Antología de la diáspora
El emigrante es la personificación de la fe y la esperanza. Frente al quiebre de todo lo que le es conocido decide partir, extraerse de las circunstancias que agobian y pervierten su bienestar, para insertarse en otras que, aunque no menos riesgosas, le ofrecen una luz hacia el futuro.
El migrante es la voluntad de cambiar el destino que se vislumbra oscuro con certidumbre, por otro que es una suma de posibilidades en el intento de ganar control sobre él. De triunfar ante la adversidad que en muchos casos solo significa seguir con vida.
La fe es lo que impulsa los pasos de quien se va. Fe en la vida y en el futuro, aunque represente mover raíces y adaptarlas a un nuevo suelo, moldear el lenguaje a otros usos y tesituras, convivir con la nostalgia que se hará costumbre, integrar la tristeza al consuelo de otro paisaje que es cobijo.
Los grandes temas de la literatura universal que dan cuenta de las principales emociones, intereses y deseos humanos pueden condensarse en unos pocos núcleos, está el viaje, tratado como odisea o como éxodo, el tema de la infancia y los paraísos perdidos y la célebre tríada enumerada por Miguel Hernández: vida, amor y muerte, estas son las grandes metáforas que alimentan los ríos del discurso de la humanidad. De los géneros literarios, tal vez sea la poesía la que con más persistencia ha ahondado en los asuntos del desarraigo, la voz del poeta intenta dar cuerpo y lugar al tumulto de las emociones del exilio, a la experiencia del extrañamiento y la incertidumbre ante el umbral de lo desconocido.
En esta antología de poetas venezolanos en la diáspora se establece el puente con el destino. Los textos presentes en esta muestra de poesía bordean una noción siempre personal e íntima de aquel lugar lejano y extrañado, cada poema expresa su necesidad particular y urgente de elaboración del duelo por la tierra dejada, la infancia preservada, el erial de los sueños recurrentes, la casa y sus habitaciones, la familia, la idea de la patria como abstracción encarnada, las experiencias del cuerpo como territorio y lugar de desfragmentación y migraciones, el tránsito de la poesía y la palabra, la memoria y la nostalgia, la política, la imposibilidad, el desencanto, la tristeza, la conciliación y también la esperanza.
En una reunión con Caritas Venezuela este agosto pasado, surge la idea de una antología que reuniera a los poetas que se encuentran fuera de Venezuela. La reunión fue convocada con el objeto de integrar a distintos sectores culturales en otorgar visibilidad a la situación venezolana en el marco de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2019.
Al principio la lista de poetas no se presentaba tan extensa, pero en la medida que fuimos haciendo investigación y memoria la misma fue aumentando y llegamos a contar poco más de 130 poetas, quienes fueron invitados a participar a través de correos electrónicos y mensajes. En la medida que avanzaban los días, recordábamos otros nombres y fuimos sumando. Seguramente hay más que desconocemos, o que tienen largo tiempo afuera, o que por su juventud aún no han participado de muchas actividades y publicaciones. Sólo podemos decir que tratamos de sumar los más que pudimos. De estos, unos pocos no podían con los tiempos de la convocatoria, otros pocos no contestaron, otros contestaron, pero al final no enviaron sus textos y el resto, 101 poetas, entusiastamente nos hicieron llegar sus poemas.
El tiempo fue corto, apenas unas dos semanas, y por tanto es aún más asombrosa la receptividad y la afluencia de textos, varios de ellos inéditos y generosamente cedidos para esta selección. Muchos son jóvenes que comenzaron a publicar sus poemas en Venezuela y luego partieron del país en los últimos años, otros publicaron sus primeros textos ya encontrándose fuera del país, otros son poetas con obra reconocida dentro y fuera de Venezuela, o con una obra en proceso de consolidación, radicados en otros países desde hace poco o desde hace mucho tiempo, o aun en tránsito migratorio.
Estudiantes, profesores, trabajadores, inmigrantes todos, sin distingo de edades o géneros, pensamos en una muestra amplia que diera cuenta de lo diverso y rico del sentir de muchos poetas venezolanos, hoy por hoy, dispersos por el mundo. A ellos, queremos expresar nuestro agradecimiento, no sólo a nombre de Caritas Venezuela, sino a título personal.
La lectura final de los poemas reunidos nos conmovió. Esta antología es quizás un primer paso para establecer ese territorio común en donde nuestros poetas puedan verse a sí mismos y construir una entrada en la memoria para los lectores de poesía del país.
Hubiéramos querido que esta antología fuera mínima, y aunque por un lado nos entristece que no lo sea, por otro nos llena de un feliz asombro el vigor de su riqueza y apostura. Puente que crea y abandera el destino asumido, el de ser quienes se fueron. Hacer terruño en otras tierras con la palabra, ser el puente.
Kira Kariakin y Eleonora Requena
Caracas / Buenos Aires
Septiembre
Caducifolio
Jorge Andrés Medina
Lo heroico es tener destino.
Ludovico Silva
Cabe tu nombre en cualquier esquina
como dentro de un puño el remanente de tus glorias
pero cuántos los kilómetros en tu equipaje,
cuánta erosión sobre mañana
dejarán las olas del camino.
Cuesta deshojarte del árbol que fuiste.
Dejaste el nombre terruño
en los valles de azufre a tus espaldas
y ya no puedes pronunciarlo
sin dormirte en las corrientes del presagio,
sin olfatear la sangre que mana de su herida
ni temer a que mentarlo profundice tu fractura.
Tus pensamientos son leones en silencio
pastoreados por la duda de lo que pudo haber sido.
