EL Rincón de Yanka: SIN EL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR: LA ANTIGUA MISA EN EL SIGLO II Y III: ORANDO HACIA ORIENTE. DIOS ESTÁ HACIA EL ESTE, 🌄 EL ORIGEN DE LA LUZ 🌅

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sábado, 1 de julio de 2023

SIN EL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR: LA ANTIGUA MISA EN EL SIGLO II Y III: ORANDO HACIA ORIENTE. DIOS ESTÁ HACIA EL ESTE, 🌄 EL ORIGEN DE LA LUZ 🌅




Gracias a los testimonios de los primeros cristianos, podemos conocer cómo era la Eucaristía del siglo II. Glosando la famosa descripción de San Justino Mártir en su libro Apología I, encontramos algunos elementos invariables hasta nuestros días.
La liturgia de la Eucaristía se desarrollaba conforme a una estructura fundamental que comprende dos grandes momentos y que forman una unidad básica: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística.

El origen: la Última Cena

Dice Ratzinger: «La liturgia cristiana tiene su origen en el Cenáculo, en el que se anticipó el misterio pascual de la muerte y resurrección y se abrió a una actualización cultual en el presente».
La liturgia cristiana parte de los gestos sencillos de aquella gran hora de Jesús. El contexto pascual de aquella cena explica también la presencia de la Palabra: porque Jesús pronunció una bendición y dio gracias, con una alusión evidente a la oración judía de alabanza y agradecimiento (llamada berakah). Asimismo, las fuentes hablan de que antes de salir a Getsemaní (Mt 25,30) cantaron unos salmos, el gran Hallel (Salmos 113-117).

Testimonio de San Justino

«El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo. Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible. Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros […] (Apología, 1, 67) y por todos los demás donde quiera que estén, […] a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar así la salvación eterna. Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros. Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados.
El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en griego: eucharistian) largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén. […]
Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua ‘eucaristizados’ y los llevan a los ausentes» (Apología, 1, 65).

El testimonio explicado

Al inicio trata sobre el marco o contexto en el que se desarrolla la celebración: «El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo». Vemos que la asamblea cristiana se reúne el “día del sol”. Hace referencia al primer día de la semana, más tarde llamado “domingo”, día del Señor, en recuerdo de Su Resurrección. Una celebración semanal, matutina, festiva y para una comunidad concreta.

Liturgia de la Palabra

Más adelante, san Justino recoge los elementos de la liturgia de la Palabra. En efecto, los cristianos se separaron enseguida de los sacrificios del Templo, pero seguían reuniéndose en el atrio de Salomón y participaban allí en la celebración de la palabra y en la oración de Israel.
Leían la Escritura referida a Cristo. Pero pronto fue necesario organizar una celebración de la palabra unida a la eucarística. Hay eco de esto en el relato de los discípulos de Emaús: «En el camino les explicaba las Escrituras, luego sentándose a la mesa con ellos, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio» (Lc 24, 13-35). Encontramos, por tanto:

1. Lecturas de los libros de la Sagrada Escritura, del Nuevo y del Antiguo Testamento: «Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los profetas…».
2. Homilía: «Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra…».
3. Oración universal: «Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros y por todos los demás donde quiera que estén, a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones…».
4. Rito de la paz: «Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros». Actualmente este gesto tiene lugar antes de la comunión, aunque se está estudiando la posibilidad de cambiar su lugar (cfr. Sacramentum caritatis, n. 49).

Liturgia Eucarística

En segundo lugar, presenta la liturgia eucarística propiamente dicha:

1. Presentación del pan y del vino: «Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados».
2. Acción de gracias consecratoria: “El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias largamente (…). Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén».
3. Comunión: «Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua ‘eucaristizados’ y los llevan a los ausentes». Vemos ya la praxis de la comunión de los creyentes; asimismo, quienes estaban ausentes por enfermedad recibían en sus casas la comunión.

Se pueden observar los elementos de continuidad entre la Última Cena, las reuniones de los primeros cristianos para celebrar la Eucaristía y la Santa Misa de hoy día. Ser conscientes de este origen apostólico ayuda a nuestra fe. Vivimos la comunión de los santos, celebramos la fe que nos han legado y que estamos llamados a transmitir.




La Misa en las “Domus Eclesiae”, 
«Casas de la Iglesia», no era una reunión informal

El cristianismo fue ilegal en el Imperio Romano hasta el año 313 d.C. en que el emperador Constantino emitió el Edicto de Milán, permitiendo practicar públicamente la fe. Anteriormente, las iglesias eran muy poco frecuentes, la Misa era habitualmente celebrada en casas particulares.
Esas «casas» eran habitualmente de un tamaño considerable, con un patio central o gran habitación que permitía algo ligeramente más formal que una Misa «alrededor de una mesa de comedor».
Los asistentes no se sentaban simplemente alrededor de una mesa o se sentaban en círculo, para nada. Ellos se sentaban o permanecían de pie formalmente, y todos miraban en la misma dirección: hacia el este.






















