EL NUEVO CONTRATO SOCIAL
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“Lean cómo es realmente el contrato que firmamos cada día con nuestra forma de actuar, de consumir, de vivir. Cómo es realmente nuestro mundo. No se asusten”.
EL PACTO DE LOS TRAGACIONISTAS:
LOS QUE CALLAN, ACEPTAN, OBEDECEN Y SE SOMETEN
La teoría del contrato social, impulsada por los ilustrados modernos franceses, aunque con herencia histórica tan antigua como Platón, Epicuro o Cicerón, sostiene que en la sociedad hay un pacto para la convivencia, que marca unas pautas y normas de obligado cumplimiento, sean estas explícitas o no, sean conscientes o no, que son las que articulan la posibilidad de vivir en sociedad, o que al menos, son las que articulan como vive una sociedad.
Revolviendo papeles antiguos –más técnicamente hablando, revolviendo antiguos correos electrónicos y archivos digitales…- me encuentro con un correo de años ha, que utilizando esa idea del contrato social, trata de poner en claro cuáles son las reales cláusulas que sostienen nuestro modo de vida.
Este comienzo de curso que se nos echa encima es un buen momento, tras la calma veraniega, para pararse y pensarse. Parece que es buen contexto para repensar cómo vivimos, para encontrar nuevas claves, para intentar nuevas cosas. Pero eso exige primero un buen análisis. Y tanto a nivel personal como, evidentemente, a nivel colectivo. El contexto político que anuncia el otoño, las amenazas que como nación y como sociedad nos acechan, los más que previsibles desastres que nos auguran el pasado reciente para los próximos meses, cabe leerlos como el más negro desastre posible… o como una posibilidad y una oportunidad de cambiar tantas cosas como las que nos han traído hasta aquí.
En fin. Adelante. Lean cómo es realmente el contrato que firmamos cada día con nuestra forma de actuar, de consumir, de vivir. Cómo es realmente nuestro mundo. No se asusten de cuáles son las verdaderas normas que sostienen nuestra estructura social:
Cláusula nº 1. Acepto la búsqueda del confort y la comodidad como el fin supremo de la humanidad, y la acumulación de riquezas como el mayor logro en nuestra vida. Cuanto más infeliz sea, más consumiré y así contribuiré al buen funcionamiento del sistema. Acepto la destrucción de los bosques y la desaparición de especies naturales porque me parece lógico la contaminación del aire, los ríos, los mares y la tierra enterrando residuos de todo tipo, con tal de que los beneficios económicos sean los más posibles… para una élite económica mundial poderosa que lo controla todo.
Cláusula nº 2. Acepto que la investigación relacionada con mi salud esté en manos de empresas cuya única motivación es alcanzar cada vez más beneficios. No me preocupa que sean esas empresas farmacéuticas las que financien los congresos de medicina y que controlen la información que les llega a los médicos. Confío ciegamente en la industria farmacéutica y no indagaré si son capaces de crear enfermedades y virus para desarrollar luego vacunas y medicamentos.
Cláusula nº 3. Acepto dejar mi salario a los bancos para que ellos lo inviertan en aquellas actividades que más dinero generen, independientemente de sus implicaciones éticas, políticas o ambientales. Asumo que las inversiones más lucrativas son las que utilizan a los ciudadanos de los países en vías de desarrollo y respaldo con mi dinero esas actuaciones. Acepto igualmente usar lo más valioso que tengo, mi tiempo, en hacer trabajos que no me gustan, para poder comprar cosas con las que evadirme de la vida vacía que llevo, y así enriquecer con dinero a otros.
Cláusula nº 4. Acepto que tanto las autoridades como las empresas privadas guarden todos los datos que sobre mí tengan. Confío en ellos y no me importa llevar un DNI, un microchip, que se use mi huella ocular al entrar en otro país, ni tener que enseñar lo que sea en los espacios públicos o privados. No me importa que utilicen todos esos datos privados con objeto comercial o de lucro, ni como control de opinión. Al revés, colaboraré todo lo que pueda con ellas, sumándome a la última moda digital, al último avance tecnológico, o a la última red social.
