"La palabra “Dios” Esta palabra se ha repetido incesantemente, con mil variaciones a lo largo de la historia humana. Ella ha sido glorificada y venerada pero también profanada, ensangrentada, pervertida hasta hacerla casi irrecognoscible, ya que los humanos la han utilizado para sus propios fines, han querido legitimar con ella sus elecciones, sacralizar muertes violentas o persecuciones inhumanas. Por eso algunos han propuesto hacer silencio sobre Dios, poner esa palabra entre paréntesis durante varios siglos, para que una vez purificada y renacida pudiera volver a ser moneda limpia y real tesoro en nuestras manos.
Pero al hacer esa propuesta, los humanos se han percatado de que las palabras no son arbitrarias, de que no nacen por casualidad, ni se mantienen sin razón, de que perder una palabra es perder un segmento y una sonoridad de la realidad. Se han percatado al mismo tiempo de que la palabra Dios ha ido unida a las empresas más sagradas de nuestra historia, al amor más limpio y gratuito, a la generosidad absoluta y a la esperanza acreditada con una vida de servicio. Han sabido que en cuanto mortales somos más grandes por lo que soñamos, aun cuando escape a nuestra conquista, que por lo que podemos alcanzar y dominar por nosotros mismos.
Si descartamos de nuestros labios la palabra Dios, ¿no perderíamos con ella todo un universo de sentido, de esperanza y de ensueño? Entonces, ¿no tendríamos que hacer lo mismo con otras palabras sagradas como amor, libertad, justicia, gratuidad, gratitud, esperanza? Dos grandes autores del siglo XX, un judío Martin Buber y un católico Karl Rahner, nos han ofrecido dos bellísimas meditaciones sobre esa palabra y su lugar específico en el itinerario y destino de la humanidad *". EL QUEHACER DE LA TEOLOGÍA de Olegario González de Cardedal
*(M.Buber, Eclipse de Dios. Estudio sobre las relaciones entre religión y filosofía (Salamanca 2003)37-45; K.Rahner, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al cristianismo (Barcelona 1979) 66-74 (Meditación sobre la palabra Dios).
“El hombre no puede vivir sin arrodillarse.
Si rechaza a Dios, se arrodilla ante un ídolo.
No hay ateos sino idólatras.”
Fiodor Dostoievski
Dejemos a Dios ser Dios. Queremos que Dios vuelva a ocupar el lugar que le corresponde en el corazón del hombre, en el sentido a su vida, y se libere de falsos dioses y circunstancias que no le permiten llegar a su madurez y plenitud como persona.
El Quehacer de La Teologia by zegla12 on Scribd
0 comments :
Publicar un comentario