"DE MUCHO MÁS HONOR
MERECEDORA"
Doña Aldonza Manrique,
la gobernadora de la isla de las perlas
(isla Margarita, Venezuela)
El 13 de junio de 1527, el emperador Carlos nombró gobernadora de la isla Margarita a una niña de tan sólo 7 años de edad, reconociendo así su derecho legítimo sobre dicho territorio insular en las Indias.
Aquella pequeña, nacida en Santo Domingo, se convirtió en la primera gobernadora criolla del Nuevo Mundo y lo fue de manera perpetua, hasta su muerte en 1575.
Casi nadie recuerda ni ha prestado la debida atención a esta mujer, sin duda.
En el caso que nos ocupa, el de las Indias a partir de 1492, esto también se produjo ası́ 500 años antes. La mayoría de los que se embarcaron entonces hacia el Nuevo Mundo eran hombres que, básicamente, buscaban mejorar su destino y, para ello, dejaban una vida atrás, asumiendo riesgos, incertidumbres y peligros. El afán de aventura y de mejorar su existencia en unas tierras diferentes, de oportunidades, constituían su principal equipaje.
Querían tener u obtener tierras y sacarles provecho, conseguir mercedes y contar con mayores posibilidades de ascender social y económicamente, ser “señores” de algo. Para ello, debían surcar el océano, asentarse, poblar y entenderse con sus habitantes, pues era perentorio para consolidar la propia presencia hispana en las Indias. En este sentido, debe remarcarse siempre que, pese a los lógicos episodios violentos y enfrentamientos armados entre ambos mundos, los españoles que allí llegaron se mezclaron desde el principio con los naturales de aquel universo tan exótico y lejano. Los prejuicios racistas no existían en la mayoría de los españoles de entonces; otra cosa fue el abuso de poder y explotación de los indios en los primeros tiempos por parte de algunos.
Por supuesto, es igualmente cierto que hubo también valientes mujeres castellanas que comenzaron a llegar a América desde muy temprano. En el segundo viaje colombino, aquel en el que 17 naos partieron de Cádiz en septiembre de 1493 con unos 1500 pioneros que iban a instalarse en la isla de la Española, ya hay constancia documental de unas cuantas mujeres a bordo, la mayoría esposas que iban con sus maridos a probar fortuna en aquella tierra prometida, en ese lugar tan bien vendido en la península por Cristóbal Colón al regreso de su primer periplo oceánico. Poco a poco fueron llegando más, casadas para reunirse con sus esposos y también solteras, viudas, hermanas, sobrinas, hijas y criadas, la mayoría al recibir cartas de familiares que allí se encontraban y a los que les iba razonablemente bien. Los registros oficiales nos dan una cifra de más de 10.000 mujeres españolas para el siglo XVI de un total de 55.000 emigrantes, además de las muchas más que pudieron llegar de manera ilegal sin pasar por los filtros de la Casa de la Contratación fundada en 1503. Investigadores como Boy-Bodman o el español Martı́nez-Shaw elevan la cifra total para dicha centuria a más de 200.000 españoles, de los cuales más de 30.000 serian mujeres.
Pues bien, la historiografía no le ha prestado especial atención a ese importante componente femenino que tuvo la presencia española en América. Los episodios sobre la conquista -básicamente varoniles, aunque también ellas participaran activa- mente en algunas batallas y hechos de armas- han acaparado la atención y oscurecido el importante papel que tuvieron las mujeres peninsulares en el Nuevo Mundo.
La obra española en América trasciende aquellas primeras décadas siempre apasionantes -un servidor le ha dedicado sus dos libros anteriores- y se prolonga durante tres siglos, trasladando aquellos hombres y mujeres su bagaje material, intelectual y espiritual, el que también se encargaba de propagar y asentar la propia Corona en esas tierras: lengua, fe, cultura, mentalidad, instituciones, administración, leyes, hospitales, universidades, cultivos, animales,... configurando una nueva sociedad, mestiza y criolla, en el Nuevo Mundo.
