El truco del autoengaño
LA VERDAD OS HARÁ LIBRES.
MIENTRAS LA MENTIRA OS HARÁ ESCLAVOS Y SOMETIDOS.
Nadie se halla libre del autoengaño, esa estrategia mental que permite esquivar la realidad refugiándose en una inconsciencia más o menos deliberada. Se recurre al autoengaño para evitar asumir las consecuencias de los propios actos al no ver ciertos aspectos personales o del entorno que resultan desagradables, al fingir y ocultar lo que se siente o al justificarse para salir airoso de una situación.
Pero ¿cómo es posible engañarse a uno mismo? Según Francisco J. Rubia, catedrático de Medicina e investigador en neurociencia, incluso el propio cerebro nos engaña. La misión principal de este órgano es garantizar la supervivencia del organismo, y para tal fin elabora pero también deforma la información que recibe de los sentidos.
"En algunos momentos, esta escapatoria puede resultar útil, pero si se mantiene de manera rígida puede generar dificultades"
Existe, por una parte, el autoengaño que opera de manera consciente. Una persona sabe que tiene que realizar algo, pero se convence a sí misma para dejarlo para mañana. Alguien reconoce que tiene un problema y se autoengaña pensando que el tiempo lo solucionará. Sin embargo, en ocasiones la mentira está tan bien armada que ni siquiera se es consciente de ella. Así, una persona puede descubrir que ha borrado de su memoria hechos importantes o que se ha mantenido ciega ante las evidencias claras de que su vida de pareja naufragaba. El autoengaño es el más escurridizo de los mecanismos mentales, porque resulta difícil darse cuenta de lo que se prefiere ignorar.
Los 'puntos ciegos'
"Todo es según el color del cristal con que se mira"
(Ramón de Campoamor)
En su libro "El punto ciego", Daniel Goleman relaciona esta estrategia con un hecho fisiológico. En la parte posterior del ojo existe una zona donde confluyen las neuronas del nervio óptico que carece de terminaciones nerviosas. Esta zona constituye un punto ciego. Habitualmente no se percibe su existencia porque se compensa con la visión superpuesta de ambos ojos. Pero incluso cuando se emplea un único ojo resulta difícil distinguirlo, pues ante la falta de información visual el cerebro rellena virtualmente esa pequeña área en relación con el entorno.
Algo parecido sucede a nivel psicológico. Todas las personas tienen puntos ciegos, zonas de su experiencia personal en las que son proclives a bloquear su atención y autoengañarse. Estas lagunas mentales tienden a ser rellenadas con fantasías, explicaciones racionales o imaginaciones. Se trata de un hecho comprobado que no percibimos la realidad tal y como es, sino que elaboramos nuestra interpretación particular a partir de lo que captan los sentidos. Incluso la memoria resulta altamente engañosa, pues contiene una serie de filtros que seleccionan la información que llega a la conciencia.
Esquivar la realidad
"Ojos que no ven, corazón que no siente"
(refrán popular)
Cuando algo supone una amenaza, la atención suele recurrir a dos tipos de soluciones: la intrusión, en la que la persona se mantiene centrada en lo que le preocupa, pensando continuamente sobre ello, o la negación, que supone desviar la atención y desconectarse del problema.
La tendencia a cerrar los ojos ante lo que inquieta surte un evidente efecto calmante, pues permite poner fin al estrés que genera una posible amenaza, una responsabilidad o un recuerdo traumático... El autoengaño, por tanto, ayuda a protegerse de la ansiedad o el malestar disminuyendo el grado de conciencia.
Ante una enfermedad grave, algunas personas recurren a la negación: rechazan el diagnóstico o minimizan su seriedad, evitando reflexionar o hablar sobre ello. Esta estrategia tiene su función y puede resultar, por tanto, beneficiosa. Es sabido que las personas con cáncer que niegan su enfermedad pueden sufrir menos ansiedad y depresión.
La negación, por tanto, implica un rechazo a aceptar las cosas tal y como son, y suele ser una de las primeras respuestas ante una pérdida o cambio importante. Supone una escapatoria momentánea antes de enfrentarse con la realidad. Sin embargo, así como en algunos momentos puede resultar útil, si se mantiene en el tiempo de manera rígida puede generar dificultades, tales como no tomar una actitud responsable para realizar los controles o tratamientos que precisa una enfermedad o no posibilitar la elaboración emocional de la situación. Lo decía Ortega y Gasset: "La negación es útil, noble y piadosa cuando sirve de tránsito hacia una nueva afirmación".