Iglesia de Dura-Europos

En la imagen se puede ver el esquema de una antigua casa-iglesia (más conocidas como Domus Eclesiae) dibujado basándose en una excavación de una casa-iglesia del siglo tercero en Dura-Europos (en la actual Siria).
La sala de la asamblea (assembly room) está a la izquierda y aparece representado un sacerdote u obispo conduciendo una celebración litúrgica (de cara al este) en un altar colocado contra la pared. Un baptisterio aparece a la derecha y un diácono está representado custodiando la puerta de entrada. El diácono solitario en la parte trasera de la asamblea está ahí para «preservar el orden». 

La imagen inferior muestra el baptisterio de la casa-iglesia de Dura-Europos.

Algo que llama la atención sobre estas liturgias primigenias es lo formales que eran a pesar del hecho de que eran realizadas en unas circunstancias que estaban bastante lejos de ser ideales.
El siguiente texto es de la Didascalia [capítulo XII], un documento escrito aproximadamente sobre el año 250 d.C. Entre otras cosas, da detalles bastante elaborados sobre la celebración de las primeras Misas con esas «liturgias caseras». Incluimos un extracto aquí de este antiguo texto.
«LVII. 2. En vuestras asambleas, en las santas iglesias, reunid al pueblo con la mayor solicitud, preparando atentamente los lugares para los hermanos con mucha prudencia».
Estas «liturgias caseras» no eran reuniones informales. El buen orden y la atenta preparación de los detalles eran esenciales
«3. Que haya un lugar reservado para los presbíteros en la parte de la casa que está hacia oriente».
Incluso en estas misas primigenias, el santuario (el lugar donde los sacerdotes ejercían su ministerio) era un área distinta de aquella en la que los laicos se reunían. La gente no estaba simplemente ahí reunida en torno a una mesa de comedor.
«4. Que el trono del obispo esté situado en medio de ellos para que los presbíteros se sienten junto a él. Asimismo, que los laicos se sienten en lo que queda de la parte oriental»
La oración era conducida de cara al este, no mirando hacia el pueblo.
«5. Lo establecido es que los presbíteros se sienten en la parte oriental de la casa, juntamente con el obispo, después de ellos los laicos, y finalmente las mujeres».
Los hombres y las mujeres se sentaban en secciones separadas. Esto ha sido tradicional en muchas iglesias hasta tiempos relativamente recientes.
«de modo que, cuando os levantéis para orar, los que presiden se levanten los primeros, después los laicos y finalmente las mujeres. Debéis orar hacia oriente, recordando que está escrito: Alabad a Dios que sube sobre los cielos de los cielos hacia Oriente (Salmo 67,34)»
Todos miraban hacia el este, tanto los sacerdotes como los laicos. Todos miraban en la misma dirección. El texto cita la Escritura como razón de hacerlo así. Dios está hacia el este, el origen de la luz.
«6. En cuanto a los diáconos, que uno de ellos esté constantemente vigilando los dones de la Eucaristía, y que haya otro en la parte de fuera de la puerta para observar a los que entran»
Era una época de persecución y los cristianos tenían cuidado de admitir a los Sagrados Misterios solamente a bautizados y miembros de buena fe. A nadie le era permitido entrar a la Sagrada Liturgia hasta después de haber recibido el bautismo. Los diáconos vigilaban la puerta para preservar esta disciplina.
«y después, cuando hayáis presentado vuestras ofrendas, que ambos sirvan juntos en la iglesia».
Una vez que la puerta se había cerrado con llave y la Misa había comenzado, podría parecer que el diácono ocuparía su lugar en el santuario. Sin embargo también parece que uno de los diáconos permanecía fuera del santuario para mantener el «buen orden».



«8. […] Igualmente, es preciso que, en la iglesia, los jóvenes estén sentados aparte, si hay espacio para ello, si no se estarán de pie; los de edad más avanzada estarán sentados aparte. Los niños estarán aparte, o bien su padre y su madre los tomarán consigo y estarán de pie. También los jóvenes estarán aparte, y, si no se dispone de más espacio, estarán de pie detrás de las mujeres. Las jóvenes casadas que tienen hijos estarán aparte, de pie, y las mujeres ancianas y las viudas se sentarán aparte».
Todo esto puede parecer complicado, pero el objetivo era que los asientos se asignaban en función del sexo y la edad: los hombres aun lado, las mujeres en el otro, los ancianos delante, los jóvenes detrás. Además, aquellos que tenían que cuidar de los niños pequeños, permanecían en un área separada. Había una especie de «zona de guardería».
«9. El diácono velará para que cada uno de los que entren vaya a su lugar y no se siente en otro sitio».
«10. El diácono también deberá velar para que nadie hable, ni duerma, ni se ría o haga señas con la cabeza.»
«11. Porque es preciso que cada uno, con un comportamiento digno y de manera conveniente, esté atento en la iglesia a fin de que sus oídos estén abiertos a la palabra del Señor.»
Esto nos da idea de la relevancia que daban a está celebración de la misa y a la presencia de Cristo en la Eucaristía.


VER+:

Así vivían los primeros cristianos la Eucaristía
Testimonio de los Apologistas y de los Padres de la Iglesia.