Cláusula nº 5. Acepto que existan paraísos fiscales y fórmulas jurídicas y fiscales especiales para las grandes fortunas y las grandes corporaciones, de modo que no paguen los impuestos que yo sí pago, pues a fin de cuentas, son ellos quienes generan el empleo con sus recursos económicos… que han logrado con mi trabajo y mi esfuerzo, a cambio de salarios mínimos, o con contratos precarios.
Cláusula nº 6. Acepto que los bancos, financieras y grupos de inversión internacionales presten mi dinero a países o grupos que quieren armarse para ir a la guerra. Soy consciente que lo mejor es financiar a ambos bandos para que el conflicto dure más, no sólo para ganar más dinero sino para que luego puedan hacerse con los recursos cuando no puedan devolver los créditos. Asumo que da igual que sean grupos terroristas, a fin de cuentas, eso es una percepción subjetiva. Como todo.
Cláusula nº 7. Acepto que la publicidad me cuente mentiras para desear cosas que cuando tenga me aportarán poco, y acepto igualmente que los medios de comunicación estén concentrados en unas pocas manos de las que son dueños los grandes poderes económicos. No me importa que manipulen mi opinión, mi criterio y mi información para pensar conforme a sus intereses. Del mismo modo, acepto que las redes sociales me informen sólo de lo que corrobore mis opiniones y esos criterios que creo como míos. Igualmente, acepto que los medios estén para que no piense y simplemente reciba estímulos vacíos con ocio vacío.
Cláusula nº 8. Acepto que el poder esté en manos de las personas más ambiciosas y con menos escrúpulos posibles, no me importa que sean máscaras de corrupción o servidores de intereses financieros, y acepto igualmente que se justifique su poder con un papel cada cuatro años, y me da igual que me mientan o engañen para acceder a ese poder. No me importa quienes sean, y me dejaré engañar por los partidos de siempre, por los partidos nuevos, o por lo que sea, con tal de que me digan lo que quiero oír, y que me repitan que el poder es de los ciudadanos, aunque no sea verdad.
Cláusula nº 9. Acepto que se desechen toneladas de comida para que no bajen los precios internacionales. Me parece mejor que ofrecérselos a los millones de personas que mueren de hambre cada año. Igualmente me parece bien que haya países en el mundo donde sin agua, ni luz, ni comida, sin educación ni derechos, la gente muere a diario. Como todos somos egoístas, estoy convencido de que todos estamos de acuerdo con esta situación.
Cláusula nº 10. Acepto que la felicidad es el confort, que el amor es el sexo y que la libertad es tener dinero para poder satisfacer todos mis deseos. No me preocuparé por la insatisfacción vital, por mis anhelos profundos o por el sentido de la existencia. Acepto responder que eso no existe, con tal de no pensar en ello seriamente. Por supuesto asumo totalmente que pensar en algo como Dios, es intolerable, absurdo e inútil. Quita tiempo para producir y consumir y disfrutar del ocio vacío.
Cláusula nº 11. Acepto pagar lo menos posible pos cualesquiera productos, y no me preguntaré nunca por ese precio tan bajo, ya sea de alimentos cultivados con productos químicos dañinos o de los que no se conocen sus consecuencias, ya sea de carnes de animales engordadas antinaturalmente o con maltrato animal, ya sea de productos manufacturados producidos en fábricas que no respetan los derechos de los trabajadores o emplean a niños, con tal de que se alcancen los más posibles beneficios. No me importa lo más mínimo la especulación, sea monetaria, sea de alimentos o de propiedades.
