EL LIBRO NEGRO
DE LAS VACUNAS:
Vacunas... que no son vacunas y
otros hechos ocultos o desconocidos
El lector tiene en sus manos una de las investigaciones más exhaustivas realizadas hasta la fecha sobre las vacunas y las denominadas "nuevas vacunas". Estos medicamentos no contienen gérmenes atenuados, como las vacunas tradicionales, sino una serie de ingredientes tales como células humanas provenientes de fetos o materiales como el grafeno.
La autora, periodista, ha dedicado varios años a investigar, documentar y formular en lenguaje divulgativo los compuestos de las vacunas. Para ello no ha tenido que recurrir a documentos confidenciales, sino a los propios prospectos de los fármacos —esos documentos de letra menuda que no leen ni los facultativos que los prescriben o los administran.
El estudio, avalado con más de 400 referencias, 80 ilustraciones y 60 páginas de anexos, no pretende ser un manifiesto antivacunas, sino presentar al lector los hechos para que él extraiga sus propias conclusiones.
Cierto es que la llegada de estos nuevos fármacos obedece a intereses de diversa índole, pero este libro no se debe más que al compromiso con la verdad de los hechos.
PRÓLOGO
Atreverse, a ver más allá
Cuando Inmaculada Fernández, la valiente autora de eta obra, me propuso escribir el prólogo que está usted leyendo en este momenco, súbitamente me vinieron a la cabeza una serie de posibles conflictos como consecuencia del mismo. En cuanto fui consciente de esos pensamientos, decidí bloquearlos. Si algo he aprendido con el tiempo, y algunos año he pasado trabajando a su lado, es que la verdad tiene que ir siempre por delante. O, al menos, intentarlo.
La presente investigación es una de esas que remueve conciencias, que sacude los cimientos de nuestra estructura menetal construida ladrillo a ladrillo a lo largo de décadas de educación y, por qué no decirlo, adoctrinamiento mediático. Siempre que me enfrento a un ensayo o investigación procuro hacerlo con la mente abierta y lo más libre de prejuicio posible. Esa no ha sido menos. ¡Y menuda sorpresa tan positiva!
Seguro que usted o su entorno o en algún momento ha reaaccionado de manera automática al escuchar calificativos como "bebelejías" o "antivacunas" posicionándose en el lado que los comunicadores de turno buscaban. No se preocupe, es una reacción muy humana. Tan humana que ese comporramicnco psicológico ha sido estudiado durante mucho tiempo para manipular las mentes de los ciudadanos.
Muchas veces creemos que somos seres racionales y, según mi experiencia, lo pongo cada vez más en duda.
El tema de las vacunas es un tema comprometido per se. De eso no cabe duda, y mucho menos sí nos atenemos a los tiempo en que estamos viviendo en los que los grupos de presión farmacéuticos se han hecho con el control de los discursos y narrativas de gran parte de los medios de comunicación más importantes de Occidente y, por extensión, del mundo ernero.
Los noticiarios abren con productos de empresas como Oxford/Astrazeneca, Pfizer, Moderna y un largo etcétera. Empresas que, hasta hace bien poco, eran completamente desconocidas para el gran público, aparecen ahora financiando secciones en informativos de Estados Unidos o imponiendo a instituciones supranacionales como la Unión Europea un mayor precio por sus vacunas o una serie de restricciones infonnativas sobre los acuerdos alcanzados enrre las partes.
Dato mata relato
Quizás, uno de los comportamientos que más me preocupan como periodista comprometido con nuestra sociedad, y el bienestar de la misma de cara al futuro, es ver cómo la gran parte de los ciudadanos de España y de otros países aceptan todo lo que se les diga sin rechistar. Esra afirmación puede resulrar ofensiva, pero nada más lejos de la realidad. La labor de un periodista es llevar la información al gran público para que puedan tomar las decisiones más correctas acordes a esos datos.
La inmensa labor que Inmaculada Fernández ha llevado a cabo en esta obra no le dejará indiferente. Créame. ¿Cuántas veces hemos escuchado en los dos úl timos años que hacían falta fuentes para desmontar los bulos sobre las vacunas que se emitían día sí y día también? Y no estoy hablando solo de las más recientes con tecnología genética para luchar contra el coronavirus. Aquí quiero abrir el espectro, porque leer esta investigación lleva precisamente a eso: un abanico enorme de datos y fuemes sobre las vacunas, su origen y funciones.
