Trasbordo ideológico inadvertido
y DIALOGO
Madrid, 1971
No pidan paz, exijan libertad,
porque La Paz sin Libertad y sin Justicia
es sumisión y pacificación.
Diálogo, diálogo, diálogo… se repite sin cesar, agregando “de paz”, olvidándose de las advertencias divinas contra aquellas que “hablan de paz con su prójimo, mientras están maquinando la maldad en sus corazones” (Salmo 27 – 28,3).
Todo corazón justo anhela la paz trabaja por ella. Pero, la paz verdadera que no es otra sino la paz de Cristo en el Reino de Cristo, aquella que San Agustín definió magistralmente como la “tranquilidad del orden”.
Positívamente no es eso el sentido corriente del noble termino diálogo. ¿En qué consiste entonces esa novedosa acepción del “diálogo” según sus promotores? Ellos no lo explican y también en este punto al pueblo colombiano lo quieren mantener en la ignorancia, sin reconocerle el derecho a ser informado con claridad.
El libro -“Trasbordo Ideológico Inadvertido y Diálogo” del insigne pensador católico brasilero Plinio Correa de Oliveira- viene a esclarecer las artimañas verbales y doctrinarias incubadas en la engañosa manipulación del termino “diálogo”.
Si consideráramos sumariamente los elementos principales de lo que quedó expuesto en este trabajo, la conclusión surgirá clara y fácilmente: el comunismo es el gran beneficiario del trasbordo ideológico inadvertido y del empleo de las palabras-talismán, especialmente de la palabra-talismán “diálogo”.
Igualmente quedará patente que esa inmensa maniobra comunista es susceptible de ser inutilizada por el simple hecho de que alguien la revele a los ojos de la opinión pública.
La palabra-talismán “diálogo” y el comunismo
Como se sabe, si bien el marxismo abandonó el carácter idealista del hegelianismo, conservó su esencia dialéctica. La marcha ascendente de la evolución de la materia se opera, según Marx, a través de la tesis, de la antítesis y de la síntesis, tal como se daba la evolución del espíritu para Hegel .
Teniendo en cuenta esto, es oportuno preguntarse aquí cuál es la ventaja obtenida por el comunismo con el trasbordo ideológico inadvertido efectuado por la palabra-talismán “diálogo”, bajo el influjo del binomio miedo-simpatía.
Sería exagerado decir que la víctima de esa palabra-talismán, por el sólo hecho de aceptar inadvertidamente una filosofía dialéctica, se torna materialista.
Sin embargo, varias e importantes son las ventajas obtenidas por el comunismo con este trasbordo:
• La aceptación de una filosofía relativista importa una ruptura consciente o subconsciente con la Fe, y prepara el alma para la profesión explícita del ateísmo.
• La aceptación de una filosofía que constituye la piedra angular del comunismo, prepara a su vez, el alma para la adhesión expresa a este último.
• El comunismo no puede aceptar la coexistencia con quien, al contrario de lo que él sostiene, profesa una filosofía basada en el reconocimiento de la verdad y del bien como valores absolutos, inmutables, trascendentes, existentes de un modo perfecto en la esencia divina. A la inversa, él, que del diálogo entre la tesis y la antítesis sólo espera la síntesis, no puede dejar de esperar buenos resultados del diálogo con el católico relativista, que admite la doctrina de la Iglesia como una “verdad” relativa, una tesis en actitud dialéctica delante de la antítesis comunista, rumbo a una síntesis superior. Esta posición es tanto más aceptable por el comunismo, cuanto se sabe —y poco más arriba ya lo dijimos— que él no se interesa por una verdad última y definitiva y se considera apenas un momento dentro de la eterna dialéctica de la materia.
• Pasando al campo propiamente religioso, tenemos que el diálogo irénico, favoreciendo el interconfesionalismo, debilita todas las religiones y las lanza a un estado de confusión absoluta. Dada la fundamental importancia que tiene para el marxismo la aniquilación de todas las religiones, fácil es comprender cuánto este resultado importa para la victoria del comunismo internacional.
