DEL VALOR Y EL SENTIDO DEL DEBER
Dedicado a los héroes como Ignacio Echeverría
en España y a Neomar Lander en Venezuela
en España y a Neomar Lander en Venezuela
Ser valiente no significa no tener miedo, sino ser capaz de superarlo desde el convencimiento de estar haciendo lo correcto; es una actitud ligada a la noción de responsabilidad, al concepto de deber.
Es por lo tanto nuestra escala de valores la que determina nuestra capacidad para reaccionar con valor ante una situación determinada. El apego por lo material, lo fugaz o lo mundano -es decir, aquellos aspectos intrascendentes de la vida-, contribuye a relativizar valores esenciales y con frecuencia degrada otras importantes virtudes como el amor, la amistad, la honestidad, la solidaridad, el respeto, la responsabilidad o el sentido del deber. Al final ni el dinero, ni los bienes materiales, ni siquiera el poder o el reconocimiento social -cuando se persiguen con ese mismo objetivo-, son argumentos lo suficientemente poderosos o trascendentes como para provocar actitudes valientes. Por el contrario, el desapego por lo material, la espiritualidad, una visión elevada de la vida y las referencias morales sólidas, infunden valor a las personas y contribuyen a promover nuestra capacidad de actuar con valentía, permitiendo tomar con mayor facilidad decisiones éticas, honestas, comprometidas o responsables. En definitiva, son esos valores los que marcan la diferencia entre la valentía, la cobardía y la temeridad.
No tuve la suerte de conocer a Ignacio Echeverría, pero casi con seguridad fueron sus convicciones morales las que le impulsaron a tratar de defender a una mujer que un terrorista trataba de acuchillar. Son esos valores los que seguramente salvaron la vida de aquella persona y los que le han llevado a convertirse en un ejemplo para todos a través de su acción llena de bondad, verdad y belleza. Bondad, porque su intención fue querer hacer el bien, en este caso evitar el asesinato de otro ser humano; verdad, porque no trató de falsear la realidad y aceptó la gravedad de la situación; y belleza, porque pocas cosas hay más bellas que la generosidad extrema de estar dispuesto a dar la vida por otra persona. Esa actitud valiente también le costó la vida, pero tan cierto es eso como que nadie estamos destinados a permanecer en este mundo más que por un breve lapso de tiempo... y al final, lo importante no es cuánto dura nuestra vida, sino lo que hacemos con ella mientras la conservamos.
Los que aún permanecemos aquí somos quienes ahora tenemos el deber y la responsabilidad de hacer que su sacrificio no sea en vano. El testigo esta en nuestra manos y somos nosotros los que en los tiempos por venir tendremos que elegir entre la indiferencia, la cobardía, la temeridad o la valentía. No hay opciones intermedias, ni un manual que explique cómo reaccionar ante cada una de las situaciones difíciles o extremas que pueden darse en la vida, pero los valores humanos y ejemplos tan admirables como el de Ignacio Echeverría, deberían ser nuestras referencias.
NEOMAR LANDER, A pesar de su corta edad, ¡"Neón" era un duro del asfalto!
Su voz como un dardo se clavaba en el horizonte cuando decía "Yo soy Libertador"...y te sentías así luchando por tu país!
Esa tenacidad, ese riesgo, ese amor sin tregua te hacía recorrer las calles para libertar un país que llevabas metido en el pecho y la garganta...Ahora tu silueta de mártir se agiganta más allá de la mirada, más allá de las sombras, más allá de las estrellas, y se agiganta en las calles donde un día flotó tu resistencia brava, tu rebeldía!
TODO EL HONOR Y LA GLORIA PARA TÍ, VALIENTE GUERRERO!
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