Catecismo vs.
Discipulado:
por qué no funciona el catecismo
Para
entender cómo evangelizar hoy en día, lo primero que hace falta es entender
la cultura en la que nos movemos.
Tampoco
está de más hacer un diagnóstico diferencial, para comprender la
diferencia entre el modelo cultural en el que fuimos educados y la realidad
actual en la que se mueven la inmensa mayoría de los mortales
jóvenes.
La
generación de nuestros abuelos e incluso la de nuestros padres fue catequizada -
que no evangelizada- a golpe de catecismo de Ripalda. La metodología era
clara: enseñar unos contenidos a unos niños que recién despertaban a una
incipiente madurez personal para recibir así la iniciación cristiana. Se daban
por supuestas demasiadas cosas, entre ellas la fe personal del niño que recibía
la iniciación.
Para
cuando yo recibí la preparación la sociedad ya había cambiado mucho con respecto
a la de mis abuelos, aunque todavía se vivía un modelo educativo no tan
distinto del que ellos vivieron.
Todo
este cambio se aceleró a un ritmo vertiginoso hasta llevarnos a la situación
de postmodernidad en la que vivimos, y mucho me temo que la metodología de
la Iglesia en cambio ha seguido siendo la misma de la
modernidad.
Si
entendemos esta clave podremos comprender mucho de lo que con este post quisiera
plantear.
En el
Congreso de Pastoral Juvenil de Valencia Mons. Carlos Osoro hizo una
valiosísima distinción entre Primer Anuncio y Catequesis, para decir que ambos
se complementan y juegan su papel dentro de la evangelización de la persona.
Aunque esta distinción parezca una obviedad a un nivel teórico, lo cierto es que
está muy poco asimilada a nivel práctico.
Esto
se traduce en que muchas veces tanto pastores concretos como movimientos se
saltan a la torera el primer anuncio y se dedican a catequizar, llamando
evangelización a lo que es el segundo paso y no el
primero.
En
otras palabras hablan
un lenguaje para iniciados y convencidos a unas
personas alejadas que no han tenido una experiencia de conversión (la conversión
es el convencimiento de nuestro pecado (Jn 16,8) y el testimonio acerca del
Señorío de Jesucristo (1 Cor 12,3) dados por el Espíritu Santo junto con el acto
voluntario de fe de abrir la puerta a Jesucristo de Apocalipsis
3,20)
Aunque
en sentido amplio todo lo que hace la Iglesia sea evangelización - lo dice la
Evangelii Nuntiandi - lo cierto es que si queremos hablar de Nueva
Evangelización tenemos que empezar por el Primer
Anuncio.
Hasta
aquí el avance de lo escuchado en Valencia, que al fin y al cabo es tan viejo
como la Iglesia misma pero que había caído en desuso
pastoral.
Ahora
bien, una vez convencidos de la necesidad de hacer Primer Anuncio, entramos en
el siguiente problema: ¿hacemos primer anuncio al estilo de nuestros
abuelos o lo hacemos a estilo de nuestros jóvenes de
hoy?
Porque
el estilo anterior, el de la modernidad, está íntimamente ligado al del
catecismo. Consiste en el discurso. A es verdad luego tienes que creer A.
Para que tú creas yo te lo enseño, y tú lo aprendes de memoria. Por lo tanto
todo el peso - que no la preocupación- de la acción pastoral se concentra en los
contenidos de A y no tanto en la persona que aprende esos contenidos. Nos
preocupa la persona pero ponemos el peso en los
contenidos.
Enseñemos
la verdad, enseñemos el catecismo que nos habla de las verdades de fe, para que
así el mundo crea en Jesucristo que es la Verdad.
¿Cuál
es el problema de este planteamiento?
Que
repele a un joven postmoderno de hoy en día hasta el punto que le hace
refractario a este mensaje de Verdad.
Lo
expresaba de esta manera un amigo experto en trabajar con jóvenes, Matt
Costley: “esto es lo que la Iglesia ha hecho por años con los jóvenes:
darles las “respuestas” sin ayudarlos a pensar ni fundamentar sus
razones”.
Es un
modelo de respuestas por oposición a un modelo de razones.
El
modelo de la postmodernidad es un modelo de preguntas y por ende es un
modelo de razones. Sólo es verdad lo que yo experimento. Dicho de otra manera:
sólo es verdad lo que pasa por mi persona y es asimilado como experiencia
propia.
La
razón última para un joven postmoderno no es la verdad, sino su experiencia
personal y subjetiva de las cosas.
Y
precisamente en este terreno la Iglesia se ha sentido incómoda en nombre
de no entiendo bien qué precauciones contra el sentimentalismo y la experiencia
sensible que no son sino los ecos de toda la estética de Trento que
arrambló con toda referencia subjetiva a la Fe en reacción a la reforma
protestante.
Pero
quien tiene fe es el sujeto - aunque ésta sea razonable- por lo que la
fides ha de ser personal y razonada. No se transmite la fe a base de
libros, sino de persona a persona. No se entra en la dimensión de Jesucristo
sin una relación con Él. La Iglesia es una comunidad de piedras vivas, no
de sillares marmóreos y fríos.
Precisamente
en el terreno de la postmodernidad tenemos la oportunidad de ganar la partida
allá donde se juega: la experiencia personal de Dios que salva es la
experiencia última que toda persona necesita y anhela.
Y
todo el mundo se pregunta acerca de la misma, pues es un ansia que está
inscrita en lo más profundo de nuestro corazón.
Pero
estarán conmigo los que han estudiado filosofía en que la clave de la
mayéutica está en que el maestro se limite a
preguntar.
¿Acaso
Jesús no se calló?
