DIOS ANDA ENTRE PUNTOS Y COMAS
("¡YO SÉ QUE CONVIVIMOS...!")
EN PUNTOS SUSPENSIVOS, ENTRE SIGNOS DE EXCLAMACIÓN,
COMILAS Y PARÉNTESIS
En este sugestivo libro descubriremos, con admiración, cómo Dios –al que a veces colocamos entre paréntesis– nos enreda en el abrazo de una arroba y nos invita a ser protagonistas del guion que ha soñado para cada uno de nosotros. Un libro que nos interpela, por medio de los signos ortográficos, acerca de nuestra comunicación con Dios y con nuestros hermanos. Una comunicación que, gracias a la simbología del signo, descubrimos pautada con matices, silencios, susurros y puede que hasta con alguna subida de tono.
Los signos de la historia, aquí están leídos como signos ortográficos a partir de los qué y cómo escribir en comunión y en alegría compartida.
UN TECLADO CON CORAZÓN
Este es un libro desde la vida y para la vida. Afirmación que cae de su peso por pura lógica. Trataré de explicarme. Dedicar 240 páginas a hablar de los signos ortográficos puede parecer pérdida de tiempo, cosas banales, tan cotidianas que no suscitan interés y sí, a mí también me pasó cuando tuve el libro en las manos.
Pero la primera sorpresa que tuve fue al leer el título completo: “Dios anda entre puntos y comas”. Ah! Entonces esos signos cobran vida y valor distintos. O sea que ese trabajo que hacemos todos los días, las muchas horas que pasamos tecleando, están traspasadas de Dios, juega al escondite con nuestros dedos y nos hace un guiño con cada signo de ortografía y alguno también numérico, y hay que rescatar el mérito porque sus autores se declaran fuertes defensores de las letras y aún así se han atrevido con el signo igual, por ejemplo.
Cada capítulo es un signo: coma, punto y coma, comillas, punto y seguido, barra inclinada, guión, arroba, asterisco, almohadilla … y es increíble el contenido que le han dado a cada uno de ellos, pero no explicado desde la ortografía, que también, sino con una hondura tal que refleja situaciones normales de la vida, de realidades existenciales, de hechos cotidianos que te dejan maravillada.
Hay signos más elegantes y otros más sencillos e insignificantes. Y con sus explicaciones y aplicaciones, quedan muy claras las diferencias. No todos los signos son ni significan lo mismo, ni mucho menos.
La coma, es esa puerta giratoria especial. Se citan ejemplos de frases y avisos muy graciosos según el lugar de la coma, la coma opcional y la coma obligatoria; los dos puntos y el arte del protocolo; admiración, exclamación, identidad y sorpresa, interrogación, apoteosis de asombro y esperanza. Y qué decir de los puntos suspensivos, esos que dejan la frase sin acabar y que despiertan las ganas de seguir escribiendo para completar la frase pero que también abonan nuestra imaginación y eso es precioso cuando se va leyendo; y como abogada de los mismos está Nuestra Señora quien puede ayudarnos a rumiar las cosas en el corazón con calma, sin prisa.
Hay zonas verdes, hay estrellas luminosas, hay encrucijadas con la almohadilla y hay un abrazo de vuelta y media con la arroba. Hay cifras curiosas: el Quijote tiene 960 signos de interrogación y 690 de admiración!!!. Existen en nuestra vida situaciones que metemos entre paréntesis, que quedan ahí pretendidamente encerradas, pero están presentes, no se puede ocultar. Y somos tan atrevidas que hasta Dios queremos ponerlo también dentro de ese signo.
No es ni intención citar todos los signos ni mucho menos explicar cada uno de ellos, con el rigor y la enseñanza que se desprenden de la originalidad de sus autores. Más bien quiero animar a entrar en ese teclado, a detener el ritmo de nuestros dedos y a dejar resonar en el corazón lo que cada signo nos va evocando.
Después de acabar la lectura ya mis horas de teclado han cobrado otro color; la velocidad no ha disminuido pero soy más consciente de lo que tocan mis dedo y en cada signo vuelvo a pasar por el corazón su significado.
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