Cláusula nº 12. Acepto como lo más normal del mundo la política de “puertas giratorias” y sé que es lógico que los políticos nacionales y los directivos de organismos internacionales sean ex-empleados de grandes corporaciones, o que al dejar sus puestos los contraten estas por los servicios prestados.
Cláusula nº 13. Acepto la hegemonía del petróleo en la economía, aunque sea una energía costosa y contaminante. Estoy de acuerdo en impedir cualquier tentativa de sustitución por energías sostenibles, o si acaso, acepto que se busquen energías más baratas, aunque sean atentados ecológicos como el fracking. Por supuesto, no cambiaré ni lo más mínimo mis hábitos de consumo energético.
Cláusula nº 14. Acepto que el valor de una persona depende su capacidad para generar dinero, o de si es famoso. Tomaré como referentes personales a quienes aparecen por televisión, en películas, deportistas famosos o cantantes. Me parece lógico que se paguen ingentes fortunas a los futbolistas, actores y músicos, para convertirlos en los modelos a imitar. Igualmente me parece totalmente lógico que a los maestros y profesores, los artistas, los pensadores, los científicos y los investigadores se les pague muy poco.
Cláusula nº 15. Acepto que los mayores sean considerados un estorbo y no sean nunca un modelo, puesto que como la civilización más avanzada de la historia que somos, sabemos que ni la experiencia ni la tradición tienen ningún valor. Por supuesto es lógico despreciar todo lo que nos viene de atrás, despreciar valores, ideas, convicciones, proyectos, países, creencias, religiones e instituciones es lo más normal. Solo lo nuevo, lo último, lo tecnológico, lo joven, lo que rompe, lo moderno es lo acertado. Nada puedo aprender de lo anterior. Por supuesto no creo en el concepto de patria.
Cláusula nº 16. Acepto la competencia, el individualismo, el egoísmo como la base de nuestro mundo, aun cuando sea consciente que este funcionamiento engendra frustración y cólera. Sustituir la competencia por la colaboración, sería un profundo error. Acepto igualmente que los errores son siempre de los demás, que yo y los míos siempre tenemos la razón, que los que no piensan como yo, además de estar equivocados son malvados y criminales. Solo yo y los míos sabemos lo que es conveniente, bueno, y correcto. Aunque esas ideas me las hayan inculcado de fuera y las haya aceptado sin la más mínima crítica.
Cláusula nº 17. Aunque nuestra historia esté plagada de crisis y terribles decisiones, conspiraciones políticas, magnates ambiciosos y políticos sin escrúpulos, acepto que ahora todo ha cambiado, que la democracia de partidos es el sumun y el culmen de todas las bondades humanas. Las organizaciones secretas de políticos y empresarios no existen y eso de que se confabulen para alcanzar sus intereses es una fábula. Acepto pues que el actual modelo es el mejor de los posibles, ya no hay lugar para buscar alternativas más justas y humanas, los soñadores traen siempre problemas e inestabilidad. Por cierto, no veré la inestabilidad que me rodea nunca. Como mucho me creeré lo que diga el último político que llega a escena.
Cláusula nº 18. Acepto que no hay nada que hacer. Acepto no hacer preguntas, cerrar los ojos, no oponerme a nada, porque estoy ocupado con mis propios asuntos.
PLANDEMIA - CAMPAÑA CONTRA LOS NO VACUNADOS
Rescatamos esta recopilación como dedicatoria a todos los hijos de satanás que en el día de hoy han alzado la voz contra “la cultura del odio y las cacerías inhumanas”.
Con el pasar del tiempo, vuestro terrorismo informativo está quedando todavía más en evidencia.
VER+:
No se puede imponer la contradicción ni la incoherencia. La inobservancia de este tipo de normas no es desobediencia, y se convierte, según el autor, en un deber.
EL QUE OBEDECE A BERGOGLIO Y A SU AGENDA SATÁNICA 2030 DESOBEDECE A DIOS Y A LA IGLESIA.
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