EL Rincón de Yanka: TRASCENDENCIA

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martes, 29 de octubre de 2024

MÚSICA E INSPIRACIÓN: VIDA SECRETA DE LOS GRANDES MAESTROS: 🎶CONVERSACIONES TRASCENDENTES CON BRAHMS, PUCCINI, STRAUSS Y OTROS GENIOS por ARTHUR M. ABELL


VIDA SECRETA DE LOS 
 GRANDES MAESTROS
🎶
Conversaciones trascendentales 
con Brahms, Puccini, Strauss y otros genios

El libro «Vida secreta de los grandes maestros” de Arthur M. Abell nos habla de la capacidad de conectar con una fuerza espiritual superior a la hora de componer y estar inspirados los grandes músicos del siglo XIX cómo Brahms, Puccini, Strauss o Wagner.
«Los compositores somos proyectores del infinito en lo finito»

¿Qué inspira la creatividad?

Entre los años 1890 y 1917, Arthur M. Abell entabló conversaciones largas y sinceras con los mejores compositores de su época: Johannes Brahms, Giacomo Puccini, Richard Strauss, Engelbert Humperdinck (hablando sobre Wagner), Max Bruch y Edvard Grieg, sobre lo intelectual, lo psíquico y espiritual de sus grandes esfuerzos creativos. El resultado es una obra maestra donde se revelan la agonía, los triunfos y la religiosidad inherente a la mente creativa.
Los seis compositores acordaron explorar con Abell sus pensamientos más íntimos sobre la psicología del proceso creativo. Sin embargo, Brahms insistió en que sus divulgaciones no se publicaran hasta cincuenta años después de su muerte, porque, dijo, «no encontraré mi verdadero lugar en la historia musical hasta al menos medio siglo después de que me haya ido».

Esta obra es un homenaje a la inspiración creativa, y brilla por su ingenio, sinceridad, humor y, sobre todo, por dar a conocer la genialidad de los compositores más apreciados de todos los tiempos.
El proceso creativo es una mezcla de técnica, entendimiento, fuerza de voluntad, don de la imaginación, fantasía, determinación, deseo ardiente. Y por muy buena que sea la ejecución, no habrá ninguna composición que perdure si no tiene inspiración. Cuando viene, la inspiración es de tal sutileza y finura (como un fuego fatuo) que escapa a casi toda clasificación.

La inspiración es un despertar, una activación de todas las facultades humanas. El gran secreto de todos los genios creadores se encuentra en el hecho de que poseen la fuerza de apropiarse de la belleza, riqueza, grandeza y excelsitud que hay dentro de su alma y, al mismo tiempo, de comunicar tal riqueza a los demás. En este libro, Arthur M. Abell recoge el testimonio de seis importantes figuras de la música occidental —Brahms, Strauss, Puccini, Humperdinck, Bruch y Grieg— en relación con sus experiencias espirituales, psíquicas y mentales en el momento del impulso creador. Además, nos invita a conocer el contexto cultural europeo de principios del siglo xx a partir de la experiencia vital de sus protagonistas.

Arthur M. Abell, músico y periodista norteamericano, entrevistó entre 1890 y 1917 a varios grandes compositores sobre la psicología del proceso creativo, conversaciones de las que escribió un libro publicado cincuenta años después, en 1947, por expreso deseo de Brahms y que ahora recupera la editorial Luciérnaga.

Abell mantuvo una larga conversación con Brahms en 1896 sobre la creatividad gracias a la intermediación de un amigo íntimo del músico, Joseph Joachim, y que fue transcrita por un taquígrafo bilingüe de la embajada estadounidense en Viena.
“Toda inspiración verdadera emana de una fuerza espiritual que es Dios, y que los psicólogos modernos llaman el subconsciente, una experiencia que pocas personas pueden sentir y es por ello que hay tan pocos grandes compositores”, según Brahms.
Para el músico austriaco, “cuando voy a componer atraigo hacia mí el creador y primero le formuló las tres preguntas más importantes relativas a nuestra vida en este mundo: desde dónde, por qué y hacia dónde”.
“Inmediatamente noto vibraciones que me estremecen y que es el poder iluminador del Espíritu y, en este estado de exaltación, distingo con claridad lo que está oscuro en mi interior. Después me siento capaz de sacar inspiración de ello, como hizo Beethoven”.

El compositor lo explica como un entrar en un estado ensoñación similar a un trance, un momento en el que las ideas emergen con tal fuerza y rapidez que le es imposible retener todas, ya que llegan como flashes instantáneos y desaparecen rápidamente a no ser que las haya plasmado en un papel.

Wagner coincide con Brahms en que componer es captar “una energía universal que conecta el alma humana con la fuerza suprema del universo, de la que todos formamos parte”.
El compositor alemán decía que había descubierto que este poder transmitido por el espíritu no se manifestaba a través de la fuerza de la voluntad, sino de la imaginación y la fantasía. 
“A través del ojo de mi mente, veo visiones muy concretas de los personajes de mis dramas musicales”, explicó.
También él entraba en un estado de trance, “que es el requisito para cualquier intento creativo. Siento que me fundo con esta fuerza, que es omnisciente, y que puedo recurrir a ella con mis capacidades como única limitación”.

Strauss dijo a Abell que componer es un procedimiento que no es fácil de explicar y la inspiración es algo “tan sutil, tan tenue, que casi desafía definirla. Cuando estoy inspirado, tengo visiones muy persuasivas y claras que me envuelven y siento que estoy bebiendo de la fuente de energía infinita y eterna de la que todas las cosas proceden. La religión lo denomina Dios.”

Según Puccini, la inspiración es algo tan intangible, “que no puedo definirla. Me llega cuando me llega, pero no sé expresarlo con palabras. Por experiencia sé que cuando compongo es porque una influencia sobrenatural permite que reciba las verdades divinas y que las pueda comunicar al público a través de mis óperas”.

En lo que también coinciden todos es en el trabajo y la necesidad de evitar distracciones y ruidos. Para Brahms, “mis composiciones no son solo el fruto de la inspiración sino también de una dedicación laboriosa y minuciosa” y Puccini trabajaba de noche porque decía que durante el día había demasiado ruido en su casa.

Brahms y Joachim hablan de la inspiración 

Una tarde, Johannes Brahms y Joseph Joachim se sentaron en el estudio de la casa del famoso compositor de Viena para hablar de la fuente de inspiración en los grandes genios de la creación. Era finales del otoño de 1896 y el encuentro había sido concertado por el famoso violinista como un favor especial para mí, estando él también muy interesado en mi intención de escribir un libro sobre la genialidad y la inspiración. 

Yo estaba totalmente hechizado porque el tema siempre me había fascinado, y el lugar del encuentro no podía ser mejor, pues estábamos en una habitación en la que habían nacido muchas de las obras inmortales de Brahms. Sin la cooperación de Joachim, nunca habría logrado convencer a Brahms para que me revelara sus secretos acerca de cómo componía, inspirado con la fuerza de su alma e iluminado por el espíritu del Todopoderoso. 

En los repetidos empeños míos por convencerle, me di cuenta de que escondía algún tipo de tema sagrado y que no quería hablar de ello. De hecho, al inicio de la conversación esa tarde, Brahms le dijo a Joachim: 

—Joseph, todavía no he olvidado que tú y Clara Schumann a menudo me habíais hecho preguntas similares a aquellas con las que el señor Abell ha estado incordiándome los últimos cuatro años, y que siempre he rehusado contarte mi experiencia interior al componer. Es un tema del que no me apetece nada hablar, pero dado que Clara falleció el mes de mayo pasado, he empezado a ver las cosas de forma distinta. De hecho, siento que mi muerte se está acercando velozmente. Al final, quizá en el futuro pueda tener algo de interés saber cómo el espíritu habla cuando tengo la urgencia de crear. Por ello, te revelaré ahora mi proceso intelectual, físico y espiritual al componer. Beethoven declaró que sus ideas procedían de Dios, y yo puedo decir lo mismo. ¿Qué opinión tienes sobre la valía del libro que el señor Abell quiere escribir, Joseph? 

—Johannes, no hay duda de su valía. Tal libro, basado en tus propias experiencias, puede tener una incidencia cultural inmensa, no solo para el mundo de la música, sino para cualquiera que esté interesado en grandes valores estéticos. La inspiración pertenece a todos los genios creadores, desde poetas, pintores, escultores y dramaturgos hasta los compositores. 
¿No te gustaría leer con todo lujo de detalle el proceso espiritual de Mozart, Bach y Beethoven si nos hubieran dejado dicha crónica? 
—Por supuesto que sí, Joseph, y es una pena que lo poco que haya de ellos sea tan escaso. Entonces ¿crees realmente que merece la pena que mi propio proceso espiritual esté registrado en un libro? 

—Esta es una pregunta extraña, Johannes. Cuarenta y tres años antes, cuando solo tenías veinte años y estabas en el umbral de tu carrera, Schumann dijo que tú eras el nuevo mesías musical, y treinta y cinco años después, en 1888, nada menos que Hans von Bülow te comparó con Bach y Beethoven. A través de tu ego espiritual vibran armonías celestiales; estás dejando a la humanidad una herencia incalculable, Johannes, y el mundo musical se enriquecerá inmensamente si dejas testimonio de cómo el Espíritu te emociona cuando estás creando tus obras maestras. 
—Muy bien [es sei denn]. Os contaré a ti y a tu joven amigo cómo es mi método para comunicar con el infinito, para inspirarme ideas procedentes de Dios. Beethoven, que es mi modelo, lo conocía muy bien.

Brahms toma a Beethoven como guía 

—Beethoven siempre ha sido mi modelo. Las pocas cosas que sabemos acerca de cómo se inspiraba a través del Gran Creador han sido de una ayuda incalculable para mí. Bach y Mozart también son grandes fuentes de inspiración, pero la atracción de Beethoven es más universal. 

En ese momento, Brahms se giró hacia Joachim y dijo: 

—Joseph, háblale al señor Abell acerca de Beethoven y Schuppanzigh. 

A lo que Joachim me contó la siguiente historia: 

—Cuando era un niño estudié violín aquí, en Viena, durante tres años con Joseph Böhm, que también era el profesor de Ernst. Viví en casa de Böhm, y frau Böhm siempre supervisaba mi práctica. Con frecuencia se hospedaba en esta casa tan acogedora un violinista muy mayor que se llamaba Grünberg, que había tocado durante muchos años en la orquesta de Beethoven. Grünberg contó que, durante el primer ensayo de una nueva obra, Schuppanzigh, el concertino, se quejaba a Beethoven de que había una parte que estaba tan mal compuesta para la mano izquierda que resultaba casi imposible tocarla. A lo que Beethoven le respondió chillando: 

«Cuando compuse este pasaje, era plenamente consciente de estar siendo inspirado por Dios Todopoderoso. ¿Crees que puedo tener en cuenta tu violinito cuando Él me está hablando?». 
El violinista anciano citó las propias palabras de Beethoven con un gran entusiasmo y me impresionó profundamente. —Igual que yo, cuando cuentas esta historia, Joseph —exclamó Brahms—. Beethoven se sentía como yo cuando compuse el concierto para violín. 
¿Recuerdas cómo toda la comunidad de violinistas se escandalizó y Hellmesberger declaró que «el concierto de Brahms no está escrito para, sino contra el violín»? 
—Por supuesto que lo recuerdo, Johannes, y también recuerdo cómo Hellmesberger predijo que rápidamente caería en el olvido porque era intocable. 
—Beethoven hizo declaraciones similares —prosiguió Brahms—, en particular, a Bettina von Arnim en 1810. A esta mujer remar cable le confesó que era consciente de estar más cerca de su Creador de lo que estaban otros compositores. Declaró: 

«Sé que estoy más cerca de Dios que el resto de los compositores. Me acerco a él sin temor». Esta es una afirmación extraordinaria del mejor de los compositores, y corrobora lo que dijo Jesucristo, embebido de la presencia de Dios, en Juan 14, 10: «Las palabras que yo les digo no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí es el que hace las obras». Jesús proclamó una gran verdad cuando dijo esto, y cuando estoy en mi punto álgido componiendo, también siento un poder superior que trabaja a través de mí. Es interesante remarcar que estas palabras de Beethoven, expresadas ciento cuarenta y cinco años atrás, todavía se citan de vez en cuando. Por ejemplo, Ernest Newman, el destacado musicólogo inglés, las menciona en un artículo sobre Beethoven que apareció en The Atlantic Monthly, en marzo de 1953. 

Cómo Brahms contactó con Dios 

—Señor Brahms, ¿cómo contacta con la Omnipotencia? —le pregunté—. 
La mayoría de la gente la siente bastante distante. 