La guinda del pastel es que promueve un debate ético ausente en nuestras sociedades: ¿son realmeme necesarias todas las vacunas? ¿Qué compuestos llevan y por qué? ¿Existen otras alternativas o "vacunas éticas", como las llama la autora? Seguramente usted se haya planteado estas preguntas y muchas más. Si es así, también se habrá dado cuenta de que no es fácil hablar de esto en público, ni siquiera con nuestros círculos más íntimos. ¿Qué ha ocurrido en los últimos años para que nos autocensuremos? ¿Tanto miedo tenemos a los poderes político-económicos que preferimos callar para evitarnos problemas?
No soy ingenuo. Sé que muchos prefieren callar para mantener ciertos puestos de trabajo o estatus social. Ha sido siempre así. Pero, ¿y los demás? ¿Tanto daño hacen las preguntas adecuadas? ¿Tanto nos incomodan?
Decía George Orwell que "periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques, todo lo demás son relaciones públicas". Me temo que estamos ante la mayor campaña de relaciones públicas de la historia emitida 24/7/365 y apenas nos estamos dando cuenta.
En el periodismo existe una máxima: "follow the money" (sigue el dinero). Si somos capaces de reconocer los flujos económicos y los actores principales que se benefician en la cadena, tendremos gran parte del acertijo resuelto. En este caso, Inmaculada va a las fuentes oficiales de organismos e instituciones públicas, así como de las propias farmacéucicas u organizaciones de médicos para, con luz y taquígrafos, exponer los datos que, de manera voluntaria, medios de comunicación, políticos y partes interesadas nos han ocultado durante mucho, mucho tiempo. Demasiado.
Doctores como Enrique Cosca Vercher, Andrew Moulden o Russell L. Blaylock son solo algunos de los aquí citados que han dedicado gran parte de sus carreras a notificar los problemas con ciertos componentes que se nos inoculan de manera general sin que nos planteemos, ni siquiera por un segundo, qué es lo que estamos introduciendo en nuestro organismo.
Sé que muchos tomaran esta obra como un alegato contra las vacunas. Nada más lejos de la realidad. Inmaculada es periodista, pero rambién es madre y la preocupación por la salud de los hijos es algo compleramente desinteresado. No se pone en duda la necesidad de ciertas vacunas, sino la inclusión de cienos compuestos oficialmente reconocidos como tóxicos y peligrosos para la salud que han producido una serie de cuadros clínicos a los que se ha seguido el rastro para determinar su origen.
La información desinteresada es hoy, en nueHras sociedades hipercomunicadas, más necesaria que nunca. Como periodistas, pero también como ciudadanos, debemos izar la bandera de la verdad y del compromiso por el bien común, algo olvidado y desterrado.
Si ejercitamos nuesrro pensamienro crítico, seremos ciudadanos plenos en el sentido clásico. Es decir, seremos capaces de aportar algo a los demás y podremos construir los cimientos de sociedades más informadas, independientes y críticas con el poder. Es decir, sociedades más justas.
En nuestras manos está informarnos. La autora, con esta obra, nos ayuda a dar un paso más al frente. Pocos se lo agradecerán, pero con este pequeño texto quiero dejar constancia de mi gratitud eterna.
Lea las siguientes páginas con calma, acuda y compruebe todas las fuentes. No se arrepentirá.
Javier Villamor Cantera Periodista
Madrid, 28 de octubre de 2021
EL LIBRO NEGRO DE LAS VACUNAS
IATROGENIA,
LA MEDICINA DE LA BESTIA
ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES RARAS
A pesar de que es un dato reconocido que la iatrogenia (daño causado por la medicina) es la tercera causa de muerte en los países desarrollados, este sigue siendo un tema de discusión tabú, y no es fácil encontrar una obra que realmente profundice en el origen, las causas y las maneras en las que se ha generado esta situación de iatrogenia generalizada y creciente, precisamente en las regiones más modernizadas del planeta.