Esa preparación para el comunismo, operada por la palabra-talismán “diálogo”, en la realidad concreta sólo excepcionalmente redundará en mera preparación. La afinidad produce la simpatía, y la simpatía inclina a la adhesión. Esta adhesión es tanto más fácil, cuanto la opinión pública contemporánea está saturada por un omnímodo e inteligente sistema de incitaciones y atracciones en favor del comunismo.
“DIÁLOGO-TRAMPA”
- En su momento, líderes opositores estrecharon las manos del dictador Nicolás Maduro y así, luego de la mayor tensión y del “diálogo-trampa” montado para oxigenar al régimen chavista y mejorarle el maquillaje ante la opinión pública, nada sustancial ha cambiado:
- Siguieron encarcelados los dirigentes de la oposición
- Se siguió persiguiendo a líderes auténticos de la oposición
- Los jueces chavistas del máximo órgano judicial (Tribunal Supremo de Justicia) condenan a penas de cárcel a los opositores
- La policía política chavista (SEBIN) llegó al absurdo de detener a profesionales médicos como la Dra. María Gabriela Farías (cardiólogo infantil) y a la odontóloga Norys Gil por el ‘delito’ de darle alimentos a los estudiantes.
El régimen castrochavista quiere mostrarse -ante la tribuna doméstica e internacional- como amante de la paz y dispuesto al entendimiento, mientras que su verdadero rostro -brutalmente represivo- puede ser visto de cerca por la población que, por estar desconforme y expresar su protesta, sufre muertes, detenciones, secuestros, golpizas, confiscaciones y allanamientos ilegales de sus hogares…
Introducción
1. Distorsión de vocablos al servicio de la propaganda comunista
Desde hace mucho sonaban a falso en nuestros oídos los múltiples empleos que en ciertos medios vienen siendo dados a la palabra “diálogo” . En torno del eje fijo de un significado residual legítimo, notábamos que ella era manipulada en el lenguaje cotidiano de esos medios, y en ciertos comentarios de Ia prensa, de modo tan forzado y artificial, con osadías tan desconcertantes, y sentidos subyacentes tan variados, que sentíamos la necesidad —vehemente como si fuera un imperativo de conciencia— de protestar contra esa transgresión de las reglas del buen lenguaje.
Poco a poco, impresiones, observaciones, notas recogidas aquí y allá, iban creando en nuestra mente la sensación de que esa multiforme distorsión de la palabra “diálogo” tenía una lógica interna que dejaba ver algo de intencional, de planeado y de metódico. Y que ese algo alcanzaba no sólo a ésta, sino también a otras palabras usuales en las lucubraciones de los progresistas, socialistas y comunistas, como son “pacifismo”, “coexistencia”, “ecumenismo”, “democracia cristiana”, “tercera fuerza”, etc. Tales vocablos, una vez sometidos a análoga distorsión, pasaban a constituir como una constelación, en que unos apoyaban y complementaban a los otros. Cada palabra constituía una especie de talismán destinado a ejercer sobre las personas un efecto psicológico propio. Y el conjunto de los efectos de esa constelación de talismanes nos parecía capaz de operar en las almas una transformación paulatina más profunda.
Esa distorsión, a medida que se nos presentaba más clara por la observación, se verificaba siempre en un mismo sentido: el de debilitar en los no comunistas la resistencia al comunismo, inspirándoles un ánimo propenso a la condescendencia, a la simpatía, a la no resistencia, y hasta al entreguismo. En casos extremos, la distorsión llegaba hasta el punto de transformar a los no comunistas en comunistas.
Y a medida que la observación nos iba haciendo vislumbrar una línea de coherencia nítida y una lógica interna invariable en el empleo variado y hasta desconcertante de aquellas palabras —eficaces y sutiles como un talismán— se iba afirmando en nuestro espíritu la sospecha de que, si alguien llegase a descubrir y a explicitar en qué consiste esa línea de coherencia o esa lógica, habría quitado la máscara a un artificio nuevo y de gran envergadura, empleado por el comunismo en su incesante guerra psicológica contra los pueblos no comunistas.
Pero ni aún así pensábamos dedicamos especialmente al estudio del asunto. Un hecho, con todo, nos llevó a tal decisión.