La trampa de la selección
"Peor que ver la realidad negra es el no verla"
(Antonio Machado)
Los seres humanos disponen de infinidad de trucos para mantenerse ajenos a la realidad. Además de la negación, se utilizan mecanismos de defensa como la racionalización, que permite ocultar los verdaderos motivos bajo una explicación lógica, o la atención selectiva, mediante la cual se percibe lo que interesa mientras se ignora el resto.
Estos mecanismos de defensa brindan un refugio y son en cierto modo necesarios, pero al mismo tiempo condicionan nuestra manera de percibir y reaccionar frente al mundo. Como individuos, somos recopiladores y observadores de nuestra propia realidad y, a pesar de desearlo, rara vez somos imparciales. La mayoría solemos atribuirnos con mayor facilidad los éxitos que los fracasos, exculparnos y ver la mota en el ojo ajeno. Aunque otras personas tienden a interpretar que el fallo siempre está en su lado.
La evolución de la mentira
"Una mentira no tendría sentido
si la verdad no fuera percibida como peligrosa"
(Alfred Adler)
Robert Trivers, un biólogo evolutivo norteamericano, opina que el autoengaño es una sofisticación de la mentira, ya que ocultarse algo a uno mismo lo hace más invisible y difícil de descubrir para el resto. Mentir conscientemente, además, crea una contradicción en el cerebro y requiere un mayor esfuerzo. En eso se basa el polígrafo (la máquina de la verdad), pues al falsear la respuesta aparecen señales de estrés a veces imperceptibles, como sudor, cambios en la presión cardiaca o la respiración...
La capacidad para mirar hacia otro lado también se ha mostrado fundamental para forjar las relaciones humanas. Se necesita cierta dosis de engaño para mantener la discreción, encubrir cuestiones embarazosas o proteger la integridad de otra persona. Sin embargo, también nos servimos del autoengaño para fines menos honorables, como embaucar a los demás, ocultar aspectos indeseables de uno mismo, lograr un objetivo a toda costa...
La verdad soportable
"En el interior del hombre habita la verdad"
(San Agustín)
Llegamos al meollo: ¿existe un equilibrio óptimo entre autoengaño y verdad? Sabemos que en ocasiones evitar la realidad nos procura una sensación de alivio, pero también conlleva un coste importante. Lo que no se afronta tiende a repetirse.
Un concepto útil es el de la verdad soportable. Se puede apostar por reconocer la realidad, pero dándose tiempo para digerir poco a poco la información que resulta difícil. La mentira y la simulación terminan creando una terrible desconexión, ignorando quiénes somos y qué deseamos. Por eso, lo más importante quizá sea mantener un pacto de honestidad con uno mismo. A ese pacto ayudará reconocer que la realidad es mucho más amplia de lo que se cree. Sin embargo, puesto que siempre resulta difícil detectar los propios trucos, se necesita el espejo de los demás. Con sus comentarios, sus críticas y elogios, y su visión distinta, las otras personas contribuyen a iluminar rincones que hasta entonces permanecían ocultos.
La sugestión colectiva
Detrás de los pequeños o grandes conflictos suele haber una parte de autoengaño. Es la que proyecta en la otra parte toda la maldad, la desconsideración o el error, defendiendo obcecadamente el propio punto de vista. Eso constituye precisamente uno de los peligros de esta estrategia mental: justificar los propios actos bajo el amparo de la mentira que uno mismo se ha creado. No hay que olvidar, además, que las ilusiones colectivas son un gran instrumento de manipulación. La mejor forma de ganar adeptos es haciéndoles creer en cierta realidad. Una muestra de ello son los colaboradores de un régimen opresivo como el del Tercer Reich, que reconocen con la perspectiva del tiempo hasta qué punto su conciencia estaba manipulada y eran incapaces de enjuiciar lo que ocurría. Según palabras de Milan Kundera, "delante había una mentira comprensible, y detrás, una verdad incomprensible".
4 tipos de autoengaño muy frecuentes
(y cómo evitarlos)
El autoengaño nos protege filtrando los aspectos de la realidad que nos son insoportables y permitiéndonos continuar nuestra vida. Pero también puede orientar nuestra conducta hacia la irrealidad.