—Esta es una gran pregunta —contestó Brahms—. No se puede hacer con fuerza de voluntad, con un deseo que se busca a través de la conciencia, que es un producto de la evolución del reinado de lo físico y que desaparece con la muerte. Solo puede alcanzarse con el poder del alma, con el ego auténtico que sobrevive a la muerte del cuerpo. Este poder es inalcanzable para la conciencia, a no ser que esté iluminada por el Espíritu. Además, Jesús nos enseñó que Dios es el Espíritu, y también dijo: «Yo y el Padre somos uno» (Juan 10, 30). 

«Darse cuenta de que se es uno con el Creador, como hizo Beethoven, es una experiencia maravillosa e impresionante. Pocas personas pueden sentir esto, y es por ello que hay tan pocos grandes compositores o genios. Siempre pienso en eso antes de empezar a componer. 
Es el primer paso. Cuando siento la necesidad, empiezo atrayendo hacia a mí al Creador, y primero le formulo las tres preguntas más importantes relativas a nuestra vida en este mundo: desde dónde, por qué y hacia dónde. »Inmediatamente noto vibraciones que me estremecen —prosiguió Brahms—. 
Es el poder iluminador del Espíritu y, en este estado de exaltación, distingo con claridad lo que está oscuro en mi interior. Después me siento capaz de sacar inspiración de ello, como hizo Beethoven. Por encima de todo, en esos momentos me doy cuenta de la extraordinaria importancia de la mayor revelación de Jesús: 

“Yo y el Padre somos uno”. Estas vibraciones toman la forma de distintas imágenes mentales tras haber formulado mi deseo y escoger lo que quiero (en concreto, inspirarme para componer algo que eleve y beneficie a la humanidad): algo con un valor imperecedero. 

»De inmediato empiezan a brotar ideas de mí, directamente dictadas por Dios, y no solo puedo distinguir melodías con el ojo de mi mente, sino que toman formas específicas, armonías y orquestaciones. Poco a poco, se me va revelando el producto final en un estado de inspiración, como los que tuvo Tartini cuando compuso su mejor obra, la sonata El trino del diablo. Debo mantenerme en un estado de semitrance para alcanzar tales resultados; un estado en el que la conciencia está temporalmente en suspensión y el subconsciente toma el control, dado que es a través de este, que forma parte de la Omnipotencia, que llega la inspiración. Sin embargo, tengo que ser cuidadoso y no perder la consciencia, porque en tal caso las ideas se desvanecen. 

Brahms toma a Mozart como modelo 

—Este es el modo en el que Mozart componía. Una vez le preguntaron cuál era su proceso para componer, y respondió: «Es geht bei mir zu wie in einem schönen, starken Traume» [‘Mi proceso es como un sueño vívido’]. »Después prosiguió describiendo cómo las ideas, vestidas con la puesta en escena adecuada, se iban construyendo a través de él, gual que lo hacen conmigo. Por supuesto que es indispensable que un compositor domine las técnicas de composición, la teoría, la armonía, el contrapunto, la instrumentación…, pero cualquier persona puede hacer esto con su correcta aplicación. Sin embargo, tengo que decir que dominar la orquesta en la forma en que lo hace mi joven amigo Richard Strauss requiere una habilidad excepcional. Acuérdate de lo que te estoy diciendo, Joseph, llegará lejos. —Sigue, Johannes —dijo Joachim—. 

Estoy fascinado con tus revelaciones. Para mí es tan nuevo como lo es para el señor Abell. Por favor, sigue contándonos cómo el Espíritu trabaja a través de ti para componer obras. 
—El Espíritu es la luz de mi alma —prosiguió Brahms—. El Espíritu es universal. El Espíritu es la energía creativa del cosmos. El alma del hombre no es consciente de su poder hasta que el Espíritu la ilumina. De este modo, para crecer y evolucionar, el hombre tiene que aprender a usar y a desarrollar la fuerza de su propia alma. Todos los genios creadores lo hacen, aunque algunos son más conscientes del proceso que otros. 

—Por ejemplo —interviene Joachim—, aquellos genios tan dotados, como Shakespeare, Milton y Beethoven, que fueron conscientes de que eran inspirados y que dejaron información sobre ello. Joachim hablaba el inglés casi tan bien como el alemán. Tenía un marcado acento de Oxford y una pronunciación fantástica. Su inglés era majestuoso, y su voz profunda impresionaba bastante. Poseía un gran conocimiento de los poetas británicos y, durante esa maravillosa tarde, citó varios versos de Milton, Wordsworth y Tennyson que ilustraban el tema que se estuviera hablando (primero a mí en inglés y, después, traducidos al alemán para Brahms). Es más, señaló que la «superalma» de Emerson había aportado un maravilloso análisis del alma del hombre, de ese poder omnisciente con el que Brahms conectaba tanto. Estaba tan impresionado con todos los conocimientos y la amplitud de vista de Joachim que le dije: 
—Profesor Joachim, ¿dónde obtuvo tal grado de dominio del inglés y tantos conocimientos acerca de la literatura inglesa?

A lo que me respondió: 
—Cuando era joven y estaba estudiando en la Universidad de Gotinga, hice una asignatura dedicada a ello. Mi profesor era inglés, graduado en la Universidad de Oxford, y de él adquirí el acento. Es más, he pasado mucho tiempo en Inglaterra. He tocado allí cada temporada durante cuarenta años. Cuando Mendelssohn me introdujo en Londres, en 1844, toqué el concierto de Beethoven con la orquesta filarmónica bajo su dirección, y experimenté amor por esa ciudad y por su idioma. Siempre he sido fiel a este sentimiento. 

Brahms y la invocación de la musa 

Brahms tenía un modo desconcertante de dar la vuelta a la conversación de forma abrupta, y su siguiente pregunta me cogió totalmente desprevenido. 

—¿Alguna vez ha leído la Odisea o la Eneida? 
—Sí, he estudiado tres años de griego y cuatro de latín, y he leído ambas obras en su idioma original. —Muy bien. Cíteme la primera línea de la Odisea. 
—«Háblame, musa, del varón de gran ingenio». 
—¿Qué significa para usted? ¿Cómo lo interpreta? ¿Qué pensaban sus compañeros de clase cuando leían a Homero? 
—Puesto que la musa griega era una entidad imaginaria que no existía realmente, pensábamos que era una mera forma poética de expresión. No le atribuíamos ningún significado especial. —¿Y sigue pensando igual? 
—Sí. De hecho, no he pensado en ello desde que hice el examen de admisión en Yale, en 1889. —Bueno, con esta declaración acaba de demostrar una profunda ignorancia acerca de la gran ley de la sugestión. Esta invocación a la musa expresa una realidad psicológica suprema, y Homero y Virgilio eran conscientes de ella. Sentían cómo les llegaba ayuda desde una entidad superior, una entidad externa a ellos mismos, cuando componían sus grandes obras épicas. En otras palabras, sentían cómo les llegaba la inspiración, como me pasa a mí cuando compongo y como le pasaba a Beethoven. 

Por supuesto que eran paganos; tenían muchos dioses y no habían alcanzado el grado de espiritualidad al que llegaron los antiguos profetas hebreos en el Antiguo Testamento cuando se dieron cuenta de que solo existía un Dios. La idea que se había sostenido de un dios monoteísta por parte de estos genios espirituales ancestrales fue uno de los grandes hitos de la historia de la humanidad, y créeme, Joseph, siempre reflexiono sobre este hecho antes de empezar a componer. 

Resulta más inspirador y estimulante pensar en estas cosas antes de entrar en un estado de trance a través del que llega la inspiración. »Como he dicho antes, cuando entro en un estado de ensoñación es como si estuviese en trance, entre estar despierto y dormido; estoy consciente, pero al borde de perder la consciencia, y en esos momentos es cuando llega la inspiración. Toda inspiración verdadera emana de Dios, y Él se revela a sí mismo ante nosotros a través de esta chispa divina (a través de lo que los psicólogos modernos llaman el subconsciente). En ese momento, Joachim dijo: 

—Siempre me ha parecido, Johannes, que el término subconsciente [Unterbewustein] es una apelación inadecuada para tal poder omnipotente. 
¿Qué piensas? —Estoy bastante de acuerdo contigo, Joseph. Es un término muy inapropiado para algo perteneciente a la divinidad. Superconsciencia sería un término más adecuado, pero la mejor respuesta a tu pregunta se halla en el versículo 11 del capítulo 14 del Evangelio de san Juan, en el que nada menos que a través de una autoridad como Jesús, Él dijo: «El Padre está en mí y yo en el Padre». 

—¿Crees que Jesús quería decir que ese poder omnipotente que él denominaba Padre está en todos nosotros, y que cualquier compositor puede entrar en ese estado de ensoñación que describes y crear obras inmortales como las que tú has hecho? 
—El propio Jesús responde a esta pregunta en el mismo capítulo. En el versículo 10, dice: «El Padre que mora en mí es el que hace las obras». Y, en el versículo 12 del mismo capítulo, añade:

«El que en mí cree, las obras que yo hago las hará también». 

Esta es una de las declaraciones más trascendentales de Jesús, y una que la Iglesia ortodoxa ignora. Entonces, girándose hacia mí, preguntó: 

—¿Alguna vez ha oído en misa este texto? 

El Brahms religioso, pero no ortodoxo 

—Nunca antes lo había pensado, habiendo crecido con la Iglesia ortodoxa —contesté—. Pero ahora que lo pienso debo confesar que nunca he escuchado un sermón basado en el texto de Juan 14, 12. 
—Y nunca lo hará —contestó Brahms—, porque es una gran contradicción con Juan 3, 16, que es la piedra angular sobre la que la Iglesia ortodoxa se ha construido. 
La importancia de ese versículo es que son las propias palabras de Jesús y no las de los evangelistas o las del apóstol Pablo de Tarso. Recuerde esto, amigo mío. En ese momento, Joachim interrumpió la conversación y dijo: 

—Me encanta verte, Johannes, hablando de nuevo de esas cuestiones cruciales de las que tanto habíamos hablado hace años en Hannover. Tus observaciones perspicaces me apartaron de las creencias ortodoxas y, desde entonces, he abrazado la fe cristiana. Luego, girándose hacia mí, prosiguió: 

—Como ve, señor Abell, crecí en la fe judía ortodoxa. Cuando era un niño, ni siquiera se me permitía leer el Nuevo Testamento. Pero después me convencí de que las enseñanzas de Jesús eran más elevadas y más universales para ser aplicadas a las necesidades de la humanidad que la antigua doctrina judía, así que me bauticé y me uní a la Iglesia cristiana ortodoxa. Sin embargo, nunca me he atrevido a decírselo a mi padre porque es un judío ortodoxo muy estricto y se habría horrorizado si hubiera descubierto la verdad. 

Pero, más adelante, encontré algunas cosas en las creencias y dogmas de la Iglesia cristiana ortodoxa con las que no estoy de acuerdo, como Juan 3, 16, y fue un gran alivio descubrir que mi amigo Brahms compartía mis reparos. Nunca pude interiorizar la idea de que Jesús es el «Hijo unigénito» de Dios, como se declara en Juan 3, 16. Este es el motivo por el que Johannes —en ese momento Joachim se giró hacia Brahms— ha citado el versículo 14, 12 del Evangelio de san Juan, que se contradice con el versículo 3, 16, pero no debemos olvidar que las del 14, 12 son las propias palabras de Dios, mientras que las del 3, 16 son las del evangelista. 

Esta es una enorme diferencia. »Pero, por favor, sigue y cuéntale al señor Abell tus razones para creer que el gran Nazareno proclamó una verdad profunda cuando dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago las hará también, y hará otras todavía más grandes”. 
Entonces, me giré hacia Brahms y le pregunté: 

—Pero, señor Brahms, ¿qué tiene que ver la divinidad de Jesús con cómo se inspira cuando compone? 
—Tiene todo que ver, mi joven amigo, como verá si tiene un poco de paciencia. Todas estas cosas de las que estamos hablando mantienen una estrecha relación con lo que desea saber acerca de mi proceso mental, físico y espiritual cuando compongo. 
El poder desde el cual se inspiraron grandes compositores como Mozart, Schubert, Bach y Beethoven es el mismo poder que hizo posible que Jesús obrara sus milagros. Lo llamamos Dios, Omnipotencia, Divinidad, Creador, etc. Schubert lo llamó die Allmacht, pero, como bien preguntó Shakespeare: 

«¿Qué hay en un nombre?». «Es el poder que ha creado nuestra Tierra y todo el universo, incluyéndonos a usted y a mí, y este nazareno “intoxicado de Dios” nos enseñó que podemos apropiarnos de este poder para construirnos a nosotros mismos, aquí mismo y ahora, y también aprender de la vida eterna. 