2. Desenmascarando un proceso
En 1963 publicamos un estudio intitulado “La libertad de la Iglesia en el Estado comunista”. Traducido a varios idiomas, ese trabajo traspuso la cortina de hierro, y el señor Zbigniew Czajkowski, uno de los dirigentes de movimiento “comuno-católico” Pax, de Polonia, juzgó necesario inmunizar al público de su país contra él, dando a luz en los periódicos “Kierunki” y “Zycie i Mysl” de Varsovia, de los cuales es colaborador, una carta abierta y dirigida a nosotros, en la que procuraba oponerle amplia refutación [1]. Respondimos por el conocido periódico mensual de cultura brasileño “Catolicismo”, derivando de ahí toda una polémica que aún no se ha cerrado.
En una parte de su argumentación, en artículo publicado en el periódico “Kierunki” y reproducido en “Catolicismo” (N° 170, de febrero de 1965), el señor Z. Czajkowski enumeró las ventajas que veía en el simple hecho de que discutiéramos, ventajas esas que derivarían de la discusión en cuanto tal, aun cuando no hubiéramos llegado a un acuerdo. En las entrelíneas de lo que el periodista de “Pax” escribió a este propósito, se traslucía una imponderable pero real influencia hegeliana. Y —pequeña circunstancia rica en perspectivas— aplicando el presupuesto hegeliano y dialéctico a todas las palabras cuya desvirtuación nos impresionaba, el sentido de esa desvaluación se esclarecía de modo sorprendente. Quedaba ipso facto explicitado para nosotros el punto de referencia que explica y ordena todo el conjunto de nuestras anteriores observaciones, y quedaba puesto al desnudo el artero proceso de guerra psicológica que, hasta entonces, apenas nos había sido dado entrever.
Como el señor Z. Czajkowski se refería propiamente a la discusión, nos vino a la mente, por una explicable asociación de ideas, que todo cuanto él decía sobre el asunto era estrechamente semejante a lo que oyéramos o leyéramos sobre el diálogo, palabra ésta de un significado multiforme y enigmático que así se nos tornaba claro.
En consecuencia, se develaba para nosotros la importancia de ciertos vocablos, y especialmente de “diálogo”, como ardid de la guerra psicológica.
Las lucubraciones de ahí derivadas nos llevaron a redactar el presente estudio, que sometemos a la apreciación del lector.
En rigor, para ser completo, este estudio debería dar igual desarrollo al análisis del vocablo-talismán “diálogo” y al de cada uno de los términos correlativos distorsionados por el comunismo, esto es, “pacifismo”, “coexistencia”, “ecumenismo”, etc. Nos pareció suficiente, sin embargo, para desenmascarar el sistema, tratar a fondo sobre uno de ellos —”diálogo”— y, a propósito de éste, decir lo indispensable sobre los otros. Así procederemos, pues, para ahorrar tiempo y esfuerzo al lector.
Quede bien entendido desde luego —y volveremos sobre este punto más adelante— que no es en el diálogo en sí, ni en el ecumenismo en sí, y menos aún en la paz en sí, que señalamos algo censurable: seria esto de nuestra parte una aberración. Nuestro estudio no alcanza a esos vocablos en su sentido normal y correcto, ni a las realidades a que ellos se refieren, sino tan sólo a esos mismos vocablos en la acepción muy especial que los convierte en talismanes de la estrategia comunista.
3. Acción ideológica implícita, nota capital del proceso
Parece importante destacar desde ya que el proceso de que nos ocuparemos se destina a predisponer favorablemente en relación a la doctrina y a las tácticas del comunismo —y, pues, a transformar finalmente en idiotas útiles, cuando no en comunistas convencidos— a personas que de por sí son refractarias a la prédica explícita. Por esto mismo, el proceso en cuestión actúa en las mentalidades de modo implícito.
Es nota esencial y característica de ese proceso que, a lo largo de toda o casi toda su extensión, los pacientes no perciben que están sufriendo una acción psicológica por parte de quienquiera que sea, ni que el rumbo hacia el cual caminan sus impresiones y sus simpatías es el comunismo. Ellos tienen conciencia, con claridad mayor o menor, conforme cada individuo, de que están “evolucionando” ideológicamente. Pero se les figura que esa “evolución” es tan sólo el descubrimiento o la profundización —hecha paulatinamente por ellos mismos, sin concurso alguno de otro— de una “verdad” o de una constelación de “verdades” que reputan simpáticas y generosas.