El autoengaño es un recurso al que a veces acudimos para afrontar situaciones difíciles. En ocasiones lo hacemos de forma consciente, pero otras es el cerebro el que altera ligeramente nuestra percepción para salvaguardar nuestras fuerzas e integridad.
Este mecanismo tiene sus virtudes y sus peligros: no hay que olvidar que, para alcanzar nuestras metas, no hay nada mejor que conocer las dificultades y afrontarlas con el máximo de claridad y energía posible.
Reconocer que una empresa propia, una amistad o una relación amorosa han llegado a su fin y carecen, por tanto, de un futuro viable, suele ser un proceso doloroso porque implica admitir el fracaso de una acumulación importante de esfuerzos anteriores. Es muy común, en estos casos, caer en el autoengaño y confiar en soluciones a corto plazo que nunca llegarán a ser realmente satisfactorias.
TIPOS FRECUENTES DE AUTOENGAÑO INCONSCIENTE
El autoengaño consciente forma parte del hábito social de la mentira y las personas sanas lo repudian de forma contundente, incluso agresiva. Cuando el autoengaño inconsciente se convierte en autoengaño consciente, hay que evitarlo si no queremos caer en alguna de las peores patologías conductuales, tanto a nivel individual como colectivo.
Pero no siempre la negación de la realidad se hace de manera consciente; a menudo somos víctimas de un proceso inconsciente de autoengaño. Los científicos han constatado que existe un mínimo de cuatro situaciones distintas en las que es altamente probable que nuestro cerebro opte por el autoengaño de una manera inconsciente.
1. SI PERCIBIMOS PELIGRO
El instinto de supervivencia frente a grandes peligros o grandes catástrofes, como pueden ser una grave enfermedad, un terremoto, un tsunami o un acto de violencia delictiva puede llevarnos al autoengaño.
Según Mardi J. Horowitz, profesor de psiquiatría de la Universidad de San Francisco, el antropólogo Robert L. Trivers, de la Universidad de Rutgers, y un buen número de psicólogos evolucionistas, el cerebro filtra aquellos aspectos de la realidad que la convierten en insoportable y solo presta atención a los que puede digerir de manera inmediata.
No nos enteramos del nivel real de gravedad de la situación porque no nos conviene, porque, sencillamente, nos sentiríamos desarmados para afrontarla.
Nuestros sentidos perciben con fidelidad la realidad tal cual es, pero nuestra atención está bloqueada por el miedo instintivo, y la verdadera magnitud de los riesgos a superar no llega a la conciencia. De manera inconsciente y automática, el cerebro ha censurado la información que nos dejaría sin ánimos para luchar. Se trata de un mecanismo universal de adaptación al entorno que tiene la utilidad de mejorar las expectativas vitales porque nos evita caer en el pánico.
“Ojos que no ven, corazón que no siente”, dice el refrán. Si David se deja dominar por el pánico, no hallará la manera de vencer a Goliat. Es un mecanismo de supervivencia del que la evolución ha dotado al cerebro para que seamos más eficaces frente a los peligros que nos acechan. Ignorar la verdadera magnitud de la amenaza nos hace más fuertes y más agresivos contra ella y, por ende, más eficaces.
2. SI NOS SENTIMOS CULPABLES
Un segundo tipo de autoengaño tiene que ver con la autoestima y consiste en eliminar (o como mínimo reducir) la culpabilidad por las malas acciones realizadas en el pasado.
El profesor Jonathan D. Brown, psicólogo social de la Universidad de Washington, ha llegado a la conclusión de que es un autoengaño adaptativo: la plena consciencia de nuestra culpabilidad en acciones pasadas nos llenaría de vergüenza y de autocompasión y nos dificultaría poder afrontar con plenas facultades las decisiones actuales.
Como ya no podemos cambiar los hechos, es más adaptativo no caer en la autopunición y el camino más fácil para conseguirlo es transferir la culpabilidad de nuestras malas acciones a terceras personas, a las circunstancias especiales o –¿por qué no?– incluso a la propia víctima.
Esta forma de autoengaño entraña también un grave peligro, para nosotros y para los demás: si no reconocemos nuestra responsabilidad nunca podremos corregir nuestros errores. Fijémonos en el uso y abuso que hacen de este autoengaño los maltratadores, los torturadores y algunos asesinos.