Brahms cita a Mateo 7, 7  

—Jesús es muy explícito con esto al decir: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». No se echarían a perder tantos intentos de componer buena música si se entendieran mejor estas palabras. Pero volvamos a Juan 14, 12. En ese instante, Brahms me sorprendió con una pregunta inesperada: 

—¿Alguna vez ha escuchado el prestigioso sermón de Dwight Moody? 
—Sí, vino a mi ciudad natal, Norwich, en 1886, con Ira Sankey, el tenor, que viajó con él a todas partes y cantó los himnos. Predicó su sermón cada noche durante una semana en la iglesia Broadway, en Norwich. 
—Bueno, debe provocar bastante revuelo, por lo que he leído en los periódicos de Viena. Él cree, según tengo entendido, que Jesús era el mismo Dios en forma humana, ¿verdad? 
—Sí, es lo que en Estados Unidos llamamos un fundamentalista; eso es que se cree, literalmente, todo lo que dice la Biblia. 
—Bueno, si lo que cree fuera verdad, los milagros de Jesús no tendrían nada de extraordinario, puesto que Él habría sido la gran excepción y no podríamos ni llegar a soñar en imitarlo. Pero, si lo que nos enseñó en Juan 14, 12 es verdad, hay mucha esperanza para nosotros. De acuerdo con las palabras de Jesús, él no era en este caso una excepción, sino el gran ejemplo para que nosotros lo imitáramos. —Entonces, ¿no cree que Jesús fuera el hijo de Dios? 
—Por supuesto que creo que era el hijo de Dios; todos lo somos, ya que no podemos haber salido de ninguna otra parte. Sin embargo, la gran diferencia entre Él y nosotros, mortales ordinarios, radica en que Él se apropió de más divinidad que el resto de nosotros. Entonces Joachim exclamó: 
—Johannes, estoy encantado de oírte decir el término apropiarse, porque me recuerda a un poema de solo dos estrofas que un autor británico famoso, Bulwer-Lytton, me dio en Londres, en 1853. Pasó mucho tiempo en la India y tenía un don especial para el misticismo, como revelaba en sus novelas.

Cómo Lao-Tse se apropia de la divinidad 

—En la India, Bulwer-Lytton conoció a un anciano monje budista que estaba totalmente entregado a la sabiduría tradicional oriental, y del que aprendió muchas «verdades eternas», en palabras del autor. Una de ellas forma parte de este poema pequeño, cuya traducción al inglés me dio. Dijo que su autor probablemente era Lao-Tse, el filósofo chino y fundador de la antigua religión taoísta. Voy a citar las palabras de Bulwer-Lytton tal y como las recibió del monje budista: Lao-Tse, que vivió en el año 500 a. C., era un hombre más importante que Confucio, pero no tan famoso. 

El confucianismo no es una religión, es un sistema ético que proporciona normas de conducta para nuestro mundo. En muchos aspectos es maravilloso, porque nos enseña a ser honestos, igual que hizo Jesús. Sin embargo, no hay ninguna mención a Dios o al Más Allá. Por otro lado, Lao-Tse era un hombre muy religioso. Creía firmemente en la vida después de la muerte y en el poder benevolente omnipotente del que nos podemos beneficiar todos nosotros para avanzar en la vida. Denominaba a este poder Espíritu, como Jesús haría quinientos años después, cuando declaró que «no podemos definir el Espíritu, pero podemos apropiarnos de él». 

—¡Eso es! —dijo Brahms—. Cuando compongo, siempre siento que me estoy apropiando del mismo Espíritu al que Jesús tanto se refiere. 
—¿Cuál es su proceso al apropiarse de él? —pregunté—. Debe de poseer una actitud especial hacia este poder, pero me gustaría saber cómo contacta con él. 
—En primer lugar, sé que este poder existe. No te lo puedes apropiar si no crees que este poder es una entidad viva real, y cuya fuente es nuestro propio ser. Esto no lo puedes saber desde tu mente consciente, que es un producto de la evolución en el reino de lo material. Solo se puede percibir con el eterno y real ego, el poder del alma.

Entonces Joachim intervino: 
—Johannes, antes de que nos digas nada más acerca de cómo contactas con este poder, deja que cite esas dos estrofas que proporcionan la fórmula de cómo Lao-Tse se apropió de él quinientos años antes de Cristo. Y, por cierto, Bulwer-Lytton me dijo que algunos investigadores creyeron que era un poema de origen hindú, otros que era de origen egipcio, y otros incluso lo atribuyeron a Zoroastro. Dice: 

La afirmación del yo 

Todo lo que necesitas está cerca de ti, 
Dios te provee de todo, 
confía, ten fe y escúchate, 
atrévete a afirmar tu yo. 

El poder está en ti, 
guíate por la luz de tu ojo. 
Nada puede derrotarte 
si te has atrevido a afirmar tu yo. 

—¡Espléndido! —exclamó Brahms—. 
Qué fórmula tan concisa y breve, y cómo se mantiene igual en el propio precepto que Jesús reveló a través del discurso de Dios, en el que encontramos siete súplicas, todas ellas una afirmación. Siempre me ha parecido que una afirmación es mucho más efectiva que una mera petición para atraer la inspiración cuando se está componiendo. En ese momento, Brahms se dirigió al piano y tocó tres fuertes acordes en do mayor, mientras exclamaba: 
—¡Esto es lo que opino de este poema!


VER+:



Giacomo Puccini cuando le preguntaban acerca de cómo había compuesto “La Bohème” o “Madama Butterfly” decía que “soy el obrero del todopoderoso. Es la conciencia primera la que me da nota por nota, campo por campo en el pentagrama, para que lo transmita a la humanidad”.
Y esto lo dijo no solo Puccini. También Brahms, Strauss, Griek, Beethoven, Mozart, Händel.
Arthur M. Abell, periodista norteamericano, entrevistó a músicos de renombre y todos llegaban a la misma conclusión. Que hay una conciencia interior a través de una conciencia primera y es la que les inspira a componer estas obras.

Platicando Con Johannes Bra... by Mafalda Mo


viernes, 21 de junio de 2024

EL CAMINO DE SANTIAGO ES MUCHO MÁS QUE UNA RUTA DE PEREGRINACIÓN: ES UN VIAJE TIEMPO ESPACIAL EN COMUNIÓN TRASCENDENTE CON LA HISTORIA INICIÁTICA DE NUESTROS EPÍGONOS PEREGRINOS


El  Camino  de   Santiago:  
Una  ruta  que  va  más allá  
de  una  simple  caminata
 
En el corazón de Europa se despliega una red de senderos que atraviesa múltiples países, convergiendo todos en un mismo destino: Santiago de Compostela, en el noroeste de España. Esta ruta, conocida universalmente como el Camino de Santiago, ha sido durante siglos no solo un camino físico, sino también una travesía espiritual y emocional, entrelazada con leyendas, misterios y una profunda historia.
 
La historia del Camino de Santiago comienza alrededor del siglo IX, cuando se descubren los restos que pertenecen al Apóstol Santiago en Galicia, España. Este descubrimiento transformó rápidamente a la región en un punto de peregrinación cristiana de gran relevancia, a la altura de Jerusalén y Roma. Desde entonces, millones de personas de todo el mundo han recorrido estos caminos, cada una con sus propios motivos: espiritualidad, penitencia, aventura o incluso como una forma de encontrar respuestas a las preguntas fundamentales de la vida.
 
El Camino no es una sola ruta, sino un entramado de caminos. Entre ellos, el más famoso es el Camino Francés, que se extiende por casi 800 kilómetros desde Saint-Jean-Pied-de-Port, en Francia, hasta Santiago de Compostela. Pero también hay otros, como el Camino del Norte, la Vía de la Plata, el Camino Portugués, y muchos más, cada uno impregnado de su propia historia y leyendas.
 
A lo largo de estas rutas, los peregrinos atraviesan paisajes que son una mezcla de belleza natural e historia viva. Desde las majestuosas montañas de los Pirineos, pasando por los vastos campos de Castilla y León, hasta llegar a los verdes valles de Galicia, el Camino ofrece una diversidad geográfica asombrosa.
Además, los caminos están salpicados de monumentos históricos, como iglesias, monasterios y catedrales, muchos de los cuales datan de la Edad Media.
Pero el Camino de Santiago es mucho más que un recorrido histórico-cultural. Es un crisol de experiencias humanas. 
 
Los peregrinos, conocidos como "jacobeos", provienen de todos los rincones del mundo, cada uno con historias únicas. En el Camino, las diferencias sociales y culturales se desvanecen, creando un sentido de camaradería y comunidad entre los viajeros. Muchos relatan cómo esta experiencia les ha cambiado la vida, proporcionándoles claridad, paz interior y un sentido de conexión con algo más grande que ellos mismos.
 
Asimismo, el Camino está impregnado de misticismo y leyendas. Desde historias de milagros realizados por el Apóstol Santiago, pasando por relatos de fantasmas y apariciones, hasta leyendas de tesoros ocultos y seres míticos que habitan en los bosques y montañas del camino. Estas historias, transmitidas de generación en generación, añaden una capa de misterio y encanto a la peregrinación.
 
En resumen, el Camino de Santiago es mucho más que una simple ruta de peregrinación. Es un viaje que atraviesa el tiempo y el espacio, conectando a las personas no solo con la historia y la cultura, sino también con sus propias almas y con los demás. Es una experiencia que desafía el cuerpo, enriquece el espíritu y transforma la vida, envuelta en el misterio de leyendas y la belleza de un camino que ha sido recorrido por los pies de muchísimas personas a lo largo de los siglos.
 

“FOOTPRINTS IN THE SAND”

HUELLAS EN LA ARENA

Caminaste conmigo,

dejando huellas en la arena

y me ayudaste a entender a donde voy.

Caminaste conmigo,

cuando estaba completamente sola

con tantas cosas que no conozco y encuentro a lo largo del camino.

Entonces te oí decir:


Te prometo

que siempre estaré aquí

cuando tu corazón esté lleno de dolor y desesperación.

Te guiaré

cuando necesites un amigo

encontrarás mis huellas en la arena.


Veo mi vida cruzando el cielo

y me he sentido asustada muchas veces

y cuando creí que había perdido mi camino

me diste fuerzas para continuar,

fue entonces cuando te escuché decir

Te prometo

que siempre estaré aquí

cuando tu corazón esté lleno de dolor y desesperación.

Te guiaré

cuando necesites un amigo

encontrarás mis huellas en la arena.


Cuando estoy agotada

sé que estarás ahí

porque puedo sentirte diciendo.

Te prometo

que siempre estaré aquí

cuando tu corazón esté lleno de dolor y desesperación.

Te guiaré

cuando necesites un amigo

encontrarás mis huellas en la arena.


ORACIÓN DEL PEREGRINO
A SU LLEGADA A SANTIAGO


Aunque hubiera recorrido todos los caminos,Cruzado montañas y valles desde Oriente hasta Occidente, si no he descubierto la libertad de ser yo mismo no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera compartido todos mis bienes con gentes de otra lengua y cultura, hecho amistad con peregrinos de mil senderos o compartido albergue con santos y príncipes, si no soy capaz de perdonar mañana a mi vecino, no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera cargado mi mochila de principio a fin y esperado por cada peregrino necesitado de ánimo, o cedido mi cama a quien llegó después, y regalado mi botellín de agua a cambio de nada, si de regreso a mi casa y mi trabajo no soy capaz de crear fraternidad y poner alegría , paz y unidad, no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera tenido comida y agua cada día, y disfrutado de techo y ducha todas las noches , o hubiera sido bien atendido de mis heridas si no he descubierto en todo ello el amor de Dios, no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera visto todos los monumentos y contemplando las mejores puestas de sol; Aunque hubiera aprendido un saludo en cada idioma, o probado el agua limpia de todas las fuentes, si no he descubierto quién es el autor de tanta belleza gratuita y tanta paz no he llegado a ningún sitio.

Si a partir de hoy no sigo caminando en tus caminos buscando y viviendo según lo aprendido; Si a partir de hoy no veo en cada persona , amigo y enemigo , un compañero de camino; Si a partir de hoy no reconozco a Dios , el Dios de Jesús de Nazaret, como el único Dios de mi vida no he llegado a ningún sitio.

