Salmo 137
1 Al borde de los canales de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos
2 al acordarnos de Sión; en los sauces que por allí se encuentran habíamos colgado nuestras arpas.
3 Allí los que nos habían deportado nos pedían palabras de una canción y nuestros raptores, un canto de alegría: "¡Cántennos un canto de Sión!"
4 ¿Cómo íbamos a cantar un canto del Señor en un suelo extranjero?
5 ¡Si me olvido de ti, Jerusalén, que mi derecha se olvide de mí!
6 Que mi lengua se pegue al paladar si de ti no me acuerdo, si no considero a Jerusalén como mi máxima alegría.
7 No te olvides, Señor, de los hijos de Edom que, el día en que cayó Jerusalén, decían: "¡Arrásenla, arrásenla hasta los mismos cimientos!"
8 Hija de Babilonia, que serás destruida, dichoso el que te hiciere los males que a nosotros nos hiciste.
9 ¡Dichoso aquel que agarre a tus pequeños y los estrelle contra las rocas!
DAVID AURIS VILLEGAS
Embriagada y pavorosamente humillada
como magdalenas,
tu puente gris
aparece garabateando
sagradas tranvías.
¡Hombres, Hombres!
Siempre, perversos y oscuros hombres.
Envuelves sotanas,
empuñando espadas y biblias,
regando sangre de soldados cobardes,
en nombre de un tierno carpintero,
curvaron surcos las albas
mientras dormían los niños del mundo,
aplacando pardas veredas,
esos volubles traseros de rancias sillas,
mutilando fieras hogueras de trapo,
nuestro infeliz destino del huerto,
atestando tus arcas vacías,
los botines y breves despojos
de nuestros padres, mancillando
el inmaculado nombre de Cristo,
a quién nunca le importó tu cansada
y perezosa cadena,
inmolándote hacía ruinas
de olvidados cancerberos.
¡Pobre Babilonia! hija de hombres solos,
cubriendo dobleces calcinadas,
bebes cicutas amargas
en copas de Leonardo,
y la despedida más humana.
Apaga antorchas sin fuego,
sobre tejado gris y sin abrigo.
Serás la azorada culpable
de todas mis desgracias
Verdi - Va Pensiero - Nabucco
Junto al rio de Babilonia
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