El articulista y escritor David Gistau publica Golpes bajos, una novela en la que se mezclan el boxeo, las mafias y trapicheos de los bajos fondos, con la alta sociedad, y el mundo del espectáculo y la farándula. Un gimnasio de boxeo. Un entrenador de vuelta de casi todo. Una presentadora de televisión en horas bajas que busca volver a las portadas. Un gánster que controla todo y a todos. Bajos fondos. Altas esferas. Mundos que no se tocan salvo en el ring.
"La progresía ha perdido la capacidad
de decretar lo que está bien
y lo que está mal"
En la Transición surgió un nuevo catecismo social de lo que debía ser el nuevo español. Lo redactó la progresía española, donde había curas como Jesús Aguirre y otros que se quedaron a medio camino como Juan Luis Cebrián, todos con madera de predicadores, y allí se decidió que el boxeo no podía ser una pasión en la nueva era democrática.
📕Esa pedagogía la llevó a cabo el diario El País, como recuerda David Gistau (Madrid, 1970), autor de 'Golpes bajos': "No es solo que en el libro de estilo del periódico se prohibiera hablar de boxeo, es que se alentaba a que se dieran noticias negativas sobre el deporte. 'Si un tipo se cae muerto en un ring, cuéntelo usted'".
Pero ahora algo ha cambiado porque el boxeo ha entrado en los gimnasios pijos. "Hace unos meses, en un anuncio de detergente vi que un niño se había manchado la camiseta boxeando en su jardín. Si para vender detergente usan boxeo es que no está tan mal visto. De repente, esto mola. Ha salido del gueto".
Y Gistau se alegra porque "la progresía ha perdido la capacidad de decretar lo que está bien y lo que está mal, la hegemonía cultural impuesta por la socialdemocracia se está derrumbando".
Gistau empezó a boxear de jovencito con unos amigos del barrio. Lo dejó durante años y hace cinco años volvió a esos gimnasios la música de fondo es ruido seco de los golpes al saco. A David el boxear le ayuda a postergar "la idea de que la vejez ya está aquí al lado". Se lo debe a Jero García, su entrenador, un ex boxeador profesional y amigo suyo.
'Golpes bajos' es una novela de los bajos fondos, que mira de reojo a novelistas americanos que Gistau venera como Budd Schulberg, guionista de Más dura será la caída o La Ley del silencio. ¿Por qué la novela y no el género periodístico? "El periodismo no te permite mentir. La novela te lo exige", responde Gistau .
El columnista de ABC confiesa haber disfrutado escribiendo ‘Golpes bajos' porque en la novela lo importante no es la pirotecnia verbal de la columna, el fogonazo, sino la trama, los ambientes y personajes. Llegó un momento en el que le pareció estar escribiendo un episodio de 'Ray Donovan'.
‘Golpes bajos' sale airosa en ese reto de homenajear a la época dorada norteamericana de los pesos pesados, el Madison Square Garden y Norman Mailer, el tiempo que le habría gustado vivir a Gistau, desde la ‘cutrez' pequeñita de Madrid.
"Pensé en qué pasaría si trasladara esa época al Madrid del siglo XXI con sus cutreces. Es una novela de doble trama de gánsteres por una parte y otra de un montaje sentimental de una vieja estrella que para volver a las portadas de las revistas se inventa un noviazgo con un boxeador".
A diferencia de los prosistas cipotudos (Jabois, Amón, Bustos, Lucas) Gistau no tiene los pies en Twitter sino en el asfalto de las calles de los barrios marginales de Madrid que ha conocido gracias al boxeo.
En 'Golpes Bajos' la M-30 es una muralla entre territorios desconocidos, entre el suburbio y el barrio pijo. ¿Qué pasa cuando esos mundos eclosionan? La respuesta está en 'Golpes Bajos', una novela que vive a unas pocas paradas de metro de una realidad que nos resultaría inverosímil.
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