Por regla general ni siquiera pasa por la mente de esos pacientes, a lo largo de casi todo el proceso, que poco a poco se van volviendo comunistas. Si en determinado momento este riesgo se les apareciese notorio, se darían cuenta, ipso facto, del abismo al que iban cayendo, y retrocederían.
Es sólo en la etapa final de esa “evolución” que la evidencia de su transformación interior les hace ver que es hacia el comunismo a donde tienden. Entretanto, a esa altura su mentalidad ha “evolucionado” de tal manera, que la hipótesis de convertirse en adeptos del comunismo ya no les causa horror, sino más bien simpatía.
4. El trasbordo ideológico inadvertido: sumario de lo que se dice sobre él en esta obra
Ese fenómeno —o mejor, ese sutil proceso de la propaganda comunista— lo denominamos aquí trasbordo ideológico inadvertido. Nos proponemos describirlo sucintamente en lo que tiene de esencial, y como comporta diferentes modos de realización, lo estudiaremos especialmente en cuanto desarrollado a través de lo que llamamos la estratagema de la palabra-talismán. Luego ilustraremos el estudio de esa estratagema con un ejemplo concreto, o sea, con el empleo del término diálogo para hacer evolucionar inadvertidamente hacia el comunismo a un número incontable de personas no comunistas.
El fenómeno del trasbordo ideológico inadvertido —bueno es decirlo desde un principio— presenta varias modalidades. Puede desarrollarse en toda su amplitud y en su sentido más radical, esto es, puede llevar al paciente hasta el fin del nuevo camino, que es la aceptación del comunismo. El mismo proceso ocurrirá de modo menos amplio y radical cuando su víctima, en lugar de volverse comunista, queda, por ejemplo, simplemente socialista. En uno y otro caso el trasbordo es ideológico en todo el sentido de la palabra. Puede aún el fenómeno no producirse propiamente respecto de una concepción filosófica del universo, de la vida, del hombre, de la cultura, de la economía, de la sociología y de la política, como lo es el marxismo, sino solamente de teorías y métodos de acción. Así, un anticomunista fogoso puede ser “trasbordado” a un anticomunismo adepto exclusivamente a las contemporizaciones, a las concesiones y a los retrocesos. Este es un trasbordo ideológico en un sentido diminutae rationis de la palabra “ideológico”.
Finalmente, en la última parte del trabajo, consideramos necesario exponer de qué manera se puede destruir la acción de la palabra-talismán y el proceso de trasbordo ideológico inadvertido, en las personas en que una y otro se van desarrollando, y hasta prevenir a tiempo contra ellos a los incautos.
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Ludwig Wittgenstein sostenía que nuestra visión del mundo viene condicionada por el lenguaje y que nuestro lenguaje determina, a su vez, nuestra interpretación de este. No se trata de un juego tautológico sino del hecho de que el lenguaje es la arcilla modeladora de lo que interpretamos. Si somos personas de un escaso vocabulario, mas allá de algún posible modo taciturno o "dienterrotismo" que nos puedan achacar, tendremos una visión precaria de las cosas. El lenguaje, como epicentro de la batalla entre la civilización y la barbarie -concepto que no ha dejado de perder vigencia durante uno solo de nuestros días históricos- es el responsable de ese ensanchamiento visionario de la realidad, y legitima el ascenso, cúspide y decadencia de los pueblos. Idiomas ricos y pródigos en la lengua cotidiana de sus ciudadanos, consiguen naciones prósperas, cultas y con una expresión panorámica del porvenir. Ninguna comarca exitosa se ha construido con analfabetos e iletrados, y el primer orgullo de cualquier pueblo es el caudal de su lenguaje que garantiza la fijación de su acontecer, su tradición, su literatura, y su posible grandeza.
“Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”. (…) “Que el mundo es mi mundo, se muestra en que los límites del lenguaje (el lenguaje que yo sólo entiendo) significan los límites de mi mundo”.
La Manipulación del Hombre
a Través del Lenguaje
El gran humanista y científico Albert Einstein nos hizo esta severa advertencia: "La fuerza desencadenada del átomo lo ha transformado todo menos nuestra forma de pensar. Por eso nos encaminamos hacia una catástrofe sin igual".¿Qué forma de pensar hubiéramos debido cambiar para evitar esta hecatombe? Sin duda, Einstein se refería al estilo de pensar objetivista, dominador y posesivo que hizo quiebra en la primera guerra mundial y no fue sustituido por un modo de pensar, sentir y querer más ajustado a nuestra realidad humana.
