Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades.
Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor.
Y dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha» Mt 9, 35-38
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