Últimamente
me fascina leer el Evangelio de San Juan cuando Jesús declara:
“Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a TODA verdad”(
Juan 16, 13)
Un
maestro que sabe que los discípulos tienen que llegar a la verdad plena por
sí mismos (auxiliados por el Espíritu Santo) Un maestro que no da respuestas
de catecismo, sino que interpela a los discípulos: “¿y vosotros quien decís
que soy yo?” (Mt 16,15)
Si
nos damos cuenta Jesús nunca fue por ahí dando lecciones de catecismo
diciendo que Él era Dios. Se ponía en la posición de Dios, hacía declaraciones
indirectas y otras muy directas para un judío de la época (“Yo soy” Juan
8,58) pero las más de las veces eran los demás los que confesaban que Él era
Dios: “tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo” (Mt
16,16)
Era y
es un Dios que tenía mucho de postmoderno pues como nos dice la Dei
Verbum se dedicó a anunciar el mensaje del evangelio con “obras y palabras”
(DV 2). Le gustaba preguntar y hacer, tanto como enseñar. Y lo que hacía era
discípulos, no alumnos de catequesis que se aprendieran un
contenido.
Retomando
el hilo anterior, la Iglesia de la modernidad se ha concentrado demasiado en
las palabras, haciendo de la transmisión de la fe un discurso catequético
que al confrontarse con el sujeto postmoderno se ha quedado hueco y huero de
toda significación para quienes lo oían.
Permítanme
delinear otra clave.
Se
llama discipulado, y tiene que ver con lo que Jesús mandó: “Id, pues,
y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt
28,19)
Durante
muchos años hemos bautizado a todo lo que se mueve… ¿pero cuántos
discípulos hemos hecho?
Tal
como veo las cosas a día de hoy un catequizado no es un discípulo de
Cristo. Tampoco una persona que recibe el Primer Anuncio se convierte
automáticamente en un discípulo de Cristo.
Hace
falta un proceso, que
algunos han venido en llamar discipulado, que es mucho más complejo y rico que
la simple transmisión de unas verdades de fe a través de un discurso
catequético.
Se
aprende a ser discípulo a los pies del maestro en el seno de la comunidad de los
discípulos. Se aprende a hacer lo que Jesús hizo cuando Jesús envía a los
discípulos (Lc 10) “de prácticas” Se aprende a ser discípulo con muchas horas de
vuelo libre, confiando en que el Espíritu Santo es el que guía a TODA la
verdad.
Y eso
no es sino una experiencia, cosa que cualquier joven postmoderno puede entender,
la cual es radicalmente diferente del modelo de catequesis en el que nos
hemos educado.
No es
lo mismo por tanto la catequesis que el discipulado. Y la catequesis, para ser
lo que realmente está llamada a ser, debe ser “discipuladora” y
“discipulante”. Debe crear discípulos, no alumnos que sepan dar
respuestas.
Y en
esto estriba la dificultad actual en un momento en el que todo el mundo
en la Iglesia quiere lanzarse a la Nueva Evangelización.
Una
Nueva Evangelización hecha con los paradigmas y parámetros de la
modernidad es un simple maquillaje estético abocado al
fracaso.
Sería
simplemente pretender poner una imagen joven a una vieja fórmula: una
Iglesia preocupada en dar respuestas sin ayudar a las personas a encontrar sus
razones para creer.
Por
eso si me dan a elegir entre catecismo y discipulado me quedo con el
segundo. Lo prefiero porque estoy seguro de que todos los discípulos al final
llegan al catecismo, y por lo tanto a las respuestas. En cambio he visto a muy
poca gente empezar por las respuestas, seguir por el catecismo y hacerse
discípulos.
Al
final todo es una cuestión de orden, no de demolición de cosas
que en sí son buenas y tienen un gran potencial si se las pone en el lugar
adecuado.
Jose Alberto Barrera Marchessi
“Pablo distingue bien: hijos de la ley e hijos de la fe. A vino nuevo, odres nuevos. Y por esto la Iglesia nos pide, a todos nosotros, algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras caducas: ¡no sirven! Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio. No se puede comprender la mentalidad – por ejemplo – de estos doctores de la ley, de estos teólogos fariseos: no se puede entender su mentalidad con el espíritu del Evangelio. Son cosas distintas. El estilo del Evangelio es un estilo diverso, que lleva la ley a la plenitud. ¡Sí! Pero de un modo nuevo: es el vino nuevo, en odres nuevos”.
“El Evangelio – dijo también Francisco – ¡es novedad! ¡El Evangelio es fiesta! Y sólo se puede vivir plenamente el Evangelio con un corazón gozoso y con un corazón renovado”. “Que el Señor – fue la invocación final del Papa – “nos de la gracia de esta observancia de la ley. Observar la ley – la ley que Jesús ha llevado a su plenitud – en el mandamiento del amor, en los mandamientos que vienen de las Bienaventuranzas”. Que el Señor – concluyó – nos dé la gracia de “no permanecer prisioneros”, sino que “nos dé la gracia de la alegría y de la libertad que nos trae la novedad del Evangelio”.
VER +:
El padre Mallon da la clave para renovar las parroquias:
expulsar okupas y crear expectativas altas
VER+:
http://elrincondeyanka.blogspot.com/2013/10/hacia-un-nuevo-paradigma-de-la.html
http://elrincondeyanka.blogspot.com/2008/11/la-iglesia-ante-los-desafos-de-la_09.html
http://elrincondeyanka.blogspot.com/2013/10/hacia-un-nuevo-paradigma-de-la.html
http://elrincondeyanka.blogspot.com/2008/11/la-iglesia-ante-los-desafos-de-la_09.html
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