La etnia wari lo define como “la concentración de millones de cocuyos (luciérnagas) que todas las noches se reúnen en el Catatumbo para rendirle tributo a los padres de la creación”, mientras que los yupas y los wayuu lo atribuyen a la presencia de los espíritus de los guajiros caídos que resplandecen como una especie de mensaje, además de considerarlo el ""eterno resplandor en las alturas".
"Se trata de un fenómeno excepcional, la mayor fuente de su tipo (tormentas eléctricas) para regenerar la capa de ozono en el planeta y un espectáculo de gran belleza que Unesco debería declarar patrimonio natural de la humanidad", destacó a IPS el ambientalista Erik Quiroga, el principal promotor de la idea.
El relámpago DEL CATATUMBO es una tormenta nube-nube que forma un arco voltaico a más de cinco kilómetros de altura, durante 140 a 160 noches al año, 10 horas cada jornada y hasta 280 veces por hora, sobre las ciénagas formadas cuando el río Catatumbo, que nace en Colombia, entrega sus aguas al Lago de Maracaibo.
El total de descargas eléctricas es 1.176.000 por año, con una intensidad de hasta 400.000 amperios, según mediciones de la caraqueña Universidad Simón Bolívar, y su luz es visible hasta 400 kilómetros de distancia. Este fenómeno climático, para el cual se busca la protección de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) es además un orgullo para el occidental y petrolero estado de Zulia, que lo ostenta en su escudo, simplificado como un rayo. "Se le conoce también como el Faro de Maracaibo, pues su luz se puede percibir desde la entrada del golfo de Venezuela y las vecinas Antillas Holandesas", dijo a IPS el experto Gonzalo Godoy.
El origen de la formación del relámpago del Catatumbo hay que buscarlo en los vientos alisios procedentes en dirección noreste- sudeste, que al entrar en la depresión donde está el lago chocan con la sierra de Perijá (limítrofe entre Colombia y Venezuela) y crean masas de aire con baja presión en el sur del área, sobre el espejo de agua creado por las ciénagas. El choque con los vientos que avanzan desde los Andes provoca las tormentas y el relámpago consiguiente, por las descargas eléctricas sobre gases ionizados, concretamente el metano producto de la descomposición de materia orgánica en los pantanos y que, por ser más liviano que el aire, asciende con facilidad hasta las nubes.
La energía eléctrica que el fenómeno aplica al oxígeno en el aire produce ozono, un gas que por ser un potente oxidante es tóxico en la troposfera (hasta 12 kilómetros de altura) pero benéfico en la estratosfera (a mayor altura), pues conforma una capa que filtra los rayos ultravioleta y protege la flora y la fauna.
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