COMANCHE,
EL HEROICO CABALLO DEL SÉPTIMO DE CABALLERÍA
A finales de junio de 1876 miles de guerreros sioux, lakota, arapaho y cheyennes aniquilaron al Séptimo de Caballería del general Custer en los campos que rodean el río Little Big Horn. Tras la batalla, tan solo un caballo malherido se paseaba entre decenas de cadáveres. Su nombre era Comanche.
Cuando el 27 de junio de 1876 el destacamento del coronel Terry llegó a las proximidades del río Little Big Horn (Pequeño Gran Cuerno), lo que encontró fueron los restos de lo que había sido el Séptimo de Caballería del general George Amstrong Custer, prácticamente aniquilado durante la feroz batalla que durante los días 25 y 26 los había enfrentado a la mayor fuerza india jamás vista en Norteamérica y que estaba comandada por el líder sioux Toro Sentado y por los jefes tribales Caballo Loco, Nube Roja y Lluvia en el Rostro.
La alianza de Sioux, Lakota, Cheyenne y Arapaho reunió en Little Big Horn a miles de guerreros que acabaron con la vida de casi 270 militares americanos, entre ellos el propio Custer muerto de dos balazos. Sobre el campo de batalla malherido y perdido entre decenas de cadáveres que se pudrían bajo el tórrido sol del verano tan sólo un superviviente se mantenía en pie. Era Comanche, el caballo del capitán irlandés Myles W. Keogh, veterano miembro de la Guardia Pontificia, lugarteniente de Custer y más conocido por haber convertido la vieja cancioncilla militar “Garryowen” en el himno del Regimiento.
El Séptimo de Caballería había sido enviado a Montana por las autoridades de Washington para poner fin a la creciente escalada de tensión entre las poblaciones indias nativas y los grupos de civiles lanzados por la fiebre del oro a la conquista de los territorios del oeste, primero a través de una negociación de paz que apostaba por las famosas “reservas indias” y más tarde mediante la guerra de BlackHills (Colinas Negras) en el transcurso de la cual se produciría la batalla de Little Big Horn.
La lucha de los regimientos de caballería contra las distintas tribus indias se convirtió en una larga sucesión de contiendas y escaramuzas, que el 29 de diciembre de 1890 terminaría en Dakota del Norte con la masacre de Wounded Knee (Rodilla Herida). En ese lugar, hoy convertido en Monumento Nacional, el Séptimo de Caballería se tomó venganza de Little Big Horn asesinando a decenas de indios lakota desarmados. En el anárquico intercambio de disparos también murió Gustave Korn, un soldado prácticamente desconocido y que antes de ese día había tenido mucho que ver en la vida de Comanche. Pero no adelantemos acontecimientos.
Muy malherido tras la batalla Comanche fue rescatado y trasladado en barco de vapor hasta Fort Lincoln para ser tratado de sus múltiples heridas y donde fue puesto al cuidado del soldado Gustave Korn. Tras una larga rehabilitación, después de la cual nunca más fue montado, Comanche retornó durante dos años más al servicio militar activo, siempre bajo la tutela de Korn, tras los cuales pasó “a la reserva” no sin antes ser condecorado por el coronel Sturgis por su valeroso comportamiento en Little Big Horn, una epopeya que por aquel entonces ya había pasado a la historia y al heroico imaginario del Oeste americano.
En una orden inusual el coronel Sturgis ordenó que el caballo conocido como Comanche, único superviviente de la sangrienta tragedia de Little Big Horn, tuviera derecho hasta su muerte de un trato amable y que su comodidad hasta el final de sus días fuera cuestión de orgullo para todos y cada uno de los soldados del ejército americano.
Cuando Comanche murió lo hizo convertido en un auténtico héroe nacional, lo que motivó que el gobierno decidiera disecar el cuerpo del animal y que con este objetivo destinara 450 dólares de la época para el pago a Lewis Dyche, un habilidoso taxidermista de la Universidad de Kansas. Para comprender lo que este caballo superviviente de Little Big Horn llegó a significar en los Estados Unidos de finales del siglo XIX, baste decir que sus órganos internos fueron colocados en un ataúd y enterrados con los máximos honores militares.