 
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CAMINOS DE SANTIAGO

viernes, 7 de junio de 2024

LIBRO "EL OCTAVO DÍA" por EL PADRE AARON YOSEF COHEN TAPIERO 🔯🕂

Editado en memoria de: Shaúl Hakodes (San Pablo). “Porque yo recibí del Señor lo que os trasmití (…)” (1 Corintios 11, 23-27). “Cada primer día de la semana (...)” (1 Corintios 16,2; Hechos 20, 7-11). “El primer día tendréis una asamblea santa y el septimo día tendréis otra asamblea santa. En esos días no haréis trabajo alguno, salvo la comida para cada uno” (Shemó Éxodo 12, 16 “El día octavo tendréis reunión sagrada (…) El primer día será de descanso total e igualmente el octavo” (Yavikra. Levítico, 23, 36-44; cf. Yochanan Juan 20,26).
INTRODUCCIÓN
¡El Octavo Día o el Primer Día¡… se decía y se enseñaba que sólo parecía escrito en el Brit Hakhadashá (Nuevo Testamento), y hoy vemos que en el Tanak (Antiguo Testamento) se destacaba el primer día de la semana o el Octavo Día como un día especial que se manifestaría en el Nuevo Pacto, es decir, fue y sigue siendo Fiesta Bíblica de capital importancia. 
Veamos cuando el Eterno nos habla del primer día u octavo día en el Tanak (Antiguo Pacto): 
 
1. Un nuevo primer día para la creación, cuando el Eterno dijo que se hiciera la Luz “Y llamó Di-s a la luz día, y a la oscuridad la llamó Di-s noche. Y atardeció y amaneció: día primero” (Bereshit. Génesis 1,5). Por lo tanto, la primera Génesis comenzó un domingo. 
 
2. Shabat y Yom Ha’Adon (domingo) deben ser celebrados. “El primer día tendréis una asamblea santa y el séptimo día tendréis otra asamblea santa. En esos días no haréis trabajo alguno, salvo la comida para cada uno” (Shemó Éxodo 12, 16; cf. Devarin Deuteronomio 16,4). 
 
3. También el Eterno mandó que santificáramos como día de descanso cada Octavo Día. “El día octavo Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel” (Yavikra. Levítico 9,1; cf. Yochanan Juan 20,26).
 
4. Del séptimo al día octavo, que era de ciertos sacrificios “El día séptimo,… El día octavo,…Al octavo día.” (Yavikra. Levítico 14, 09.10.23; 15, 14.29; Bamidvar. Números 6,10) 
 
5. El octavo día será también día de reposo “shabbat”. “Durante siete días ofrecerás manjares abrasados a Yahvéh. El día octavo tendréis reunión sagrada (…) El primer día será de descanso total e igualmente el octavo” (Yavikra. Levítico, 23, 36-44; cf. Yochanan Juan 20,26). 
 
6. El día octavo será reunió solemne. “El día octavo será para vosotros de reunión solemne; no haréis ningún trabajo servil” (Bamidvar. Números 29,35; Nehemías 8,18; cf. Yochanan Juan 20,26)

7. El día primero. “El día primero de mes prepararás el habitáculo y el tabernáculo de la reunión,… El día primero del año segundo fue alzado el tabernáculo.” (Shemó Éxodo 40,2.12) 
 
8. Shavuot. Fiesta de las Semanas. Empieza un Domingo y termina un Domingo día de Pentecostés o Shavuot. “A partir del día siguiente al sábado, (…) Contaréis cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo sábado” (cf. Lev. 23,15). Este día fue entregada la Toráh. Shemó Éxodo 19,16 dice: “Al tercer día por la mañana…”, es decir, la Toráh fue entrega al tercer día que era octavo día o primer día (Domingo); y Yeshúa resucitó al tercer día es decir, EL Octavo día o primer Día de la semana (Domingo). Por eso que a Yeshúa se le llama la Toráh viviente, cf. Yochanan Juan 1,1. 
 
9. El octavo día era día de la circuncisión. “A los ocho días será circuncidado” (Bereshit. Génesis 17,12; 21,4; Yavikra. Levítico 12,3; Lucas 1,59; 2,21; Hechos 7,8; Filipenses 3,5). Quedó como memoria del Octavo día que el pueblo judío dejó de cumplir. 
 
El Día octavo o Primer día aparece en la Toráh o Pentateuco como Fiesta Bíblica de capital importancia instituida por el Eterno. Esto quiere decir, que los judíos mesiánicos están totalmente equivocados cuando buscan desacreditar a la Iglesia Católica respecto al Domingo (Yom Ha’Adon), como día del sol o día inventado por Constantino. El Día Domingo (Yom Ha’Adon), Día Octavo o Primer Día lo instituye el Eterno. Por tanto, se le denominaba octavo día debido a que era el día que seguía al séptimo. El séptimo era el Sábado, obviamente el día siguiente era Domingo, o primer día de la semana como se menciona en el Nuevo Pacto. Desde el principio el Eterno escogió el primer día de la semana, de manera que, mandó a construir la Tienda del encuentro y fue habitada por la presencia de Adonay ese mismo día (cf. Shemó Éxodo 40, 1-38). Entretanto, el Eterno estaba preparando este octavo día o primer día de la semana donde el Mashíaj lo sellaría con su sangre dando paso a su Resurrección. Hay un texto sobre la revelación del Arcangel Gabriel del siglo 1 A.C (2007), en donde el profesor de Estudios Bíblicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén e investigador senior en el Instituto Shalom Hartman, Israel Knohl demuestra que la idea de la muerte del Mesías y de su posterior resurrección a los tres días es anterior a la época de Jesús. 
 
Dice lo siguiente:
“Se identifica una idea judía no reconocida anteriormente: que la sangre del Mesías es necesaria para lograr la redención nacional. La idea de un torturado Mesías que es resucitado tres días después de su muerte fue adoptada por el judaísmo antes del nacimiento de Jesús. Las ideas principales existían en el judaísmo… El relato es muy parecido a lo que posteriormente narraría el Nuevo Testamento sobre la resurrección de Jesús”.
El Eterno Padre, tenía preparado para el Mashíaj el primer día de la semana, el octavo día es decir, el día domingo para su gloriosa Resurrección un siglo antes de su nacimiento. Aquí se restaura aquella fiesta bíblica dada por el Eterno al pueblo judío en la antigüedad; por este motivo los cristianos celebran el Día del Señor el día domingo (octavo día o primer día de la semana), por haber resucitado ese día, y así lo demuestran los textos bíblicos. Este día importante tuvo lugar el Sacrificio Eucarístico. 
 
Nuestro Señor Jesucristo instituye la Eucaristía aquella noche judía (1 Corintios 11, 23-27; Mt. 26, 26-29; Mc. 14, 22-25; Lc. 22, 14-20; 1 Cor 10, 16-17), y restaura el “Octavo Día” el cual los sacerdotes ofrecían sacrificios sobre el altar (Yavikra. Levítico 1,5), con toda la comunidad. Esta fiesta Bíblica dada por el Eterno que había sido olvidada por el pueblo de Israel ha sido restaurada por el mismo Yeshúa el primer día de la semana, el octavo día, día en que resucitó de entre los muertos. El primer día de la semana es un día de descanso, es decir, de Shabbat que debe ser celebrado: “El primer día tendréis una asamblea santa y el séptimo día tendréis otra asamblea santa. En esos días no haréis trabajo alguno, salvo la comida para cada uno” (Shemó Éxodo 12, 16). 
 
Aquí se cumple lo que profetizó el profeta Amós 9, 11-12: 
 
“Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída; reconstruiré sus ruinas, y la volveré a levantar”. 
 
De manera que, el octavo día es el día domingo en que el Eterno dijo por medio de Moshe (Moisés) en Yavikra. Levítico 9, 1-6: 
 
“El día octavo Moshé (Moisés) llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel (…) Esto es lo que ha mandado Yahvéh; hacedlo y se os mostrará la gloria de Yahvéh” 
 
Y dice la palabra que la gloria de Yahvéh se mostró a todo el pueblo, salió fuego de su presencia y consumió el holocausto (cf. Lv. 9,24). De igual manera, el sacerdote católico ofrece el sacrificio eucarístico que es el Cordero Inmolado (Yeshúa) al Eterno delante toda la asamblea o pueblo de Di-s y muestra su gloria por medio de su Espíritu Santo que es el fuego que consume; convierte el Pan y el Vino en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Santifica a toda la asamblea o comunidad. Probablemente Yeshúa le dijo a Pedro y a la comunidad, que el primer día de la semana que es el octavo día, fiesta bíblica de capital importancia que había sido olvidada y él la había restaurado al resucitar el día octavo. (cf. Mateo 28,1) Por eso vemos que los primeros cristianos empezaron a celebrar el sacrificio eucarístico cada octavo día o primer día de la semana.

PRIMER DÍA DE LA SEMANA 
O EL PRIMERO DE LOS SÁBADOS 
(MIA TON SABBATON )
 
Primeramente, quisiera recordarles que el día, según el calendario bíblico, inicia a la puesta del sol y termina a la puesta del sol del día siguiente, no como hoy día que es contado de acuerdo al calendario gregoriano, en el cual el día inicia después de las 12:00 de media noche. El primer día de la semana aparece ocho veces en la mayoría de las traducciones castellanas más usadas del Nuevo Pacto. Sin embargo, al mirar el texto griego algunos han cuestionado la integridad de la traducción “el primer día de la semana”, pensando que sería mejor traducir esta frase como “el primero de los sábados” o “el día sabático”. En el original griego aparece la palabra sabático (sabbaton o sabbatou,
en cada uno de los ocho pasajes traducidos como “primer día de la semana”. Por ejemplo, en el evangelio de Lucas 24, 1 se traduce esta frase del griego “mia ton sabbaton,

. Por lo tanto, (sabbaton o sabbatou), nunca se traduce como “el día sabático” en estos pasajes. ¿Por qué? Porque, así como los eruditos en griego declaran firmemente, en estos contextos se una esta palabra para denotar una “semana” (1)

Yeshúa nuestro Señor usó el término sabbatou en este sentido mientras enseñaba acerca del pecado de la auto-rectitud (Lucas 18,9-12). Obviamente Yeshúa no estaba diciendo que el fariseo se estaba jactando de ayunar dos veces el día sábado, sino dos veces a la semana
 
“Los judíos no tenían nombres para la semana, ellos los designaban con referencia a su día de reposo” (2) 
. En fin los judíos no tenían nombres para la semana:
 
Por consiguiente, mia ton sabbaton significa “el primer día con referencia al reposo”, el primer día después del reposo, o como diríamos según el castellano moderno, “el primer día de la semana”. 
 
El hebraísta John Lightfoot escribió un comentario sobre “El Nuevo Testamento el Talmud y la Hebraica”, en la cual expone acerca del método hebreo para contar los días de la semana. El registró en su libro lo siguiente: “Los judíos calculaban los días de la semana así; Un día (o el primer día) desde el reposo: dos días (o el segundo día) desde el reposo;” (3). Luego citó de dos tratados del Talmud, “El primer día desde el reposo acerca de una persona que robó un buey. Luego el juicio se realizó el siguiente día, el segundo día desde el reposo” (4). También Michael Rodkinson en su libro “El Talmud Babilónico” escribe con gran precisión: “El segundo día desde el reposo como lunes, el quinto día desde el reposo como jueves y el primer día desde el reposo como domingo” (5). 
 
Entre tanto, si leemos el pasaje de Marcos 16,2 y se tiene en cuenta el método judío de calcular los días se llega a entender adecuadamente el pasaje.

Pbro.: Aaron Yosef Cohen Tapiero

CAPÍTULO I 
 
DEL SÁBADO AL DOMINGO (Shabat y Yom Ha’Adon) 
 
(Shemó Éxodo 12, 16; Yavikra. Levítico 14,10.23; 23, 36-44; 
Bamidvar. Números 29,35; Nehemías 8,18) 
 
Yahvéh nos dice en las Sagradas Escrituras respecto al tercer mandamiento del decálogo: “Acuérdate de santificar el día del sábado (…) el día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor” (Shemó. Éxodo 20, 8; 31,15). Las Escrituras del pueblo judío (6) (Tanak o Antiguo Testamento) pone en relación el sábado con la obra creadora de Yahvéh (cf. Éx. 20,11). “El shabbat, el descanso religioso al que el hombre está llamado, es un eco del shabbat de Di-s después de los días de la creación. El séptimo día el Señor contempló con admiración y gozo la obra de sus manos. Toda la creación y el hombre, que era su cumbre quedaron como envueltos por esa amorosa: sintieron su calor, gozando como un niño con la sonrisa de su madre.” (7) La verdad espiritual del sábado bíblico se realiza en el domingo cristiano Yom Ha’Adon, día de la resurrección de Cristo, día de Adonai por excelencia, en el que la vida triunfó sobre la muerte sembrando la semilla de la nueva creación. 
 
