PRÍNCIPE DE LOS PASTORES
Va subiendo la montaña
con su vara y su cayado.
No le importa la hondonada,
busca la oveja extraviada.
No hay luna ni casi estrellas,
la montaña es escarpada.
Pero el amor que le impulsa
hace que siga sin pausa.
Cuando casi desespera,
le encuentra herido entre zarzas.
Destrozada por el lobo,
sangrando por las entrañas.
La toma en sus brazos tiernos
y la estrecha junto al pecho.
La pone sobre sus hombros
y vuelve al redil contento.
Igual que el pastor amante debes ser,
tú pastor de almas.
Ungiendo la oveja herida,
y ayudando a la cansada.
Imita al Príncipe de Pastores,
sé como él en cada causa.
Sigue sin errar sus huellas,
y recibe allá en el cielo,
el premio a sus dulces plantas.
100 Ovejas
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