El Fundamentalismo es una herejía cristiana
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"El peor pecado contra el Espírtu Santo es el espiritualismo espiritualista e individualista".
"El peor pecado contra el Espírtu Santo es el espiritualismo espiritualista e individualista".
Los que mataron a Jesús fueron
los fundamentalistas o espiritualistas.
los fundamentalistas o espiritualistas.
A Él lo mataron por ser Radical
(radical no es lo mismo que radicalista)
(radical no es lo mismo que radicalista)
"No se accede a la verdad sino a través del amor".
San Agustín
"Todo el que cree, piensa. Porque la fe,
si lo que cree no se piensa, es nula".
San Agustín
"Con los dogmáticos y fanáticos y partidistas
no cabe ni el diálogo
no cabe ni el diálogo
ni el pluralismo ni mucho menos
la fraternidad universal.
la fraternidad universal.
El que piensa de otro modo
es para ellos un hereje o un enemigo".
es para ellos un hereje o un enemigo".
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Antes que nada, el mayor peligro del fundamentalismo religioso y/o político-partidista (cristiano o islámico o partidista o ideologista) es que sus declaraciones parecen tan verdaderas. Los cristianos frecuentemente oyen a un predicador fundamentalista o a un radicalista partidista o a un nacionalista y están de acuerdo con cada parlabra. Muchos de éstos son líderes con carisma y persuación. Tienen una pasión y una entrega, una devoción a la que todos quisiéramos llegar. Es fácil ser conmovido y bendecido por sus mensajes. El único problema es que se han entregado a un plan equivocado. Se han entregado a interpretaciones simplistas de la fe, a fundamentos simplistas de moralidad, y del bien y del mal. Se han entregado al mantenimiento cultural y a la resistencia al cambio. Como resultado, frecuentemente dicen lo que la gente quiere oír.
Parecen tener las soluciones a las crisis sociales y culturales y a los problemas de la vida. Todo parece tan sencillo, tan claro, tan fácil. El tema global del fundamentalista, ya sea musulmán o cristiano, es que Dios ha de ser adorado, respetado, temido y obedecido sobre todas las cosas. Las demás consideraciones son de segundo orden. Esta devoción intensa y duradera significa que hay cosas que son absolutamente innegociables. Es como ver al mundo en blanco y negro, con poquísimos, si acaso, grises intermedios. A esto le acompaña una tendencia hacia el literalismo. Si las escrituras dicen que Noé construyó el arca, que juntó a una pareja de animales y que navegaron por todo el mundo mientras ocurría un diluvio, entonces ocurrió así. No hace falta preguntar cómo; pasó, independientemente de que concuerde o no con la lógica y conocimientos actuales sobre los animales, las inundaciones, naves antiguas, o geología histórica.
Un elemento importante de la mentalidad fundamentalista es la repulsa del modernismo. Los valores occidentales contemporáneos son inconsistentes con los valores de Dios y con su voluntad para la humanidad. El deber del pueblo es adorar a Dios, y no ignorarlo o ridiculizarlo. Las reglas de Dios están claras y tienen que ser cumplidas y respetadas, no violadas.
Como resultado, los fundamentalistas tienen puntos de vista muy conservadores en asuntos sociales. Los fundamentalistas creen que varios elementos de la cultura occidental, como la discusión del sexo y los papeles de ambos sexos, están desarmonizados con la voluntad divina. A Dios no le gusta, no lo tolera, y tampoco les gusta o lo toleran los devotos de Dios. ¿Pero cómo puede cualquier cristiano estar en desacuerdo con el siguiente comentario: «Dios debe ser adorado, respetado, temido y obedecido por encima de todas las cosas. Las demás consideraciones son secundarias»? Si Dios es Dios, el supremo, omnipotente, omnividente creador y Señor de todo, ¿cómo podemos hacer otra cosa que no sea poner a Dios primero? El problema con el fundamentalismo no es que los fundamentalistas pongan a Dios primero. El problema es que no ponen a Dios primero. Ponen un entendimiento particular, simplista, limitado y humano de Dios por encima de todo. En la mayoría de los casos, la descripción fundamentalista de la voluntad de Dios para la humanidad es que Dios quiere que las cosas sean como eran antes. Las leyes divinas son las que nos enseñaron desde niños.