El Dr. Enric Costa comenzó su carrera y el ejercicio de su profesión como cualquier otro médico, pero la terrible crisis del Sida supuso el comienzo de una durísima toma de consciencia que le llevaría a investigar y cuestionar los cimientos de casi todo lo que le habían enseñado desde la narrativa dominante sobre la ciencia, la historia y la medicina.
Cuatro décadas después, nos ofrece el relato de una búsqueda vital guiada por el impulso de ejercer con honestidad su profesión, y todo lo que a través de ella, a veces de forma muy dura, ha aprendido sobre los males sistémicos de la medicina y la sociedad moderna. Un testimonio tan impactante como necesario en estos tiempos de crisis sanitaria, política e histórica a escala mundial.
“La medicina ha avanzado tanto
en los últimos tiempos
que ya todos estamos enfermos”
Aldous Huxley. Médico y escritor.
INTRODUCCIÓN
Este trabajo de divulgación médica que escribimos es la síntesis de otros ensayos que ya hemos publicado con anterioridad en los que hemos desarrollado una crítica racional, biológica e histórica en contra de la teoría de la infección y en los que hemos intentado mostrar su falsedad desde el punto de vista biológico y médico, y lo hemos hecho con argumentos lógicos y apoyándonos en los últimos avances en microbiología. También hemos explicado y denunciado la enorme importancia que ha tenido esta falsa teoría en la creación y gran expansión del gran negocio de la industria farmacéutica y, además, hemos advertido y vamos a insistir en explicar que la medicación que hemos estado consumiendo contra nuestros microbios comporta una serie de riesgos y problemas tóxicos que han ido apareciendo a lo largo de todo el siglo pasado y el actual y que han sido denunciados con valentía por algunos médicos disidentes, aunque hay que decir, en honor a la verdad, que esas denuncias no han tenido demasiada repercusión entre la población debido a la censura oficial que, como explicaremos, ha tenido y tiene un gran poder de manipular la información que llega a los ciudadanos.
Esta crítica que hemos estado haciendo contra la teoría de la infección se basa en las propias observaciones que ha podido realizar la mismísima microbiología durante la segunda mitad del siglo XX, puesto que el lector puede comprobar con facilidad por medio de internet que en el momento actual, primer tercio del siglo XXI, tenemos suficiente información sobre nuestros microbios como para saber que no son agresivos como afirma la falsa teoría de la infección; es decir, nuestros microbios no son agresivos sino que son importantes colaboradores nuestros.
Repetimos la afirmación que acabamos de hacer porque estamos seguros de que habrá sorprendido mucho al lector: en efecto, se sabe en la actualidad y desde hace décadas que nuestros microbios no son agresivos sino que forman una comunidad biológica que vive en perfecta simbiosis tanto en la superficie como en el interior de nuestro propio organismo; es una comunidad biológica de gérmenes que es denominada con el nombre de microbiota humana desde los años 60 del siglo pasado y de la que, repetimos, el lector puede encontrar mucha información en internet. Pero a pesar de que se sabe desde hace décadas que nuestros microbios son simbiontes nuestros y que realizan funciones beneficiosas en nuestro organismo, a pesar de saber eso, de manera incomprensible, la medicina oficial sigue manteniendo vigentes unos postulados de mediados del siglo XIX y de principios del siglo XX que afirman que nuestros microbios son entidades agresivas y que nos causan enfermedades como la difteria, la tos ferina, el cólera… y el sistema oficial de salud sigue negando la evidencia, demostrada por la microbiología más reciente, de que nuestros microbios no son enemigos sino amigos que viven en simbiosis armónica.
En este ensayo que presentamos queremos explicar o, mejor dicho, denunciar que la insistencia de seguir presentando a nuestros microbios simbiontes como entes agresivos y causantes de las enfermedades conocidas que hemos nombrado va en contra de toda la evidencia de los últimas observaciones en biología humana… y esa insistencia resulta imposible de comprender desde la realidad objetiva de la biología actual y nos hace sospechar seriamente que el mantenimiento pertinaz de esa visión paranoica, obsoleta y desfasada contra nuestros microbios obedece tan solo a intereses espurios de carácter comercial, es decir, es un fraude mantenido en el tiempo que sólo beneficia a las multinacionales farmacéuticas.
