Ensayo apologético de la historia de Occidente
Transgresión de los límites
"Hay formas correctas de estar y actuar en el mundo, otras que lo son menos y otras que no lo son en absoluto" y, con el apoyo de C.S. Lewis, que es muy necesario saber y defender que "ciertas actitudes son realmente verdaderas y otras realmente falsas". En consecuencia, tenemos derecho a conocer la verdad -y el deber de intentarlo, añadiría yo-, pues que no todo vale.
Macario Valpuesta ha volcado en este trabajo de madurez todo su conocimiento sobre el sentido del presente. Y lo ha hecho a partir de amplias lecturas, que van desde filósofos clásicos –con especial mención a Tomas de Aquino- a historiadores, literatos, poetas. Es decir, lo que conforma el bagaje de un hombre culto de nuestro tiempo y de todos los tiempos.
Entrados ya en materia, el concepto de herejía, digamos secularizado, hace referencia a todo lo que tenga que ver con la transgresión de los límites, la infracción de las normas, la distorsión de los cánones, la confusión de las ideas, la manipulación de los sentimientos, la tergiversación de los hechos. Es decir, que las herejías son esas ideas que se han vuelto locas, esas ideas –las ideas también condicionan la vida de las personas- que han evolucionado contra el modelo, el sistema desde el que nacieron para volverse contra su origen.
De ahí que, acertádamente, nuestro autor haga un análisis en profundidad, desde un método de carácter histórico, no solo historicista, de los períodos de la “reforma” protestante, la Ilustración, las herejías de la revolución social y los herejes post-modernos.
Comprender nuestro mundo
Lo que sin duda debemos agradecer es que no haya caído ni el tremendismo, ni en el pesimismo antropológico, ni en la apocalíptica. Está claro que el concepto al que llega, digamos el término ad quo, es el de decadencia.
Simplemente bucea en el realismo de intentar comprender nuestro mundo y nuestra historia desde sus orígenes, con un método que pretende ir a la raíz de los fenómenos antropológicos, sociales y culturales. Estamos por tanto hablando de un libro de teología de la cultura, mejor dicho, de filosofía de la cultura.
Sobre "La herejía como dogma", nos dice el autor:
“Nuestra postura -la defensa de la ortodoxia- se basa en una noción muy simple que todavía es aceptada por el buen sentido popular, aunque cada vez está más erosionada en nuestro ambiente, a saber: que hay formas correctas de estar y de actuar en el mundo, otras que lo son menos y otras que no lo son en absoluto. Siguiendo a C.S. Lewis, pretendemos defender “la doctrina del valor objetivo, la convicción en que ciertas actitudes son realmente verdaderas, y otras realmente falsas”, que no todo vale y que tenemos derecho a conocer la verdad”.
El autor, utiliza el término hereje en un sentido amplio y figurado pues, no en vano, nos dice que “Vivimos en una época caracterizada por el triunfo de la herejía. Los medios de comunicación de nuestros días, los políticos, los artistas, los que dominan en el pensamiento actual son en su inmensa mayoría (aunque muchos de ellos no lo saben) unos herejes de tomo y lomo que, como buenos herejes, están siempre en permanente lucha contra la ortodoxia”
“Este libro, si hoy es útil y necesario para todos, va a serlo mucho más cuando nos introduzcamos en la crisis social que viene, que afectará a nuestro concepto de modelo de sociedad; crisis que además se va a intensificar tras la terrible pandemia del coronavirus que estamos hoy padeciendo.
Pero el autor de este libro, Macario Valpuesta Bermúdez, que tanto que me ha impresionado, ha sido capaz de profundizar aún más en la raíz de la crisis, esto es, en la piedra angular de la que, como él certeramente nos recuerda, deriva toda la organización social: la Teología”
Jaime Mayor Oreja
Loquillo: “Cuando tengas miedo no busques nada nuevo”
DEMASIADO AL ESTE ES EL OESTE (Too East is West)
Proverbio inglés
"El valor de una civilización se mide no por lo que sabe crear,
sino por lo que sabe conservar"
"El verdadero instrumento del progreso radica en el factor moral."
Giuseppe Mazzini
Con el paso del tiempo, se ha perdido poco poco algo que estaba muy presente en la sociedad y que es de suma importancia en la crianza de los niños: los límites.
Los límites son la forma en que se relacionan los miembros de la familia entre sí y hacia el exterior. Es decir, son las reglas que definen quién participa y de qué manera en determinado escenario, estableciendo roles y comportamientos definidos para el funcionamiento correcto de la estructura familiar. Salvador Minuchin, reconocido médico psiquiatra y pediatra argentino, es creador de la Terapia Familiar Estructural, teoría en la que define tres tipos de límites:
1. Rígidos
Son interacciones en las que los miembros de la familia son independientes y tienen roles claros, pero hay una mala comunicación entre ellos y son des apegados entre sí. En este tipo de dinámica, los padres son demasiado autoritarios, exigiendo que sus hijos manifiesten pensamientos y conductas que ellos consideran correctas, sin dar lugar al cuestionamiento de tales órdenes.
2. Difusos
Aquí no están definidas las reglas de interacción de manera clara ni precisa, lo que provoca que los miembros de la familia sean muy dependientes entre sí. Por ejemplo, un hijo puede ejercer la función de padre dando órdenes e imponiendo su autoridad. Asimismo, los padres asumen el rol de los hijos, acatando las órdenes que ellos imponen o no haciéndose cargo de éstos.
3. Claros
Las reglas de interacción son definidas con precisión. Los padres indican lo que el hijo puede o no hacer y aunque estos límites resultan definibles, son modificables de acuerdo a la situación. Esta adaptación sería la ideal, pues se amoldan las reglas a un contexto en particular para producir resultados que beneficien tanto a los padres como figuras de autoridad, como a los hijos en su desarrollo personal.
Las modificaciones en la estructura familiar se reflejan en cambios de comportamiento en un miembro de la familia y, en consecuencia, en los procesos individuales de los otros miembros. Se debe ejercer la autoridad sin temor a perder el amor de los hijos, por lo que hay que tomar conciencia de que los padres, más que ser amigos y compañeros de sus hijos, deben ser una guía, un ejemplo y un apoyo.
Tener un niño que conozca los límites en una familia, formará a un adulto que conozca los límites en una sociedad. Es decir, se podrían evitar problemas graves como abuso de drogas, alcohol, conductas sexuales de riesgo, delincuencia, entre muchos otros, si los hoy adultos aprendiéramos sobre los límites en la infancia. Un niño que vive con límites, entenderá que éstos se hicieron para respetarse y sabrá cuáles pueden transformarse y en qué contexto, sin dañar su integridad personal ni la de las personas que lo rodean.
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