Los fundamentalistas entonces no son ni cristianos ni islámicos, sino defensores de la cultura, dedicados a mantener «todo lo que consideramos bueno». En este aspecto, los fundamentalistas son mucho más parecidos a los fariseos que a Cristo. Cristo era un revolucionario cultural y social que no cumplía con las convenciones de una sociedad formal, vulneraba las leyes religiosas constantemente, se asociaba con «indeseables» y por lo general desafiaba el vacío y la superficialidad de las tradiciones y creencias de la sociedad. Cristo fue crucificado, por lo menos parcialmente, por ser un modernista y un relativista ético.
Si Cristo viniera a vivir con nosotros en el siglo XXI, sería crucificado de nuevo, no porque le odien, sino porque no sería reconocido. Un problema principal del fundamentalismo es que los fundamentalistas creen que saben cuál es la voluntad de Dios para la humanidad. Creen que saben la verdad, que su entendimiento es exacto y que no puede haber cuestionamiento o acomodo. Su postura es «absolutamente innegociable». Creen que saben lo que es bueno, malo e inmoral. Como dice el Dr. Neilsen, esto se debe a una tendencia hacia el literalismo. El literalismo, sin embargo, es utilizado por los fundamentalistas como una excusa de la rigidez de sus creencias. Se les ha dicho que sus creencias son la verdad porque son literales y proceden directamente de la Biblia y por lo tanto no pueden ser cuestionadas. Sólo hay una interpretación permitida de la Biblia: la que les han enseñado. Tener creencias firmes es una cosa. Todos tenemos preceptos que no queremos cambiar o evaluar. Todos creemos en algo y no nos podemos plantear todo constantemenet. Pero el fundamentalismo se pasa de la raya y se vuelve peligroso cuando los fundamentalistas se niegan a que los demás tengan creencias diferentes a las suyas. Es obvio que aquellos con personalidad fuerte se negarán a acomodar sus creencias. Pero los fundamentalistas consideran un acomodo permitirte creer en lo que quieras si es que es diferente a sus creencias.
El fundamentalismo es incompatible con la libertad de culto. La base de la libertad religiosa es el respeto a otros que no coinciden contigo. Para tener libertad de religión, se ha de respetar el derecho ajeno a discrepar contigo. Por ejemplo, los cristianos que creen que puedes «caer en desgracia» (o sea, perder tu salvación) deben permitir a otros cristianos creeer en «seguridad eterna» (i.e., una vez salvado, estás salvado para siempre), y viceversa. Debido a las raíces tradicionales de Estados Unidos, el concepto claro de libertad religiosa se ha desarrollado lentamente. La necesidad de respetar las creencias ajenas todavía no es entendida por una porción importante de nuestra población. Todavía hay muchos «Cristianos» a los que no les cabe en la cabeza la vergüenza e incomodidad del niño judío o musulmán que tiene que estar callado en la clase mientras el maestro reza en el nombre de Jesús.
El fundamentalismo es incompatible con la democracia. Obsérvese las naciones islámicas, donde un régimen fundamentalista (como el ayatola o El Talibán) se ha apoderado del gobierno. La democracia se basa en el concepto de que personas de diferentes creencias y cultura puedan vivir juntos en paz si se respeta el derecho ajeno a estar en desacuerdo. Es una característica de la democracia que la mayoría manda. Pero eso no quiere decir que la mayoría haga lo que le dé la gana. Para que la democracia sobreviva, la mayoría debe proteger los derechos de las minorías. Para que la democracia perdure, la mayoría debe tratar a las minorías como ellos quisieran ser tratados de ser la minoría.
Los fundamentalistas no pueden permitir que eso ocurra. Para ellos, los que creen y se comportan de manera diferente a la de ellos están equivocados y a «Dios no le gusta, Dios no lo tolera y tampoco lo hacen sus devotos». El fundamentalismo es incompatible con el cristianismo. El cristianismo es la religión de la libertad. Es la religión de la tolerancia y diversidad. La cristiandad es una religión para todos en todas las culturas en todos los tiempos. El fundamentalismo se ha comprometido a una homogeneidad cultural y a un comportamiento uniforme, a tradiciones inalterables y a convenciones para regir las interacciones sociales. El cristianismo no consiste en ir a otras tierras y culturas para enseñar a los nativos a vestir la indumentaria occidental y a llenar el cepillo eclesiástico.