Sin embargo, la psicóloga Carol Anne Tavris nos advierte que los mayores problemas de la humanidad no provienen de seres “crueles y malvados”, sino de aquellos que se consideran buenas personas, se presentan como tal ante nosotros y justifican su mala conducta para mantener intacta esa convicción.
3. SI ESTÁ EN RIESGO NUESTRA AUTOESTIMA
Un tercer tipo de autoengaño que los humanos practicamos de manera natural e innata, salvo las personas que están deprimidas, es la sobrevaloración de las propias cualidades.
Si una determinada característica de nuestra personalidad (la falta de memoria, por ejemplo) no perjudica en exceso a nuestra autoestima, podemos reconocerla sin problemas; pero si una característica nuestra (la inteligencia, por ejemplo) sí que puede estar vinculada a una pérdida de autoestima (por carecer de ella), automáticamente nos sobrevaloramos y pasamos a considerarnos parte de la élite privilegiada de los más favorecidos.
En un experimento que se ha repetido en cientos de formatos similares, se le pide a un colectivo que se autovalore en una característica socialmente positiva, como puede ser su cociente intelectual, su altruismo, su capacidad de amistad o su derecho a ir al cielo. Más del 50% de los entrevistados se ven a sí mismos como parte del 10% mejor cualificado; un imposible matemático que implica que forzosamente un mínimo del 40% se tiene que haber sobrevalorado.
Este tipo de autoengaño tiene la virtud de mejorar nuestra autoestima y, en consecuencia, nuestra motivación para afrontar la lucha cotidiana de la vida. Pero también tiene un peligro: podemos caer en el narcisismo, la petulancia y la prepotencia.
Aplicado a la escala de un grupo humano, este tipo de autoengaño puede llevar a que un pueblo se considere elegido por dios; unos creyentes, en posesión de la verdad única; una nación, con más derechos que sus vecinas, o una raza, superior a todas y con derecho a eliminar a las razas que considera inferiores.
4. SI NECESITAMOS CAMBIAR
La cuarta modalidad de autoengaño inconsciente consiste en sobrevalorar la capacidad de cambio de conducta y de autosuperación.
Estos son algunos ejemplos típicos: “Fumar me perjudica, pero lo dejaré el día que me ponga a ello”; “no voy al gimnasio con la frecuencia que me había propuesto, pero cuando me recupere de esta mala racha actual, lo solucionaré”; “me sobran unos cuantos kilos, pero un día de estos empezaré la dieta y lo arreglo rápidamente”.
Conviene aquí diferenciar la automotivación del autoengaño. Si soy obeso, torpe de movimientos y bailo mal, el autoengaño consiste en pensar que soy un excelente bailarín. En cambio, la automotivación consiste en partir del conocimiento objetivo y honesto de mis cualidades actuales y decidir que puedo esforzarme para cambiarlas. Mi obesidad puede desaparecer con una dieta apropiada, mi torpeza puede superarse con trabajo corporal intensivo, y puedo tomar tantas clases de baile como me hagan falta.
La automotivación es convencerte de que puedes cambiar y conseguir la meta deseada sin mentirte sobre tus posibilidades reales ni las múltiples dificultades que tendrás que superar.
Se ha demostrado experimentalmente que si un profesor trata continuadamente a un alumno competente como si fuera peor de lo que es, a medio plazo el alumno se desmotiva y se convierte en el mal alumno que le dicen ser. Y, a la inversa, el alumno que es tratado dándole la confianza de que puede mejorar su rendimiento porque tiene las capacidades intelectuales necesarias, acaba motivándose y consiguiendo alcanzar la imagen de sí mismo que se le ha proyectado.
Los buenos profesores, los buenos entrenadores, los buenos directivos, los buenos líderes políticos, son los que saben motivar a las personas a su cargo, evitándoles con firmeza y autoridad carismática caer en el autoengaño y guiándoles en el camino de superar las dificultades.
Cuando el entrenador del F. C. Barcelona Pep Guardiola (mencionado actualmente en las principales escuelas de administración de empresas como modelo de liderazgo motivacional) acoge al excelente jugador canterano Leo Messi y le hace creer que puede llegar a ser el mejor futbolista del planeta, establece una hoja de ruta que conducirá a convertir este deseo en realidad.
Tener un sueño puede ser el primer hito de una historia personal o colectiva de superación.