Por tanto, la celebración del domingo anuncia ese acontecimiento. Para los creyentes no sólo responde al deber de la oración que en realidad debe florecer en todas las horas de la jornada durante toda la vida sino a una exigencia que podríamos definir de intimidad prolongada con el Señor. El domingo es el día reservado al encuentro especial del Padre con sus hijos es el momento de intimidad entre Cristo y la Iglesia su esposa. La obligación de participar en la misa dominical se comprende a la luz de esta experiencia espiritual y religiosa. Como siempre, lo que Di-s nos pide redunda en nuestro beneficio. La experiencia pone de manifiesto que la observancia del domingo, como día de oración y descanso = shabbat, comporta un efecto regenerador tonificante para la existencia humana, (cf. Yavikra. Levítico 23, 36-44; Bamidvar. Números 29,35; Nehemías 8,18).

A. LA PALABRA SÁBADO

La palabra “sábado” proviene del latín sábbatum, y a su vez del hebreo “Shabbat” תבש que significa “Descanso” (8). Por lo tanto, el sábado era el día de Descanso de la Creción (Bereshit. Génesis 2, 1-3). El Rabino Richard Gamboa, define: “La palabra SHABAT como tal significa “reposo, descanso”. También deriva de la palabra “sheva”, que significa “siete”. Esto, para hacer referencia de que es el séptimo día de la semana, el consagrado por el Eterno para el reposo. SHABAT siempre indica el séptimo día de la semana, que en latín se dice SABATTO, y pasó al castellano como SÁBADO.” El Papa Benedicto XVI, cuando era Cardenal Joseph Ratzinger, define el sábado en una predicación de cuaresma en el año 1981: “Sábado (Del latín bíblico sabbatum, este del griego
este del hebreo sabbat תבש, y este del acadio sabattum, descanso): 
 
1. Sexto día de la semana, séptimo de la semana litúrgica cristiana. 
 
2. Día santo para el judaísmo y alguna otra confesión religiosa.” 
 
De manera que, es en Cristo que se realiza plenamente el sentido espiritual del sábado, (descanso = Shabbat), así lo subraya san Gregorio Magno: 
 
“Nosotros consideramos como verdadero sábado la persona de nuestro Redentor, Nuestro Señor Jesucristo” (9)

Para el año 1993 del 28 de marzo, el Papa Juan Pablo II en la oración del ángelus dijo: 
 
“El shabbat, el descanso religioso al que el hombre está llamado, es un eco del shabbat de Di-s después de los días de la creación. (…) La verdad espiritual del sábado bíblico se realiza en el domingo cristiano, día de la resurrección de Cristo, día del Señor por excelencia, en el que la vida triunfó sobre la muerte sembrando la semilla de la nueva creación” 
 
Cinco años más tarde, el 12 de junio de 1998, el Papa Juan Pablo II en la oración del ángelus dijo lo siguiente: 
 
“El shabbat, el sábado bíblico, está vinculado con este misterio del descanso de Di-s. si los cristianos celebramos el día del Señor el domingo, es porque en este día tuvo lugar la resurrección de Cristo, que es el cumplimiento de la primera creación y el comienzo de la nueva creación. En Cristo resucitado se realiza plenamente el descanso de Di-s.”

B. LA PALABRA DOMINGO 
 
La palabra “Domingo” viene del latín “Dominus”, que quiere decir “Señor”, y a su vez del hebreo “Adonai” y del griego “Kyrios” (10). Los primeros cristianos llamaban al “Domingo”, “Yom Ha’Adon: Día del Señor, día de Adonai, el día de Kyrios” (Apocalipsis 1,10; cf. Hechos 20,7). Hoy día, en este mundo secularizado, ¿el cristianismo entiende realmente el domingo?. El Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 1166 dice lo siguiente: 
 
“La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón –día del Señor- o domingo (SC 106). El día de la Resurrección de Cristo es a la vez –primer día de la semana-, memorial del primer día de la creación, y el –octavo día- en que Cristo, tras su –reposo- del gran Sabbat, inaugura el Día –que hace el Señor-, el –día que no conoce ocaso- (Liturgia bizantina). El –banquete del Señor- (11) es su centro, porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles encuentra al Señor resucitado que los invita a su banquete (cf Jn 21,12; Lc 24,30)”.

Y más adelante en el numeral 2175 dice: 
 
“El domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede cronológimane cada semana, y cuya prescripción litúrgica remplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre en Di-s” (12) 
 
C. ¿QUÉ DÍA RESUCITÓ EL MESÍAS? 
 
Los primeros seguidores de Yeshúa, los judeos-cristianos y procélitos después de la Resurrección del Señor Jesús comenzaron a celebrar el día del Señor, como día de descanso, el primer día de la semana o día octavo, el primer día de la creación cuando Di-s dijo: “!Hágase la luz¡ y se hizo la luz; hubo tarde, hubo mañana: día primero” (Bereshit. Génesis 1), es decir, empezaron a santificar el domingo dando cumplimiento a la Toráh: Shemó Éxodo 12,16 y Yavikra Levítico 23, 36-44. Resucita el primer día, se aparece a los apóstoles y discípulos el primer día, y llega a partir el pan (Eucaristía – Fracción del pan) el primer día de la semana: 
 
1. “Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena…” (Marcos 16,2.9). 
 
2. “El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro (Lucas 24,1). 
 
3. “Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaus (…) y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando (Lucas 24, 13-35). 
 
4. “El primer día de la semana va María Magdallena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Al atardecer de aquel día, el primero de la semana (…) se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y le dijo: -la paz esté con ustedes- (shalom aleijem).” (Juan 20,1.19; cf. Lucas 24, 36-49)

5. “A los ocho días, vino Jesús y se puso en medio de ellos” (Juan 20,26). 
 
6. “Al llegar el día de Shavuot (Pentecostés), estaban todos reunidos en un mismo lugar”. (Hechos 2,1)(13) 
 
7. “El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan…” (Hechos 20,7). 
 
8. “El día primero de la semana, cada uno de ustedes deposite lo que haya podido ahorrar, de modo que no se hagan las colectas precisamente cuando llegue yo” (1Co 16,2). 
 
9. “Caí en éxtasis el día Señorial (día primero o domingo), y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta (shofar)…” (Apocalipsis 1,10). 
 
10. “La noche avanzó. El día está cerca. Dejemos las obras de la tinieblas y vistámonos de las armaduras de la luz” (Romanos 13,12). 
 
El domingo (Yon Ha`Adon) es una pascua semanal. En los primeros siglos hay que señalar que el octavo día era día laboral y que los judeo-cristianos tenían que hacer un esfuerzo para reunirse. Por eso lo hacían de noche, como vemos en Hechos de los Apóstoles 20,7. 
 
Entre tanto, Jesucristo “Yeshúa HaMashíaj” resucitó el primer día de la semana u octavo día, y no un sábado, como lo expresa el Evangelio en sus cuatros redacciones, según Mateo 28,1; Marcos 16,1; Lucas 24,1 y Juan 20,1: (14)
 
🔯 “Pasado el sábado (15), al alborear el primer día de la semana… (Mateo 28,1) 
 
🔯 “Pasado el sábado, (…) Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro” (Marcos 16,1) 
 
🔯 “El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas… (Lucas 24,1). 
 
🔯 “El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro…” (Juan 20,1).

El día Octavo, el día de la Resurrección del Mashíaj, los primeros seguidores de Yeshúa o del Nazareno (cf. Hch 24,5; Mt 2,24; Hch 26,9; 2,22; 3,6; 6,14; 22,8), celebraron ese gran acontecimiento, y lo siguieron celebrando cada octavo día, para recordar la resurrección del Señor; por que “Cristo, tras su reposo del gran shabbat inaugura el día que hace el Señor”, el primer día de la creación, el primer día que Adonai dijo: “Haya luz (Bereshit. Génesis 1,3), Cuando el eterno mandó a Moisés santificar el día octavo (Yavikra. Levítico 9,1) Y COMO DÍA DE SHABBAT, ES DECIR DESCANSO (Shemó Éxodo 12, 16; Yavikra. Levítico, 23, 36-44; Bamidvar. Números 29,35; Nehemías 8,18). De manera que, los primeros cristianos, los seguidores de Yeshúa empesaron a celebrar el día octavo como el “día del Señor, el día de Descanso, el día del Shabbat”. 
 
Debemos estar claros, que los primeros judeo-cristianos celebraban el shabbat y el primer día de la semana, el domingo. Ellos encontraban sentido al shabbat del sábado judío el primer día de la semana, es decir, el domingo u octavo día; por eso se reunían el día octavo para dar cumplimiento al shabbat en la persona del Mashíaj Resucitado cuando partían el pan: “El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía marchar al día siguiente, disertaba ante ellos y alargó la charla hasta la media noche (…) subió luego; partió el pan y comió” (Hechos 20, 7- 11). 
 
En “Discovery Channel” hay un documental que han transmitido varias veces donde se menciona que el cristianismo cambió el sábado por el domingo alrededor del año 363 de la era cristiana, haciendo creer a muchos espectadores que en los orígenes del cristianismo se celebraba el sábado solamente. También hay un movimiento denominado “judíos mesiánicos” que han tomado esta fecha para desacreditar a la Iglesia Católica respecto al domingo.

En el Concilio de Laodicea, en el año 363 decretó oficialmente el Domingo como día de descanso, el día del Señor, pero no que se cambió el sábado por el domingo, es decir, desde el principio ya se venía celebrando el primer día de la semana, el día domingo pero de manera ilegal ante la sociedad, y estaba prohibido por las autoridades imperiales; pero D-is ya lo había consagrado como día de descanso (Shabbat), Yavikra Levítico 23, 36-44. En el documento “Sacramentum Caritatis” de Benedicto XVI en su numeral 95 expresa lo siguiente: “A principios del s. IV, el culto cristiano estaba todavía prohibido por las autoridades imperiales. Algunos cristianos del Norte de África, que se sentían en la obligación de celebrar el día del Señor, desafiaron la prohibición. Fueron martirizados mientras declaraban que no les era posible vivir sin la Eucaristía, alimento del Señor” 
 
A principios del siglo II, el gobernador de Bitinia, Plinio el Joven, constatando la costumbre de los cristianos “de reunirse un día fijo antes de salir el sol y cantar juntos un himno a Cristo como a un Di-s” (16). Un autor oriental de principios del siglo III refiere que ya entonces en cada región los fieles santificaban regularmente el domingo (17). Citemos un poco a los Padre de la Iglesia del siglo I, II, III y IV de la era cristiana para certificar que la Eucaristía se empezó a celebrar el siguiente domingo después de la Resurrección del Mashíaj.

D. LOS PADRES APOSTÓLICOS 
 
Bajo esta denominación, que es del siglo XVII, se comprende a una serie de escritores cristianos del siglo I o de principios del II y algún otro relacionado con ellos, caracterizados por una especial proximidad a los Apóstoles. Es una cercanía en el tiempo, hasta el punto de que algunos llegaron a conocer a los Apóstoles personalmente, o a través de alguno de sus discípulos inmediatos, lo que les hace testigos privilegiados de la primera tradición.

Pero es una cercanía también en el fondo y en la forma de sus escritos, que recuerdan los del Nuevo Pacto; además, igual que éstos, no suelen ser tratados sistemáticos sino que obedecen a las necesidades concretas de unas determinadas comunidades, a unas situaciones específicas; quizás por eso nos dan informaciones aún más valiosas. 
 
Estos escritos proceden de áreas geográficamente alejadas, pertenecen a géneros diferentes y tratan de temas distintos. Siguiendo un orden que quieren ser cronológicos, y aunque la relación podría ser algo distinta, son: 
 
1. LA DIDAJÉ. Es fundamentalmente un conjunto de normas morales y de organización interna; posiblemente es del siglo I, aunque tal vez se incluya materiales de la primera mitad del siglo II; quizá su origen es sirio o palestino. La Didajé o Enseñanza de los Doce Apóstoles es uno de los escritos más venerables que nos ha legado la antigüedad cristiana. Baste decir que su composición se data en torno al año 70; casi contemporáneamente, por tanto, a algunos libros del Nuevo Pacto. El día del Señor: “En el día del Señor reuníos y romped el pan y haced la eucaristía, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Todo el que tenga disensión con su compañero, no se junte con vosotros hasta que no se hayan reconciliado, para que no sea profanado vuestro sacrificio. Este es el sacrificio puro: porque yo soy el gran Rey, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones” (Malaquía 1,11) y en el capítulo 14 de la Didajé dice: La Celebración del domingo: “Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.