El fundamentalismo consiste en condenar el pecado cuando lo ves y en enfrentarte en nombre de la «verdad». El cristianismo consiste en cuidar al pecador tanto como al santo, en entender los factores que contribuyen a los comportamientos destructivos, y conducir a aquellos que se han destruido a sí mismos, a sus familias y a sus amigos a la sanación y al perdón. Los fundamentalistas nos quieren convencer de que son los guardianes de los fundamentos cristianos. No lo son. Son los guardianes de su propia posición, cultura y poder. Hay fundamentos cristianos, y muchos fundamentalistas respetan algunos y todos de esos fundamentos. Pero es la similitud con el cristianismo que hace que el fundamentalismo sea tan peligroso.
El fundamentalismo es una herejía cristiana. Es incompatible con la libertad de culto. Es incompatible con la democracia. El crecimiento del fundamentalismo es una amenza para la obra de Cristo, para la sociedad, para nuestro país y para nuestras libertades. Tenemos que esforzarnos en exponer los peligros del fundamentalismo.
Parecen tener las soluciones a las crisis sociales y culturales y a los problemas de la vida. Todo parece tan sencillo, tan claro, tan fácil. El tema global del fundamentalista, ya sea musulmán o cristiano, es que Dios ha de ser adorado, respetado, temido y obedecido sobre todas las cosas. Las demás consideraciones son de segundo orden. Esta devoción intensa y duradera significa que hay cosas que son absolutamente innegociables. Es como ver al mundo en blanco y negro, con poquísimos, si acaso, grises intermedios. A esto le acompaña una tendencia hacia el literalismo. Si las escrituras dicen que Noé construyó el arca, que juntó a una pareja de animales y que navegaron por todo el mundo mientras ocurría un diluvio, entonces ocurrió así. No hace falta preguntar cómo; pasó, independientemente de que concuerde o no con la lógica y conocimientos actuales sobre los animales, las inundaciones, naves antiguas, o geología histórica.
Un elemento importante de la mentalidad fundamentalista es la repulsa del modernismo. Los valores occidentales contemporáneos son inconsistentes con los valores de Dios y con su voluntad para la humanidad. El deber del pueblo es adorar a Dios, y no ignorarlo o ridiculizarlo. Las reglas de Dios están claras y tienen que ser cumplidas y respetadas, no violadas.
Como resultado, los fundamentalistas tienen puntos de vista muy conservadores en asuntos sociales. Los fundamentalistas creen que varios elementos de la cultura occidental, como la discusión del sexo y los papeles de ambos sexos, están desarmonizados con la voluntad divina. A Dios no le gusta, no lo tolera, y tampoco les gusta o lo toleran los devotos de Dios. ¿Pero cómo puede cualquier cristiano estar en desacuerdo con el siguiente comentario: «Dios debe ser adorado, respetado, temido y obedecido por encima de todas las cosas. Las demás consideraciones son secundarias»? Si Dios es Dios, el supremo, omnipotente, omnividente creador y Señor de todo, ¿cómo podemos hacer otra cosa que no sea poner a Dios primero? El problema con el fundamentalismo no es que los fundamentalistas pongan a Dios primero. El problema es que no ponen a Dios primero. Ponen un entendimiento particular, simplista, limitado y humano de Dios por encima de todo. En la mayoría de los casos, la descripción fundamentalista de la voluntad de Dios para la humanidad es que Dios quiere que las cosas sean como eran antes. Las leyes divinas son las que nos enseñaron desde niños.
Los fundamentalistas entonces no son ni cristianos ni islámicos, sino defensores de la cultura, dedicados a mantener «todo lo que consideramos bueno». En este aspecto, los fundamentalistas son mucho más parecidos a los fariseos que a Cristo. Cristo era un revolucionario cultural y social que no cumplía con las convenciones de una sociedad formal, vulneraba las leyes religiosas constantemente, se asociaba con «indeseables» y por lo general desafiaba el vacío y la superficialidad de las tradiciones y creencias de la sociedad. Cristo fue crucificado, por lo menos parcialmente, por ser un modernista y un relativista ético.