Inicialmente Comanche fue exhibido en la Columbian Exposition de Chicago de 1893, para más tarde ser trasladado a su actual ubicación permanente en el Museo de Historia Natural de Kansas, donde todavía hoy continúa siendo una de las atracciones más visitadas, mientras que la derrota de Little Big Horn es recordada en el monolito levantado en el lugar de la batalla y por una abundante cinematografía que repasa a favor y en contra la polémica figura del general Custer y de su Séptimo de Caballería.
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Garry Owen, himno del 7º de caballería.
(Un irlandés, su canción y su caballo)
El autor cuenta la historia de una canción, una melodía que resulta familiar, relacionando anécdotas menores con un famoso episodio de la historia del oeste y del cine en particular
Dedicado a los que saben cantar y saben morir.
El lector, al menos si es un varón de más de 30 años, -los chicos de ahora están en otra onda-, debe tener, porque formaba parte de nuestro imaginario infantil, bastante recuerdo de aquel general Custer, de perilla y melena rubia, magnífica, e infiel históricamente, interpretado por Errol Flynn, dirigido, en 1941, cuando se moría también calzado en el viejo mundo, por Raoul Walsh, en Murieron con las botas puestas. El que llevase el pelo corto, sin perilla, que fuese teniente coronel, y, sobre todo, que des preciara a los indios, siendo bastante mal militar, aunque desde luego valiente, lo que le costó la vida en 1876, tiene poca importancia. Desde la Iliada, el relato es algo que se superpone a la historia con ventaja muchas veces. El cine del oeste es un ejemplo perfecto de ello. (1)
No vamos a hacer historia en torno al episodio, menor en relación a la historia militar, pero mayor en la mitología americana, si no a ocuparnos de una canción popularísima, su origen y una serie de anécdotas en torno a ella. En una deuda que tenemos desde que, como José Luis Garci, vimos a Caballo Loco, el primer papel de verdad de Anthony Quinn, montar al galope matando a Errol-Custer, a quien envidiábamos por su chaqueta de ante con flecos, su caballo, su sable, y sobre todo, por Olivia de Havilland, una aristócrata normanda de verdad, todavía más guapa que en Robin Hood. Era el romanticismo hecho película, a ritmo trepidante. Desde la partición de los cadetes de West Point entre confederados y unionistas, hasta la despedida de la pareja, presintiendo la muerte, simplemente es una maravilla.
En la película, un oficial de origen irlandés, al que se le da un matiz europeo con un monóculo, enseña una canción a Custer, quien la hará adoptar como himno oficioso a su regimiento, pese a que su letra es de hermandad etílica. No es tan extraño, recuérdese el Asturias patria querida. El contraste entre el fondo musical para los azules, el que se añade cuando aparecen los pieles rojas, es magnífico. Con una canción de cantina, Custer consiguió galvanizar a una tropa. Fue el único regimiento del oeste con banda de verdad, toda ella en caballos blancos, y fue la música que despidió al regimiento hacia su muerte, en el depósito del río Powder, donde se quedaron los músicos, salvo los cornetas.
Garry Owen
Let Bacchus' sons be not dismayed
but join with me, each jovial blade
Come, drink and sing and lend your aid
to help me with the chorus:
Chorus
Instead of spa, we'll drink brown ale
And pay the reckoning on the nail;
No man for debt shall go to jail
From Garry Owen in glory.
We'll beat the bailiffs out of fun,
we'll make the mayor and sheriffs run
we are the boys no man dares dun
If he regards a whole skin.
Chorus
Our hearts so stout have got no fame
for soon 'tis known from whence we came
where'er we go they fear the name
Of Garry Owen in glory.
Chorus
No desmayéis hijos de Baco,
Uníos a mí jóvenes gallardos;
Venid y echad todos un trago,
Cantad y prestadme vuestra voz,
Para el momento del estribillo.
Coro
En vez de agua de la fuente, bebamos cerveza,
Travesura que en el acto pagaremos;
Nadie de Garry Owen a la cárcel irá por deudas
En este momento de gloria.