Atraviesa como un pájaro nocturno
el cielo de la soledad,
perfecciona el ejercicio del olvido,
devuélvele los ojos al asombro
y que la maravilla arrulle tu dolor incesante.
Canta desde tus miserias la tenencia de un destino;
la piedra del ayer confinada a tu tórax
p e r j u r a r á
que lo perdiste.
El país que tenía
José Pulido
El país que tenía se fue de mí
se llevó el agua clara y los sabores
con que hicieron mis huesos y mi sangre
y borró las palabras que formaron mi espíritu
el país que tenía apagó el cariño mayestático
que circulaba como energía eléctrica
en los corazones de la gente común
y prohibió ilusionarse con el futuro
la decencia surgida por temor a los cielos
se derritió como cera ante al ardor del oro
mi país huyó con la moral entre las piernas
y solo puedo recordarlo como si hubiera muerto
ya no puedo reconstruirlo con nostalgias
ni con las imágenes que cicatrizan en mis sueños
cuando hagan uno nuevo no podrán comprender
por qué hay habitantes que parecen sacados de raíz
hay un país geográfico que jamás se va
pero se deteriora igual que la columna y las rodillas
y otro que se desvanece
en el ayer soporífero de las plazas
El país que tenía se fue de mí
yo no lo abandoné, yo no estaba grabado en él
son sus marcas las que lleva mi alma
desde la época en que la leche recién ordeñada era normal
yo nunca fui importante
para ese país fugitivo
yo apenas era un trámite
y hasta me cambiaron el nombre
porque cualquiera podía ser
empleado del destino
Un poema llamado país
Georgina Ramírez
Partir
es siempre partirse en dos
Cristina Peri Rossi
No es solo partir
y dejar el hambre en las esquinas
Es escuchar en tu idioma
palabras ajenas
Explicar la miseria que te curte la piel
y te inunda la mirada
Defender la dignidad
de las siete estrellas tatuadas
Sí
partir es partirse
van pedazos de ti
sin ti
recorriendo caminos
que no conducen
Partes con el hambre de todos
en la espalda
y cada bocado duele
por el que nada
lleva a la boca
y buscas algún sabor
que llene tanto vacío
Así se parte
así nos partimos
mientras vamos en trenes
que nunca llegarán a casa
Una infinita lista
de preguntas incómodas
Dulce María Ramos
¿Eres feliz?
¿Estás contenta?
¿Por qué te fuiste?
¿Piensas regresar?
¿Y es verdad lo que pasa en Venezuela?
La orfandad de país empieza al responderlas
no en la nostalgia
¿Dónde se han ido?
Erika Reginato
¿Dónde está mi ciudad,
desapareció en lo profundo del mar?
y ¿mis amigas? las que esculpían sus cuerpos en la arena,
ahora que son de cristal, aun ¿las podré ver?
¿los habitantes del agua,
los caminantes de la plaza La Candelaria,
los lanza llamas?
¿Los encontraré entre los demás restos,
de carne, sangre y asfalto entre gestos de esperanza?
Todo está aquí,
quemado en sus adentros con lava de un volcán.
¿Dónde están el Ávila, el Salto Ángel?
la cascada en el vuelo de las águilas.
Dicen que ahora solo hay bombas de gas,
que no se puede respirar.
¿Dónde están los que dejaron ver sus manos blancas
y desaparecieron en el clamor de la noche?
¿Dónde están los niños que esperaban
las medicinas en el hospital San Juan de Dios?
¿Dónde está la brisa fuerte del trópico
que arrasaba en la Tierra de Nadie
los pasos de mi exilio?
Necesito tocarte vida mía,
alcanzar el cielo,
regresar a mi ciudad.
Poema del libro inédito bilingüe,
Alma de fuego.
Cerca del mar
Sofía Rodríguez Meza
Compartimos las singularidades
de un acento náufrago
Nos aventuramos
voluntaria y desgarradamente
con provisiones esenciales
del impulso animal
para mantenernos con vida
Compartimos las singularidades
de un cielo prestado
Algunos con ojos virginales
honramos como destino
ir hacia una tierra
despedida por antecesores
Otros se arriesgan
kilómetros a pie
kilómetros en lengua
con un primo, con una beca, con la visa, con la promesa
de sanar una dignidad herida
Compartimos las singularidades
de un facilismo integrado
dejando atrás la distorsionada herencia
de tío tigre y tío conejo
Ante un nuevo tipo de caos:
¿a dónde voy?
¿por qué me he ido?
Resurgimos temblando
y, sin embargo, el perdón
y, sin embargo, el olvido
aún parecen estar tan lejos
Compartimos ahora las singularidades
propias del poeta
bría es la intemperie
y el naufragio
no exige exilio ni desarraigo
exige templanza
exige entrega
los recuerdos no harán más corto el camino
tal vez lo harán las letras
la verdadera libertad la hallamos dentro
VER+:
Historias del éxodo venezolano Un drama económico, social y de derechos humanos se denuncia en Venezuela, tal como informan las Naciones Unidas y la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de ese organismo. Hasta mediados del 2019 las cifras indicaban que más de 4 500 000 venezolanos habían dejado su país. Buena parte de ellos se dirigió a la Argentina buscando refugio y poder seguir adelante con sus vidas. Carolina Amoroso, que vivió gran parte de su adolescencia en Venezuela, país que ama y añora, recoge los testimonios de estos migrantes de diferente origen. Con prólogo de Joaquín Morales Sola, el libro nos acerca a esa comunidad que se aferra a sus esperanzas y que entiende, quizás como nunca antes, el sentido profundo de empezar de nuevo.
0 comments :
Publicar un comentario