2. SAN IGNACIO, obispo de Antioquia, discípulo de los Apóstoles, Padre de la Iglesia del siglo I, se conservan siete cartas; las escribió en su camino hacia Roma, a donde era llevado entre el año 107 – 110 (siglo I) para sufrir el martirio. Enseña: “Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por El y por su muerte” (S. Ignacio de Antioquia, Magn. 9,1). Es el primero en usar la palabra “Eucaristía” para referirse al Santísimo Sacramento (Esmir., c. VIII). San Ignacio utiliza la terminología joánica para enseñar sobre la Eucaristía, a la que llama “la carne de Cristo”, “Don de Di-s”, “la medicina de inmortalidad”. Llama a Jesús “pan de Di-s” que ha de ser comido en el altar, dentro de una única Iglesia. 
 
3. SAN POLICARPO, (70 – 155) ES UN SANTO DE LA Iglesia Católica y es considerado por ella como padre apostólico o conocedor en vida de algunos de los apóstoles. Fue discípulo de San Juan Evangelista. Fue obispo de la ciudad de Esmirna, siendo presuntamente consagrado por Juan el Evangelista (18) obispo de Esmirna, tenemos también una carta, relacionada con las anteriores, y escrita hacia el año 130 o algo después. Policarpo emprendió un viaje a Roma para aclarar ciertos puntos con el Papa San Aniceto, especialmente la cuestión de la fecha de la Pascua, porque las Iglesias de Asia diferían de las otras en este particular. Como Aniceto no pudiese convencer a Policarpo ni éste a aquél, convinieron en que ambos conservarían sus propias costumbres y permanecerían unidos por la caridad. Para mostrar su respeto por San Policarpo, Aniceto le pidió que celebrara la Eucaristía en su Iglesia. A esto se reduce todo lo que sabemos sobre San Policarpo, antes de su martirio. 
 
4. EPISTOLA DE BERNABÉ (Carta de un judío cristiano que data aproximadamente – 138 de la era cristiana, siglo II), es de un autor desconocido, quizá de Alejandría. En este escrito, entre otras cosa afirman: Cristo estaba ya presente cuando Di-s creó el mundo, y se encarnó para poder padecer; en el bautismo, Di-s adopta al hombre como hijo, imprime su imagen en su alma, y le transforma en templo del Espíritu Santo; en lugar del sábado se celebra el domingo, en que resucitó Cristo. Bernabé cita el Antiguo Pacto, que no se puede tachar de “antisemita”:

“Vuestros novilunios y vuestros sábados no los aguanto. Mirad cómo dice: No me son aceptos vuestros sábados de ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos” (Epístola de Bernabé 15,8).

La vida del niño está protegida por la ley de Di-s ya desde el seño de su madre; finalmente el autor cree también en el milenio. 
 
5. SAN JUSTINO, (100? – 165. Siglo II). Aquí encontramos las grandes líneas del desarrollo de la celebración eucarística. He aquí que el santo escribe, hacia el año 155, para explicar al emperador pagano Antonio Pío (138 – 161) lo que hacen los cristianos: 
 
“Nos reunimos todos el llamado día del sol (el domingo) porque es el primer día de la semana, después del sábado judío, en que Di-s, sacando la materia de las tinieblas creó el mundo; y ese mismo día Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos” (Justino Mártir, Apologético 1,67). 
Mario Javier Saban, investigador e historiador de las raíces judías del cristianismo y del pasado judío de las familias tradicionales argentinas; ha escrito otra obra: EL JUDAÍSMO DE SAN PABLO. En este escrito, Mario Saban expresa que hasta el año 150 de la era cristiana se celebraba en toda la cristiandad el sábado y no el domingo o primer día de la semana. Con el respeto de este investigador ilustre, esta obra “El Sábado hebreo en el cristianismo” al colocarla frente a los testimonios evangélicos, Hechos de los Apóstoles, Cartas Apostólicas, Didajé, Padres Apostólicos (…); este estudio de Mario Saban cae abajo, es decir, pierde valor. Este libro está compuesto por citas aisladas del Nuevo Testamento, sobre todo Hechos de los Apóstoles y Romanos. Por ejemplo, Mario Saban, citando Hechos de los Apóstoles dice que Pablo acudía a la sinagoga el día sábado cosa que es cierta. Pero no dice el porqué iba a la sinagoga, y no a la misma sino a diferentes en cada ciudad y región. Si quieren saber porqué Pablo acudía a la sinagoga el día sábado, lea el texto completo y citas aisladas, y descubrirán que lo hacía para que los judíos se convirtieran a Cristo. Y cuando no aceptaban a Cristo, los abandonaba y acudía a otra sinagoga. Hasta que al final, decidió no visitar más a las sinagogas porque no querían convertirse a Cristo.
6. SAN IRENEO DE LIÓN, (135 – 202. Siglo II), Ireneo fue discípulo de Policarpo, a su vez discípulo del propio Apóstol Juan: 
 
“Ya no mandarás guardar un día de descanso al que todos los días observa el sábado, es decir, al que rinde culto a Dis en el templo de Di-s que es cuerpo del hombre y practica siempre la justicia” (Ireneo de Lión, Demostración de la predicación Apostólica 96). 
 
7. TERTULIANO. (155 – 225. Siglo II) mártir, tiene que explicar a sus detractores que los primitivos cristianos no celebran el domingo porque sea el día del culto al sol de los paganos (como el sábado lo es de culto a Saturno), sino porque es el día de la resurrección de Jesús: 
 
“(…) y asimismo, si nos damos a la alegría el día del sol (el domingo), por razón muy distinta que la de tributar culto al sol, seguimos en ello a los que designan el día de Saturno (el sábado) a comer y descansar, sin seguir por ello la costumbre judía que desconocen (de guardar el Shabbat) (…)” (Tertuliano, Apoligético. Cap. XVI). 
 
8. HIPÓLITO DE ROMA. (SIGLO III), LA Eucaristía se desarrollaba en el marco de la ordenación de un obispo al ser consagrado obispo, es saludado con el ósculo de la paz, presentan la oblación a los diáconos quienes imponen las manos sobre la ofrenda. 
 
9. EN EL ESCRITO DE PEREGRINACIÓN DE ETERIA (SIGLO IV), No se halla desarrollada una descripción de la Eucaristía, sino que solamente es mencionada con el nombre de “Santa Misa” (26,1, 27.9).

Esto es un indicativo que muestra que antes del año 363 o del siglo IV en toda la cristiandad se celebraba la Eucaristía, la Cena del Señor, el día domingo u octavo día pero no oficialmente. La Biblia nos enseña que el domingo, el día del Señor ya se venía celebrando en toda la cristiandad exactamente desde el “Domingo” después del “Domingo” de Resurrección:

🔯 “El primer día de la semana (19), estando nosotros reunidos para la fracción del pan…” (Hch 20,7). 
 
🔯 “Los primeros días de la semana, cada uno de ustedes deposite lo que haya podido ahorrar, de modo que no hagan las colectas precisamente cuando llegue yo” (1 Co 16,2). 
 
Con esta firme convicción, queda bien claro que fueron los primeros judeocristianos los seguidores de Yeshúa, los que cambiaron esta costumbre de celebrar el “domingo”, el día del Señor, en vez del sábado. No fue cambiado en el año 363 por las autoridades de la Iglesia Católica o por Constantino, como muchos piensas. Los invito a escudriñar la Escrituras del Nuevo Pacto, para que redescubran la predicación primitiva: “Jesús ha resucitado”. Por ende, sucede un giro copernicano después de la resurrección de Yeshúa: del sábado al domingo (Shabbat y Yom Ha`Adon). 
 
Dice la Biblia que después que el Mesías Resucitó, los judíos no cristianos seguían celebrando como de costumbre el sábado como el “día de descanso”, el “día de shabbat”, y por este motivo vemos que san Pablo acudía a las sinagogas a predicarles los días sábados para que se convirtieran a Cristo, que es cuando se reunían. El sábado los judíos debían reunirse en la sinagoga y predicar el descanso prescrito por la Ley. (Hch 13,27). En algunas comunidades se podía ver como la observancia del sábado coexistía con la celebración dominical. Hoy día los Hebreos Católicos de Tradición Hebrea observan el sábado coexistiendo con la celebración Eucarística.

a. Pablo y Bernabé
“partiendo de Perge, llegaron a Antioquia de Pasidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento (…) Pablo se levantó, hizo señal con la mano y dijo (…) Al salir les rogaban que les hablasen sobre estas cosas el siguiente sábado (…) El sábado siguiente se congregó casi toda la ciudad (…) Los judíos, al ver la multitud, se llenaron de envidia y contradecían con blasfemias cuanto Pablo decía. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con valentía: -Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la palabra de Dios; pero ya que la rechazáis (…) nos volveremos a los gentiles” (Hch 13,14ss). b. Pablo y Silas. “Nos embarcamos en Triade y fuimos derechos a Samotracia, al día siguiente a Neápolis; de allí a Filipos (…) en esta ciudad nos detuvimos algunos días. El día sábado salimos fuera de la puerta (…) donde suponíamos que habría un lugar de oración. (Hch 16,13ss) 
c. “Atravesando Anfípolis y Apolonia llegaron a Tesalónica, donde los judíos tenían una sinagoga. Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos basándose en las Escrituras, explicando y probando que Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos (…) algunos de ellos se convirtieron y se unieron a Pablo y Silas (Hch 17,2ss).  
d. “Después de esto se ausentó de Atenas y llegó a Corinto. Se encontró con un judío llamado Áquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia, con su mujer Priscila, (…) Todos los sábados discutía en la sinagoga, y se esforzaba por convencer a los judíos y griegos (…) Como ellos se opusiesen y profiriesen blasfemias, sacudió sus vestidos… (Hch 18,4ss).

Por tanto. Podemos ver que los primeros judeo-cristianos y prosélitos convertidos a Cristo celebraban el día de descanso (día de Shabbat) el primer día de la semana, el domingo, el día del Señor (1 Co 16,2; Hch 20,7).

Pablo cuando visitaba las sinagogas judías anunciaba a Jesucristo Resucitado como tema central de su predicación. La Resurrección de Cristo tuvo lugar el primer día de la semana, el día domingo, el octavo día. También el Magisterio de la Iglesia Católica ha dicho que el domingo es el día de descanso, es decir, día de shabbat: 
“A propósito de las diversas dimensiones del domingo para los cristianos: es dies Domini, con referencia a la obra de la creación; dies Christi como día de la nueva creación y del don del Espíritu Santo que hace el Señor Resucitado; díes Eccleasiae como día en que la comunidad cristiana se congrega para la celebración; dies hominis como día de alegría, descanso (shabbat) y caridad fraterna. En efecto, los cristianos, en cierta relación con el sentido del sábado en la tradición judía, han considerado el día del Señor también como el día del descanso (shabbat) del trabajo cotidiano” (cf. Yavikra. Levítico 23, 36-44; Bamidvar. Números 29,35; Nehemías 8,18) (20). De manera que, los cristianos vivimos el precepto de Yahvéh nuestro Dios de guardar el shabbat que quiere decir descanso, el día octavo. En el libro del profeta Isaías en los capítulos 56, 58 y 66, Yahvéh dice que hay que guardar el sábado, que en hebreo dice “shabbat” que quiere decir “descanso”. Leamos estos tres textos, fijando el “descanso” o “shabbat” el día que resucitó Cristo, es decir, el domingo, y descubriremos que en Cristo está el definitivo “descanso sabático” que habla Hebreos 4,9:
🔯 “dichoso el mortal que tal haga, el hombre que persevere en ello, guardándose de profanar el shabbat = descanso, (Recordemos que el Eterno dijo que tanto el sábado como el domingo son días de descanso de Shabbat, Yavikra. Levítico 23, 36-44), guardando su mano de hacer lo malo (…) a todo aquel que guarda el shabbat = descanso sin profanarlo y a los que se mantienen firmes en mi alianza, yo les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi Casa de oración (…) Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos” (Isaías 56, 1-7) 
 
🔯 “si apartas del shabbat = descanso tu pie, de hacer tu negocio en día santo, y llamas al shabbat = descanso “Delicia”, al día santo de Yahvéh “Honorable”, y lo honras evitando tus viajes, no buscando tu interés ni tratando asuntos, entonces te deleitarás en Yahvéh, y no te heré cabalgar sobre los altozanos de la tierra. Te alimentaré con la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Yahvéh ha hablado.” (Isaías 58, 13-14). 
 