La existencia de esta falsa teoría biológica no tendría demasiada importancia si, como tantas otras teorías científicas actuales, se hubiese quedado en una afirmación teórica y no hubiese pasado a más; pero no ha sido este el caso, puesto que, habiendo sido acusados nuestros microbios de causar epidemias productoras de muerte masiva, esta falsa acusación ha provocado una de las paranoias de muerte más grandes y mantenidas en el tiempo que haya conocido la humanidad y, como consecuencia de ese terror colectivo y masivo, llevamos más de un siglo consumiendo e introduciendo en nuestro organismo y sin ningún motivo real y biológico una gran cantidad de medicación tóxica con la finalidad de eliminar a esos microbios acusados de manera falsa de ser agresivos. Ese consumo continuado y masivo entre la población de productos industriales tóxicos no ha sido un acontecimiento baladí o de carácter neutro… sino que ha producido, como era de esperar y como efecto colateral no deseado, la aparición de una serie de enfermedades nuevas que son consecuencia de esa medicación tóxica y que son desconocidas por la propia medicina, y que es muy posible que lleven a la población occidental a la extinción en pocas décadas, debido a la gravedad extrema que presentan esas nuevas enfermedades tóxicas que, además, se están presentando de manera exclusiva entre los ciudadanos más jóvenes de la “sociedad del bienestar”; nos referimos a las enfermedades raras, las enfermedades autoinmunes y a la esterilidad de los jóvenes.
En este ensayo vamos a mostrar que todas estas nuevas enfermedades, desconocidas por la medicina clásica de siempre y que afectan en exclusiva a los ciudadanos jóvenes de los países mas modernos e industrializados, tienen un origen iatrogénico[1], es decir, están causadas por las medicaciones de origen industrial y de carácter tóxico que han consumido, sin tener necesidad de ello, los ciudadanos de la “sociedad del bienestar” que están siendo tratados por la medicina industrial o medicina moderna, que es la única medicina de la historia y del mundo que reconoce como una “realidad” dogmática que no admite discusión a la teoría de la infección y, como consecuencia de reconocer como real a esta teoría falsa, ha utilizado y utiliza las medicaciones tóxicas (antisépticos y antibióticos) contra nuestros microbios. La iatrogenia generalizada y exclusiva que padece la población de la “sociedad del bienestar” es consecuencia, precisamente, de ese consumo continuado y masivo de productos industriales tóxicos que hemos practicado durante más de 60 años con la intención de defendernos de unos microbios que fueron identificados como agresivos pero que en realidad son nuestros socios biológicos que viven en simbiosis armónica y trabajan para nosotros en el interior de nuestro organismo.
Quisiéramos decirle al lector que escribir este ensayo que le presentamos para su atención y reflexión no nos produce ningún tipo de satisfacción ni ninguna alegría; tampoco nos sentimos orgullosos de hacerlo y, en realidad, nos produce una enorme tristeza, puesto que no nos sentimos libres de culpa. Este médico que escribe ha practicado y cometido, durante algunos años de su vida profesional, los mismos errores que se dispone a describir, a analizar y a denunciar en estas páginas; este médico ha cometido esos mismos errores, puesto que fue educado junto a sus compañeros de promoción en la facultad de medicina para creer, como todos los demás, en la falsa teoría de la infección y, efectivamente, se la creyó y la asimiló con entera confianza en sus maestros como así lo hicieron los demás aprendices de médico y, por ello, ha recetado vacunas y antibióticos con la misma buena voluntad e intención con la que lo han hecho todos los médicos del siglo XX y los actuales médicos en activo involucrados en este error[2]; por tanto, el autor de este libro ha sido partícipe como todos sus compañeros y ha contribuido de manera inconsciente a este gran fraude que ahora se dispone a analizar, describir y denunciar ante el lector y, desde luego, preferiría mil veces no tener que escribir lo que se siente obligado a escribir en este ensayo, puesto que a nadie le resulta agradable reconocer en público sus propios errores cometidos y los de su gremio profesional, a nadie le gusta confesar que ha sido cómplice de un envenenamiento masivo de su propia gente, a nadie le gusta reconocer que, aunque sin saberlo, ha estado combatiendo con coraje e interés a favor del enemigo… pero la gravedad y urgencia del asunto le obliga a este viejo médico a denunciar esta grave situación de la que depende la supervivencia de todo un mundo que es el suyo propio y la salud de una gente que es la suya… puesto que sabe muy bien que no hay tiempo que perder y que no puede permitirse callar, por más tiempo, esta grave situación.
