregar amor
a través de la mirada.

Aprender a dar la vida,
compartir la espera larga,
al lado de los que sufren
hacer la fe solidaria.

Soñar con las utopías,
vivir para realizarlas,
luchando por los ideales,
y la justicia sumarla.

Saber caminar con otros
en lucha comunitaria,
para que todos los hombres vivan
una vida más humana.

Vivir para los demás,
como nos mostró Jesús,
hasta entregarnos su vida
en lo alto de una cruz.

Vivir mirando las cosas
con la mirada de Dios,
para hacer un mundo nuevo
de Justicia, Paz y Amor.

No creas que será fácil
caminar este camino
pero las crisis ayudan
a ir descubriendo el sentido.

La verdad que hay en las cosas
es un tesoro escondido,
quien equivoca la senda,
tal vez su vida ha perdido.

El Evangelio te muestra
cómo no errar el camino,
de veras, vale la pena
a Jesucristo seguirlo.

Te comparto mi esperanza
de empezar cada momento
con la misma fuerza y ganas
de la primera mañana.

Marcelo A. Murúa

Partir 
Partir es, ante todo, 
salir de uno mismo. 
Romper la coraza del egoísmo 
que intenta aprisionarnos 
en nuestro propio yo. 

Partir es dejar de dar vueltas
 alrededor de uno mismo. 
Como si ése fuera el centro 
del mundo y de la vida. 
Partir es no dejarse 
encerrar en el círculo de los problemas 
del pequeño mundo al que pertenecemos. 
Cualquiera que sea su importancia, 
la humanidad es más grande. 
Y es a ella a quien debemos servir. 

Partir no es devorar kilómetros, 
atravesar los mares 
o alcanzar velocidades supersónicas. 

Es ante todo 
abrirse a los otros, 
descubrirnos, ir a su encuentro. 
Abrirse a otras ideas, 
incluso a las que se oponen a las nuestras. 
Es tener el aire de un buen caminante. 

Helder Cámara

El placer de servir 

Toda la naturaleza es un anhelo de servicio. 
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. 
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; 
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; 
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. 
Sé el que apartó la piedra del camino, 
el odio entre los corazones y las dificultades del problema. 
Hay la alegría de ser sano y la de ser justo; 
pero hay, sobre todo, la hermosa, 
la tan inmensa alegría de servir. 
¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho, 
si no hubiera un rosal que plantar, 
una empresa que emprender! 
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles. 
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan! 
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito 
con los grandes trabajos; hay pequeños servicios 
que son buenos servicios: adornar una mesa, 
ordenar unos libros, peinar una niña. 
Aquél es el que critica, éste es el que destruye, tú sé el que sirve. 
El servir no es faena de seres inferiores. 
Dios, que da el fruto y la luz, sirve. 
Pudiera llamársele así: «El que sirve». 
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos 
y nos pregunta cada día: «¿Serviste hoy?»

 Gabriela Mistral

El Magníficat de José 

Proclama mi alma 
la grandeza de lo pequeño. 
Todo mi ser se alegra 
ante el Dios de lo sencillo. 

Desde ahora se acordará de mí 
el obrero, el trabajador, 
porque el Señor ha mirado a los pobres 
y los apuntala en el andar 
por el camino de los santos. 

Él hace bien con su brazo, 
nos muestra el valor del silencio, 
aleja de nosotros las desconfianzas 
y nos levanta en los momentos de debilidad. 

Cuando el salario es injusto y no alcanza, 
el Señor nos llena de otros bienes, 
y la riqueza se vuelve a nuestros ojos 
toda vacía y superficial. 

En los problemas nos auxilia tiérnamente 
recorriendo con nosotros el sendero de la vida, 
por eso el corazón ya no vacila 
frente al esfuerzo y sudor de cada día.

RADIAR A CRISTO

Jesús mío: 
ayúdame a esparcir tu fragancia 
donde quiera que vaya; 
inúndame con tu espíritu y tu vida; 
penetra todo mi ser 
y toma de él posesión de tal manera 
que mi vida sea en adelante 
una irradiación de la tuya. 

Quédate en mi vida 
en una unión tan íntima 
que las personas que tengan 
contacto conmigo puedan sentir 
en mí tu presencia; 
y que al mirarme olviden 
que yo existo y no piensen sino en Ti. 

Quédate conmigo. 
Así podré convertirme en luz 
para los otros. 
Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti; 
ni uno solo de sus rayos será mío. 
Te serviré apenas de instrumento 
para que Tú ilumines sus vidas a través de mí. 

Déjame alabarte en la forma 
que te es más agradable: 
llevando mi lámpara encendida 
para disipar las sombras 
en el camino de otras personas. 

Déjame predicar tu nombre sin palabras… 
Con mi ejemplo, con mi fuerza de atracción 
con la sobrenatural influencia de mis obras, 
con la fuerza evidente del amor 
que mi corazón siente por Ti. 

John Henry Newmann

Las cosas elementales 

Gracias, Señor, 
por las cosas elementales: 
el rayo del sol que no pregunta; 
la sombra de caoba 
con los brazos extendidos; 
la tarde que murió ayer 
detrás de la montaña sin oficio de difuntos; 
el agua que trabaja su pureza 
en lo hondo de la sierra; 
el aire que limpia mis pulmones 
mientras duermo; 
la tierra viva generando 
en las raíces los frutos y colores... 

La mirada transparente 
como una puerta de cristal;
la mano que disuelve el hastío al estrecharse; 
el cántico común que abre la existencia 
al nosotros infinito... 
La herencia de los siglos, 
en el suero que me salva gota a gota, 
en el hilo de cobre que trae luz a mi noche, 
en el ojo insomne del radar en el espacio, 
en la página del libro que sana mi ignorancia 
y en los circuitos electrónicos 
que me unen al instante 
con todo el universo. 

Benjamín González Buelta


 
¿QUIÉN? (Luis Guitarra)

1-Para-orar-y-reflexionar by KevinTosso on Scribd

TEXTOS PARA ORAR Y PARA REFLEXIONAR