Quizá sea cierto, como han dicho algunos filósofos, que la vida no es más que un sueño, pero lo que está claro es que los buenos sueños alimentan las vidas más interesantes. Sin embargo, para que estos sueños lleguen a buen fin, conviene no caer en autoengaños conscientes, sino conocer las dificultades a vencer y afrontarlas con toda la fuerza y el optimismo de los que seamos capaces.
CÓMO EVITAR EL AUTOENGAÑO
1. ESCUCHA A LOS DEMÁS
Comparte las decisiones arriesgadas con las personas afectadas. Pensar que sabes siempre lo que conviene a los demás sin necesidad de consultarlos es una prepotencia típica del autoengaño. Propón tu plan y escucha los planes alternativos que los afectados propongan. Es probable que alguno de ellos te sorprenda con una propuesta mejor que la tuya. La inteligencia es un don que está repartido de manera desigual, pero tú no eres el único que lo posee.
2. EVALÚA TUS ACCIONES
Solicita opiniones sinceras de personas a las que otorgas criterio y honestidad. Si siempre estás plenamente satisfecho de tus acciones y decisiones, lo más probable es que estés cayendo en el autoengaño de sobrevalorarte. Pide a personas a las que admiras que valoren sin reservas tus actuaciones y prepárate para recibir el gran desengaño: no eres perfecto al 100% en todo lo que haces. Nadie lo es.
3. ÁBRETE A LAS CRÍTICAS
Escucha las críticas recibidas, vengan de donde vengan, y analiza en serio qué pueden tener de cierto. No caigas en el error de ningunearlas. Antes de quitarles la razón, mira de ponerte en la posición de los demás y entender bien qué te están diciendo. Analiza con humildad si tienen parte de razón.
4. REPARA TUS ERRORES
Si has sido capaz de llegar a reconocer que en determinada actuación te equivocaste, discúlpate inmediatamente y procura repararla sin dilaciones. No caigas en el autoengaño de pensar que los errores son irreparables y que es mejor olvidarlos, que el tiempo todo lo borra.
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Dime la verdad, pero, miénteme...
La verdad es madre de la justicia y del valor, según la mitología clásica.
Según los evangelios, son los bienaventurados, los hijos de la luz. En otras espiritualidades, son los iniciados, los buscadores, los guardianes de la palabra, los guerreros, los despertados, los tocados, los locos...
Sólo son algunos pocos, los profetas, los revolucionarios, los reveladores y los rebeladores con b, que arriesgan vivir en la verdad, con la verdad, y, todos, nosotros, los demás, nos beneficiamos, pasivamente, a vivir en el progreso de los ideales, que consiguieron, sólo ellos. Siempre ha sido así...
Gracias a los utópicos, hemos progresado...
También en el mundo de los locos, cambiará el paradigma...
El paradigma de la valentía, el paradigma social, el paradigma cultural, etc... Más que nunca, necesitamos hombres y mujeres, que bajen de la montaña, y nos despierten, nos despierten de esta vida superficial, de esta vida hipócrita, de esta vida llena de mentira, de irrealidad, de injusticia, de vacío...
Estamos ciegos, y, sabes, por qué estamos dormidos... Por el monstruoso egocentrismo egoísta, ególatra, egotista, que nos conduce a la muerte, al suicidio, a la soledad...
Rompamos las argollas de la esclavitud superficialista y del individualismo. Vivamos sencillamente la verdad y convivamos astútamente la mentira. A pesar de hablar el mismo idioma, no nos entendemos. No sabemos comunicarnos, no sabemos escucharnos... El sistema nos está separando, a pesar de tener los mejores medios de comunicación, nos estamos separando cada vez más...
¿Qué nos pasa?
Querer conocernos, aprender juntos, enfrentándonos a la amarga verdad, que termina siendo muy dulce como la miel...
¿Me entiendes, de verdad? O, me mientes...
¡Que viva Oscar Romero, el tatic Samuel Ruiz, Chico Méndes, y tantos anónimos, defensores de la verdad y de la vida.