Los pensadores más lúcidos nos vienen instando desde el período de entreguerras a cambiar el ideal, realizar una verdadera metanoia y superar el afán de poder mediante una decidida voluntad de servicio. Este giro fue realizado en círculos escogidos, pero no en las personas y los grupos que deciden la marcha de la sociedad. En éstos siguió operante un afán incontrolado de dominio, dominio sobre cosas y sobre personas.
El dominio y control sobre los seres personales se lleva a cabo mediante las técnicas de manipulación. El ejercicio de la manipulación de las mentes encierra especial gravedad en este momento por tres razones básicas:
1) Sigue orientando la vida hacia el viejo ideal del dominio, que provocó dos hecatombes mundiales y no logra colmar hoy nuestro espíritu pues ya no podemos creer en él.
2) Impide dar un giro decidido hacia un nuevo ideal que sea capaz de llevar nuestra vida a plenitud.
3) Incrementa el desconcierto espiritual de una sociedad que perdió el ideal que persiguió durante siglos y no logra descubrir uno nuevo que sea más conforme a la naturaleza humana
Si queremos colaborar eficazmente a configurar una sociedad mejor, más solidaria y más justa, debemos poner al descubierto los ardides de la manipulación y aprender a pensar con todo rigor. No es demasiado difícil. Un poco de atención y finura crítica nos permitirá delatar los trastrueques de conceptos que se están cometiendo y aprender a hacer justicia a la realidad. Esta fidelidad a lo real nos depara una inmensa libertad interior.
No basta vivir en un régimen democrático para ser libres de verdad. Hay que conquistar la libertad día a día frente a quienes intentan arteramente dominarnos con los recursos de esa forma de ilusionismo mental que es la manipulación.
Esta conquista sólo es posible si tenemos una idea clara de cuatro cuestiones: lª) Qué significa manipular, 2ª) Quién manipula, 3ª) Para qué manipula, 4ª) Qué táctica moviliza para ello. El análisis de estos cuatro puntos nos permitirá al final discernir si es posible poner en juego un antídoto de la manipulación. Estamos a tiempo de salvaguardar nuestra libertad personal con todo cuanto implica. Hagámoslo animosamente.
Qué significa manipular
Manipular equivale a manejar. De por sí, únicamente son susceptibles de manejo los objetos. Un bolígrafo puedo utilizarlo para mis fines, cuidarlo, canjearlo, desecharlo. Estoy en mi derecho, porque se trata de un objeto. Manipular es tratar a una persona o grupo de personas como si fueran objetos, a fin de dominarlos fácilmente. Esa forma de trato significa un rebajamiento de nivel, un envilecimiento.
¿Pobreza del lenguaje: pobreza del espíritu?
En los celulares y redes sociales se abusa de las palabras vagas o palabras-autobús, que pueden significar todo, sin significar nada.
La capacidad de comunicarse amplia y detalladamente es un privilegio humano. La posibilidad de crear palabras para trasmitir dicha comunicación es exclusiva de un alto grado de desarrollo. La opción de poder escribir las palabras dichas es muestra de una alta civilización; como la que fue evidenciada al lograr los griegos de la antigüedad la escritura, a partir de los fundamentos establecidos por los fenicios. Si hay algo evidente es que la capacidad de escribir eleva definitivamente la condición humana.
LENGUAJE MÍNIMO. Estudiosos de la materia han determinado que muchas personas no van más allá de utilizar un vocabulario que si acaso llega a quinientas palabras. Ahora, si consideramos que un diccionario mediano de la lengua española contiene entre ochenta y cien mil palabras, podemos advertir la profunda carencia de una persona que con tan escaso vocabulario no sólo se desempeña en lo cotidiano, sino que, inclusive, puede llegar a desempeñar los más altos cargos públicos. Limitación que se evidencia cuando se les oye hablar en la radio o en la televisión. Sabemos que hay una natural tendencia a la economía en el uso del lenguaje; privan allí la comodidad y la rapidez. Pero, ya en el plano del conocimiento, así como en la capacidad de lectura, el lenguaje mínimo es el peor enemigo del desarrollo de la inteligencia.
