Duelo emigratorio y Duelo venezuelicida
Muchos inmigrantes experimentan un sentimiento de dolor o tristeza semejante al producido por la muerte de un ser querido o a una ruptura amorosa: es el duelo e/in-migratorio. Como sucede con los venezolanos, a estos sentimientos de malestar se suma una ira profunda por la pérdida irreparable del país: es el duelo del VENEZUELICIDIO.
El duelo migratorio llegó para quedarse. Y es un fenómeno al que los venezolanos no estamos acostumbrados.
Cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) señalan que más de cuatro millones de venezolanos se encuentran en condición de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo; donde Colombia es el mayor receptor de la región. “Los venezolanos desplazados fuera de su país son uno de los grupos de poblaciones desplazadas más grandes del mundo”, agrega la organización en su página web.
Es importante que lo entendamos:
Afecta a todos: El que se va sufre y el que se queda también.
Parcial: No es permanente (como la muerte de un ser querido por ejemplo) sino que implica aceptar una realidad nueva que además puede cambiar (puedes regresar a tu país o tener que migrar nuevamente). -
Ambiguo: Se sufre el duelo por una gran cantidad de cosas que son difíciles de delimitar (la familia, la cultura, las amistades, el proyecto de vida... y más). -
Afecta la identidad: La migración suele hacer que nos cuestionemos quienes somos pues lo que culturalmente nos define ya no está presente. -
Recurrente: Mientras que otros duelos eventualmente concluyen, el duelo migratorio es reabierto en cada noticia que tenemos sobre Venezuela y nuestros seres queridos. -
Transgeneracional: Nuestros hijos lo sufrirán también en el país de acogida aunque de un modo distinto. -
Puede generar depresión: Aunque todos los duelos pueden complicarse, el duelo migratorio es uno de los que más fácilmente pueden desembocar en estados depresivos.
Todo duelo es además una enorme oportunidad de transformación.
Conductas típicas del inmigrante que dificultan la integración
Como una flor transplantada a destiempo y en tierra inapropiada, ciertas personas, sin problemas familiares, materiales o legales graves, tienen dificultad para insertarse en la sociedad de acogida.
Algunas conductas típicas del inmigrante que dificultan la integración son:
- Reproducir en el nuevo contexto la vida anterior a la inmigración.
- Creer que “aquí no ha pasado nada, sigo siendo yo”, y lanzarse a conquistar el mundo, sin mirar atrás, como si ese fulano yo pudiese permanecer intacto frente a un cambio radical de ambiente.
- Engancharse al pasado, rumiar lo perdido.
- Ser extremista en la vida social: no reunirse con gente de la propia nacionalidad o solo reunirse con gente de la propia nacionalidad.
- Resistirse a aprender la lengua. Aunque se trate del mismo idioma, una de las tareas del inmigrante es aprender a expresarse de nuevo.
Inmigración y trastorno mental
Dando por descontada la diferencia radical entre un inmigrante en situación legal que llega por el aeropuerto de Barajas y quien llega en patera, experimentar la inmigración aumenta la vulnerabilidad de sufrir trastornos mentales.
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V, Asociación Americana de Psiquiatría), la inmigración se contempla como un factor de riesgo ambiental para los trastornos de ansiedad y depresión.
Se ha descrito, además, un trastorno específico para la reacción emocional o comportamental exagerada, en respuesta a factores de estrés(como la inmigración, aunque no se la nombra): el Trastorno de adaptación.
Sin embargo, los que se enfrentan a estresores vitales de primera magnitud, es decir, aquellos cuyas condiciones familiares, materiales y legales sí son terriblemente adversas, están más allá de estas clasificaciones, como advierte el psiquiatra Joseba Achotegui (2005), profesor de la Universidad de Barcelona y responsable del programa de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados del Hospital de Sant Pere Claver:
“Podríamos decir que en el trastorno adaptativo el sujeto se toma sus problemas a la tremenda y que en el Síndrome de Ulises los problemas son tremendos y el sujeto se los toma…pues como son”.
Achotegui (2002) ha descrito el Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple o Síndrome de Ulises para hacer referencia a los casos de inmigrantes sometidos a situaciones de estrés límites y duelos extremos que superan las capacidades de adaptación de cualquier ser humano.
La soledad provocada por la separación forzosa de la familia y de los seres queridos, el duelo por el fracaso del proyecto migratorio, la lucha diaria por la supervivencia, el miedo; conforman una situación personal extrema en la cual lo anormal sería sentirse emocionalmente bien.
“Consideramos que estos inmigrantes viven una de las peores pesadillas imaginables: estar solos, en peligro, sin recursos, sin ver salida a la situación, encontrarse mal, pedir ayuda y que no entiendan ni sepan ayudarte. Seguro que hay pesadillas peores, pero nos falta imaginación para describirlas”. (Achotegui, 2005)
Emilio Lovera Los Venezolanos que viven en el exterior
LA CANCIÓN DEL EMIGRANTE POR MARBELLA GÓMEZ
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