🔯 “Así pues, de luna en luna nueva y de shabbat en shabbat = descanso en descanso, vendrá todo el mundo a prosternarse ante mí –dice Yahvéh.” (Isaías 66,23). 
 
Así que, de domingo en domingo tenemos nuestro descanso en Yeshúa HaMashíaj, es decir, en Jesús el Mesías, y es en la Iglesia Católica por ser universal es que viene todo el mundo a postrarse ante la presencia del Mesías, el rey de Israel y las Naciones. En conclusión: El día octavo como lo expresa el libro del Levítico, es nuestra “Delicia, día santo de Yahvéh en Yeshúa HaMashíaj”. Es ese día que el Eterno muestra su gloria al Resucitar a su Hijo que se inmolo por nosotros para salvarnos de nuestros pecados. El día octavo o domingo es un precepto dado por Yahvéh a su pueblo (cf. Yavikra. Levítico 9,1).

CAPÍTULO II

EL DEFINITIVO “DECANSO SABÁTICO” (HEBREOS 4,9)

El documento “Dies Domini” del Santo Padre Juan Pablo II de feliz memoria en su numeral 8 expresa lo siguiente: 
“En el Nuevo Testamento recibe una nueva luz, la del definitivo “descanso sabático” (Hebreo 4,9) en el que Cristo mismo entró con su resurrección y en el que está llamado a entrar el pueblo de Di-s, perseverando en su actitud de obediencia filiar (cf. Hb 4,3-16). Es necesario, pues, releer la gran página de la creación y profundizar en la teología del “sábado”, para entrar en la plena comprensión del domingo”. 
La Carta a los Hebreos, habla de que queda “un descanso sabático para el pueblo de Di-s” (Hb 3,12-4,11), es decir, el definitivo “descanso sabático”. En muchos círculos cristianos de hoy día, se glorían en decir, que no tienen nada que ver con el judaísmo y siguen proclamando a un Jesús “griego”, a un Jesús “romano”; recordemos lo que dice el Rabino Shaul o San Pablo, que nos nutrimos del buen olivo (cf. Romanos 11). Y la declaración “Nostra Aetate” dice, que compartimos un gran patrimonio espiritual con el judaísmo (21) y no está demás decir que, Juan Pablo II de feliz memoria expresó que: 
 
“Jesús es judío y lo será para siempre” (22) 
 
Antes de la promulgación de la Declaración Nostra Aetate, se había “enseñado la total incompatibilidad entre la fe en Cristo Jesús y la cultura de Israel, pero se olvidó que el mismo Mesías había enseñado que El no había venido a abolir la Torá y los Profetas sino a perfeccionarlos (Mateo 5,17-19). Sólo hasta hace unas décadas con los esfuerzos de las comunidades hebreo-católicas antecesoras, es que la Iglesia ha dado importancia a que los católicos de origen judío trabajen en la preservación de sus tradiciones, releyéndolas a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia” (23)

Por consiguiente, el Rabino Richard Gamboa, dice que, “los católicos de tradición hebrea, al igual que todos los demás hermanos bautizados, recibimos el Día del Señor el primer día de la semana, conforme a la Tradición Apostólica. Nuestra particularidad consiste en que nosotros ensendemos las velas del Shabbat, decimos el Kidush sobre el vino, tenemos comidas especiales y estamos alegres junto con nuestra familia y comunitarios el sábado al caer la tarde. Es decir, hacemos, en honor de la Resurrección de Cristo Jesús, exactamente lo que nuestros ancestros han hecho por milenios” (Hechos 20,7; S. Justino, Apol. 1, 67; Catecismo 2174-2188). El documento de la Pontificia Comisión Bíblica, “El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana” en su numeral 50 dice lo siguiente: 
 
“Como calendario litúrgico se mantiene el judío (salvo para las comunidades paulinas de cristianos procedentes de las naciones paganas: (Gál 4,10; Col 2,16), pero el sábado empesó a ser sustituido por el primer día de la semana (Hch 20,7; 1Cor 16,2) llamado día “dominical” o “del Señor” (Ap 1, 10), es decir día del Señor resucitado. Los cristianos, al principio, continuaron frecuentando el oficio del Templo (Hch 3,1), que sirvió como punto de partida para la liturgia cristiana de las horas.” (24) 
 
Más adelante expresa el texto, en la Carta a los Hebreos que se reconoce cierta validez ritual antiguo, pero que Cristo el Sumo Sacerdote es la ofrenda eficaz. Debemos recordar lo que dijo Yeshúa: “No crean ustedes que yo he venido a abolir la Ley o los profetas; he venido a darle su pleno valor” (Mt 5,17) 
 
“La Carta a los Hebreos reconoce cierta validez ritual al culto sacrificial antiguo (Hch 9,13) y un valor de prefiguración de la ofrenda de Cristo (9, 18-23), pero, tomando el relevo a la crítica expresada por los Profetas y los Salmos, niega a las inmolaciones de animales toda eficacia para la purificación de las conciencias y para el establecimiento de una relación profunda con Di-s. El único sacrificio plenamente eficaz es la ofrenda personal y existencial de Cristo, ofrenda que hizo de él el Sumo Sacerdote perfecto, mediador de una alianza nueva. Mediante esta ofrenda, los cristianos pueden acercarse a Di -s (Hch 10, 19-22) en acción de gracias y practicando la generosidad (13, 15-16). El apóstol Pablo hablaba ya en este sentido (Rom 12, 1-2)” (25)

En la Carta Apostólica Dies Domini del Santo Padre Juan Pablo II de feliz memoria en su numeral 23 expresa lo siguiente: 
 
“No han faltado sectores de la cristiandad en los que el sábado y el domingo se han observado como dos días hermanos…” (26) 
 
Más adelante dice el texto en su numeral 59, que el Domingo es la realización perfecta, plena del “Shabbat” que tiene su culmen en Cristo, es decir, el definitivo “descanso sabático” termina en Cristo: 
 
“El domingo, pues, más que una –sustitución- del sábado, es su realización perfecta, y en cierto modo su expiación y su expresión más plena, en el camino de la historia de la salvación, que tiene su culmen en Cristo” 
 
San Gregorio Magno a dicho: “Nosotros consideramos como verdadero sábado la persona de nuestro Redentor, Nuestro Señor Jesucristo” (27) 
 
De manera que, la Iglesia puede vivir el “Shabbat” bíblico sin perjudicar el carácter cristiano del domingo: 
 
“En esta perspectiva, la teología bíblica del “Shabbat”, sin perjudicar el carácter cristiano del domingo, puede ser recuperada plenamente… En efecto, el continuo retorno del “Shabbat” aparta el tiempo del riesgo de encerrarse en sí mismo, para que quede abierto al horizonte de lo eterno, mediante la acogida de Di-s y de su kairoi, es decir, de los tiempos de su gracia y de sus intervenciones salvíficas” (28)

El evangelio según San Marcos dice: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27). Oponiéndose a la interpretación demasiado legalista de algunos contemporáneos suyos, y desarrollando el auténtico sentido del sábado bíblico, Jesús, “Señor del Sábado” (Mc 2,28), orienta la observancia de este día hacia su carácter liberador, junto con la salvaguardia de los derechos de Dios y de los derechos del hombre. Así se entiende por qué los cristianos, anunciadores de la liberación realizada por la sangre de Cristo, se sintieran autorizados a trasladar el sentido del sábado al día de la resurrección. En efecto, la Pascua de Cristo ha liberado al hombre de una esclavitud mucho más radical de la que pesaba sobre un pueblo oprimido. 
 
De manera que, el día octavo es el día del “definitivo descanso sabático” (Hch 4,9), para confesar que “Jesús es el Señor” (Fil 2,11; 1Co 12,3). Yeshúa al declararse “ Señor del Sábado”, está afirmando no sólo su autoridad sobre Moisés, que mandó santificar el sábado, sino su dominio sobre el sábado que le confiere además un título divino, por eso los fariseos querían matarlo. Por eso, justifica que sus discípulos hagan algo que está prohibido en sábado y que él mismo realice curaciones en sábado. Con estas acciones, Yeshúa, está provocando a sus oponentes para hacerles comprender que en él está cumpliéndose el Reino de Di-s. 
 
El domingo es el día en que los cristianos confesamos la divinidad y el señorío de Yeshúa HaMashíaj (Jesús el Mesías); en ese día (el primer día de la semana) Tomás confesó su divinidad y señorío: “Señor mío y Di-s mío” (Jn 20, 26-28). El Papa Juan Pablo II dice en la Carta “Dies Domini”:

“En el Nuevo Testamento recibe una nueva luz, la del definitivo –descanso sabático- (Hb 4,9) en el que Cristo mismo entró con su resurrección y en el que está llamado a entrar el pueblo de Dios, perseverando en su actitud de obediencia filiar (cf. Hb 4,3-16)” (29)

Los Hebreos Católicos celebran el “Shabbat” a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia como lo ha expresado claramente los documentos. Esta “luz nueva” la del definitivo “descanso sabático” termina en Cristo resucitado, es decir, un “Shabbat sin el octavo día o la Eucaristía es un “shabbat” muerto, por que todo termina en Cristo resucitado, Yeshúa (Jesús) es el culmen. 
 
El Catecismo de la Iglesia Católica expresa en su numeral 1166 y 624: “Cristo, tras su reposo del gran shabbat, inaugura el día que hace el Señor, el día que no conoce ocaso. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la Tumba (cf. Jn 19,42) manifiesta el gran reposo sabático de Dios (cf. Hb 4,4-9)” 
 
Recordemos que el judaísmo no debe ser visto como una religión sino como un sistema cultural y espiritual que identifica a los miembros de la nación de la que surgió el Mashíaj. Por ello el Magisterio de la Iglesia es conciente de que el Evangelio debe penetrar en la cultura del entorno, encarnarse en ella, superar todo cuanto sea incompatible con la fe y con la vida cristiana, y elevar sus valores al misterio de la Salvación que proviene de Cristo (Juan Pablo II. Pastores dabo vobis 55). El término inculturación designa el proceso de “la encarnación del Evangelio en culturas autóctonas y al mismo tiempo la introducción de estas culturas en la vida de la Iglesia” (30). “La inculturación así entendida tiene su lugar en el culto, tal como en otras áreas de la vida de la Iglesia” (31); en la liturgia su finalidad es expresar y celebrar el misterio de Cristo encarnado en la mentalidad de un pueblo.

“Cristo, Luz y Salvación de todos los pueblos, mediante la vida litúrgica de una Iglesia, se manifiesta al pueblo y a la cultura a los cuales es enviada y en los que se enraíza. La Iglesia es católica: puede integrar en su unidad, purificándolas, todas las verdades riquezas de las culturas” (CatlC 1202).

“La inculturación litúrgica debe preocupar satisfacer las necesidades de la cultura tradicional y al mismo tiempo tener en cuenta las necesidades de la cultura de los que se encuentran bajo el influjo de la cultura urbana e industrial” (32) 
 
Esto nos lleva a concluir que es un derecho inalienable de los católicos de origen judío el retomar sus raíces y apropiarse de los valores que les fueron prohibidos manifestar durante siglos de odio y discriminación. La experiencia profunda y personal con el Resucitado nos lleva a ser reinsertados en nuestro Pueblo, y el Evangelio, contrario a lo que muchos piensan, nos consolida como judíos. Eso lo deja bien claro el Santo Padre cuando beatificó en 1987 a santa Edith Stein, afirmó: “ Para Edith Stein el haberse bautizado como cristiana nunca significó una ruptura con su herencia judía; por el contrario, ella dijo: -he crecido con la práctica del judaísmo desde pequeña… mi retorno a Di-s me hace sentir judía de nuevo-. En Cristo Jesús el judaísmo adquiere su pleno sentido, su razón de ser y su papel en el Plan Salvífico de Dios, al de cuentas lo que no pasa por Cristo no puede ser redimido” (cf. Santo Domingo 228) (33) 
 
“El domingo es una invitación a mirar hacia delante; es el día en el que la comunidad cristiana clama a Cristo su –Marana tha, ¡Señor ven!- (1 Co 16,22)” (34)

CAPÍTULO III

OTROS MOMENTOS DEL DOMINGO CRISTIANO


El documento “Dies Domini” en su numeral 52 expresa que la eucaristía es el centro del domingo, pero que el cristiano no debería limitarse sólo a “santificar” ese momento: 
 
“En efecto, el día del Señor es bien vivido si todo él está marcado por el recuerdo agradecido y eficaz de las obras” 
 
De esta forma se está invitando a todo seguidor de Yeshúa (Jesús) a santificar los otros momentos de la jornada: 
 
1. vida en familia, 
 
2. relaciones sociales, 
 
3. momentos de diversión, 
 
4. un estilo que ayude a manifestar la paz y la alegría del Resucitado en el ámbito ordinario de la vida, 
 
5. encuentro de padres e hijos (momento formativo), 
 
6. programar iniciativas de oración (celebración solemne de las vísperas), 
 
7. momentos de catequesis, que en la vigilia del domingo o en la tarde del mismo preparen y completen en el alma cristiana el don propio de la Eucaristía. (35) 
 
Respecto al último punto, los hebreos católicos, los cristianos de ascendencia sefardí, tienen la sena del Shabbat como modo de preparación para la Eucaristía dominical, es decir, hacen exactamente lo que nuestros ancestros han hecho por milenios (cf. Hch 20,7; San Justino, Apol. 1,67). En esta perspectiva, la teología bíblica del “shabbat”, sin perjudicar el carácter cristiano del domingo, pude ser recuperada plenamente (36).