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"Sólo la verdad os hará libres". San Juan
"Que hermosa apariencia tiene la falsedad". William Shakespeare
"Sólo los peces muertos nadan con la corriente." Malcolm Muggeridge
"La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda". Thomas Fuller
"La verdad es útil a quien la escucha, pero desventajosa a quien la dice, porque lo hace odioso". Blaise Pascal
EN EL SER HUMANO HAY UNA PROBLEMÁTICA: NO PUEDE SOPORTAR TANTA VERDAD, EN CONSECUENCIA, EL SISTEMA MENTAL SE REFUGIA EN UNA ZONA DE SEGURIDAD.
EL PROFETA O EL MÍSTICO, TIENEN UN PROBLEMA: QUIEREN SABER LA VERDAD Y, COMO QUIEREN SABER LA VERDAD, ESTÁN TOTALMENTE DISASOCIDADOS DE LA SOCIEDAD PORQUE ÉSTA NO VIVE LA VERDAD, VIVE EN UN SISTEMA TENEBROSO DE SEGURIDAD.
Todos somos testigos de esto si miramos a nuestro alrededor, fruto de muchos años de degradación social y de secuestro de las mentes y las almas a través de una ingenería social muy estudiada. Fundamental entender cómo los enemigos de la Humanidad actúan en las mentes y almas de los seres humanos para impedirles pensar, discernir, tomar decisiones, y sobre todo, percibir correctamente la realidad. El objetivo último es convertirnos en cosas, manejables fácilmente, sin alma, sin respeto ni amor a Dios, sin santo temor de Dios:
embrutecernos, convertirnos en bestias...esclavos al servicio del NOM, dirigido por el AC. Este programa lo emitimos por primera vez en enero de 2021.
Contiene la intervención de dos personas que nos ofrecen mucha información clave para entender esta impotencia de la gente para percibir la realidad: - Hilda Molina, cubana que fue muy amiga de Fidel Castro, neurocirujana que nos explica lo que descubrió al lado del dictador compatriota, quien le habló de "la revolución silente" enfocada al control total de las mentes de los ciudadanos.
También nos cuenta que "odio, poder, dinero" es lo que mueve a todos los resentidos, sean millonarios o no, en ese seguimiento y/o apoyo a Fidel Castro, quien murió dejando una herencia valorada en más de mil millones de euros. - Yuri Bezmezov, ex agente de la KGB, quien en 1984 daba una entrevista donde advertía de la realidad que se estaba empezando a imponer en el pueblo americano, y por extensión, en los ciudadanos de todo el mundo. La libertad se estaba acabando. En dicha entrevista expuso operaciones de inteligencia social de la Unión Soviética en el extranjero y de cómo el aparato comunista se apodera paciente, pero brutalmente de la conciencia de un país.
Hoy en día aspiran a más en ese robo del alma humana. Se llama transhumanismo y neuromodulación. Sería el fin de la especie humana. No queda mucho para ello, porque tecnología tienen para llevarlo a la realidad. Están en ello, hacia ello nos quieren llevar. Por eso, quien resiste, gana.
"Hay quienes pierden la mente por completo para ser alma:
los locos.
Hay quienes pierden el alma por completo para ser mente:
los intelectuales.
Y también hay quienes pierden ambos
para ser aceptados".
Charles Bukowski
"LA VERDAD ES TAN OSCURA HOY EN DÍA Y LAS MENTIRAS
TAN BIEN ESTABLECIDAS QUE A MENOS QUE AMEMOS LA VERDAD,
JAMÁS LA RECONOCEREMOS". BLAISE PASCAL
VER+:
Dicho en otros términos, una dictadura perfecta, pues, a diferencia del régimen carcelario del gulag soviético o de los campos de concentración germanos, conforma una auténtica «jaula de oro» que convertiría a los hombres en amantes gustosísimos de esa misma esclavitud, a causa de su apariencia suave por estar disfrazada de libertad. Pero que, precisamente por ello, los haría absolutamente incapaces de percibir su sometimiento total. De hecho, la sociedad contemporánea se halla en el convencimiento de hallarse en «el mejor mundo de los posibles», como sostenía Leibniz (Teodicea, 1734). El estudio de la historia debe ser el núcleo de todas las Humanidades, porque sin conocer el pasado no es posible comprender el presente y, sin comprender el presente, no pueden tomarse decisiones acertadas en el futuro. De ahí que la postergación del estudio de la historia en los planes de estudio y su manipulación por las ideologías en el poder sean una desdicha social universal de consecuencias catastróficas.
UN ARTÍCULO SUPERFICIAL
DE UN PSIQUIATRA FRÍVOLO:
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