¿También vosotros queréis marcharos?
SANTOS SÁNCHEZ, MANUEL
Este libro contiene las charlas para unos Ejercicios espirituales de seis días de duración, centrados en la búsqueda de sentido de la vida y en el seguimiento de Jesús y la fidelidad a él. Las reflexiones, accesibles a cualquier cristiano deseoso de seguir a Jesús, desarrollan temas como la identidad del cristiano, el reino de Dios, la alegría, el sufrimiento, el amor, la oración, la esperanza y la postura cristiana ante Dios, ante las personas y ante uno mismo. Con estos ejercicios se pretende traer a la memoria a Cristo Jesús, su persona, sus palabras, sus indicaciones, para vivir con intensidad el presente y el futuro y dar respuesta a Jesús que nos interpela:
"¿También vosotros queréis marcharos?".
Jesús Espeja hizo una interpretación del libro desde un doble enfoque: el enfoque de actualidad, que sin duda tiene un libro que se pregunta por el sentido de la vida, que hace las grandes preguntas del hombre actual, y el enfoque desde el carisma dominicano, cuya clave, afirmó, «es la encarnación: unir lo divino y lo humano». Destacó el teólogo, autor de Meditación sobre la Iglesia, que Manuel Santos parte en su libro «del aquí: ¿Cómo tengo que realizarme humanamente desde aquí, desde mi realidad?», y da respuesta a esa pregunta en la vinculación vital con Jesús, pues «la identidad cristiana es un encuentro personal con el maestro, con Jesús». Con un Jesús, añadió, que «no es un aerolito, sino la experiencia, la presencia de Dios en la humanidad».
«La identidad cristiana es un encuentro personal con el maestro, con Jesús». Con un Jesús, añadió, que «no es un aerolito, sino la experiencia, la presencia de Dios en la humanidad».
Tomás de Aquino dijo que la Encarnación es la esencia del cristianismo.
Timothy Radcliffe: El gran problema de Europa es la falta de sentido.
¿Qué es el sentido? Las primeras preguntas que nos hacemos no son sobre Dios sino sobre nosotros: ¿Quién es el ser humano? ¿Qué hace en la Tierra? ¿Tiene o no tiene sentido la vida humana? Por tanto el tema es el sentido de la vida.
La identidad cristiana es un encuentro personal con Jesús
fray Jesús Espeja
fray Jesús Espeja
Jesús de Nazaret es la mejor noticia de todos los tiempos
por fray Manuel Santos
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El desierto de la falta de sentido
Así, pues, ser predicador significa vivir la vida a la intemperie. Tenemos que participar en cierto modo del Éxodo de la Palabra de Dios, que sale del Padre para asumir todo lo humano. A veces este Éxodo puede llevarnos al desierto, sin un camino aparente hacia la Tierra Prometida. Podemos ser como Job que se sienta sobre un montón de estiércol y proclama que su Redentor vive. Sólo que a veces nos limitamos simplemente a sentarnos en un montón de estiércol. Si nos dejamos tocar por las dudas y creencias de nuestros contemporáneos, podemos encontrarnos en un desierto donde el Evangelio no tiene ya sentido alguno. "Ha vallado mi ruta" (Job 19, 8).
La crisis fundamental de nuestra sociedad es quizá una crisis de sentido. La violencia, la corrupción y la drogadicción son síntomas de una enfermedad más profunda, que es el hambre de un sentido para nuestra existencia humana. Para hacernos predicadores, Dios puede llevarnos a ese desierto. Y allí colapsarán nuestras antiguas certezas, y el Dios que hemos conocido y amado desaparecerá. Y entonces quizá tengamos que participar en la noche oscura de Getsemaní, cuando todo parece absurdo y sin sentido, y el Padre parece estar ausente. Y, sin embargo, sólo si nos dejamos llevar allí, donde nada tiene ya sentido, podremos oír la palabra de gracia que Dios ofrece a nuestro tiempo:
"La gracia se hace presente cuando pasamos, a través de la desesperación, a una afirmación de alabanza".
De frente al vacío, podemos caer en la tentación de querer llenarlo con tópicos creídos a medias, con sustitutos del Dio vivo. El fundamentalismo que vemos tan frecuentemente hoy en la Iglesia es quizá la reacción asustada de quienes estuvieron al borde de ese desierto pero no se atrevieron a soportarlo. El desierto es un lugar de silencio aterrador, que podemos intentar ahogar repitiendo viejas fórmulas con una terrible sinceridad. Pero el Señor nos lleva al desierto para mostrarnos su gloria. Por eso dice el Maestro Eckhart: "Manténte firme y no vaciles en tu vacuidad".
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