Ésta nos lleva siempre de nuevo y con renovado asombro al misterioso inicio en el cual la eterna Palabra de Di-s, con libre decisión de amor, hizo el mundo de la nada. Sello de la obra creadora fue la bendición y consagración del día en el que Di-s cesó de “toda la obra creadora que Di-s había hecho” (Bereshit. Gn 2,3). De este día del descanso de Di-s toma sentido el tiempo, asumiendo, en la sucesión de las semanas, no sólo un ritmo cronológico, sino, por así decir, una dimensión teológica. En efecto, el continuo retorno del “Shabbat” aparta el tiempo del riesgo de enterrarse en sí mismo, para que quede abierto al horizonte de lo eterno, mediante la acogida de Di-s y de sus kairoi, es decir, de los tiempos de su gracia y de sus intervenciones salvíficas” (37) 
 
El Papa Benedicto XVI, en la Carta “Sacramentum Caritatis”. Sacramento de la Caridad numero 73, expresa que “Dies homini” es día de alegría, descanso y caridad fraterna. En efecto, los cristianos, en cierta relación con el sentido del sábado en la tradición judía, han considerado el día del Señor también como el día del descanso del trabajo cotidiano” (cf. Yavikra Levítico 23, 36-44; Bamidvar. Números 29,35; Nehemías 8,18). 
 
De manera que, este documento del Papa Benedicto XVI, dice que ante estos valores tan importantes –aún cuando el sábado por la tarde, desde las primeras Vísperas, ya pertenezca al domingo y esté permitido cumplir el precepto dominical- es preciso recordar que el domingo merece ser santificado en sí mismo, para que no termine siendo un día “vacío de Di-s”. 
 
Creemos firmemente que Di-s es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Di-s “cara a cara” (1 Co13,12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Di-s habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Shabbat (cf Bereshih Génesis 2,2) definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra.

CONCLUSIÓN 
 
Hemos estudiado que el Día Octavo o el primer día de la semana es una de las Fiestas Bíblicas dadas por Di-s a su pueblo Israel como lo relata Yavikra – Levitico 9,1; 23, 36-44; Bamidvar. Números 29,35; Nehemías 8,18, que nos recuerda la obra de la creación cuando el Eterno dijo que se hiciera la Luz “Y llamó Di-s a la luz día, y a la oscuridad la llamó Di-s noche. Y atardeció y amaneció: día primero” (Bereshit. Génesis 1,5). Y el Éxodo de Egipto (Shemó Éxodo 12,16). 
 
Cuando la Iglesia se separa de sus raíces, rompe con muchas tradiciones, desligando la celebración del Partir el Pan el Primer día de la semana, y declarando como día que debe ser guardado por el cristianismo, en vez del sábado; prohibiéndole así a aquellos que lo guardaban, poder continuar con la costumbre del Primer siglo; pero debemos estar claros que el Shabbat fue dado al Pueblo de Israel, y la Iglesia puede disfrutar de esta bendición ya que somos israelitas por medio de Jesucristo (cf. 2,11-19), Pues ella fue injertada en el olivo que es Israel es decir, los judíos, si ella lo desea. No para salvación, sino porque ya somos salvos a través, de Yeshúa, Jesús el Mesías. Hoy día tanto cristianos como judíos siguen discutiendo sobre este tema: los sabatistas criticando a los cristianos que tienen su celebración en domingo, y los cristianos cristianando a los sabatistas. Unas palabras sabias serían la del Apóstol Pablo: “Porque el Reino de Di-s no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Di-s, y es aprobado por los hombres. Así que contribuyamos a lo que contribuye a la paz y a la edificación” (Romanos 14, 17-19). Esto es una respuesta sabia a ambos grupos que a la final adoran al mismo Di-s.

De manera que, adoremos a Di-s el día de Shabbat, que puede ser el día sábado para el judaísmo y el día domingo para el cristianismo como lo expresa: (Yavikra. Levítico, 23, 36-44). Claramente vemos que el Eterno dijo que el Día Octavo o día domingo es día de Descanso es decir de Shabbat. 
 
Regocijémosno en esta Fiesta Bíblica dada por el Eterno, EL OCTAVO DÍA, el PRIMER DÍA DE LA SEMANA, el DÍA DOMINGO (YOM HA`ADON).

REFERENCIAS BIBLIGRAFÍA 
 
Benedicto XVI. (2007). Sacramentum Caritatis. Sacramento de la Caridad. Venezuela: Trípode. 
Concilio Vaticano II. (1965). Nostra Aetate. Colombia: San Pablo. 
Concilio Vaticano II. (1965). Dei Verbum. Colombia: San Pablo. 
Congregación para el Culto Divino. (1994). Instrucción Varietates Legitimae. Vaticano: Vaticana. 
Concilio Plenario de Venezuela. (2006). Documentos conciliares. Venezuela: CEV. Congregación para los Obispos. (1973). Directorio Ecclesiae Imago para el ministerio pastoral de los obispos. Vaticano: Vaticana. 
Juan Pablo II. (2001). El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana. Vaticano: Vaticana. 
Juan Pablo II. (1993). Oración del Ángelus. Vaticano: Vaticana. Juan Pablo II. (1998). Dies Domini. Vaticano: Vaticana. 
Juan Pablo II. (1995). Catecismo de la Iglesia Católica. Vaticano: Vaticana. 
Juan Pablo II. (1985). Mensaje del Santo Padre al Rabinato Jefe de Roma con ocasión del Centenario del Templo Mayor. Vaticano: Vaticana. 
Juan Pablo II. (1985). Encíclica Slavarum Apostoli. Vaticano: Vaticana. 
Perchbacher W. (1990). El Léxico Gramatical Griego. Estados Unidos: Peabody. 
Rodkinson, M. (1918). El Talmud Babilónico. 
Richar, Ben-Eleazar. (2000). Rabino Jefe de la B´nei Tzion. Colombia.
Seminario Cristiano de Formación e Información. (2007). San Policarpo de Esmirna. Venezuela: 
Lenski, R. (1943). Interpretando el Evangelio de San Mateo. Estados Unidos: Mineapolis. 
Lightfoot, J. (1979). El Nuevo Testamento del Talmud y la Hebraica. Estados Unidos: Grand Rapids.

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1. Perchbacher Wesley. El Léxico Gramatical Griego. Ed. Peabody, 1990, p. 364.
2. Lenski, R. Interpretando el Evangelio de San Mateo. Mineapólis, 1943, p. 1148.
3. cf. Lightfoot, John. El Nuevo Testamento del Talmud y la Hebraica. Ed. Grand Rapids. 1979, p. 2375.
4. cf. Ibid. P. 2375.
5. cf. Rodkinson, Michae. El Talmud Babilónico. 1918, p. 11
6. Pontificia Comisión Bíblica. El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Bíblia Cristiana. Ed. Vaticana, 2001 numeral 3. p. 8
7. Papa Juan Pablo II en la oración del ángelus, 1993 del 28 de marzo. En primer lugar vamos a ver el significado etimológico de la palabra “Shabbat” y “Domingo”.
8. cf. Carta Apostólica “Dies Domini” de Juan Pablo II. Ed. Vaticana 1998. nº 12b, p. 7 9. Carta Apostólica “Dies Domini” de Juan Pablo II. Ed. Vaticana 1998. nº 18, p.
9. “Verrum auntem sabbatum ipsum redemptorem nostrum Iesus Christum Dominum habemus”: Epist 13,1: CCL 140 A, 992.
10. Catecismo de la Iglesia Católica. Ed. Vaticana, numeral 209. 1995.
11. Uno de los nombres del Sacramento de la Eucaristía. Catecismo de la Iglesia Católica numero 1329; cf. 1Co 11,20
12. Catecismo de la Iglesia Católica. Ed. Vaticana, numeral 2175. 1995.
13. cf. Documento “Dies Domini” Nº 20, p. 10: “También era domingo el Dia de Pentecostes (shavuot), primer dia de la semana de Pascua judía.
14. Concilio Vaticano II. Dei Verbun. Ed. San Pablo Colômbia. 1993, Cap. V, nº 18b. p. 90.
15. Y no “en la tarde del sábado”. Siendo el sábado el día de descanso, el “primer día de la semana” judía corresponde a nuestro “domingo”, Ap. 1,10, es decir, “día del Señor”, así llamado en memoria de la Resurrección. (Cf. Hch 20,7; 1Co 16,2).
16. Esta referencia a la Resurrección es particularmente visible en la lengua rusa, en la que el domingo se llama precisamente “Resurrección” (voskresén´e). Epist. 10,96,7.
17. Cf. Bardesane, Diálogo sobre el destino, 46: PS 2, 606-607.
18. Seminario Cristiano de Formación e Información, “San Policarpo de Esmirna” (Consultado 3 de julio de 2007).
19. El primer día de la semana judía, convertido en el día de la asamblea de los cristianos, (Mt 28,1; 1Co 16,2) el “día del Señor” (Domingo), Ap 1,10. la asamblea dominical tenía lugar al comienzo de ese día, es decir, en la noche del sábado, según la manera judía de contar el día. Documento “Dies domini”, Ed. Vaticana Nº 23, p. 11
20. Benedicto XVI. Sacramentum Caritatis. Sacramento de la Caridad. Ed. Trípode, Caracas – Venezuela. 2007, p.p 80-81
21. Concilio Vaticano II. Nostra Aetate. Número 4. Ed. San Pablo. 1993, p. 436-437
22. “Recordando que Jesús es judío y lo es para siempre” Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II al Rabinato Jefe de Roma con ocación del Centenario del Templo Mayor. (cf. Comición para las relaciones religiosas en el judaísmo, notas y sugerencias 1985; III, 12).
23. RICHAR GAMBOA BEN-ELEAZAR, b.t. Rabino Jefe B´nei Tizón.
24. Pontificia Comisión Bíblica. El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana. Ed. Vaticana, 2001. numeral 50. p. 49.
25. Ibib. P. 49
26. S. Gregorio de Nisa, De castigatione: PG 46, 309. en la liturgia maronita se subraya también la relación entre el sábado y el domingo, a partir del “misterio del sábado Santo”.
27. Carta apostólica “Dies Domini” de Juan Pablo II. Ed. Vaticana 1998. numero 18, p. 9.
28. Juan Pablo II. Dis Domini. Numero 60 Ed. Vaticana, p. 26
29. Juan Pablo II. Dies Domini. Numero 8b. Ed. Vaticana, p. 5
30. Juan Pablo II, Encíclica Slavarum Apostoli, 2 de junio de 1985, Nº 21.
31. Congregación para el Culto Divino, Instrucción Varietates Legitimae, 29 de marzo de 1994, Nº 5
32. Instrucción Varietates Legitimae, Nº 30. Documentos conciliares. Concilio Plenario de Vanezuela. Ed. CEV. Caracas – Venezuela 2006. Nº 91. p.p 307-308.
33. RICHAR GAMBOA BEN-ELEAZAR, b.t. Rabino Jefe B´nei Tizón
34. S. Congr. Para los Obispos, Directorio Ecclesiae imago para el ministerio pastoral de los obispos (22 de febrero de 1973), 86ª: Ench. Vat. 4, 2069.
35. cf. Doctrina Social de la Iglesia 258; Catecismo de la Iglesia Católica 2185, 2186; Código de derecho Canónico 1247; Gaudium et Spes 67,3; Sacramentum Caritatis nº 73.
36. Juan Pablo II. Dies Domini. Ed. Vaticana, N 26.
37. Documento “Dies Domini” Ed. Vaticana. Nº 60, p. 26
 

 
EL OCTAVO DIA SU TRASCENDENCIA ESPIRITUAL. Pbro. Aharón Cohén