Si Cristo viniera a vivir con nosotros en el siglo XXI, sería crucificado de nuevo, no porque le odien, sino porque no sería reconocido. Un problema principal del fundamentalismo es que los fundamentalistas creen que saben cuál es la voluntad de Dios para la humanidad. Creen que saben la verdad, que su entendimiento es exacto y que no puede haber cuestionamiento o acomodo. Su postura es «absolutamente innegociable». Creen que saben lo que es bueno, malo e inmoral. Como dice el Dr. Neilsen, esto se debe a una tendencia hacia el literalismo. El literalismo, sin embargo, es utilizado por los fundamentalistas como una excusa de la rigidez de sus creencias. Se les ha dicho que sus creencias son la verdad porque son literales y proceden directamente de la Biblia y por lo tanto no pueden ser cuestionadas. Sólo hay una interpretación permitida de la Biblia: la que les han enseñado. Tener creencias firmes es una cosa. Todos tenemos preceptos que no queremos cambiar o evaluar. Todos creemos en algo y no nos podemos plantear todo constantemenet. Pero el fundamentalismo se pasa de la raya y se vuelve peligroso cuando los fundamentalistas se niegan a que los demás tengan creencias diferentes a las suyas. Es obvio que aquellos con personalidad fuerte se negarán a acomodar sus creencias. Pero los fundamentalistas consideran un acomodo permitirte creer en lo que quieras si es que es diferente a sus creencias.
El fundamentalismo es incompatible con la libertad de culto. La base de la libertad religiosa es el respeto a otros que no coinciden contigo. Para tener libertad de religión, se ha de respetar el derecho ajeno a discrepar contigo. Por ejemplo, los cristianos que creen que puedes «caer en desgracia» (o sea, perder tu salvación) deben permitir a otros cristianos creeer en «seguridad eterna» (i.e., una vez salvado, estás salvado para siempre), y viceversa. Debido a las raíces tradicionales de Estados Unidos, el concepto claro de libertad religiosa se ha desarrollado lentamente. La necesidad de respetar las creencias ajenas todavía no es entendida por una porción importante de nuestra población. Todavía hay muchos «Cristianos» a los que no les cabe en la cabeza la vergüenza e incomodidad del niño judío o musulmán que tiene que estar callado en la clase mientras el maestro reza en el nombre de Jesús.
El fundamentalismo es incompatible con la democracia. Obsérvese las naciones islámicas, donde un régimen fundamentalista (como el ayatola o El Talibán) se ha apoderado del gobierno. La democracia se basa en el concepto de que personas de diferentes creencias y cultura puedan vivir juntos en paz si se respeta el derecho ajeno a estar en desacuerdo. Es una característica de la democracia que la mayoría manda. Pero eso no quiere decir que la mayoría haga lo que le dé la gana. Para que la democracia sobreviva, la mayoría debe proteger los derechos de las minorías. Para que la democracia perdure, la mayoría debe tratar a las minorías como ellos quisieran ser tratados de ser la minoría.
Los fundamentalistas no pueden permitir que eso ocurra. Para ellos, los que creen y se comportan de manera diferente a la de ellos están equivocados y a «Dios no le gusta, Dios no lo tolera y tampoco lo hacen sus devotos». El fundamentalismo es incompatible con el cristianismo. El cristianismo es la religión de la libertad. Es la religión de la tolerancia y diversidad. La cristiandad es una religión para todos en todas las culturas en todos los tiempos. El fundamentalismo se ha comprometido a una homogeneidad cultural y a un comportamiento uniforme, a tradiciones inalterables y a convenciones para regir las interacciones sociales. El cristianismo no consiste en ir a otras tierras y culturas para enseñar a los nativos a vestir la indumentaria occidental y a llenar el cepillo eclesiástico.
El fundamentalismo consiste en condenar el pecado cuando lo ves y en enfrentarte en nombre de la «verdad». El cristianismo consiste en cuidar al pecador tanto como al santo, en entender los factores que contribuyen a los comportamientos destructivos, y conducir a aquellos que se han destruido a sí mismos, a sus familias y a sus amigos a la sanación y al perdón. Los fundamentalistas nos quieren convencer de que son los guardianes de los fundamentos cristianos. No lo son. Son los guardianes de su propia posición, cultura y poder. Hay fundamentos cristianos, y muchos fundamentalistas respetan algunos y todos de esos fundamentos. Pero es la similitud con el cristianismo que hace que el fundamentalismo sea tan peligroso.
El fundamentalismo es una herejía cristiana. Es incompatible con la libertad de culto. Es incompatible con la democracia. El crecimiento del fundamentalismo es una amenza para la obra de Cristo, para la sociedad, para nuestro país y para nuestras libertades. Tenemos que esforzarnos en exponer los peligros del fundamentalismo.
Copyright © 2002 Steve Falkenberg
Extraído de What is Fundamentalism and Why is It So Dangerous?
EL SALTO DE LA REJA EN LA VIRGEN DEL ROCÍO
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