Tiendo a pensar que el olvido o la escasa atención prestada a las mujeres españolas en América haya sido interesado, al menos en parte. Con ellas en el escenario histórico americano desde el siglo XVI, se humaniza en buena medida el descubrimiento, conquista y presencia española en América, echando para atrás la visión más obtusa y negro legendaria. Ya saben, la que reduce todo de manera maniquea a riadas de hombres brutales y sanguinarios, sedientos de oro, violadores de indias y con la única motivación del saqueo de aquellas latitudes sin aportar nada positivo. Esta perspectiva oscura, reduccionista y muy dañina fue fomentada y difundida por otras naciones y enemigos de España, encontró el apoyo de ı́nclitos colaboradores patrios desde el mismo siglo XVI y se propagó con suma eficacia por todo el orbe a lo largo de los tiempos. Tanto es ası́, que hoy es asumida como única verdad absoluta por millones de personas a uno y otro lado del océano, gracias también al entusiasta e imprescindible refuerzo de ideologı́as, pensamientos polı́ticos y movimientos asociativos cargados de sombrı́as intenciones que lo continúan expandiendo con, por desgracia, notable éxito.
Esa visión tan negativa se olvida de lo más importante de todo: que los es- pañoles llegaron para quedarse y perpetuarse en esas latitudes, cambiando su vida por completo e iniciando una nueva que esperaban fuera mejor. Por ello, precisamente, las mujeres españolas también viajaban, siendo conscientes de que la enorme distancia y el giro radical que daban a su existencia harı́a ya muy difı́cil que regresaran algún dı́a. Otra realidad importante es que muchas de ellas desempeñaron papeles muy relevantes y básicamente propios de los varones en aquella época. Me refiero, fundamentalmente, a las mujeres que ocuparon importantes cargos de gobierno y administración en las Indias desde el siglo XVI e, incluso, algunas que sı́ participaron en hechos de armas o tomaron el mando de una expedición o armada. A dichas posiciones llegaron por diversos motivos en un hito continuado en el tiempo y que desmiente, también, la visión oscurantista y radicalmente misógina que muchos hoy tienen de lo que fue España en tiempos de los Reyes Católicos y durante toda la Edad Moderna.
Algunas de ellas son Inés Suárez -quizás la más célebre por la novela de Isabel Allende y la reciente serie de televisión-; Catalina de Erauso, “la monja alférez”; Marı́a de Toledo, “virreina de las Indias”; Isabel Barreto, “almirante de la mar del sur”; Marı́a Estrada, conquistadora junto a Hernán Cortés; Beatriz de la Cueva, “la sin ventura” gobernadora de Guatemala; Mencı́a Calderón, “adelantada en el Rı́o de la Plata”; Rafaela Herrera, artillera en la Nicaragua de 1762..., un reguero muy amplio de mujeres valientes y, en general, poco recordadas, que destacaron, pelearon, mandaron y gobernaron en la América Hispana. Como verán, no fueron pocas y merecen mucha mayor atención de la prestada hasta la fecha por parte de investigadores e historiadores. De hecho, no descarto en un futuro escribir un libro sobre algunas de ellas.
Las páginas que se dispone a leer se centran en una de esas mujeres, una perfecta desconocida para un servidor hasta que di con un documento extraordinario y abordé unas lı́neas acerca de su persona en uno de mis artı́culos semanales de la sección “Mujeres en la Historia” en “Tu Otro Diario”. Con anterioridad, apenas habı́a oı́do o leı́do nada sobre su figura pese a la temprana edad -siete años- a la que asumió una gobernación en la América Hispana, nombrada nada menos que por el emperador Carlos en 1527. Este fue el primero de los datos que llamó poderosamente mi atención. El articulo que tenia entre manos me limitaba por la extensión máxima marcada y, además, para su redacción había hallado interesante documentación, fuentes primarias de la época que me invitaban a continuar investigando más allá de los dos folios escritos y finalmente publicados. Esos escritos y cartas encontradas eran apasionantes ventanas a su historia, huecos que aventuraban muchas más interesantes novedades si le dedicaba tiempo y me centraba en profundizar sobre tan desconocida señora.