Por otra parte, soy perfectamente consciente de que quizá sean pocos los que me escuchen y me crean; no soy el primero que intenta denunciar esta realidad ni el único al que intentarán y lograrán acallar; también sé que no voy a recibir ningún premio académico por escribir lo que voy a escribir, ni ningún tipo de muestra de gratitud por parte de mi gremio profesional ni por la prensa, ni por el gobierno… sino todo lo contrario… Como ha pasado con otros médicos veraces anteriores a mí, sé que voy a recibir unas críticas feroces, seré señalado como un médico traidor, como un lunático o loco renegado y quién sabe si alguna cosa más… No me importa… Soy ya mayor y mi vida de médico ha sido larga e intensa; hace años que combato en esta guerra y estoy acostumbrado a la derrota y a la difamación de mi persona y de la medicina que practico… y todo eso que me espera me servirá de penitencia por mis pecados y equivocaciones… No me seduce, pues, mi futuro profesional y no espero el reconocimiento social, puesto que hace mucho tiempo ya que perdí la ingenuidad y sé que decir la verdad en esta sociedad comporta un precio que estoy dispuesto a pagar y también sé que reconocer el error no conduce al éxito ni al reconocimiento; por tanto, ante tan pobre e ingrato panorama de futuro… ¿por qué escribo este ensayo?…
Escribo este libro a pesar de la poca satisfacción que me produce hacerlo y a pesar de la tristeza que siento y a pesar de no esperar nada grato ni provechoso a nivel personal… porque ahora sé que después de esta larga vida me pondré ante la presencia de Dios y quisiera poder decirle que cumplí con el deber que me exigía mi antiguo oficio de médico y que aunque sabía que me traería problemas opté por decir la verdad que cura; escribí la verdad para que alguien la leyera y la comprendiera y con ella pudiera escapar de la mentira que mata; espero que esa hoja de servicios alivie la carga de mis debilidades, errores y pecados ante el gran y misericordioso Juez.
Después de muchos años de aciertos y equivocaciones, este viejo oficio de médico se ha convertido en mi mejor maestro y me ha enseñado que la verdad siempre es curativa, da vida y disipa la locura y el miedo… Por eso, quiero y tengo que decir la verdad aunque me duela a mí mismo y moleste a muchos otros que no la aceptarán; ese viejo maestro que me ha acompañado, mi oficio de médico, me ha enseñado que la verdad es difícil de aceptar por la mayoría de los humanos y que, por norma, éstos se sienten más atraídos y confortados por la mentira; pero que a pesar de ello hay que insistir en decir la verdad, puesto que siempre hay algunos, muy pocos, que son valientes y veraces por naturaleza y que no temen conocer la verdad sino que la aman por encima de cualquier cosa, no les satisface otra cosa que la verdad y que son capaces de mirarla a la cara, aceptarla y beneficiarse de ella… A esos pocos que buscan la verdad, por pocos que sean, va dirigido el esfuerzo poco grato de escribir este libro.
Enrique Costa Vercher… Doctor Nadie… Enric Costa i Verger
_________________________
[1] La iatrogenia es un concepto clásico que designa a la enfermedad producida por la
acción propia del médico sobre el paciente, es decir, a la enfermedad producida por el
médico o por las medicaciones recetadas por éste en la aplicación de su posible mala
praxis. Iatrogénesis es el proceso de producir iatrogenia. En este ensayo utilizaremos
estos dos conceptos de manera sinónima.
[2] Quiero llamar la atención del lector para expresarle de la manera más clara posible que
en todo este libro en ningún momento ponemos en duda la buena voluntad y la
buena intención de los médicos y personal sanitario en activo que están atendiendo en
sus puestos de trabajo a los ciudadanos. Durante todo este ensayo insistimos en que
tanto los ciudadanos como los propios médicos han sido estafados o engañados por la
medicina industrial que aplica el sistema oficial de salud… y lo explicaremos
sobradamente a lo largo del libro.
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