Garry Owen
Miles Walter Keogh era un hombre muy atractivo, sus fotos explican por qué era el terror de las damas, o más bien de sus maridos. Bebedor, melancólico, impulsivo y valiente, había nacido en Carlos, en el sur de Irlanda en 1840, de familia fuertemente antibritánica. De muy joven sirvió en África como soldado de fortuna, quizá en la recién creada legión extranjera, pero, acudiendo a una apelación papal antigaribaldina, en agosto de 1860 ya es teniente pontificio. Más tarde, como buen irlandés emigra a América, donde será comandante nordista. Reenganchado al año del armisticio, será capitán en la frontera. Dice la leyenda, pues no quedaron testigos blancos vivos, que fue él y no Custer, el último en sucumbir, cercado por tres ponis. El testimonio de los indios posterior habla del último alto "wasichu; …..fueron seis disparos y seis guerreros rojos saltaron en el aire…..sus ojos brillaban como las llamas de una hoguera y sus dientes refulgían como cuando pelea un oso pardo".
Su caballo se llamaba Comanche, por una anterior campaña al sur, y hay también múltiples fotografías, pues fue el único superviviente, que volviese al fuerte, del grupo que fue cercado con Custer. Curado de siete/doce heridas!, en zaino fue cuidado como un tótem regimental hasta longeva muerte. Con 429 kilos y quince palmos de cruz, mientras pudo cabalgó anualmente al frente del regimiento, desmontado, y con un par de botas vacías en los estribos. Está disecado en la Universidad de Kansas.
Nos queda la historia de la canción ofrecida. Garry significa en gaélico jardín, de modo que no es el nombre de nadie en particular Garry Owen, si no "el jardín de Owen", un barrio de las afueras de Limerich. Se trata de una antigua marcha militar irlandesa del s. XXVIII, quizá nacida en un regimiento irlandés, como los suizos y flamencos había muchos, al servicio de España o Francia. El inglés 5º de Lanceros Reales, que se acuarteló en Limerich, lo adoptó para beber en grupo. Custer leía, como Keogh, desde niño, novelas de aventuras militares, entre ellas la de Charles O´Malley, the irish dragoon, (1841) su autor. Charles Lever se ambientaba en las campañas napoleónicas, con influencias de Walter Scott. Pero su preferida era Jack Hinton the guardsman (1843), novela en la que la banda del regimiento toca la familiar melodía.
Aunque la acompañen gaitas, la letra no es más que una camaradería de estudiantes entre pipas y jarras. De hecho para los lanceros reales hay estrofas adicionales relacionadas con reyertas callejeras, corazones valientes, romper cristales y perseguir a mismísimo sheriff. El poeta Thomas Moore, amigo de Byron y Shelley, escribió otra letra con el título Las Hijas de Erin. El poeta irlandés es reputado por El arpa que recorrió los pasillos de Tara, en Las hijas de Erin, obra menor, incluye todos los tópicos de la vieja Irlanda, dignos de El hombre tranquilo de John Ford; ojos sonrientes, rayos de alegría, nubarrones de infortunio, isla verde…
El soldado Goldin, que se salvó al pertenecer a un grupo que se separó de las infortunadas cinco compañías de Custer, recordaba; "sus notas todavía resonaban en nuestros oídos cuando dejamos la parte baja del río y perdimos de vista a la banda…"
He aquí como una canción desenfadada puede llegar a significar mucho.
Notas
(1) Quien desee documentarse con toda precisión, puede entre otros muchos estudios, leer a Evans Connell; Custer. La masacre del 7º de caballería, Ariel, 2003.
(2) En realidad, poco se sabe a ciencia cierta de los detalles de la muerte del gallardo beau sabreur, pero no llevaba sable, (quedaron embalados por razones prácticas, sólo lo llevaba el galante teniente DeRudio, el hijo de un conde italiano que participó en un atentado anarquista contra Napoleón III, perdonado por la emperatriz Eugenia, los demás fueron ejecutados. Se fugó de la Guayana para regenerarse en la Guerra de Secesión) si no dos revólveres wenbley bulldog, bastante menos americanos que los colt, y probablemente le dio muerte Lluvia-en-la-cara, y no Caballo-loco.
VER+:
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