Ası́, convencido de estar ante una gran oportunidad para escribir un libro sobre alguien tan hasta ahora poco recordada y básicamente olvidada, mi esquema mental previo saltó definitivamente por los aires. No haría una galería o relación de mujeres en las Indias, dedicaría mis energías a una tan sólo, a la que gobernó una isla durante varias décadas con autorización y nombramiento regio, primero del emperador Carlos y luego de su hijo, Felipe II. Aunque ya les he avanzado, en buena medida, la génesis del presente libro, permítanme referirles de manera sintética mis principales motivaciones a la hora de acometerlo con ilusión y dedicación. Sirven también como pistas de lo que van encontrar más adelante. El caso de la isla Margarita (Venezuela), es ciertamente singular en relación a la larga y rica historia de la presencia española en el Nuevo Mundo. Lo es por siete grandes razones, las que más me han animado a trasladar al papel esta historia:
• Fue descubierta por Cristóbal Colón en su tercer viaje (1498), aquel en el que dio con la isla de Trinidad y también con el continente americano, aunque él no fuera entonces consciente de lo segundo. Los parajes costeros y tierras cercanas a la desembocadura del Orinoco fueron nombrados pocos años después como Venezuela, lugar que el almirante identificó o asimiló con el “paraı́so terrenal”-.
• La isla Margarita, junto a los cercanos islotes de Cubagua y Coche fueron pronto conocidas como “las islas de las perlas”, “el archipiélago de las perlas” o “la costa de las perlas”, dada la abundancia de este preciado molusco en sus aguas.
• Durante prácticamente 70 años (1525-1593), la isla Margarita fue gobernada por una saga familiar, los Villalobos - Manrique, siempre por voluntad y capitulación expresa firmada por la Corona.
• En un hecho si cabe más excepcional, fueron las mujeres del clan quienes estuvieron al mando directo o indirecto de esta ínsula caribeña durante la mayor parte de aquel periodo.
• Por si todo lo anterior fuera poco extraordinario, una de ellas, Aldonza de Villalobos o Aldonza Manrique -de las dos maneras se la conoce y figura en los documentos- fue reconocida como gobernadora cuando contaba con apenas siete años de edad, lo fue hasta su muerte y, de manera efectiva, durante 33 años de forma ininterrumpida (1542-1575).
• Muy significativo también es que Aldonza fuera criolla, pues vino al mundo en Santo Domingo, isla de la Española. El primer gobierno en las Indias de un español nacido en América fue el de esta mujer en el siglo XVI, aspecto este muy relevante y que apenas es mencionado, ni mucho menos resaltado como se debería en los libros de historia.
• Aldonza nació en el año 1520, hace ahora 500 años, un gran momento para recuperar y darle una mínima visibilidad a esta prácticamente anónima gobernadora. De hecho, esta coincidencia temporal cuando ya estaba documentándome sobre su persona, época, acontecimientos y escenarios en los que se desenvolvió, me hicieron tomar un nuevo impulso para terminar de escribir este libro que tiene ahora en sus manos. Seria absurdo por mi parte hacer ningún tipo de comparación con las enormes figuras de Hernán Cortés, Juan Sebastián de Elcano y las gestas por ellos protagonizadas -conquista de México y la primera vuelta al mundo-, de las que también estamos conmemorando ahora el quinto centenario, pero sı́ he querido poner en valor y recuperar la historia de esta mucho más desconocida y olvidada gobernadora.
CONQUISTADORES OLVIDADOS
Personajes y hechos de la epopeya de las Indias
¿Qué hay de verdad en el mito sobre Gonzalo Guerrero, aquel soldado cautivo de los mayas que acabó sus días luchando contra los castellanos?
¿Sabían que Francisco de Orellana descubrió y navegó el inmenso río Amazonas por casualidad en el marco de una fallida y desastrosa expedición?
¿ Cómo se celebró en el México virreinal de 1572 la victoria de la Monarquía hispana en la batalla de Lepanto?
¿Qué y cómo escribían los indianos a sus esposas y familiares que habían quedado en Castilla? ¿Cuáles eran sus anhelos y principales preocupaciones?
¿Cómo describieron al "loco" Lope de Aguirre y a la bella Inés de Atienza los supervivientes de aquella trágica y sangrienta expedición perdida en la selva?
Este libro rescata del olvido las aventuras y desventuras de algunos de los hombres y mujeres que vivieron en primera persona hechos extraordinarios en aquel Nuevo Mundo tan lejano y fascinante, así como diversos acontecimientos que tuvieron lugar a lo largo de los tres siglos en la que la mayoría del Continente americano formó parte de España.
Más allá de tópicos, en su mayoría negativos y aceptados erróneamente como verdades absolutas, sobre lo que supuso la conquista y larga presencia de España en América, estas páginas pretenden acercar al lector a una realidad mucho más rica y compleja de lo que nos han contado, todo ello a través de diversos personajes que cruzaron el océano siglos atrás, y a los que hoy, casi nadie recuerda.
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