LA DEFORMACIÓN DEL LENGUAJE. El mundo se hace inteligible a través de las palabras. Por ello, un pobre vocabulario no puede reflejar, ni siquiera medianamente, el saber. Y en esta carencia ha influido poderosamente la tendencia a abreviar o a saltarse las palabras. Por, más, menos, igual, que, han sido sustituidos por una letra o un signo; satisfacción, alegría, decepción, se expresan a través del dibujo de una carita comunicativa. Palabras son cortadas a la mitad; otras omitidas por completo. Sin contar los descuidos de la ortografía. Todo lo cual se puede comprobar en los mensajes telefónicos habituales en la actualidad. Y va sucediendo algo semejante a lo ocurrido con el uso de las calculadoras. A cualquier estudiante se le pregunta cuánto es nueve por tres, y él recurre a la calculadora de bolsillo o a la que tiene en su celular; y uno piensa en lo que sucedería si el auxilio de este artefacto no está a mano, o tiene descargada la pila. Algo semejante acontece con la abreviación y la sustitución de las palabras por signos y por dibujos. Es tanto así como retroceder al nivel de las escrituras pictográficas o jeroglíficas.
EFECTO DE POBREZA DEL ESPÍRITU. Cuando el profesor Christophe Clavé en su artículo “El déficit del coeficiente intelectual en la población” (2019), destacó que este coeficiente, que siempre había ido en aumento, comenzó a descender, en promedio, desde la década de 1990. Y él atribuye esta pérdida de nivel al pobre manejo del lenguaje: “Sin palabras para construir el razonamiento, el pensamiento complejo se hace imposible”. Es decir, que la limitación del vocabulario del cual se dispone impide la conceptualización integral. Sus conclusiones son categóricas: “Cuanto más pobres es el lenguaje, más desaparece el pensamiento”. A lo cual añade una consecuencia inevitable: “No sólo se reduce el vocabulario, sino también las sutilezas lingüísticas”; siendo un claro ejemplo al respecto la tendencia a eliminar los tiempos pasado y futuro, y situar todo en presente, por comodidad o por ignorancia. Al final de su texto, Clavé es rotundo en sus afirmaciones:
“Si no hay pensamientos, no hay razonamiento crítico. Y no hay pensamiento sin palabras”. Para cerrar advirtiendo que empobrecer el lenguaje es empobrecer la mente humana: “No hay belleza, sin el pensamiento de la belleza”. Sin duda, la alarma encendida por el profesor Clavé está más que justificada. La perturbación del lenguaje es un tópico que ha preocupado al jurista y político Asdrúbal Aguiar, en artículo publicado en 2021; al mismo tiempo que daba a conocer un planteamiento semejante el licenciado en comunicación social y escritor Ramón Hernández. Todo lo cual es particularmente visible en los mensajes a través de los teléfonos celulares y de las redes sociales. Nosotros agregaremos que se observa una tendencia a repetir las palabras porque se carece de sinónimos; así como se abusa de las palabras vagas o palabras-autobús, que pueden significar todo, sin significar nada, como cosa, asunto, cuestión, coroto, bicho, perol. De igual manera se tiende a reiterar el empleo sistemático de muletillas: es decir, o sea, suponte, mira, ¿oíste? En fin, la lista puede ser muy larga. Lo que importa es destacar el hecho básico: si dejamos empobrecer el lenguaje, por igual estamos decretando el empobrecimiento del espíritu.
VÁLVULA: “Así como el lenguaje desarrollado es característica privativa del ser humano, la escritura revela ya una civilización de alto nivel. Pero, esta privilegiada facultad puede ser entorpecida al máximo por la ausencia de un vocabulario adecuado, con tendencia a las repudiables repeticiones y a las abreviaturas abusivas. De hecho, lo que se advierte, con razón, es que la pobreza del lenguaje está en relación directa con la pobreza del pensamiento: se expresa lo que se piensa”.
EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.
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Estudio de los recursos manipuladores y del antídoto contra los mismos.
Por Alfonso López Quintás Catedrático emérito de filosofía
Universidad Complutense de Madrid
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