EL Rincón de Yanka: 👉 GILBERT KEITH CHESTERTON, EL APÓSTOL DEL SENTIDO COMÚN

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jueves, 6 de febrero de 2020

👉 GILBERT KEITH CHESTERTON, EL APÓSTOL DEL SENTIDO COMÚN


"El hombre libre no es aquél que piensa que todas las opiniones son ingulmente verdaderas o falsas; eso no es libertad sino debilidad mental. El hombre libre es aquél que ve los errores con la misma claridad que ve la realidad". G. K. CHESTERTON


el apóstol del sentido común',
Lo que este escritor inmenso dijo hace casi un siglo sigue teniendo validez ahora; leerlo en la escuela provocaría rebeliones juveniles.
Lo mejor que se puede hacer con Chesterton es leerlo. Todo lo suyo vale la pena, incluso los poemas, que suelen ser la parte débil de los grandes ensayistas. Lo mismo cabe decir de sus novelas y hasta de los artículos periodísticos.
Con Chesterton pasa como con el cerdo, se aprovecha todo. Para colmo lo que dijo hace casi un siglo sigue teniendo validez ahora. En algunos casos incluso más actualidad que cuando el lo dijo o escribió.
Se lamenta el autor de este libro, que es un recorrido por la obra de Chesterton, de que el autor ha sido ninguneado en las aulas. ¿Qué esperaba? Leer a Chesterton en una escuela provocaría la rebelión inmediata de los alumnos.

Sin embargo su obra sigue estando ahí y tenemos la suerte de que se han reeditado muchas obras suyas en castellano, muchas con traducción revisada. Basta leer a Chesterton para educar la cabeza. Sobresale en él el sentido común, que en su caso, lo guió con anterioridad a la fe. Es el claro ejemplo de que cuando uno sigue a la razón, permitiéndole que se fije en las cosas y no en sí misma, acaba llegando a la verdad y es capaz de reconocerla allí donde se encuentra.

Chesterton educa en la honestidad intelectual. Por esto tampoco cabría en un debate televisivo ni en un debate público de nuestra época. En la suya (muere en 1936) podía hacerlo porque el error universal aún no era criterio de bienestar social.
En este libro, escrito por uno de los máximos especialistas mundiales en la obra del polemista inglés, se recorren algunas de sus obras más importantes como Ortodoxia, Lo que está mal en el mundo, etc.
No están todas las de autor, que lo merecerían, pero lo que se nos ofrece es un recorrido muy válido para conocer a Chesterton y, sobre todo, para descansar en la cordura. Con acierto se cita profusamente al autor inglés. Uno no deja de asentir, reírse, o ambas cosas con cada texto traído a cuenta. Pero lo que más sorprende es su clarividencia.
No puedo dejar de citar un par de textos encontrados en este libro y referidos a temas candentes como la eutanasia o el control de la natalidad. Están en uno de los últimos capítulos del libro y servirán para dar cuenta de que ya vio la amenaza que ahora tenemos encima.

Refiriéndose a los defensores de la eugenesia señala que tienen una actitud hacia el niño que en otra época hubiera sido impensable: “Buscan la vida del niño para arrebatársela” (cosa que pasa ahora cuando se tienen hijos para curar a sus hermanos), o su advertencia sobre el doble lenguaje que propugnarían los defensores de la cultura de la muerte: “El mal siempre obtiene ventaja de la ambigüedad. (…) El mal siempre vence por medio de la fuerza de sus espléndidos bobos; en todas las épocas ha existido una catastrófica alianza entre la inocencia anormal y el pecado anormal”.
No creo que Dale Ahlquist consiga que Chesterton vuelva a las aulas, pero sí que logrará que todos los que lean este libro sientan nostalgia de un mundo en el que es posible razonar y utilizar el sentido común sin miedo de estar locos.
Chesterton lo hizo y su lectura es un antídoto contra tanta superchería mediática, sociológica y pseudocientífica con la que cada día tropezamos. Que nadie piense que es inmune, porque se filtra por todas partes. Pero existe gente grande que nos permite mirar de nuevo al mundo sin dejar de ver lo que realmente hay en él.
«Una sociedad está en decadencia 
cuando el sentido común se vuelve poco común»

Chesterton y S.Tomás de Aquino: 
unidos por el sentido común

Chesterton había publicado en 1922 otro ensayo biográfico sobre san Francisco de Asís, pero le pareció indispensable completarlo una década después con otro libro sobre santo Tomás de Aquino. Muchos siguen considerando al fundador de los franciscanos como un gran admirador de la naturaleza y poco más, y, por supuesto, prefieren al alegre Francisco en vez de al silencioso erudito escolástico llamado Tomás, también conocido, por sus condiscípulos de París, como el “buey mudo”. Sin embargo, Chesterton huía de esos sentimentalismos que ocultan al verdadero Francisco de Asís y valoraba que, gracias a la filosofía tomista, el cristiano puede confiar en la razón. Los argumentos de Tomás a favor de la revelación no significaban la negación de la razón, como hacen los fideísmos de ahora y entonces, sino una afirmación de la misma. Tomás hizo la fe razonable, pero la Reforma protestante arremetió contra la razón y la sustituyó por la sugestión, con lo que la fe terminó por separarse de la vida y se hizo un asunto privado.

Según Chesterton, Tomás resucitó a Aristóteles, ejemplo de una filosofía realista, muy adecuada al dogma cristiano de que el Verbo se hizo carne. Supuso una nueva luz para la fe. Esto supuso dejar atrás el idealismo de Platón, con su dimensión del hombre meramente espiritualista, aunque desgraciadamente para la Cristiandad, el platonismo resucitaría tanto en el Renacimiento como en el protestantismo. El Hamlet renacentista se agitaría en la duda del ser o no ser, mientras que Tomás habría dicho, sin vacilar, que la respuesta era ser.

Sin embargo, la filosofía aristotélica fue arrinconada y no sería restaurada en los círculos intelectuales hasta el siglo XX, en coincidencia con la aparición de este libro de Chesterton. Filósofos neotomistas como Étienne Gilson aplaudieron esta obra cuyo autor afirmaba haber hecho solo un bosquejo dirigido, sobre todo, a lectores no católicos. 

¿Cómo les podría atraer el escritor inglés? Simplemente demostrándoles que Tomás es el filósofo del sentido común. Se palpa el entusiasmo de Chesterton por santo Tomás, y esto solo es explicable porque el autor se identifica plenamente con su personaje. También él era un hombre un tanto abstraído y corpulento, y una persona apasionada por los libros, algo no incompatible con su buen trato con las personas, aunque fueran de distinto modo de pensar. De hecho, el autor nos da en este libro un consejo válido para cualquier época: “No hay que discutir con un hombre, o bien discutir en su terreno y no en el nuestro”. Además Chesterton se identificaba con Tomás en ser un soñador activo y un auténtico hombre de acción. Ambos consiguieron la rara cualidad de ser a la vez teóricos y prácticos. ¿Por qué? Porque practicaban el sentido común de vivir en la realidad y de reconocerla. En esto consiste la filosofía del sentido común, la única filosofía fructífera del mundo.

Tiempos Modernos | Chesterton: El Apóstol del sentido común